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Carlos
Corrección y edición
Aer
Pretinaverse
※ ※ ※ ※ ※
——Meili Portroute.
Emilia murmuró eso mientras miraba fijamente la encuadernación del
libro, sobresaltando a Subaru, cuyos ojos se abrieron de golpe y se quedó
mirando la encuadernación del libro. Subaru no podía leer en absoluto las
letras escritas ahí.
Sin embargo, en este preciso momento, Emilia no tenía motivos para sobresaltar porque sí a Subaru.
—Entonces, eso significa que el libro que ella
tiene ante sí… ese Libro de los difuntos tiene el nombre de Meili en el
título; no cabe otra posibilidad.
『 Subaru: … 』
Subaru no dijo palabra, tenía las mejillas tiesas y un sudor frío
surgió en su espalda. Dentro de su cráneo, su cerebro gritaba desesperadamente
tan sólo una cosa: «¿por qué?».
—¿Por qué hay aquí un libro con el nombre de
Meili? ¿Por qué esta biblioteca que guarda registros de los difuntos ha
preparado tan rápidamente el libro de ella? ¿Por qué encontraron tan fácilmente
el libro de Meili en una biblioteca tan vasta? ¿Por qué tuvo que pasar esto
justo cuando sentía que podía confiar en Emilia de entre todos los que hay en
la torre? ¿Por qué el destino no puede perdonar a Natsuki Subaru? ¿Por qué?
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué por qué
por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué
por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué
por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué
por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué
por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué
por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué
por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué por qué?
『 Emilia: … Beatrice, ¿has comprobado el contenido del libro? 』
『 Subaru: … Gh. 』
Mientras una increíble cantidad de «por qué» ocupaban su mente, esas
palabras resonaron con una claridad terrible en sus tímpanos. Cuando Emilia
sondeó a Beatrice, Subaru alzó el rostro de golpe.
Le preguntó a Beatrice mientras continuaba recostada contra la estantería, mirando fijamente el libro en cuestión.
Por lo que Subaru había oído hablar de los Libros de los difuntos
que se encontraban en esta biblioteca, si conocías a la persona que aparecía en
el libro, y lo tocabas, entonces los recuerdos de su vida se verterían en tu
cabeza.
Aunque eran libros mágicos con poderes un poco escalofriantes, lo que se convertiría en un problema en este momento no era algo de tono fantástico, sino un problema más realista.
Ver los registros de la vida de Meili significaba que, supuestamente,
verían los registros de sus últimos momentos.
En otras palabras, verían quién la estranguló.
『 Subaru: … 』
Las circunstancias decían que Subaru había matado a Meili con sus
propias manos, pero él no dudaba de que fue «Natsuki Subaru» quien lo había hecho.
Sin embargo, únicamente Subaru podía distinguir entre ambos Subaru. Los recuerdos actuaban de forma parecida a las grabaciones de vídeo, como las que podrían obtenerse de las cámaras de prevención de delitos alrededor de las posibles escenas del crimen. Y por eso, no podía esperar que ellos pudieran hacer tal distinción. Además, en esta repetición, Subaru había ocultado su amnesia a Emilia y los demás.
El crimen de Subaru sería visto claramente por medio de sus recuerdos
y, cuando llegasen a ese punto, tendría que revelar su amnesia. Si
lo hiciera cualquier otra persona, tal comportamiento ad hoc sólo parecería una
pésima excusa.
Naturalmente, Emilia y los demás pensarían lo mismo que Subaru.
Pero si Beatrice había anticipado esto, y ya se había referido al recuerdo sobre la muerte de Meili…
『 Beatrice: … Aún no lo he comprobado, supongo. 』
『 Subaru: … Gh… oh, ¿en serio? 』
『 Beatrice: Es natural que no lo hiciera, de hecho. No me queda más
remedio que manejarlo con cuidado, supongo. Para empezar, ni siquiera sabemos
si ese libro de Meili se trata de la que conocemos, de hecho. Si realmente es
el libro de esa chica… 』
『 Emilia: Meili está dentro de esta torre… ¡Oh, no! ¡Tenemos que buscarla
enseguida! 』
Al oír las palabras de Beatrice, la cara de Emilia cambió e intentó
echar a correr. Sin embargo, Beatrice se interpuso delante de Emilia y sacudió
la cabeza.
