jueves, 22 de septiembre de 2022

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El muro de Electra


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Martín

Corrección y edición
Carlos
Pretinaverse

※ ※ ※ ※ ※

——Érase una vez, una mujer.
 
Nació y creció como cualquier otra aldeana.
Era una mujer extremadamente normal. Sus padres la amaron, sus hermanos la amaron, y ella amó a su familia.
Sus padres le eligieron un marido con quien pasaría el resto de sus días al fondo de la pobre aldea, tal y como muchas otras aldeanas.
Para la mujer, así era la vida: un estilo de vida pavimentado sin margen para la duda.
 
Pero aquella normalidad de la mujer fue destruida por la llegada de personas influyentes de poco rango a la aldea.
Sin saber ella el verdadero motivo, ya sea por conveniencia o por el mal hábito de querer las cosas de los demás, aquellas personas influyentes querían apoderarse de la mujer.
 
A pesar de tratarse de una aldea pobre de un país pequeño, había una disparidad enorme con respecto a esas personas influyentes; por lo que la mujer no podía oponerse a sus demandas. No tenía otra opción más que rendirse ante el absurdo destino.

Sin embargo, su familia, su prometido y las personas de la aldea amaban a la mujer.
 
Alzándose ante la opresión de las personas influyentes, la llama de la furia se encendió en los aldeanos, y la guerra no tardó en llegar.
Las llamas se extendieron, las aldeas se transformaron en ejércitos, y el poder de las personas influyentes se redujo a cenizas.
 
La posición de la mujer cambió por completo en tan solo una noche: de una aldeana ordinaria, a la prometida del líder de las tropas.
 
El fuego seguía ardiendo, y los de alrededor que lo consideraron peligroso desplegaron a sus tropas una tras otra.
En todos los casos, fueron repelidos por quienes se unieron por el bien de la mujer.
Las llamas de la guerra se extendieron rápidamente al pequeño país, a estados vecinos y a una gran nación, hasta que no quedó nada de ellas.
 
Quien se consideraba que había sido el origen de todo —la mujer— era conocida por todo el mundo, y se rumoreaba que su belleza era la de una diosa.
Las ilusiones se superpusieron a más ilusiones, y con interés y expectativas creciendo cada vez más acerca de ella, parecía que terminaría por romper el delgado cuerpo de la mujer.
 
Pero nadie lo notó. Ni su familia, ni su prometido, ni el resto de la gente. Nadie la miraba.
Ovaciones cuando movía su mano, gentío cuando la veían por la calle, llantos de emoción cuando hablaba… Todo esto sucedía por la mujer.
 
La mujer: Esto, es… raro. E-están… equivocados…
 
Con el rostro escondido, negaba que eso fuera posible, no podía ser así.
Era una chica más de la aldea, no una belleza divina, ni una hermosa sirena. Solo una aldeana cualquiera.
¿Por qué le daban tanta importancia?
 
La gente se embriagaba con sueños. Engañados con ilusiones, bailaban por los ideales.
 
En poco tiempo y sin limitaciones, incluso la gran nación fue consumida por las llamas que ardían por la mujer.
La gran nación arruinada, el castillo saqueado; y en su cúspide, su prometido se puso de rodillas ante ella y le dijo:
 
???: ——Te amo. Este triunfo, las sonrisas de la gente… Todo es para ti.
 
La capital en llamas, montañas de cuerpos, gente temblando de éxtasis.
Los aldeanos que vivían con ella, su familia que la quería, su prometido que velaba por su bienestar… Ninguno de ellos era quien alguna vez fue.
 
——Sin responder a su prometido, la mujer huyó y abandonó a su familia, a los aldeanos y a todo.
 
Nunca debió tener tal bendición; nunca lo deseó. La mujer perdió prácticamente todo.
Dejando atrás los días en los que fue amada, la mujer, sola, avanzó por los campos chamuscados.
 
Aun así, los sueños, ilusiones e ideales no la dejaron escapar.
A donde sea que fuese, todos la amaban, todos se esforzaban por ella con devoción, todos la deseaban, todo terminaba en ruinas.
Todos amaban a la mujer, como si fuera una maldición, sin saber lo que es el verdadero amor.
 
La Bruja de la Lujuria buscó el amor que perdió, y siguió siendo amada con un amor arrasador.
 
 
    
 
 
——La destreza que desbordaba de él atravesó el espacio hasta llegar a Subaru y a los otros que desafiaron Electra.
 
El hombre vestía un kinagashi carmesí con los brazos por fuera de las mangas, y su cintura estaba envuelta con una banda blanca ajustada.
Podía verse un destello de locura en los ojos del Palillero cuando proclamó su desafío.
 
El Examen del segundo piso consistía, a fin de cuentas, en lograr que el examinador, el Palillero, reconociera su capacidad, y así pasar al siguiente piso. Dos personas habían tenido que retirarse por las habilidades atípicas del hombre
Y, aun así, de alguna forma, Emilia se las había arreglado para alcanzar la victoria con su fuerza de combate, sumada a su típica determinación, tenacidad y el uso de múltiples armas. Sin embargo…
 
Subaru: ¡¿Las reglas no dicen que es suficiente con que sólo uno pase?!
 
Palillero: ¿Eh? ¿Quién demonios dijo eso? Deja de sacar cosas de la galera, oye. ¿Por qué pasarían todos si sólo una persona aprobó? ¡Usa un poco el sentido común, el sentido común! ¿O es que tu cerebro es ansí de diminuto, mierdecilla?
 
