jueves, 22 de septiembre de 2022

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El Palillero


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Ludeus

Corrección y edición
Miguel
Carlos
Pretinaverse

※ ※ ※ ※ ※

——Érase una vez, una mujer.
 
El espíritu de la mujer había sido violado. La mujer yacía en las profundidades del abismo de la locura. La mujer estaba en el punto más extremo del hambre.
Gruñendo en el castillo solitario, royendo el trono desierto, rompiendo sus dientes, desgarrando su boca, hambrienta.
 
La mujer había sido una humana cuando nació, pero ya no lo era.
 
Todo comenzó hace unos años, cuando el hombre que gobernaba aquellas tierras cayó víctima de una enfermedad incurable.
Debilitándose día tras día, el hombre, temeroso de su inminente muerte, se aferró a todo tipo de medios para prolongar su vida.
En poco tiempo consiguió técnicas que estaban prohibidas, y reunió un gran número de vidas para cometer una monstruosa inmoralidad con el fin de conseguir una larga vida.
 
Muchas vidas fueron sacrificadas, muchas vidas fueron inutilizadas, y entre esos sacrificios estaba la mujer.
Quién era ella, cuál era su nombre, dónde había nacido, quiénes eran sus familiares… Esos recuerdos suyos ya habían sido quemados.
La mujer era un mero instrumento. Un semillero para aquel hombre que aguardaba su muerte, carcomido por el demonio de la enfermedad.
Vidas inútiles que solo servían para ser desperdiciadas, así era como se suponía que debía ser; y, aun así, la mujer sobrevivió.
 
Un cuerpo que nunca perecía, desbordando poder, la lámpara de una vida olvidada por aquello llamado tiempo.
 
Las esperanzas, los deseos más queridos del hombre vulnerados por el demonio de la enfermedad, se materializaron sobre el cuerpo de la mujer.
El hombre se deleitó con los frutos de su trabajo, posponiendo la conmemoración de los sacrificados, liberando a la mujer de sus ataduras prepotentemente.
 
——Cuando se dio cuenta, la mujer estaba sola, sufriendo hambre en el solitario castillo deshabitado.
 
Los pensamientos desapareciendo con la cruel hambre, los recuerdos devorados en el vacío por la violenta sed.
No tenía nada en sus recuerdos. No tenía nada en su entendimiento. Sólo que tenía ataduras en todo su cuerpo y que tampoco tenía libertad.
 
Comiendo toda la comida dentro del castillo, vomitando lo que había en su estómago, masticando y digiriendo una vez más, repitiéndolo una y otra vez.
Al final, tenía tanta hambre, que mordió las paredes de piedra, hizo crujir el trono y se comió las alfombras.
 
A ese ritmo, moriría de hambre. Su cuerpo, que no podía morir, moriría de hambre.
 
Grrgrr, grrrr. Grrgrr, grrrr……
 
Con hambre extrema que lleva al olvido, la mujer finalmente vio una ilusión.
 
Dentro del castillo solitario, rebosante de una nostálgica libertad, había una horda de perros recubiertos de pelo de bestia.
Aunque fuera una alucinación, a ella no le importaba. Si no podía saciarse físicamente, al menos su corazón quedaría satisfecho.
Con ese entusiasmo, la mujer se arrastró y mordió a las bestias. Devoró a las bestias. Se las comió.
 
Estaba siendo satisfecha. Al instante siguiente, vomitó. Lamió lo que había vomitado. Masticó. Vomitó, comió.
 
En la ilusión, en el espejismo, en la alucinación, en su deseo, estaba presente el sabor. Allí estaba presente la forma. Ella podía sentirlo en su lengua.
Cuando se dio cuenta, el interior del castillo se había convertido en una guarida de bestias repulsivas.
 
Aja… ajaja… ajajajajajajaa.
 
Se alegró enormemente. Sepultada en días de comer y dejarse comer, estaba satisfecha después de comer, y vomitaba después de estar satisfecha.
Atascada entre la inanición y el rechazo a la comida, la mujer comía y vomitaba, sorbía y derramaba.
 
Desde el espacio vacío, las bestias nacieron —más bien, renacieron— con una presencia repulsiva.
 
Las ataduras de la mujer se expusieron a la batalla entre las bestias y ella por devorarse, y —antes de que se diera cuenta— se desataron y fue liberada.
Al lograr la libertad, la mujer se arrastró y salió del castillo.
Y siguiendo a la mujer, las bestias también salieron del castillo. Sobre la tierra, en todas direcciones, se dispersaron.
 
Incapaz de soportar el hambre y la inanición, la mujer devoró, y guardó el castillo que se había cansado de comer para más tarde.
Para visitarlo, cuando llegue el día en el que su hambre y su sed se vieran satisfechas.
 
——La Bruja de la Glotonería dio a luz a la horda de mabestias, y continuó con un hambre insaciable.
 
 
    
 
 
——En el segundo piso —Electra— de la Atalaya Pléyades, en una sala blanca como la tiza, comenzó el Examen.          
 