『 Beatrice: ¡Espera, supongo! Si realmente es el libro de esa chica,
buscarla a toda prisa no tiene sentido, de hecho. Ya sabes lo que significa que
un libro se añada aquí, supongo. 』
『 Emilia: … Así que por eso Ram fue a buscar al grupo de Julius y a
nosotros. 』
『 Beatrice: Si después Meili entra bailando un vals con aspecto inocente,
entonces podrás tomarlo como un malentendido infantil de Betty, de hecho. 』
El ímpetu de Emilia se agotó a medida que escuchaba a Beatrice
mencionar con calma todo esto. Sin embargo, con el rostro pálido y preocupado,
Emilia se llevó las manos al pecho, como si rezara.
Esperaba que el libro que habían encontrado en la estantería no fuera el de Meili; se aferraba a la esperanza de que fuera el de otra persona que casualmente se llamaba igual que ella.
——Pero Natsuki Subaru sabía que esa esperanza nunca se haría realidad.
『 … 』
Subaru estaba moviendo frenéticamente la cabeza hacia Emilia y hacia
Beatrice mientras ellas hablaban.
Sus pensamientos daban vueltas sin cesar; sobre todo pensaba en cómo poder salir de esta situación y en si debería guardarse la verdad sólo para sí mismo.
Como había simulado antes, no podía dejar que Emilia y los demás vieran
los recuerdos de Meili. Aunque fue un golpe de suerte que Beatrice no los
hubiera visto, era cuestión de tiempo que alguno de ellos lo hiciera.
Era un hecho que Meili estaba muerta: nunca volvería a aparecer con aspecto inocente en esta biblioteca. Así que, naturalmente, surgiría la oportunidad de revisar el Libro de los difuntos. Y lo harían dentro de poco tiempo.
Si leyesen el libro, todos acusarían a Subaru.
Entonces, ¿debería deshacerse del libro de Meili o algo similar? ——No, él quería evitar eso.
Aunque esta situación era excesivamente difícil, lo que más problemático se había vuelto eran los sentimientos de Subaru——ya que a él también le interesaba mucho el contenido del libro.
Ahora mismo, Subaru creía con certeza que fue «Natsuki Subaru» quien
había matado a Meili. Si mirara en los registros de Meili, podría ser capaz de
ver a «Natsuki Subaru» allí.
Si pudiera ver literalmente el aspecto de su «enemigo» que quizás yacía en su propio interior, entonces la situación de Subaru cambiaría drásticamente. Al menos, sería capaz de prepararse.
Por lo tanto, no podía dejar que Emilia ni nadie más leyera el
contenido del libro. Subaru debía ser el único que experimentara el contenido
del libro…
『 Shaula: Me han dicho que hay un superalboroto, ¿ha pasado algo? 』
『 Emilia: Ah, Shaula, has venido. 』
Mientras tanto, Shaula llegó a la biblioteca Taygeta.
Emilia y Beatrice saludaron a Shaula, quien movía la cabeza de un lado a otro provocando que su pelo negro ondeara hasta que, tras darse cuenta de que Subaru estaba al fondo de la biblioteca, le saludó con la mano.
Eso le pareció tan similar a cómo Meili había entrado en la sala de desayunos esta mañana, que Subaru tuvo que girar su rostro hacia otro lado y resistir las ganas de vomitar.
『 Shaula: Ey, qué respuesta tan superfría por parte del Gran Maestro. Mira
que decir eso después de pasar un rato superapasionado junto a mí… 』
『 Beatrice: Me interesa bastante lo que pasó entre Subaru y tú, pero por
ahora lo pospondré, supongo. Habla si has visto a Meili en algún sitio, de
hecho. Son buenas amigas, supongo. 』
『 Shaula: ¿A la pequeñaja… esto… número dos? Mmm… ahora que lo dices, hace
tiempo que no la veo. No sé qué le pasó después del desayuno de esta mañana. 』
Shaula respondió mientras agitaba las manos, las
cuales después colocó contra sus mejillas y dijo 『 ¿Qué le pasa a la número dos? 』 ladeando la cabeza.
Al oír la pregunta de Shaula, Emilia bajó la mirada con inquietud,
『 Emilia: A decir verdad, hemos encontrado un libro con el nombre de Meili en
la biblioteca. Todavía no hemos mirado en él porque, antes de hacerlo,
queríamos comprobar si ella estaba bien… 』
『 Shaula: Ah, ya veo. Así que la número dos ha muerto. Aunque es
superdesagradable pensar en ello, se puede morir de muchas formas; o sea, son
cosas que pasan, ¿no? 』
『 Emilia: —Gh. 』
『 Beatrice: … Oye. 』
Sin consideración alguna hacia la afligida Emilia,
Shaula expuso su cruda opinión sobre la vida y la muerte.