Subaru: ¡Se-se lo dices a la persona que menos quiere que le hablen de usar el sentido común!
 
Ante el razonable argumento del hombre que sostenía un palillo en cada mano y hacía una cruz con ellos, Subaru gruñó.
 
Ciertamente, quien sacó esa conclusión precipitada de cómo pasar el Examen había sido él mismo.
El Examen del tercer piso había consistido en resolver un acertijo, y una vez hecho, la habitación entera cambió, por lo que era entendible que haya pensado que al pasar el Examen del segundo piso aparecería otra biblioteca.
Con esa presunción rechazada, y teniendo en cuenta que cada uno de ellos tendría que pelear contra él, todo apuntaba a que intentar superar este Examen era inútil.
 
Ahora entendían lo difícil que sería en realidad pasar, incluso con la condición «hacer que el hombre dé al menos un paso» tan ventajosa que Emilia logró sonsacarle.
 
En este momento, Emilia y Julius eran los más fuertes entre los que fueron a desafiar la Atalaya Pléyades, pero dado que el caballero había perdido su contrato con sus cuasiespíritus, sin duda había sido desplazado al segundo puesto.
El Palillero había sido muy negligente en su primer round, lo que le dio a Emilia la victoria.
 
Lo que significaba que desperdiciaron a su mejor combatiente con el enemigo en peores condiciones.
No sería ningún problema si bastara con una única victoria; pero ahora, incluso los que no eran buenos en combate, uno a uno, debían enfrentar a aquel hombre que ya no tenía la guardia baja.
 
«Hacer que retroceda un paso». ¿Podían alcanzar un logro para el que Emilia necesitó combinar buena suerte con ataques de aquel calibre?
 
Beatrice: … Espera un momento, de hecho. Hay un error clave en lo que dices, supongo.
 
Palillero: ¿Un error?
 
Temblando ante la posibilidad, Subaru trató de encontrar un atisbo de victoria entre la terrible situación. Beatrice, parada a su lado, tomó su mano con firmeza para calmarlo, y le habló al hombre.
El hombre hizo un gesto áspero y apuntó los ojos directo hacia Beatrice al escuchar sus palabras.
 
Palillero: ¿Qué intentas decir, eh? Llegas diez años demasiado pronto, o al menos cinco, oye. Torna cuando tus piernas, brazos y cuerpo hubieren crecido y tuvieres algo de tetas y trasero, oye.
 
Beatrice: … No tenía intención de seguir tus sinsentidos, pero ahora me has puesto de mal humor, de hecho. Así que te lo diré STRAIGHT, supongo.
 
Palillero: ¿STRAIGHT? ¿Qué es eso?
 
Beatrice: Ya está decidido, de hecho. Emilia dijo que si dabas tan solo un paso, entonces nosotros ganábamos, supongo. ¡En otras palabras, la victoria de Emilia fue la victoria de todos nosotros, de hecho!
 
Subaru: ¡!
 
Subaru contuvo el aliento y, sin pensarlo, miró hacia Emilia.
Jamás habría sospechado que ella planearía algo tan a futuro en medio de sus negociaciones; estaba sorprendido por la naturaleza engañosa que escondía. De reojo, vio a Emilia llevarse la mano delante de la boca y decir Ah . No, no era engañosa. Era pura. Era E.M.T.
 
Emilia: Es cierto, ahora que lo mencionas, ¡sí dije eso! ¡Dije nosotros! ¿Y bien? Teniendo eso en cuenta, ¿significa que todos pasamos el Examen?
 
Palillero: Eso sólo es semántica, oye; no significa nada.
 
Emilia: Oh… entiendo. Subaru, Beatrice, lo siento. Dijo que de eso nada.
 
Beatrice: ¡¡TE RINDES DEMASIADO RÁPIDO, SUPONGO!!
 
Beatrice le gritó a Emilia, quien ya se había rendido y dejado caer sus hombros con una expresión sumisa y decepcionada. Sin embargo, a Subaru también le pareció un poco irrazonable cuando lo pensó bien; sólo intentaban encontrar una excusa para saltar el inmenso obstáculo con el que se toparon.
 
Palillero: Bueno, lo que la enana dice tiene algo de sentido; también recuerdo que originalmente podrían enfrentarme tantos como quisieran para intentar pasarme, mas seguir las reglas es aburrido, así que obligueme a despertarme.
 
Subaru: Cuando dices obligueme a despertarme… ¡¿Quieres decir que lo que ocurrió al principio eras tú hackeando el SYSTEM?!
 
Palillero: ¿De qué demonios estás fablando, mierdecilla? Usa palabras que entienda, oye. Deja de fablar como aquel tipo al que le salieron canas siendo muy joven, oye.
 
El humor del hombre alternaba entre bueno y malo, y Subaru asentía con vagancia a sus comentarios para fingir que prestaba atención mientras analizaba algo respecto de la parte del sistema del Examen――respecto a la verdadera identidad del hombre frente a él.
 
Comparó los exámenes del tercer y segundo piso, y comparó la actitud y las palabras actuales del hombre con la actitud y palabras que tuvo el mismo hombre cuando apareció carente de cordura. Estas discrepancias que le causaban malestar le llevaron a una conclusión: que el Examen original difería crucialmente del Examen actual.
 