El examinador permanecía de pie tranquilamente en la parte trasera de la sala; era un hombre pelirrojo con una sonrisa de tiburón en su rostro.
Presentándose a sí mismo como nada más que un Palillero, el aura del hombre rebosaba un inusual espíritu guerrero.
La manera en que apareció era, en sí misma, complicada. Incluso la propia Shaula, quien debía ser la cuidadora de esta atalaya, se había desmayado en el momento en que sus ojos se posaron en él. Por lo tanto, él no era alguien ordinario, obviamente.
Así pues…
 
Julius: ¡Desde el primer momento, lucharé con toda mi fuerza!
 
Palillero: …
 
Inclinándose hacia delante, Julius habló mientras avanzaba un paso.
La espada que arrojó suavemente hacia el hombre era la Espada de Selección que había estado clavada en el suelo de Electra. La espada rotó verticalmente en el aire mientras dibujaba una parábola en el aire antes de clavarse en el suelo cerca de los pies del hombre.
Así el hombre podría simplemente estirar su mano para agarrarla.
 
Palillero: Oye, ¿qué faces? ¿Qué pretendes lanzándome una espada? ¿Es que ansias perecer?
 
Julius: ¡Desgraciadamente, como caballero, es un acto muy vergonzoso blandir una espada contra alguien desarmado!
 
Palillero: ¡Jah! No me fagas reír. ——No tengo las manos vacías, oye, mira más de cerca.
 
Ante el avance de Julius, el hombre rugió de risa y mostró los dientes. Y mientras reía, levantó con total normalidad el pie en el aire y dio una patada salvaje a la espada. La Espada de la Selección emitió un estridente gemido mientras salía volando.
Pasó chirriando a centímetros de Julius, quien se había lanzado hacia el hombre.
 
Julius: ¡——Gh! ¡Espero que no te arrepientas de haber pronunciado tales palabras!
 
Al ver que su consideración fue dejada de lado, las mejillas de Julius se endurecieron y blandió su espada de caballero.
Alzó la delgada espada en línea recta, como un martillo para golpear a aquellos lo suficientemente insolentes como para deshonrar el escenario de un duelo.
Hizo una estocada hacia delante, rápida como un rayo, pero…
 
Palillero: No te pongas a gritar cosas lindas, piltrafilla. Tienes un rostro fermoso. No querrás que me excite y te faga plorar, ¿verdad?
 
Julius: Qu— … gh.
 
Con un estruendo, la punta se detuvo antes de alcanzar el torso del hombre.
Por supuesto, Julius no había aflojado el golpe. Siempre se esforzaba al máximo, independientemente de la situación. Por lo tanto, no fue él quien detuvo la espada, sino el hombre con la sonrisa de tiburón.
 
Julius: ¡Imposible!
 
Palillero: Has de creer lo que ves. Todo empieza por ahí, ya sabes.
 
Cacareando con una risa alegre, el Palillero levantó su mano derecha y se rascó el pecho. Era el mismo comportamiento de antes. Igual que cuando se juntó en una conversación sin sentido.
Sin embargo, su mano izquierda pellizcó la punta de la espada de Julius, con una precisión aterradora.
Eso también, con…
 
Julius: ——¿Ramitas… de árbol?
 
Palillero: No, mira mejor. Oye, ¿tienes los ojos mal o algo así? Son palillos; palillos. Son muy buenos para asir aperitivos, los palillos. Por eso los porto encima.
 
Tan delgados que había que entrecerrar los ojos para ver bien el par de palillos de madera——el Palillero los sostenía en su mano izquierda y los utilizaba con gracia y destreza, de forma similar a como los conocía Subaru, que había soltado un gemido inconsciente al verlos. Los palillos chinos existían en este mundo, como había visto y experimentado durante su estancia en Priestella, pero ver a alguien usándolos con tanta delicadeza, era una novedad.
 
——No, independientemente de la habilidad que uno posea en su uso, detener el golpe de un espadachín de primera clase usando un par de palillos era absolutamente una hazaña inhumana.
 
Palillero: Oye, no me fagas reír. Golpeando en el mejor ángulo, con la mejor velocidad, con el mejor tacto, de la mejor manera… Ya sea con palillos o lo que sea, no hay nada que no pueda cortar.
 
Julius: Guh… gh.
 
Poniendo los ojos en blanco ante las caras de asombro, el Palillero bostezó, y luego habló con una pizca de sarcasmo. Pero si bien era normal que todos guardaran silencio ante semejante espectáculo, Julius, el principal afectado, no podía hacerlo.
Puso fuerza en su brazo y tiró para quitar la espada de caballero que permanecía atascada entre el par de palillos. Sin embargo, sin importar cuánta fuerza usara, la espada no se movería.
 
Palillero: Déjame decirte que estos palillos no están fechos de nada extraño. El material malo es malo para la piel. No tiene nada mezclado, sólo son un par de palillos normales y corrientes, fechos de algún árbol en algún lugar.
 
Julius: Guh… qu…
 
Palillero: No te esfuerces, no te esfuerces… Mejor ríete, oye. Quien riese es más apuesto. Mas, siendo tú un hombre, no es que importe.
 