Al oír la respuesta de Shaula, las mejillas de Emilia se tensaron, y Beatrice miró con furia a Shaula. Sin embargo, Shaula no se vio alterada por la reacción de ambas.
『 Shaula: Entonces, ¿dónde está este libro superimportante? Echando un vistazo
dentro quizás se averigüe cómo y dónde murió la número dos. 』
『 Subaru: ¡Ya… ya basta por tu parte! Siempre hablando así… 』
Subaru fue incapaz de seguir mirando sin hacer
nada, por lo que se encolerizó ante los imprudentes comentarios de Shaula.
Ahora el comportamiento de Shaula también mostraba crueldad.
Lo que Shaula había dicho era algo que Subaru pensaba desde hace rato; pero, con tal de que Emilia no oyera esos pensamientos, él había tenido la suficiente discreción como para no abrir la boca. Sin embargo, Shaula no la tuvo.
『 Shaula: Por favor, no se superenfade, Gran Maestro. ¡No era mi intención
ofender! Pero, pero, realmente, el libro está aquí, así que ¿no deberíamos
hacerlo? 』
『 Subaru: Pues… Al menos, no hasta que todos nos reunamos. 』
『 Shaula: Aunque no lo haga con calma, ¿no vale la pena intentar leer el
libro? Si es por las preocupaciones de número uno por no saber qué pasará
después de leerlo, entonces… 』
Subaru dudó; la fuerza de su refutación se
debilitó cuando Shaula le presionó para que respondiera. Interrumpió su
discurso y, en silencio, miró a Beatrice de reojo, y luego, una vez más, fijó
su mirada en Subaru.
Su rostro seguía teniendo una mirada sin reservas, pero no maliciosa.
『 Shaula: ——Gran Maestro, debería leer el libro. 』
『 Subaru: … 』
『 Shaula: El Gran Maestro y ese otro joven guapilindo ya tuvieron su
primera experiencia cuando encontraron por primera vez esta biblioteca, ¿no?
Después, no hubo efectos negativos, ¿verdad? 』
Dando un paso adelante, Shaula hizo que sus
grandes pechos se movieran como flanes y acercó su rostro al de él. La
sugerencia de la mujer le dejó sin aliento, y el cerebro de Subaru volvió a
reflexionar detenidamente.
La sugerencia de Shaula era extremadamente
razonable para una mujer con semejante actitud.
Naturalmente, desconocía qué efectos tenían los Libros de los difuntos en la gente después de leerlos. Al menos, había dos personas que ya lo habían experimentado. Seguramente valdría la pena intentar leerlo.
Era posible que esa experiencia de Subaru le hubiera arrebatado sus recuerdos, desencadenando la separación entre «Natsuki Subaru» y su yo actual; pero, en ese caso, sería extraño que Julius no hubiera experimentado ninguno de estos fenómenos inusuales. Era muy difícil imaginar que, al igual que Subaru, Julius hubiera ocultado su amnesia.
No había relación entre la influencia de los Libros
de los difuntos y su amnesia.
Llegar a esta conclusión no era ningún problema en esta situación. Por lo tanto, siendo ese el caso, su sugerencia había llegado como un salvavidas…
『 Subaru: … Ciertamente, puede que Shaula tenga algo de razón. 』
『 Beatrice: … Subaru, ¿de verdad vas a hacerlo, de hecho? Era alguien con
quien incluso compartías comidas, supongo. 』
Si aprovechaba las palabras de Shaula podría
superar por el momento el primer obstáculo.
Si era el primero en leer el Libro de los difuntos de Meili y se aseguraba de ser la única persona en leerlo, entonces lo que Subaru había hecho permanecería oculto dentro de su mente. Sin embargo, ahí fue donde entró en juego la genuina preocupación de Beatrice por él.
Ella habló preocupada de que el espíritu de Subaru
fuera a ser dañado.
Hasta ahora, los muertos que «Natsuki Subaru» había visto aquí eran personas con las que sólo había tenido una relación superficial. Había una gran diferencia entre eso y Meili.
Habían viajado juntos, habían hablado entre ellos,
habían comido juntos; ella era esa clase de compañera de armas.
A Beatrice le preocupaba qué tipo de trauma mental sufriría Subaru si viera su muerte con sus propios ojos.