Subaru: ¿O sea, que debió haber sido un Examen en la que todos pudiésemos trabajar juntos para superarlo, pero debido a que «despertaste» ahora cada uno debe pasarla por su cuenta?
 
Palillero: ¡Jah, como si fuere a saberlo, oye! Aunque tampoco sé cuál habriales sido más fácil, si atacarme combinando todos vuestros ataques, o dejarme tocar su pecho y golpearme de una ve ¡Epa!
 
Subaru:
Ten cuidado con lo que dices, maldito pervertido acosador, o te cerraré la boca yo mismo.
 
Subaru arrojó un golpe furioso con su látigo por aquellas palabras.
Lo sacó de su torso y lo agitó lo más rápido posible usando sólo su antebrazo, y si bien debió haber sido casi tan veloz como el sonido, el hombre lo atrapó sin problemas entre sus palillos y lo agitó.
Las probabilidades de acertar el ataque eran bajas, y efectivamente terminó fallando estrepitosamente.
 
Palillero: ¡Jah! No pensaba que fueras de los que atacan usando bastones, pero ¿un látigo? ¿E
n serio, mierdecilla? Tienes gustos muy raros. Los látigos solo sirven para azotar a tus enemigos o a tu mujer.
 
Subaru: ¡Estoy bastante seguro de que eres mi enemigo! ¡Además, pienso ir paso a paso con Emilia, por lo que el látigo será mi última opción!
 
Beatrice: Subaru, Subaru, cálmate, de hecho. Apenas entiendo de lo que hablas, supongo, ¡y hasta te estás dejando llevar por el enemigo, de hecho!
 
Emilia: ¡Es cierto, Subaru; no te alteres tanto! Sólo tocó mi pecho, no es que haya hecho algo malo.
 
Subaru: ¡Eso sí es algo malo, Emilia-tan!
Palillero: Se supone que deberías estar molesta, fermosísima.
 
Subaru y el hombre le respondieron al unísono a Emilia, quien había tratado de calmar a Subaru. Ella abrió más los ojos en sorpresa, y Beatrice dio un largo suspiro.
Pero justo entonces…
 
???: ¿Me permiten decir algo brevee?
 
Tras haberse mantenido en silencio por un rato, una voz temblorosa llegó hasta los cuatro que discutían más adelante y voltearon a ver.
 
???: … No me gusta decir estoo, pero creo que deberíamos regresaar.
 
La niña que habló con la mano levantada tenía el pelo trenzado de un tono azul oscuro, se trataba de Meili. Tenía a Shaula, aún inconsciente, con la cabeza apoyada en su regazo.
La niña sacudió lentamente la cabeza; en sus ojos verde oliva se reflejaba el miedo hacia el hombre parado al fondo, y aun así habló.
 
Meili: No entiendo cómo pueden hablar tan tranquilos con ese sujetoo. Lastimó al onii-san caballero, a la onee-san de la piel de zorro, e incluso a la onee-san desnudaa.
 
Subaru: De ellos tres, Shaula de desmayó por otra razón, pero sin duda fue raro.
 
Aunque el punto de vista de Meili era algo pesimista, era entendible si pensaban en su poder de combate actual.
Y lo que era más: por quedarse y seguir buscando una forma de ganar, Subaru terminó perdiendo la compostura. El poder del Palillero los superó por completo.
La derrota de Julius y Anastasia sumados al acoso sexual a Emilia no le permitieron pensar con claridad, pero…
 
Subaru: … Solo es algo hipotético, pero si dejáramos la sala ahora y luego regresáramos, ¿todavía contarías su victoria?
 
Palillero: …
 
Podrían pensar que su decisión de aceptar la victoria de Emilia era definitiva; pero, aunque él dijera que no se retractaría, ninguna otra cosa sobre él estaba muy clara.
Aunque tuviesen en cuenta la sugerencia de Meili, si el enemigo no la aceptaba no tendrían otra opción más que luchar. Hasta el momento, el oponente había cuidado de no matarlos, pero ahora que parecía que iría en serio, no podían estar seguros de que la próxima vez sus vidas no correrían peligro.
En ese caso, enfrentarlo quedaría fuera de alcance, y tendrían que hacer lo posible para salir de ahí.
 
El verdadero poder del Palillero estaba sin duda alguna a un nivel inimaginable.
Le llevó poco tiempo vencer a Julius con dos palillos, enfrentó a Emilia, y todavía tenía energía para dar y regalar. Su verdadera fuerza parecía estar al nivel de Reinhard. ¿Por qué el creador de esta torre habrá decidido poner semejante monstruo aquí?
Todo apuntaba a que no eran desafíos para ser resueltos, como el acertijo de la constelación en el tercer piso.
 
Subaru: Entonces, ¿qué dices?
 
Movió los talones con impaciencia y se acercó a donde Julius y Anastasia habían caído. Beatrice y Emilia notaron el objetivo de Subaru y se posicionaron.
Si el Palillero tomara una posición de ataque, Emilia tendría que desplegar su Icicle Line de nuevo, llevarían a los tres caídos con el Murak de Beatrice, y huirían lo más rápido posible. En el peor escenario, consideraría usar el as bajo la manga que aún no había perfeccionado con Beatrice.
 
Palillero: … Ya basta.
 
Subaru: ¿Eh?
 
Palillero: ¡YA BAS-TA! ¡Ya basta, ya basta, ya basta, ya basta, basta, basta, basta! ¡Ya me cansé de esto!
 