De repente, el bloqueo que sentía en la punta de su espada desapareció, dejando a Julius desconcertado. En ese instante, el hombre giró su cuerpo y saltó en el aire con sus dos pies descalzos. Con una gran fuerza, asestó una patada justo encima de la esbelta cintura de Julius, haciéndole volar.
 
???: ¡Julius!
 
Subaru no sabía quién había levantado la voz en un grito, pero no tenían más remedio que observar, ya que todos tenían que pensar mejor antes de hacer cualquier tipo de movimiento precipitado.
Y siguiendo a Julius mientras surcaba el aire sin poder corregir su postura…
 
Palillero: ¡Jah!
 
La figura del Palillero salió disparada como una bala, persiguiendo a Julius. Con una increíble habilidad física, se detuvo justo encima de Julius y adoptó una postura con un palillo en cada mano, liberando una ráfaga de golpes dirigidos a Julius——que se pudieran llamar golpes era discutible pero, en cualquier caso, el hombre descargó una violenta ráfaga de golpes con los palillos.
 
Sus brazos se movían tan rápido que eran imposibles de ver. A todos les dio esa impresión, y Julius, estando indefenso en el aire, no tenía forma de esquivar.
Con su espada de caballero como única aliada, Julius respondía a cada golpe de los palillos con el suyo propio. Sin embargo, los palillos se deslizaron a través, como si se burlaran, y se clavaron en Julius, una vez, y otra, y otra, y otra…
 
???: ¡¡Jiwald!!
 
Un rayo abrasador atravesó el aire, dirigido hacia el dúo en combate en el aire.
Era una luz blanca, una existencia simple que surcó el aire con su terrible filo. En otras palabras, era un filo de calor que podía quemar, desgarrar y cortar todo a su paso.
Iba en línea recta, y como tal, era fácil de esquivar… Sin embargo, el rayo abrasador viajaba casi a la velocidad de la luz directamente hacia su objetivo.
Aun así, el Palillero cortó el rayo abrasador disparados por la tercera persona con facilidad.
 
Palillero: ——Mi espada puede cortar incluso la luz, oye.
 
Más rápido que el eco de su propia voz ronca, los palillos golpearon y cortaron el rayo abrasador.
Un espectáculo imposible que llamó la atención de todos los presentes. Sólo el hombre hizo una mueca, como si hubiera hecho algo ordinario, y siguió pinchando a Julius con la mano libre.
Como si se burlara de él——no, la verdad era que se burlaba mucho de él.
 
???: ¡——gh! ¡¡Jiwaaaaaald!!
 
En respuesta a eso, sus ojos se inyectaron de sangre al mismo tiempo que hizo su conjuración.
Era Anastasia quien tenía ambos brazos abiertos, conjurando la magia que disparaba rayos abrasadores, y cuya elegante compostura estaba teñida de pánico. Separó los dedos de ambas manos——diez dedos en total dispararon diez rayos abrasadores mortales al mismo tiempo, todos bailaban en el aire mientras se acercaban al Palillero.
 
——Y el Palillero se defendió de una manera sorprendente.
 
Palillero: ¡Jah!
 
El Palillero se enfrentó a los rayos danzantes de frente y los atravesó con sus palillos como antes, luego dio una patada al aire y se lanzó en picada——llevándose a Julius, quien estaba justo debajo de él. Y cuando aterrizó en el blanco suelo, puso la punta de sus palillos en el plexo solar de Julius y empezó a correr mientras arrastraba por el suelo a Julius.
 
Palillero: ¡Jajajajajah! Apunta bien, oye. Ni siquiera puedes aplastar una mosca así, oye. No me claman donjuán por nada, oye. ¡Jajajajajah!
 
Anastasia: ¡Jiwald! ¡Jiwald! ¡Jiwaaald!
 
Anastasia optó por continuar sus ataques contra el hombre que se mofaba de ella mientras corría. Por desgracia, independientemente de su potencia de fuego, si la magia no golpea, no tiene ningún efecto.
Incluso con ella disparando por todas partes, el hombre se limitaba a cortar, a veces se agachaba, y a veces hacía un giro brusco poniendo su peso sobre Julius.
 
Su abrumadora destreza física y de combate contrastaba con la aparente mala puntería de Anastasia.
En este caso, técnicamente no era Anastasia la que tenía mala puntería, sino Echidna, que en ese momento habitaba ese cuerpo. A pesar de querer ayudar a Julius con un ataque mágico sorpresa, sus acciones fallaron a sus intenciones, dejándola incapaz de conseguir siquiera un rasguño.
Y tras poco tiempo…
 
Anastasia: ——a, guh.
 
Palillero: ¿Eh?
 
Su tiempo, al parecer, se agotó antes.
El Palillero, que había esquivado alegremente los rayos abrasadores, se detuvo y levantó las cejas cuando los rayos cesaron su persecución. Al final de su mirada estaba Anastasia, cuyo delicado cuerpo se había desplomado en el suelo.
De sus fosas nasales manaba sangre, señal de que había hecho trabajar demasiado a su propio cuerpo. Ella misma lo había dicho antes. No podía confiar en su carta de triunfo, ya que le arrebataría su propia vida.
 