『 Subaru: … Estaré bien, no te preocupes. Como Shaula dijo, seguramente soy
la persona más indicada para hacerlo. 』
Ante la preocupación de Beatrice, Subaru enderezó
las mejillas para parecer serio y asintió.
Ciertamente, mirar los recuerdos de una persona fallecida cuyo rostro uno conocía podría causar a alguien traumas o anormalidades mentales. Podría ser insoportable para una persona decente.
——Pero ese no era su caso. No era así.
Para este Subaru, el viaje con Meili, las palabras
que había intercambiado con ella, las comidas ingeridas a su lado… para él,
ahora ella no era en absoluto esa clase de compañera de armas.
Durante estas últimas horas, se había comportado como si la conociera. Habían compartido dos o tres comidas juntos, y a veces ella le tranquilizaba, le ayudaba un poco, pero hasta ahí llegaban sus interacciones.
No era más que una niña desconocida para él. ——No recibiría ningún trauma mental por ver su muerte.
『 Emilia: Sigo en contra de esto. Si realmente, realmente tenemos que
hacerlo, entonces no debería ser Subaru, sino yo… 』
『 Beatrice: Si Emilia quiere mirarlo, Betty se opondrá, de hecho. Si alguien
debe mirarlo… Es frustrante, pero Julius o Subaru son nuestras mejores
opciones, supongo. Pero, si hubieras visto el aspecto de Julius esta mañana,
probablemente querrías borrarlo de la lista de candidatos para esto, de hecho. 』
『 Emilia: Beatrice… 』
Emilia, que parecía bastante desanimada, se quedó
callada al oír el razonamiento de Beatrice.
Al menos, Beatrice parecía haber decidido respetar la voluntad de Subaru. Sin embargo, debido a lo que acababa de ocurrir, Emilia sabía que el estado de Subaru era bastante inestable.
Es por eso que Subaru asintió con la cabeza hacia Emilia, cuyos ojos amatistas mostraban una profunda preocupación que no desaparecía.
『 Subaru: … Miraré. ¿Tal vez sólo sea un malentendido, y si uno lo lee con
buen ánimo entonces quizá no pase nada? 』
『 Emilia: … Si pasa algo, te arrebataré el libro de inmediato. Y también te
tiraré del pelo. 』
『 Subaru: Preferiría mucho más que, en vez de eso, me llamaras y agitases mis
hombros con calma. 』
Con la fuerza sobrehumana de Emilia, si le tirara
del pelo, la nuca de Subaru se convertiría en un páramo desolado permanente. Y
entonces, después de replicar con palabras tan desenfadadas, Subaru se encaró
hacia la estantería.
El libro de Meili permanecía allí inalterado y emitiendo una extraña presencia. Al principio, cuando lo vio de lejos, le pareció un libro normal y corriente. Pero ahora, por esta extraña aura que tenía el libro, sentía como si pudiera reconocer instintivamente el nombre. En cualquier caso, no podía confiar sólo en sus sentidos.
Y así, con tal de indagar en la faceta de sí mismo de la que él desconfiaba, Subaru agarró el libro.
『 Subaru: … 』
Detrás de él, Emilia y Beatrice contenían la
respiración. Shaula tenía las manos detrás de la cabeza, vigilando la decisión
de Subaru con expresión despreocupada.
Bajo la atenta mirada de ellas tres, Subaru respiró hondo y puso la mano sobre la portada del grueso libro cuyo aspecto exterior recordaba a un diccionario.
『 Subaru: … Vamos allá. 』
Como si tratara de persuadirse a sí mismo para
hacerlo, Subaru murmuró eso y abrió el libro… y entonces, su consciencia tuvo
un apagón.
——Cuando la mujer se volvió consciente de sí
misma, no tenía nada.
No había nadie a su alrededor.
Ni hombres, ni mujeres, ni adultos, ni niños, ni ancianos, ni bebés… nadie en absoluto.
Sola en el muy oscuro y muy negro bosque, la mujer estaba totalmente sola.
La mujer no era capaz de levantarse y caminar de
pie, ni de hablar, ni de gritar para vivir.
Para la mujer, todas estas cosas le eran tan desconocidas y distantes, que se habían perdido en el olvido.
『 ???: … 』
Si no sabía hablar, no podría saber cómo
lamentarse.
Si no sabía andar, no podría saber cómo resistirse.
Si no sabía vivir, no tendría por qué saber acerca de la muerte.
Por lo tanto, la mujer no tuvo ninguna opción en
absoluto más que ser llevada por los colmillos de una bestia, sin que el
significado de la vida o de la muerte le llegara a esta mujer.