Ya estaban mentalizados en su plan de escape cuando los chocó la abrupta declaración. Dejando a todos con los ojos abiertos de par en par con su comportamiento infantil, el hombre puso el brazo de vuelta en la manga y acomodó su kinagashi a como estaba cuando acababa de aparecer. Entonces caminó enojado alejándose del grupo de Subaru, que no dejaban de estar alerta, hasta llegar a donde se encontraba la Espada de Selección, a la que habían alejado de una patada.
Pisó la espada, la volteó, y la tomó sin mucho esfuerzo, para al final clavarla con fuerza en el suelo blanco tal y como estaba antes de que empezara el Examen.
Y entonces…
 
Palillero: Se cierra el local. Largo de aquí. Ya me cansé de esto, largo de una vez.
 
Dejando caer todo su peso, se sentó allí mismo con una rodilla levantada y les dijo que se fueran.
 
Subaru: … ¡E-espera espera espera! ¡¿No estás haciendo demasiado lo que se te da la gana?! ¡¿Qué sucede ahora?! ¡¿Así sin más decidirás que sucede con el Examen según tu estado de ánimo?!
 
Palillero: De verdad eres ruidoso, mierdecilla. Tuve el poder de decisión desde el principio, oye. Si digo que no, es no.
 
Subaru no tenía palabras para la arrogancia de aquella actitud, y diciendo Además… el hombre prosiguió.
 
Palillero: Si no tengo ganas de facer algo, no le doy más vueltas al asunto. Así que, ¿qué farás?
 
Subaru: …
 
Unos escalofríos recorrieron todo el cuerpo de Subaru con el paso de una intensa corriente de viento.
El hombre estaba desarmado, e incluso había guardado sus palillos en el bolsillo cuando encorvó su boca, formando algo que parecía una sonrisa, pero con una esencia diferente a la que había tenido antes.
La furia que contenía no daba la sensación de un día soleado, sino la de una bestia desquiciada que emanaba una oscura, sanguinaria y terrible sed de sangre.
 
Emilia: ……a.
 
Se escuchó un gemido.
No provenía de Subaru, sino de Emilia, que debía estar a su lado.
Sus ojos amatistas abiertos de par en par, y con una mano en su cuello pálido, cayó de rodillas al suelo, como si hubiese perdido toda la fuerza en las piernas. Y fue entonces cuando ella notó que no podía levantarse ni respirar.
 
Subaru: Q
 
Lo mismo pasó con Subaru, quien pareció haber notado su propio estado al ver a Emilia. Antes de darse cuenta, su cuerpo estaba de rodillas cubierto en sudor y era incapaz de respirar.
Se encontraba igual que Emilia, o quizá peor; la presencia de aquel hombre lo había sobrepasado por completo, al punto en que casi había olvidado el latir de su corazón, lo cual empezaba a matarlo.
 
De no haber habido alguien cerca de él que se lo recordase, habría muerto tan solo por el poder de aquella mirada.
 
Palillero: Rompeos la cabeza buscando una forma de vencerme. El mismo truco que usó esa fermosísima no tornará a funcionar. Y tampoco la tía buenorra durmiente. Salid de mi vista, voy a dormir.
 
El tono grave de su voz indicaba que no estaba bromeando, y luego dejó caer su cabeza despacio. Tan solo unos momentos después ya podían escucharse sus ronquidos, igual de estruendosos que él cuando estaba despierto.
Su ronquido reflejaba su personalidad. Pero, en este momento, ninguno de los presentes podía bromear al respecto.
 
Meili: Vayámonos de aquí lo antes posiblee.
 
Quería irse tan pronto como pudiera.
Siguiendo el consejo insistente de Meili, el grupo de Subaru no tuvo otra opción más que tomar a sus compañeros caídos y abandonar el Examen.
 
 
    
 
 
Ram: … Ya veo. Entonces fue por eso que se veían tan deprimidos cuando huyeron del segundo Examen.
 
Subaru: … Tan severa como siempre, ¿eh, hermana?
 
Ram: No hables así. Si no, la teoría del Gran Maestro de la joven durmiente cobra más sentido.
 
Subaru: Eso sería terrible. Tendré cuidado.
 
Subaru se encogió de hombros débilmente en respuesta al consejo desalentador de Ram, a lo que ella respondió con un breve suspiro.
Se encontraban en el cuarto piso, en una habitación al lado de la Sala verde. Allí platicaban Subaru y Ram, junto a Emilia, Beatrice y Meili; lo que sumaba un total de seis personas contando a Shaula, a quien habían traído aquí rodando en el suelo.
 
——Luego de escapar del segundo piso bajando las muy largas escaleras, lo primero que hicieron fue llevar a los heridos a la Sala verde y dejar que el espíritu los cure.
 
Según vieron en el camino, Julius sólo estaba inconsciente, mientras que Anastasia estaba exhausta por el uso excesivo de magia; por lo que sus vidas no corrían peligro.
Entonces dejaron a ambos en camas y, debido a la capacidad de personas de la sala, fueron a otra habitación con Ram para explicarle bien la situación. Sin embargo…
 
Ram: Por lo que escuché, el examinador era un idiota, pero le dio el visto bueno a Emilia, ¿verdad? ¿No podía pasar ella sola a ver la biblioteca?
 
Subaru: Pues…
 
Emilia: Ah, no había pensado en eso. Es cierto, quizá pude haber avanzado al primer piso por mi cuenta. ¿Deberíamos preguntarle al Palillero si es posible?
 