Julius: ¡Anastasia-sama!
 
Palillero: ¡¿Oouh?!
 
Vigorizado al ver a su líder desplomarse, Julius se liberó de su postura defensiva, libre de que arrastraran su espalda por el suelo, libre de los implacables golpes de los palillos del Palillero.
Se había quitado el botón que tenía cerca del pecho y había arrojado su manto de caballero, provocando un cambio en la dirección de la fricción, lo que le permitió deshacerse del control que tenía sobre él el Palillero.
 
Desde su posición en el suelo, dirigió una patada circular a la cabeza del hombre, maldiciendo su propia estupidez. El hombre apartó ligeramente la barbilla, escapando del golpe, pero Julius repitió sus patadas dos veces más como si se tratase de breakdance y, al ser esquivadas, Julius controló su postura y se puso de nuevo en pie.
 
Palillero: Lo que acabas de facer, oye, fue de mi agrado. Sintiose así de bien, oye.
 
Julius: ¡No tengo tiempo para tus tonterías! ¡Apártate——!
 
Su absoluta diferencia de habilidades, era algo que Julius comprendía demasiado bien, y aun así le gritó. Su espada de caballero, incluso después de los innumerables golpes que había recibido, no había abandonado su mano.
A pesar de la indignación y el sentido del deber que lo abrumaban, la espada se deslizó por el aire en un espectáculo de esgrima de mayor gracia y elegancia——puede que fuera la mejor muestra de esgrima de un caballero.
 
¿Cuántos años de su vida, entrenando día tras día y esforzándose hasta sangrar, le costó alcanzar este nivel de técnica?
Y sin embargo…
 
Palillero: Oye, ¿parécete esto un juego? ¿Estás jugando conmigo, eh? No me tomes a la ligera, oye.
 
Julius: ——gh.
 
Palillero: ¿Qué es esto? No me fagas reír, oye. No te contengas, oye. Dame con todo lo que tengas, oye. Porque si esto de agora era todo lo que tienes, qué decepción, oye.
 
Sus empujones fueron detenidos; los cortes, rechazados; las embestidas, derribadas; y sus disparos, repelidos.
La técnica que Julius había construido, su propia esencia como caballero, fueron todas negadas por un par de palillos aterradoramente hermosos, violentos y poderosos, empuñados por un hombre que no dejaba de bostezar, que se refería a sí mismo como un mero Palillero.
 
La mitad de su vida estaba siendo pisoteada por un par de míseros palillos.
 
Palillero: No sueles ser ansí, oye. ¿Por qué peleas solo? No es ansí como peleas usualmente, ¿verdad? No estás acostumbrado… y por eso todo esto me aburre, oye.
 
Julius: Yo…
 
Palillero: Si quisieres asistir a tu chica, te dejaría. Toma prestados su par de muslos y déjate mimar, feo fracaso de espadachín.
 
Lo que pasó por su cara, ¿fue furia? ¿dolor? ¿arrepentimiento? ¿desesperación?
En cualquier caso, uno nunca puede saber realmente lo que hay dentro de los demás.
 
Julius: …
 
La espada de Julius parpadeó, su delgada espada de caballero trazó una línea plateada en el aire, del mismo modo que lo había hecho millones de veces antes.
Pero, a pesar de eso, era un ataque realizado con tanta vacilación, que era obvio para cualquiera que le observara.
 
Los palillos se zambulleron en el destello desde un lado.
Y en el siguiente instante, la madera atravesaba el aire habiendo atravesado el acero de la espada del caballero… Con un débil sonido, la espada de caballero de Julius se partió en dos.
Sus ojos amarillos sólo pudieron abrirse de par en par y seguir la punta de su querida espada mientras giraba en el aire. ¿Por cuánto tiempo había estado usando esa espada? ¿Qué historia compartió con ella? Nadie lo sabía.
Únicamente, que lo que se rompió no fue sólo su espada.
 
Palillero: Duérmete.
 
Las palabras escupidas fueron acompañadas de un puñetazo que se lanzó hacia su rostro.
Era el tipo de violencia más primitivo y sin refinar. Una violencia que prevalecía desde mucho antes de que el hombre tuviera cualquier tipo de herramienta, que utilizaba la propia carne.
 
Palillero: …
 
El despiadado golpe rompió el elegante perfil de Julius. El golpe le arrebató la consciencia y envió su cuerpo volando por la sala, donde siguió las leyes de la inercia y se estrelló, rodó, y finalmente se quedó quieto, con el cuerpo extendido como una muñeca rota——justo al lado de Anastasia.
Líder y súbdito, el dúo inconsciente estaba alineado; como si esa hubiera sido la consideración fuera de lugar de un hombre que se comportaba como una bestia.
 
Palillero: En fin, que venga el siguiente.
 
Haciendo crujir su cuello como si hubiera acabado de calentar, el hombre se giró hacia ellos.
En realidad, era un calentamiento para él. En sólo unas decenas de segundos, Julius había corrido por el campo de batalla, fue derrotado en una pelea unilateral, Anastasia trató de ayudar, pero ambos fueron derrotados——y en ese tiempo, Subaru no tuvo ni una sola oportunidad de intervenir, y sólo pudo quedarse mirando.
Y, a diferencia de él, Emilia y los demás——
 
Emilia: ——ICE BRAND ARTS, ICICLE LINE.
 
