——Érase
una vez, una mujer.
Nació
y creció como cualquier otra aldeana.
Era una mujer extremadamente normal. Sus padres la amaron, sus hermanos la amaron, y ella amó a su familia.
Sus padres le eligieron un marido con quien pasaría el resto de sus días al fondo de la pobre aldea, tal y como muchas otras aldeanas.
Para la mujer, así era la vida: un estilo de vida pavimentado sin margen para la duda.
Pero
aquella normalidad de la mujer fue destruida por la llegada de personas
influyentes de poco rango a la aldea.
Sin saber ella el verdadero motivo, ya sea por conveniencia o por el mal hábito de querer las cosas de los demás, aquellas personas influyentes querían apoderarse de la mujer.
A
pesar de tratarse de una aldea pobre de un país pequeño, había una disparidad
enorme con respecto a esas personas influyentes; por lo que la mujer no podía
oponerse a sus demandas. No tenía otra opción más que rendirse ante el absurdo
destino.
Era una mujer extremadamente normal. Sus padres la amaron, sus hermanos la amaron, y ella amó a su familia.
Sus padres le eligieron un marido con quien pasaría el resto de sus días al fondo de la pobre aldea, tal y como muchas otras aldeanas.
Para la mujer, así era la vida: un estilo de vida pavimentado sin margen para la duda.
Sin saber ella el verdadero motivo, ya sea por conveniencia o por el mal hábito de querer las cosas de los demás, aquellas personas influyentes querían apoderarse de la mujer.