Subaru: … Será mejor que no. Prefiero no alborotar el avispero y arriesgarnos a que vuelva a molestarse; e incluso en el caso en que te permita pasar sola, sería peligroso.
 
Emilia: ¿Aunque vaya con muuucho cuidado?
 
Subaru: Sería peligroso.
Ram: Diría que es peligroso.
Beatrice: Sería peligroso, supongo.
 
Subaru, Ram y Beatrice frenaron sin rodeos la determinación de Emilia. Emilia retiró decepcionada su propia propuesta ante la preocupación de sus compañeros, pero no porque su sobreprotección hubiera afectado su motivación; ahora mismo no querían provocar al Palillero, a menos que tuvieran un buen motivo para hacerlo, y esto era definitivo.
 
Si bien había cosas que querían hablar con aquel hombre desinhibido, desafiarlo cuando se encontraba de mal humor sería un suicidio, más allá de cuándo volvería a empezar el Examen.
Sumado a eso, aún no lo habían visto usar la espada.
 
Aunque Emilia pudiera pasar sola a través de ese hombre…
 
Subaru: No estoy seguro de que el Examen del segundo piso sea solo eso. Podría simplemente estar jugando con nosotros… No, quizá pienso eso porque Emilia-tan la superó sin muchos problemas, pero no puedo sacarme de la cabeza la idea de que eso no sea todo.
 
Emilia: Creo que le estás dando demasiadas vueltas al asunto. Ese sujeto… si bien a veces decía cosas extrañas y groseras, no parecía de los que mienten. No, más bien, parece de los que no pueden mentir.
 
Subaru: La cuestión entonces es si lo dices porque tienes fe en él, o porque tienes una buena razón para asegurar que no puede mentir…
 
Cualquiera fuera el caso, no había motivo alguno para negar la certeza de Emilia; al final, su conclusión respecto al Palillero era la misma a la que ella llegó.
Viéndolo de otra forma, podría haber sido que Emilia superó el Examen con facilidad por ser la más fuerte del grupo. Entonces, que Julius haya sido derrotado significaba que…
 
Subaru: Espero que no se desanime demasiado.
 
Emilia: ¿Te preocupa Julius?
 
Subaru: No estoy seguro. Preocupado preocupado… bueno, diría que sí, pero no es tan sencillo.
 
Las escenas de Julius enfrentándose cara a cara contra el Palillero, su derrota y su cuerpo maltrecho se habían grabado en su memoria. Recordando el aspecto de Julius en esos últimos momentos, no parecía que Subaru estuviera dándole demasiadas vueltas a su preocupación.
 
Su habilidad con la espada no se acercó a la de su oponente, lo trataron como si fuera un juguete para niños, e incluso su espada de caballero se quebró…
 
Subaru: Hay una espada de repuesto en el Carruaje de Dragón, pero supongo que ese no es el problema.
 
Beatrice: Las espadas se pueden volver a forjar. Betty no entiende por qué tanta fijación con eso, supongo.
 
Subaru: Pero, Beako, tu cuidas mucho el pañuelo, las manoplas y el delantal que te hice, ¿no? Quiero decir, son cosas especiales, y no te gustaría que se rompieran.
 
Beatrice: … Pido disculpas por decir algo tan insensible, de hecho.
 
Beatrice retractó obediente su comentario cruel, y Subaru suspiró acariciándole la cabeza.
Era difícil imaginar la reacción de Julius al despertar en la Sala verde. Ya sea que se deprimiese —que no sería lo común— o que actuara como si no le importase —como solía hacer—, Subaru se sentía decaído al no saber qué decirle cuando despertara.
 
Y Julius no era el único por quien preocuparse.
 
Subaru: Anastasia… Echidna… ¿Por qué demonios hizo algo tan desesperado?
 
Otra pregunta que no podía quitarse de la cabeza era por qué Anastasia, o más bien Eridna, había intervenido en el duelo entre el Palillero y Julius para asistir a este.
No cabía duda de que en ese momento ella apoyó a Julius. Al ver el aspecto de Julius mientras era abrumado por semejante desventaja, todos, incluyendo a Subaru, sentirían también ganas de apoyar a Julius de alguna manera.
 
Sin embargo, teniendo en cuenta que Echidna actuaba utilizando el cuerpo de Anastasia permaneciendo como espectadora, lo que Echidna hizo fue más que sorprendente: fue chocante.
 
Tanto en el viaje como luego de llegar a la atalaya, Echidna nunca dejó de actuar como Anastasia; aseguró que haría todo lo posible por salvarla y preservar su cuerpo, por lo que Subaru no pensaba que fuera a cambiar de opinión respecto a eso.
 
¿Por qué habrá hecho un cambio tan repentino después de llegar aquí?
 
Beatrice: El problema de esa chica va más allá del uso excesivo de magia, supongo.
 
Subaru: ——¿Qué quieres decir?
 
Beatrice susurró al oído de Subaru al notar su preocupación; era la única con quien él compartía el secreto de Anastasia y Echidna.
Ante su pregunta, Beatrice dijo En pocas palabras… y prosiguió.
 
Beatrice: Niicha, Betty y esa piel de zorro son especiales entre los espíritus, de hecho. Somos más fuertes que la mayoría de los espíritus, pero lo compensamos con algunas restricciones, supongo. Sobre Betty, a estas alturas no debería hacer falta explicártelo, de hecho.
 