Palillero: …
 
——no se quedaron quietos.
 
Como queriendo demostrarlo, unas partículas blancas danzaron a su alrededor.
Motas de luz de un azul pálido, apenas perceptibles porque en realidad eran fragmentos de hielo nacidos de la magia absoluta de Emilia: la frontera de hielo y nieve ICICLE LINE.
 
Emilia: Quiero preguntar una cosa antes de empezar.
 
Mezclando su propia energía mágica con el maná de su entorno, Emilia puso una especie de barrera mágica en cuyo centro estaba el hombre rascándose encima del parche de su ojo izquierdo, y luego lo llamó.
 
Palillero: ¿Eh? Pregúntame, fermosísima.
 
Emilia: Soy Emilia. Sólo Emilia. ——¿No era la condición, hacer que dieras un solo paso? Sin embargo, acabas de correr mucho.
 
Después de dar su nombre, ella hizo una pregunta natural.
Antes de que la pelea comenzara, el Palillero había afirmado eso mientras se reía. «A ver si consigues que me mueva, aunque sea un paso». Si eso debía tomarse como la condición, entonces obviamente se había roto.
Decir que habían volado a través y por toda la sala durante la pelea de Julius, sería quedarse corto.
Sin embargo, el hombre dijo Ey ey encogiéndose de hombros.
 
Palillero: No tomes esas cosas tan en serio, oye; ocurrióseme en el momento. Eso pasa, ¿verdad? Querer lucir genial de vez en cuando, ¿verdad? Son esas cosas, oye. ¿De acuerdo? Quizás no lo entiendes por ser una mujer. Por ser fermosísima. Quédate conmigo esta noche, oye.
 
Emilia: Lo siento, pero no entiendo lo que quieres decir. Además, no creo que pueda ganar, aunque luche contra ti.
 
Subaru: ¿E-Emilia?
 
Con su postura diciendo que estaba completamente dispuesta a luchar y su magia lista a mano, Emilia proclamó audazmente su impotencia. Los ojos del Palillero se abrieron de par en par ante ese comentario, y Subaru, que estaba tenso de pie, soltó algo.
Emilia le respondió con un pequeño Lo siento mucho y, luego de girarse hacia el hombre,
 
Emilia: Eres muuuy fuerte. Ya lo veo. Pero tenemos que pasar este Examen. Así que, por favor, danos una forma de ganar.
 
Palillero: …
 
Emilia: Si conseguimos que te muevas, aunque sólo sea un paso, será nuestra victoria. Podemos basar en eso nuestro combate… ¿O no?
 
Bajó las cejas y luego le preguntó al hombre en silencio. Al final, añadió algo con un poco más de confianza, lo que dejó atónito a Subaru.
Era una propuesta absolutamente ridícula, que sólo el mayor de los idiotas aceptaría.
El Palillero había permanecido en silencio bastante tiempo después de escuchar aquella endeble propuesta, pero entonces…
 
Palillero: ¡Jah!
 
Mostró los dientes en una carcajada, y luego miró a Emilia a través de sus brillantes ojos azules. Esos ojos recorrieron su figura, como si la lamieran de pies a cabeza, y entonces…
 
Palillero: ——Bien, no me desagrada, oye. Demostraste muchas agallas diciendo todo eso a alguno como yo. Eres la mayor idiota que he visto desde Trisha, oye. Me gusta.
 
Emilia: Entonces, ¿he pasado el Examen?
 
Palillero: ¡No voy a tratarte tan bien, oye! Mas está bien. Ya me he lucido delante de una bella mujer. Y ya que lo he fecho, debo seguir luciéndome fasta el final; no puedo morir aunque muera. ——Lo faré como deseas.
 
Emilia: Superaré el Examen si…
 
Palillero: ¡Ganas si logras moverme, aunque sea un solo paso!
 
El Palillero, con una expresión suavizada, llamó a la cabizbaja Emilia, que inmediatamente levantó la vista y asintió, y luego se volvió hacia Subaru.
 
Emilia: Te dejo a Anastasia y a Julius. Por favor, atiéndelos.
 
Subaru: ¡E-espera! ¡Has visto lo que ha pasado hace un momento, ¿verdad?! Ir sin un plan es…
 
Emilia: Está bien. No parece que pretenda matarnos… Y yo también lo daré todo.
 
Rebosante de confianza, Emilia cortó el intento de Subaru de detenerla y dio un paso adelante. Y entonces, sin perder su aspecto digno, levantó ambas manos hacia el Palillero.
Con esa distancia entre ellos, ella podría atacarlo a distancia unilateralmente con su magia.
 
Palillero: Eres muy severa para tener ese rostro tan fermoso, oye.
 
Emilia: ¡Haz lo que puedas lo mejor que puedas, es lo que he aprendido de mi gran caballero!
 