La bestia tenía un cuerno en la frente, y esta
horrible y atroz bestia asesina emanaba una feroz intención asesina——.
La mujer no sabía por qué aquella bestia no le
había aplastado la garganta con sus colmillos y, en cambio, la había arrastrado
por el cuello de la ropa hasta su guarida.
Sin embargo, surgieron opciones que no deberían
existir, y el modo de ser de la mujer fue moldeado por las bestias.
No conocía ninguna palabra, así que no sabía cómo
lamentarse.
No sabía andar, así que no sabía cómo resistirse.
Sin embargo, ahora que conocía una forma de vida, no creía que fuera a morir.
La mujer siguió a las bestias asesinas y, antes de
darse cuenta, se había convertido en la reina de las bestias que dominaban la
región.
Asaltaba a sus presas cuando quería, comía cuando sentía hambre, mataba cuando le apetecía, dormía cuando quería dormir, vivía de la manera que quería, mataba como quería, siendo criada entre la maternidad de la matanza.
Los recuerdos de cómo solía ser ella se perdieron
en el olvido.
Se había convertido en algo parecido a la nada, algo que no necesitaba un símbolo ni nada por el estilo.
Creía que, para bien o para mal, a este paso moriría sola; como una de esas bestias.
『 ???: … Esta bienvenida es mucho más cálida de lo que esperaba. Sin embargo,
no es mi intención hacerte daño. 』
Era una chica de negro. Cubierta de una diablura
que olía a sangre, era una chica de negro.
Una simple acción de la mano de aquella chica de negro fue lo que despojó a la mujer que lideraba el grupo de bestias de todo lo que tenía.
La sangre y la carne se desbordaron, la agonía
abrasó el cielo y la sonrisa de la muchacha de negro comenzó a recubrirse con
chorros de sangre.
Sin saber hacer nada, la mujer, una vez más, acabó en una situación en la que no tenía nada.
Sin embargo, en este preciso momento, Emilia no tenía motivos para sobresaltar porque sí a Subaru.
Le preguntó a Beatrice mientras continuaba recostada contra la estantería, mirando fijamente el libro en cuestión.
Aunque eran libros mágicos con poderes un poco escalofriantes, lo que se convertiría en un problema en este momento no era algo de tono fantástico, sino un problema más realista.
En otras palabras, verían quién la estranguló.
Sin embargo, únicamente Subaru podía distinguir entre ambos Subaru. Los recuerdos actuaban de forma parecida a las grabaciones de vídeo, como las que podrían obtenerse de las cámaras de prevención de delitos alrededor de las posibles escenas del crimen. Y por eso, no podía esperar que ellos pudieran hacer tal distinción. Además, en esta repetición, Subaru había ocultado su amnesia a Emilia y los demás.
Naturalmente, Emilia y los demás pensarían lo mismo que Subaru.
Pero si Beatrice había anticipado esto, y ya se había referido al recuerdo sobre la muerte de Meili…
Esperaba que el libro que habían encontrado en la estantería no fuera el de Meili; se aferraba a la esperanza de que fuera el de otra persona que casualmente se llamaba igual que ella.
Sus pensamientos daban vueltas sin cesar; sobre todo pensaba en cómo poder salir de esta situación y en si debería guardarse la verdad sólo para sí mismo.
Era un hecho que Meili estaba muerta: nunca volvería a aparecer con aspecto inocente en esta biblioteca. Así que, naturalmente, surgiría la oportunidad de revisar el Libro de los difuntos. Y lo harían dentro de poco tiempo.
Entonces, ¿debería deshacerse del libro de Meili o algo similar? ——No, él quería evitar eso.
Aunque esta situación era excesivamente difícil, lo que más problemático se había vuelto eran los sentimientos de Subaru——ya que a él también le interesaba mucho el contenido del libro.
Si pudiera ver literalmente el aspecto de su «enemigo» que quizás yacía en su propio interior, entonces la situación de Subaru cambiaría drásticamente. Al menos, sería capaz de prepararse.
Emilia y Beatrice saludaron a Shaula, quien movía la cabeza de un lado a otro provocando que su pelo negro ondeara hasta que, tras darse cuenta de que Subaru estaba al fondo de la biblioteca, le saludó con la mano.
Eso le pareció tan similar a cómo Meili había entrado en la sala de desayunos esta mañana, que Subaru tuvo que girar su rostro hacia otro lado y resistir las ganas de vomitar.