Subaru: Ah… Te refieres a que como me quieres sólo para ti, después de hacer un contrato contigo no puedo hacer contratos con otros espíritus. No te preocupes, soy sólo tuyo, Beako.
 
Beatrice: N-no es que me haga tan feliz, supongo. Pero volvamos al tema del espíritu piel de zorro, de hecho. Sin duda, está usando el cuerpo de esa chica… pero en este viaje noté algo más, supongo. Esa chica no puede usar nada de magia más que con su Od, de hecho.
 
Subaru: ¿Solo con su Od?
 
Beatrice: Es igual a ti, su puerta es defectuosa, supongo. Su válvula está rota, por lo que su habilidad de utilizar el maná del exterior es nula, de hecho. Así que no puede usar magia a menos que consuma su propia vida, supongo.
 
Subaru: Eso significa que…
 
Subaru tragó saliva cuando entendió que podría ser letal.
Aquella condición representaba una gran limitación en ese mundo, por lo que Subaru se sorprendió con los problemas que el cuerpo de Anastasia debía soportar.
Recordó entonces las palabras de Anastasia=Eridna: «Mi as bajo la manga consume mi cuerpo».
No lo había dicho en sentido figurado, sino literal.
Y ahora que ese hecho quedó patente, Subaru terminó aún más confundido.
 
Si abusar del cuerpo de Anastasia por parte de Echidna no había servido para otra cosa aparte de acortar la vida de su huésped, entonces…
 
Subaru: ¿Por qué iría tan lejos para ayudar a Julius?
 
No daba la impresión de ser una parte de un plan intrincado, sino más bien la de un acto desesperado por ayudar a Julius, aunque eso implicara un riesgo.
¿Podía ser que a Echidna le atraiga Julius? Quizá fue a causa de su poder «Protección Divina de la Atracción de Espíritus».
 
Ram: … A mí también me preocupan Anastasia-sama y su caballero Julius, pero tenemos otros asuntos que resolver, ¿no es así?
 
Subaru: Te refieres al Palillero, ¿no?
 
Ram: Sí. Quizá parezca un poco fría, pero me resulta más importante saber qué haremos con el Examen; si no logramos superarlo, no podremos recuperar a Rem.
 
Trayendo a Subaru de vuelta de sus pensamientos, Ram dijo un comentario bastante frío, como ella mismo reconoció; pero Subaru no la culparía por ello.
 
Ram: …
 
Si bien no podía verse, en el rostro firme de Ram se notaba un toque de irritación por lo frustrante que resultaba estar tan cerca de alcanzar a su hermana, pero a la vez tan lejos; Subaru compartía ese sentimiento.
 
Emilia: Vestía una bata, tenía un parche en el ojo, pelo rojo y ojos azules… y actuaba fiero y confiado.
 
Subaru: ¿Te recuerda a alguien? Es difícil imaginarlo si no lo tienes en frente, pero su fuerza es en verdad monstruosa, quizá tanto como la de Reinhard.
 
Ram: Una auténtica pesadilla, ¿eh?
 
Emilia: Pero lo que dice Subaru es cierto. Nunca vi a Reinhard usar todo su poder, pero… creo que debe ser así de fuerte.
 
Dijo Emilia, contestando la incredulidad que podía notarse en las palabras de Ram. Al fin y al cabo, ella misma había luchado contra él.
Emilia no tenía motivos para mentirle a ella, así que Ram se llevó la mano a la frente con cansancio y…
 
Ram: Teniendo en cuenta las descripciones de Barusu y Emilia-sama, nuestro enemigo es del mismo calibre que el caballero Reinhard… Si realmente está al nivel del hombre más fuerte del mundo, entonces, en el mundo actual, puede ser la persona más fuerte de alguno de los demás países.
 
Subaru: ¿Significa que Reinhard es el más fuerte del reino, pero los otros tres países tienen sus propias personas más fuertes?
 
Ram: En el Imperio de Vollachia está el Primer General, el «Relámpago Azul» Cecilus Segmunt; en el Reino Sagrado de Gusteko está el «Príncipe Loco»; y en las Ciudades-Estado de Kararagi, el «Devoto» Halibel. Cada uno de ellos con sus rasgos distintivos.
 
Subaru: ¿Ninguno de ellos tiene pelo rojo y largo?
 
Ram: No podría asegurarlo, porque no conocemos la apariencia del «Príncipe Loco» del Reino Sagrado de Gusteko.
 
Subaru: Príncipe, un príncipe… Creo que no daba la impresión de ser un príncipe.
 
Pero, debido a la parte de «Loco», quizás sí podía tratarse de él. Tenía rasgos bastante atractivos, pero no la elegancia que se esperaría de la realeza.
Era más bien el tipo de belleza que podría encontrarse en la naturaleza en estado salvaje, una obra de arte así de aceptable.
 
Subaru: Por otro lado, es un maestro desconocido de las artes marciales…
 
Beatrice: Su vestimenta era la típica de Kararagi, de hecho. También usaba palillos con gran maestría, supongo.
 
Subaru: No los usaba para lo que deberían usarse, pero sí que los usaba con absoluta maestría.
 
Además, aunque Subaru lo intentara una y otra vez, no encontraría relación alguna entre aquel hombre y un experto de las artes marciales de nombre desconocido en el mundo.
 
Aparentaba tener unos años más que Subaru, probablemente estaba en sus veintitantos, y resultaba extraño que alguien con esa edad y semejante habilidad y carácter retorcido terminara como un donnadie.
 