Incluso en una situación tan desventajosa, el hombre se limitó a cruzar sus gigantescos brazos y a reír con ferocidad.
Con la vista puesta en la sonrisa del hombre, Emilia puso algo de fuerza en sus palabras——De inmediato, el aire estalló y crujió, y gotitas de luz pálida revolotearon, para luego formarse en armas de hielo una tras otra.
 
Se formaron espadas, lanzas, hachas, flechas y muchas, muchas más armas.
 
Ice Brand Arts: Icicle Line——Una técnica que utilizaba las gigantescas reservas de energía mágica dentro de Emilia para crear una zona limitada de destrucción absoluta, una técnica especial forjada a través de la inventiva de otro mundo de Subaru, había sido activada.
 
Emilia: ¡¡Ei, ya!!
 
Alzó la voz en un grito de guerra, pero no tuvo ningún efecto sobre el hombre.
Acompañando su grito, las armas que tenían sus puntas apuntando hacia el Palillero se dispararon desde todas las direcciones al mismo tiempo.


Múltiples armas que atacaban incluso desde los puntos ciegos de uno. Era sin duda un ataque imposible de parar.
Ante esto, el hombre volvió a tomar un palillo en cada mano y lanzó una furiosa ráfaga de golpes, iniciando la tormenta de los palillos.
 
Y a continuación, la escena del hombre cortando armas de hielo se volvió una muy artística.
 
Subaru: …
 
Siguiendo las instrucciones de Emilia, Subaru corrió hacia donde estaban Julius y Anastasia, comprobó su estado y suspiró aliviado cuando se dio cuenta de que sólo estaban inconscientes.
El caso de Anastasia era seguramente lo que le preocupaba a Echidna. Aunque no estaba del todo bien, su hemorragia nasal había cesado, y parecía que simplemente se había desmayado. En cuanto a Julius, aunque había sido agredido con palillos, lo que seguramente le había dolido, no conservaba más que algunos moretones en su cuerpo.
Si le hubieran golpeado, digamos, cien veces, con una espada en lugar de palillos, habría muerto cien veces; pero probablemente le golpearon con consideración, y gracias a eso sobrevivió.
 
Beatrice: Ambos están bien, supongo. Pero…
 
Subaru: Lo sé.
 
Subaru interrumpió la frase de Beatrice, quien también se había acercado para comprobar el estado de los dos.
Habían terminado de comprobar el estado del dúo. En cuanto a la bestia que hizo esto, Emilia estaba ocupada chocando con ella de frente.
 
Palillero: ¡Jah!
 
El hielo salpicó y se hizo añicos, y el hombre pletórico aplastó sus fragmentos bajo sus dientes mientras balanceaba sus palillos. Con un solo movimiento, un hacha y una espada de hielo que iban hacia él al mismo tiempo, se partieron en dos.
Las armas de hielo destrozadas se convirtieron en partículas de luz pálida, que cayeron y se dispersaron alrededor del hombre salvaje desbocado, un espectáculo fantástico que se repetía sin cesar.
 
Sin embargo, incluso mientras lo hacía…
 
Subaru: ——No se mueve.
 
Palillero: Empecé mostrando mi lado genial, así que déjame seguir siendo el más genial hasta el final, qué aburrido puedes ser, oye.
 
Al escuchar el quejido de Subaru, el Palillero comenzó a tararear algún tipo de melodía mientras interceptaba las numerosas armas de hielo. Incluso mientras la parte superior de su cuerpo se balanceaba como si estuviera haciendo una especie de danza tempestuosa con sus pies pegados al suelo como si fueran un par de montañas inamovibles.
Contra alguien así, incluso disparar magia como una tormenta de granizo era hacer poco. Ese sentimiento de frustración no sólo empeoraba en Subaru, que tenía una vista de pájaro de la pelea, sino también en Emilia, que estaba directamente involucrada en ella.
Así que, para romper este estancamiento, Emilia intervino.
 
Emilia: ¡¡——Uu… yah!!
 
Con el pelo plateado revoloteando en el aire detrás de su esbelto cuerpo, Emilia saltó hacia la batalla. Levantó ambos brazos, y entonces apareció una gran hacha de batalla cuya empuñadura ella agarraba con ambas manos.
Su cuerpo rotó verticalmente y finalmente atacó hacia abajo con el hacha——hacia la cabeza del hombre.
 
Palillero: ¡Jajah!
 
El hombre levantó con tranquilidad sus palillos para interceptar su trayectoria. El palillo sólo modificó ligeramente la trayectoria del hacha de combate que caía, pero mientras caía la trayectoria fue desviándose más y más, y el filo consiguió finalmente pasar por encima de la manga de su kinagashi, y se clavó en el suelo.
El violento golpe levantó una ráfaga de viento, e incapaz de soportar el choque de su propia fuerza, el hacha de batalla de hielo se rompió en millones de fragmentos. Sin embargo, ella soltó la empuñadura e inmediatamente tomó en la mano una lanza que se lanzaba desde atrás, y luego giró su cuerpo en un círculo completo para lanzar su siguiente ataque.
 
Emilia: ¡Ei! ¡Yah! ¡Torya! ¡Urya! ¡Uryaurya! ¡Uyah!
 