Al oír la pregunta de Shaula, Emilia bajó la mirada con inquietud,
『 Beatrice: … Oye. 』
Al oír la respuesta de Shaula, las mejillas de Emilia se tensaron, y Beatrice miró con furia a Shaula. Sin embargo, Shaula no se vio alterada por la reacción de ambas.
Ahora el comportamiento de Shaula también mostraba crueldad.
Lo que Shaula había dicho era algo que Subaru pensaba desde hace rato; pero, con tal de que Emilia no oyera esos pensamientos, él había tenido la suficiente discreción como para no abrir la boca. Sin embargo, Shaula no la tuvo.
Su rostro seguía teniendo una mirada sin reservas, pero no maliciosa.
Naturalmente, desconocía qué efectos tenían los Libros de los difuntos en la gente después de leerlos. Al menos, había dos personas que ya lo habían experimentado. Seguramente valdría la pena intentar leerlo.
Era posible que esa experiencia de Subaru le hubiera arrebatado sus recuerdos, desencadenando la separación entre «Natsuki Subaru» y su yo actual; pero, en ese caso, sería extraño que Julius no hubiera experimentado ninguno de estos fenómenos inusuales. Era muy difícil imaginar que, al igual que Subaru, Julius hubiera ocultado su amnesia.
Llegar a esta conclusión no era ningún problema en esta situación. Por lo tanto, siendo ese el caso, su sugerencia había llegado como un salvavidas…
Si era el primero en leer el Libro de los difuntos de Meili y se aseguraba de ser la única persona en leerlo, entonces lo que Subaru había hecho permanecería oculto dentro de su mente. Sin embargo, ahí fue donde entró en juego la genuina preocupación de Beatrice por él.
Hasta ahora, los muertos que «Natsuki Subaru» había visto aquí eran personas con las que sólo había tenido una relación superficial. Había una gran diferencia entre eso y Meili.
A Beatrice le preocupaba qué tipo de trauma mental sufriría Subaru si viera su muerte con sus propios ojos.
Ciertamente, mirar los recuerdos de una persona fallecida cuyo rostro uno conocía podría causar a alguien traumas o anormalidades mentales. Podría ser insoportable para una persona decente.
Durante estas últimas horas, se había comportado como si la conociera. Habían compartido dos o tres comidas juntos, y a veces ella le tranquilizaba, le ayudaba un poco, pero hasta ahí llegaban sus interacciones.
No era más que una niña desconocida para él. ——No recibiría ningún trauma mental por ver su muerte.
Al menos, Beatrice parecía haber decidido respetar la voluntad de Subaru. Sin embargo, debido a lo que acababa de ocurrir, Emilia sabía que el estado de Subaru era bastante inestable.
Es por eso que Subaru asintió con la cabeza hacia Emilia, cuyos ojos amatistas mostraban una profunda preocupación que no desaparecía.
El libro de Meili permanecía allí inalterado y emitiendo una extraña presencia. Al principio, cuando lo vio de lejos, le pareció un libro normal y corriente. Pero ahora, por esta extraña aura que tenía el libro, sentía como si pudiera reconocer instintivamente el nombre. En cualquier caso, no podía confiar sólo en sus sentidos.
Y así, con tal de indagar en la faceta de sí mismo de la que él desconfiaba, Subaru agarró el libro.
Bajo la atenta mirada de ellas tres, Subaru respiró hondo y puso la mano sobre la portada del grueso libro cuyo aspecto exterior recordaba a un diccionario.
※ ※ ※ ※ ※
Ni hombres, ni mujeres, ni adultos, ni niños, ni ancianos, ni bebés… nadie en absoluto.
Sola en el muy oscuro y muy negro bosque, la mujer estaba totalmente sola.
Para la mujer, todas estas cosas le eran tan desconocidas y distantes, que se habían perdido en el olvido.
Si no sabía andar, no podría saber cómo resistirse.
Si no sabía vivir, no tendría por qué saber acerca de la muerte.
No sabía andar, así que no sabía cómo resistirse.
Sin embargo, ahora que conocía una forma de vida, no creía que fuera a morir.
Asaltaba a sus presas cuando quería, comía cuando sentía hambre, mataba cuando le apetecía, dormía cuando quería dormir, vivía de la manera que quería, mataba como quería, siendo criada entre la maternidad de la matanza.
Se había convertido en algo parecido a la nada, algo que no necesitaba un símbolo ni nada por el estilo.
Creía que, para bien o para mal, a este paso moriría sola; como una de esas bestias.