Sumado a eso, se preguntaba si el mecanismo de esta Atalaya Pléyades colocaría allí a una persona cualquiera sin más.
 
Meili: Ah… ¿Puedo interrumpir un momentoo?
 
Subaru: ¿Mmm?
 
Meili: Me parece que la onee-san desnuda está por despertaar.
 
Desde un rincón de la habitación, Meili levantó la mano. Devotamente, ella estaba usando su regazo de almohada para Shaula. Y tal como dijo, Shaula, todavía con la cabeza en el regazo de la niña, se estiró de forma seductiva y gimió Uuumm, uaann .
Y, bajo la mirada de todos, ella abrió los ojos.
 
Shaula: Gran Maestro~… No me deje supersola, por favor… Ya no quiero estar supersola…
 
Subaru: ¡No digas cosas desgarradoras de buenas a primeras! ¡Estuviste despierta todo este tiempo, ¿no es así?!
 
Shaula: Cielos… Pensé que, si decía algo encantador, me mostraría algo de cariño, Gran Maestro; qué frío. ¡Pero pero, también amo eso de usted!
 
Subaru: Parece que me preocupé por nada.
 
Shaula levantó las largas piernas y las bajó para levantarse ágilmente. Agitó su largo y oscuro cabello atado —su llamada SCORPIONTAIL— y, tras observar la sala de un lado a otro, dijo ¿Eh? ladeando la cabeza.
 
Shaula: ¿Uy? ¿Qué estamos haciendo aquí? O sea, si no me equivoco, pasamos el Examen gracias a una superocurrencia repentina del Gran Maestro, y subimos…
 
Subaru: Sí, eso pasó, no fue un sueño.
 
Shaula: Y entonces el Gran Maestro me abrazó y sonrió diciéndome que nunca lo soltara…
 
Subaru: ¡Eso sí fue un sueño! ¡Te desmayaste apenas comenzó el segundo Examen!
 
Subaru interrumpió de un grito el relato horrible del sueño de Shaula, y le recordó lo que pasó justo antes de que se desmayara. Pero Shaula respondió con un resoplido por la nariz y dijo ¿Desmayarme? como si no supiese de lo que le hablaban.
 
Shaula: ¿Yo, desmayada? Jamás haría algo tan supervergonzoso. Ni siquiera me desmayé después de reencontrarme con el Gran Maestro tras varios siglos, ¿sabe? Y aun así dicen que yo me desmayé… ¡Es tan gracioso que mi ombligo sudará de tanto reír!
 
Emilia: Emm… Entiendo que te resulte raro, pero en serio te desmayaste; Subaru y Meili estaban muuuy preocupados por ti, créeme.
 
Shaula: ¡¿Eh?! ¡¿El Gran Maestro preocupado por mí?! Dejejeje, te creeré.
 
Subaru: Eso fue fácil.
Meili: Debí haber visto venir que me tratarían como a un extraa.
 
Subaru y Meili se molestaron cuando Shaula cambió de opinión sin más rodeos y con un rostro relajado. Aun así, habiendo aceptado los hechos, Shaula dijo ¿Cómo? ladeando la cabeza hacia otro lado.
 
Shaula: ¿Por qué me desmayé? O sea, no es normal que me pase, y en esas situaciones lo superprobable es que todos terminen muertos, a excepción del Gran Maestro…
 
Ram: Creo que sobreestimas a Barusu… digo, a tu Gran Maestro. Pero parece que eso fue lo que sucedió. Tómate un momento y recuerda… Recuerda la larga, larga escalera frente a ti.
 
Emilia: La larga, larga escalera…
 
Para inducirla a recordar lo que había pasado, Ram habló con una voz suave, como si tratara de hipnotizarla. No debía ser sencillo para Ram, ya que no había presenciado los sucesos; pero, como si hubiese estado allí, lentamente aclaró la memoria de Shaula.
 
Ram: Te encuentras con una sala blanca y una espada incrustada en el suelo, que al intentar tomarla, una extraña voz resuena en la cabeza de todos allí.
 
Emilia: Qué emocionante.
 
Shaula y Emilia se habían metido de lleno en el relato lleno de emoción de Ram. Emilia debería recordar sin problema lo que sucedió, pero Subaru prefirió no interrumpir para no arruinar la atmósfera de la conversación.
Y entonces, la narración prosiguió acercándose a la parte bloqueada de los recuerdos de Shaula.
 
Ram: Es entonces cuando al fondo de la sala surge la figura de una hombre con un largo cabello rojo, ojos azules, y vestimenta extravagante…
 
Shaula: ¡¡HIAAAAAAHHH!!
 
Al llegar a la parte crucial, Shaula retrocedió de un salto y soltó un grito. Se volteó y se preparó para saltar hacia Subaru, pero él se anticipó: flexionó las rodillas y la atrapó, esta vez sin caer.
En cambio, la piel suave de ella estrujó a Subaru muy muy fuerte.
 
Subaru: ¡AY AY AY AY! ¡¿Pu-pudiste recordar?! ¡Recordaste, ¿verdad?!
 
Shaula: ¡¿Po-po-po-porqué está él aquí?! ¡O sea, ustedes me dijeron que había muerto! ¡Está supervivo! ¡Sabía que era alguien superimposible de matar!
 
Subaru: ¡¿Qué?! ¡Oye, ¿qué estás dic…?!
 