La estocada de una lanza, el destello de dos espadas, el corte de una espada larga, el tajo de una katana, el golpe de un hacha, todas y cada una de las formas de ataque carecían de sentido cuando se enfrentaban a este hombre.
 
Por supuesto, a Emilia no le faltaba habilidad.
No le faltaba fuerza física; y Ice Brand Arts, que combinaba su enorme poder mágico y su capacidad de lucha, era lo que Subaru —que la ideó— podría afirmar como una técnica de lucha que aprovechaba al máximo las habilidades de Emilia.
 
Beatrice: ——Subaru.
 
Beatrice agarró su mano con fuerza. Este apretón llenó a Subaru de la compostura que tanto necesitaba, pero siguió mirando con desesperación el campo de batalla.
No podía encontrar ni una sola oportunidad para entrar en la lucha. Emilia estaba luchando hasta ese punto, en el que seguía intercambiando entre las armas con las que era buena, siempre jugando con sus puntos fuertes, continuando con sus ataques físicos, así como disparando su tormenta de magia. El centro era, en efecto, un punto que estaba siendo constantemente bombardeado.
 
Y el hombre —o monstruo— que se había nombrado a sí mismo como nada más que un Palillero y que estaba en el mismísimo centro de eso lidiando con todo sin dar siquiera un paso, era una completa anormalidad.
 
Si se lanzaba descuidadamente, Subaru sólo podría ser una distracción para Emilia. No podía negar eso.
No podía hacer nada para eliminar su ansiedad. Beatrice, que le tomaba de la mano, también permanecía en silencio, comprendiendo plenamente que a ella le ocurría lo mismo, al no poder hacer nada más que observar la batalla con los dientes apretados.
¿Podría mejorar la situación antes de que la resistencia de Emilia se agotara?
 
Justo entonces, se produjo un cambio inesperado en esta situación.
 
Emilia: ¡Fun! ¡Ei! ¡Terya!
 
Sus manos agarraron un par de espadas gemelas y las blandió desde ambos lados, apuntando a su cuello para decapitarlo. El hombre bajó rápidamente la cabeza para evitar el golpe, mientras que ambas espadas se escaparon de la mano de Emilia y salieron volando. Pero, Emilia inmediatamente creó otro par en sus palmas y abrió sus brazos cruzados hacia afuera——y entonces el hombre esquivó con un estilo mucho más elegante, inclinándose tanto que su cuerpo quedó paralelo al suelo.
 
Palillero: ¡Jah!
Emilia: ¿Eh—?
 
Con las rodillas dobladas y el cuerpo casi tocando el suelo, el hombre mantuvo esta posición con la fuerza inhumana de sus tobillos. Por otro lado, Emilia perdió el equilibrio por su propia inercia, dejando que sus brazos surcaran el aire, quedando indefensa y, con un paso al frente, inclinándose hacia atrás.
Este fue el primer gran error, incluso mortal, que Emilia había cometido en esta pelea——El hombre podría haberse aprovechado de varias otras aperturas, pero esta debía ser la mayor apertura que había visto hasta ahora.
 
Justo en ese momento, el hombre enderezó sus rodillas dobladas, volviendo a su posición. Emilia quedó con la guardia baja, apretando sus muelas.
En ese momento, el hombre enseñó los dientes al máximo, y luego se inclinó hacia delante con su sonrisa de tiburón.
 
Palillero: Estás indefensa.
 
Utilizando los palillos que tenía a mano, rozó los picos gemelos de Emilia con un movimiento de cuchara.
 
Emilia: ¿Qu——?
 
Emilia iba vestida con su habitual traje blanco, el cual no cubría algunas partes de su blanca y tersa piel. Los palillos se deslizaron sobre su pecho, haciendo que sus generosos pechos se movieran obscenamente, lo que hizo que la vil sonrisa del hombre se profundizara.
El hombre gimió ¡Jah! satisfecho por el resultado de su obsceno acto.
 
Palillero: Emolumento, emolumento. Mas no te enojes por algo así—
 
Emilia: ¡—Torya!
 
Palillero: ¡¿Goagh——?!

 
Sus manos cruzadas por encima de la cabeza, enfundadas en guantes hechos de hielo, cayeron sobre la cabeza del hombre, que estaba ocupado mirándola con una vil sonrisa.
El golpe cayó con tanta fuerza que el hielo se hizo añicos, resonando el sonido de su duro impacto. El hombre gritó de dolor, luego se dejó caer al suelo con la cabeza sujeta y empezó a rodar.
 
Palillero: ¡QUÉ DOLOOOOOOR! ¡¿E-en qué demonios estabas pensando, mujer?! Normalmente, una mujer vacila si alguno face eso, ¡pero tú ni siquiera parpadeaste! ¡¿Qué demonios te pasa, mujer?!
 
Emilia: ¿—? Sólo has tocado mi cuerpo, ¿no? Además, estabas completamente desprevenido.
 
Palillero: ¡¿Pero qué cojones…?! ¡¿Qué clase de educación te han dado?! ¡¿Qué demonios facían tus padres?!
 