Una simple acción de la mano de aquella chica de negro fue lo que despojó a la mujer que lideraba el grupo de bestias de todo lo que tenía.
Sin saber hacer nada, la mujer, una vez más, acabó en una situación en la que no tenía nada.
Le arrebataron el lugar donde había vivido durante mucho tiempo, las bestias con las que había pasado tanto tiempo y el lugar donde había sido ella misma.
No sabía andar, así que no sabía cómo resistirse.
Había perdido su método de supervivencia, así que esta vez quizás no tendría más remedio que morir.
En cuanto a eso, Madre impartía todo tipo de disciplina, no por el bien de la mujer, sino por su propio bien.
Madre era imparcial. Madre utilizaba todos los medios posibles para ser amada.
Madre, sin embargo, sólo utilizó una versión distorsionada de esos medios.
Recordó cómo caminar. La manera de resistir fue repintada.
Recordaba cómo vivir. Fue grabado en ella, para que no hubiera más esperanzas de morir.
La chica de negro había mostrado a menudo su rostro a la mujer. Antes de que ella se diera cuenta, actuaba acompañando a la chica de negro mucho más que antes.
Estando la mujer cubierta de sangre, barro y suciedad, la despiadada chica de negro la limpió descuidadamente de la mugre inamovible. O tal vez esa había sido la última sensación de libertad que había sentido la mujer.
La chica de negro era anormalmente fuerte. Su forma de matar era excelente. Sabía más cómo matar que cómo vivir. Todo lo demás, excepto eso, era ajeno a ella.
Era indisciplinada. No era estricta. Era una compañera que daba bastantes problemas. No podía apartar los ojos de su compañera. No era fiel a Madre. Tenía libertad no sólo en cómo mataba, sino también en cómo vivía.
Durante toda su vida, la mujer pensó que nunca olvidaría el horror.
Mientras ayudaba, acompañaba y estuvo junto a esta chica de negro indisciplinada, sintió como si lo que estaba grabado en ella fuera a desaparecer.
Pero…
La chica de negro que nunca moriría aunque la mataran… no, hasta el final, esa chica fue Elsa.
Le clavaron una lanza en el vientre, perdió ambos brazos desde los hombros y también la vio con el cuello roto.
Pero Elsa no murió por nada de eso. Pensó que nunca moriría.
También soportó el entrenamiento de Madre. También soportó el infierno, las pesadillas y el horror.
Sin embargo, Elsa había muerto. Volvería a estar sola. Perdió a su manada; perdió a Elsa. Estaba completamente sola.
Asesinada. La mataron. La convirtieron en cenizas y la mataron.
Los que convirtieron a Elsa en cenizas capturaron a la mujer y la encarcelaron.
Tristeza, tristeza, tristeza… ¿qué se siente con tristeza?
Antes de que Elsa muriera, antes de que pudiera reconocer que la chica de negro era Elsa, antes de conocer a Madre, antes de empezar su entrenamiento, antes de que su manada de bestias fuera destruida por la chica de negro, antes de que ella empezara a dirigir la manada de bestias, antes de que su vida fuera salvada por el capricho de una bestia, desde el momento en que había sido arrancada de quienes se suponía que eran sus verdaderos padres, la mujer había sido un producto defectuoso.
Cuando era una bestia, había imitado su modo de vida. Después de ser entrenada por Madre, hizo exactamente lo que ella le dijo que hiciera. E incluso después de empezar a pasar tiempo con Elsa, imitó su forma de hablar, la había imitado, imitado.
Una criatura humanoide que imitaba a las personas. Se había comportado como los demás deseaban.
Perseguirlo, se preguntó si estaba pensando en eso de esa manera.
Mientras guardaba las apariencias en el exterior, la mujer seguía existiendo para los deseos de quienes la rodeaban.
—Eso, o quizás Madre quiera que yo muera… eso también podría estar bien.
Entonces, si Madre lo deseaba, también se quitaría esta vida en la que no encontraba ningún valor particular.
……
………
……………
………………… Ella lo odiaba.
La impaciencia quemaba su corazón. Su alma deseosa, exigía sus propios deseos.
La respuesta a lo que debía hacer, ahora que Elsa había sido asesinada.
En la biblioteca del interior de la torre de arena, en el lugar donde estaban los Libros de los difuntos, una voz llegó desde detrás de ella.
Su corazón dio un vuelco en ese instante. Ella misma se dio cuenta de que, en el fondo, tenía miedo. Si él le preguntaba por qué estaba allí, ella no podría responder a preguntas como «de quién era el libro que ella buscaba por su cuenta para haber venido aquí en secreto».