Con ojos llorosos de dolor, Subaru intentó preguntarle a Shaula a qué se refería; pero entonces lo entendió.
 
Entendió a quién se refería Shaula.
Había una persona de la que habían hablado al llegar a la torre.
Era…
 
Shaula: ¡El Palillero! ¡Reid, el Palillero! ¡Ese superbruto! ¡Demonio! ¡Ha vuelto a la vida para toquetear mi pecho de nuevo!
 
 
    
 
 
――Reid Astrea.
 
Así se llamaba el espadachín cuyo nombre quedó grabado en las leyendas; el gran espadachín que había vencido a mabestias, a otros espadachines, a dragones, e incluso a la Bruja.
 
Fue uno de los tres héroes que salvaron al mundo, y el primero en recibir el título de Santo de la Espada.
Llevó a la gloria a la familia Astrea, a cuyo linaje pertenecía Reinhard van Astrea, y en la actualidad seguía siendo el modelo a seguir de quienes viven de la espada.
 
Era una situación difícil de creer. El nombre pertenecía a alguien que debió haber perecido cuatrocientos años atrás. Se habría reído de esa posibilidad… de no ser por esta torre que existe desde hace siglos y fue creada por gente que guardaba alguna relación con la Bruja.
 
No obstante, aquí había un testigo vivo de lo ocurrido hace 400 años.
No obstante, estaban en una torre construida por un Sabio que vivió hace 400 años.
 
Considerando su mal gusto, parecía decir algo como «Coloqué al primer Santo de la Espada, el guardia más fuerte; ahora supérenlo».
 
Habiendo conseguido esa información, Subaru y el resto se apresuraron para llegar a la Sala verde.
Ahora que sabía que su oponente era Reid Astrea, debían ingeniar un plan. Por suerte, sabía que el primer Santo de la Espada no era alguien con pocas anécdotas; y por suerte, una persona del grupo era conocida por su vasto conocimiento de historia antigua.
 
Imaginaba que los efectos de su derrota todavía estarían presentes en él, pero una vez que se enterara de la identidad de su oponente, la vergüenza que probablemente albergaba debería desvanecerse.
A fin de cuentas, la culpa era de su oponente. Se enfrentaron al Santo de la Espada que había originado a la familia de Reinhard.
 
Si lo pensaban de esa forma, él debería ser capaz de asimilar su derrota.
 
Subaru: ………Maldito idiota.
 
Subaru había llegado a la Sala verde con esos pensamientos reconfortantes, pero al entrar susurró esas palabras con desagrado.
El Espíritu había hecho cuatro camas de pasto para los heridos al fondo de la sala; en ellas estaban Rem, Anastasia y Patrasche en la última.
Pero, sobre la cama tejida en enredaderas entre Patrasche y Anastasia, no había nadie, únicamente una espada de caballero rota.
 
 
    
 
 
——El hombre abrió lentamente los ojos al escuchar el sonido de pasos avanzando por la escalera y sentir en su piel el aura de un hombre preparándose para la pelea.
 
No le molestó que lo hayan despertado. Después de todo, la vida era una batalla constante.
Si determinas que tu vida está en todo momento sobre la cuerda floja, nada te podrá perturbar sin importar lo que pase. Aunque, si te lo tomas como un juego, es otra historia.
 
???: …
 
La figura del hombre que subía por las escaleras se hizo visible poco a poco. Recordaba muy bien el espíritu de lucha de aquel hombre, e incluso cómo se movían y cómo sonaban sus pisadas. Había sido tan sólo unos momentos antes; era imposible que lo olvidara.
Pero debió haber sido así también para su oponente, por lo que le pareció extraño.
Pensó que sería un poco más inteligente que eso, pero…
 
???: …
 
Hombre: ¡Jah!
 
Esa idea se esfumó cuando vio a su oponente a los ojos.
En su lugar, surgió un impulso que le hizo soltar una burla a todo pulmón
 
Dejó que resonara suntuosamente en la parte superior de su lengua, luego se rascó el pelo rojo con fuerza, y entonces…
 
Hombre: Esta vez no voy a contenerme, oye.
 
???: …
 
No pensaba que fuera a cambiar algo el decir eso, pero se tomó la molestia de decirlo, por si acaso.
Al recibir el mensaje, su oponente cerró los ojos un momento y, en ese mismo instante, se deshizo de todas sus emociones.
 
Sin dudar, el hombre estiró la mano hasta la espada incrustada en el suelo, la tomó, y la sostuvo en frente de él.
 
Julius: De la Orden de los Caballeros Reales del Reino de Lugnica, Julius Euclius.
 
Hombre: …
 
Luego de dar su nombre, el caballero entrecerró los ojos y se lanzó en dirección al hombre.
El hombre —Reid Astrea— curvó sus labios en una sonrisa.
 
 
 
Reid: Mientras sigas usando ese título aburrido, ni en tus sueños serás un buen rival.
 
 
    
 
 
Nota del autor:
 
Al huir de la sala, quizás Subaru cargara a Julius, Emilia a Anastasia, y entre Beako y Meili, a Shaula, una llevándola de los pies y la otra desde los brazos, como una camilla.
Shaula se sentía ligera, pero la verdad es que Emilia tuvo que atraparla como pudo luego de que Beako y Meili la soltaran por el agotamiento; por lo que al final, fue Emilia quien llevó a Anastasia y Shaula, cada una en un hombro, hasta el final de la escalera y animando a las dos niñas para que continuaran.