Frotándose la cabeza, el Palillero se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, gritando sus reproches. Emilia parpadeó, sorprendida por su grito, y luego se tocó la parte del pecho por donde habían pasado los palillos.
 
Emilia: … ¿He dicho algo extraño?
 
Palillero: ¡Oye! ¡Dale algo de sentido común a esta fermosísima! ¡Sácala a pasear o algo ansí! ¡Donnadie! ¡Se supone que debes cuidarla! ¡Oye, faz algo, fazlo bien! ¡Duele, maldita sea…!
 
Subaru: T… tú no eres quién para decirme eso sobre Emilia. Pero dejando eso a un lado…
 
Palillero: ¡¿Eh?!
 
A pesar de estar abrumado, Subaru se las arregló para responder al hombre furioso. Una vez que logró tragarse su propia furia al ver cómo el hombre extendía una mano obscena hacia Emilia, lo señaló y procedió a hablar.
 
Subaru: Te moviste del sitio mucho más que un solo paso.
 
Palillero: …
 
Emilia: ¡Ah! ¡Es verdad! ¡Viva! ¡He ganado!
 
Su boca se cerró cuando Subaru lo señaló, mientras que Emilia comenzó a saltar con las manos juntas.
Y en consonancia con sus sentimientos, las flores de hielo comenzaron a florecer en su entorno inmediato, como para celebrar su propia victoria.
 
El hombre lo había declarado él mismo: la condición era hacer que se moviera, aunque fuera un paso, de donde estaba parado; lo cual se había logrado.
Ese hecho era tan claro como el agua para todos, y a menos que el hombre hiciera las cosas más difíciles, sería aceptado.
 
Subaru: ¿Qué tienes que decir?
 
Se sentía mal por Emilia, que estaba celebrando su propia victoria sobre el Examen, pero Subaru no confiaba plenamente en aquel hombre. Dadas todas las interacciones que tuvieron, esperar deportividad de él era difícil.
Invalidar su derrota, declarar el último Examen como nulo, y abalanzarse sobre ellos con todo lo que tenía, no sería demasiado improbable.
 
Mientras se mantenía así de precavido, una gota de sudor rodó desde las cejas hasta las mejillas de Subaru.
 
Palillero: Vaya… qué remedio. Mi palabra es mi palabra. Esta clase de derrota me convertirá en un fazmerreír, maldita sea mi alma lasciva, mas no tengo elección.
 
Subaru: ¡¿Lo-lo admites?!
 
Palillero: Oye, qué demonios piensas de mí. Si no cumpliere con mi palabra, todo lo que fice y faga para parecer genial y aumentar mi valía sería en vano, oye. Sería como tirar por la borda todo aquello por lo que trabajé, oye. Si ocurriere, ¿te farías responsable, donnadie? No podría dar un paso más hacia las mujeres, oye.
 
Subaru: En realidad, con la forma en que perdiste ahora, tu valía ya ha tocado fondo.
 
Palillero: ¡Cállate, donnadie! ¡Ni siquiera llegas al nivel de donnadie, sólo eres una mierdecilla pinchada en un palo! No te pongas a tirar mierda, mierdecilla. De todos modos, esa fermosísima de allí gana. Te has ganado un pase. Esa es la condición. Qué remedio.
 
Rascándose la cabeza violentamente, el Palillero admitió su derrota.
Aunque se había convertido en una situación en la que era difícil saber si esas acciones eran de buen o mal perdedor, Subaru no tenía intención de hurgar más en esos asuntos, no cuando el anuncio ya se había hecho.
 
Aunque tanto Julius como Anastasia habían caído como víctimas de la batalla contra el hombre, probablemente se recuperarían si se les dejaba en la Sala verde.
A pesar de ser el segundo Examen, parecía ser un obstáculo demasiado pequeño, pero…
 
Palillero: … Bueno, ¿quién será el siguiente? ¿El mierdecilla? ¿O será una de esas enanas?
 
Subaru: ¿Eh?
 
Podían avanzar hacia arriba.
Subaru, que había sido atrapado por ese pensamiento, se puso en guardia una vez más ante las palabras del hombre. El hombre se levantó lentamente ante esa respuesta, con el hombro izquierdo cubierto por el kinagashi——lo destapó para que coincidiera con el hombro derecho y se giró hacia ellos.
 
——De pronto, el aire olía a quemado.
 
Surgía del incomparable espíritu guerrero del hombre. ——Un cambio drástico que hizo que todo lo de antes pareciera un juego de niños. Subaru lo notó demasiado tarde.
 
Palillero: Hay alrededor de siete personas en esta torre… Tu chica es la única que puede pasar.
 
Subaru: …
 
Palillero: ¿Quién será el siguiente en pasar? ——Dímelo, mierdecilla.
 
 
 
Examen del segundo piso —Electra— de la Gran Biblioteca Pléyades:
 
Tiempo límite: sin restricciones.
Número de oportunidades: sin restricciones.
Retadores: sin restricciones.
 
——La ha superado: Emilia.
——Aún por superar: Subaru, Beatrice, Julius, Anastasia, Meili, Ram.
 
 
 
——El Examen, continúa.