Con una sonrisa y una inclinación de cabeza, ocultó sus latidos exaltados. Fingiendo como siempre.
Él vio lo que ella había estado haciendo, supo lo que había estado haciendo, se dio cuenta de lo que había estado haciendo.
Pero ella lo había abandonado todo.
La mujer comprendió por qué había venido hasta aquí.
Y era una razón de peso para cambiar todo lo que conocía y empezar de nuevo, abandonando absolutamente todo.
Volviendo por donde acababa de correr, sus piernas se relajaron gradualmente hasta caminar lentamente. Finalmente, y caminando tan suavemente que el sonido de sus pasos era imperceptible, regresó a la biblioteca donde estaban los Libros de los difuntos.
Con tal cantidad de libros esparcidos por el suelo, ¿habría encontrado ya el Libro de los difuntos que buscaba? El mero hecho de pensar esto hizo que sintiera celos. Pero, antes de que él se fijara en ella, definitivamente tenía que…
Cuando detuvo sus pies, lo único que tenía ante sus ojos era el pelo negro de la nuca del joven.
Era cierto que no le llegaba a la suela del zapato a Elsa; pero, aun así, la mujer podía al menos silenciar sus pasos.
Entonces, ¿cómo se había enterado?
——No, aun así, ella debería haber dicho algo. Todavía tenía su entrenamiento. Habría estado bien si sólo hubiera venido aquí. No importaba, la mujer había sido traída por el joven. También debía tenerlo en cuenta.
Con una tímida sonrisa y ladeando la cabeza, ocultó sus exaltados latidos. Fingiendo como siempr…
Se quedó pensativa, con los pensamientos dándole vueltas. ¿Qué quería decir el joven de pelo negro?
¿Por qué le pesaba a ella tanto oírle decir eso?
Lo que quería hacer, lo que deseaba, eso era…
Ella era incapaz de apartar la vista de esas pupilas oscuras que tenía delante.
Si ella llegase a ver quién era realmente…
¿Podría la mujer parecerse más a «sí misma»——a lo que ▒▒▒▒▒ debía ser?
Ella había pensado tanto en ello que no pudo dormir. Pensó, pensó y pensó, pero por más que lo hizo, no pudo llegar a una respuesta.
Y por eso, ella tuvo que llamarlo para crear una oportunidad de hablar con él. Incapaz de controlar sus inquietos sentimientos, como mínimo necesitaba llevarlo a un lugar donde nadie más pudiera oírlos, y seguramente eso sería lo mejor.
Cambiaron de sitio. Cuando entraron en la habitación, ella quiso interrogarle sobre el significado de sus palabras de la noche anterior. ——Ahora que lo pensaba, anoche en la biblioteca, el joven dijo algo sobre su intención de hablar con todos los demás.
Se cayó. Se golpeó la espalda contra el suelo, pero fue incapaz de gritar. Justo cuando su campo de visión parpadeaba así, vio la cara del joven que se le echaba encima… la sonrisa en su cara era lo más asquerosamente diabólico que había visto nunca.
Su boca se abría y cerraba, pero no llegaba nada de ese aire tan importante para su cuerpo.
Retorciéndose. Luchando. Clavó las uñas en las manos que agarraban su cuello. Desesperada, pataleó caóticamente.
¿De qué estaba hablando? ¿Qué decía? ¿Qué le estaba diciendo?
※ ※ ※ ※ ※
Lo que tenía en las manos se le cayó y vio el mundo dar vueltas en círculos. Respiró adolorido. Sus pulmones sufrían espasmos de pánico mientras respiraba con dificultad.
Beatrice llamó a la chica de pelo plateado —Emilia— que estaba alcanzando el libro. Una vez más, Emilia asintió y retiró su mano después de todo.
Mientras la oía decir todo eso, ▒▒▒▒▒▒ empezó a… ▒▒▒▒ru empezó a… Su▒▒ru empezó a…
Mientras esas palabras llegaban a sus oídos, de alguna manera, ordenó todo lo que acababa de ver.
Julius y Echidna llegaron, luego Ram, que estaba al final del grupo, se puso al día; se mencionó el nombre de la ausente Meili. A esas tres personas, Emilia y Beatrice empezaron a explicarles la situación actual.
Entrecerró sus oscuros ojos. No había ni un atisbo de emoción en aquella mirada. Simplemente, estaba en silencio.