viernes, 23 de septiembre de 2022

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Julius Euclius


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Martín

Corrección y edición
Carlos
Pretinaverse

※ ※ ※ ※ ※

——Puede que nadie lo crea.
 
«¡Mi nombre es Natsuki Subaru! Sirviente en la mansión de Roswaal, y caballero de Emilia-sama, candidata de la Selección Real».
 
En ese momento, todos en el Salón Real apuntaron sus miradas hacia el caballero autoproclamado.
La persona que habló no había podido mantener sus emociones bajo control——lo cual causó una gran impresión en cierto hombre.
 
 
    
 
 
Al levantar la Espada de Selección del suelo, sintió que le calzaba en la palma de la mano a la perfección, al punto que casi dejó escapar unas lágrimas. Casi cayó en la ilusión de que la espada lo había elegido a él en específico.
Aun así, ahora mismo no había razón alguna por la cual sentirse tan orgulloso de sí mismo.
 
Julius: ¡Tch!
 
En comparación con su tan querida —y ahora rota— espada, la que ahora sostenía se sentía ligeramente más ancha y más pesada en la punta; pero una vez que la blandiera un poco considerando esas diferencias, se acostumbraría a usarla más o menos rápido.
No todas las peleas se pueden ganar con el arma a la que uno está acostumbrado, por lo que estaba orgulloso de haber entrenado para cualquier tipo de situación, y de poder usar cualquier tipo de espada que tuviera a mano.
 
Reid: Qué aburrido eres, oye.
 
El orgullo era lo que movía a su amenazante estocada, que apuntó justo al centro de la frente del hombre que bostezaba. Sin embargo, el hombre únicamente ladeó la cabeza para esquivarlo; la espada terminó lejos de su objetivo, y luego de notar que solo había cortado unos mechones pelirrojos, dio un salto hacia atrás.

Dejó caer todo su peso y dio otro salto, aprovechando que sus pies todavía no se habían enfriado del ejercicio previo, y así creó algo de distancia entre ellos.
En un combate, evaluar la habilidad de tu oponente con la espada no lo es todo, así como tampoco lo es la espada que uses. El ritmo de los pies y la agilidad de las piernas son lo más crucial.
Naturalmente, la habilidad en esgrima también importa. Para obtener una posición óptima, tener el paso más rápido, y maximizar tu potencial, no debes usar solo las manos y las piernas, sino cada parte de tu cuerpo.
 
Por eso, para los principiantes en esgrima es crucial adquirir un movimiento de pies adecuado.
Sin duda, se consideraba afortunado por haber sido bendecido con tan buen maestro. En la actualidad, Julius le superaba en habilidad con la espada, pero eso se debía al obstáculo inevitable llamado edad.
Sin embargo, no cabía duda que dicho maestro era muy hábil enseñando a estudiantes incluso más hábiles que él. No sólo hablaba de cómo practicar esgrima, sino también de dónde habían venido esas técnicas y cómo habían sido transmitidas.
Naturalmente, él disfrutaba escuchar tales cosas, y consideraba un honor poder llevarlas a la práctica.
 
Julius: …
 
Con un salto que lo acercó a su objetivo, apuntó la espada a donde debía haber llegado en el intento anterior.
Arriba, abajo, izquierda, derecha. Tres de esas direcciones estaban protegidas, y la que tenía más probabilidades de asestar una herida grave era desde abajo.
 
Reid: Oye, ¿no aprendes?
 
Usando los palillos, el hombre desvió con extrema facilidad la espada que se dirigía hacia su pecho desde abajo. Aquel movimiento de espada había tomado menos de un segundo. Aunque lo viera venir, haber podido desviarla de esa forma significaba que era demasiado habilidoso y poseía un control minucioso sobre su propia fuerza, hasta el punto de poder enhebrar una aguja sin problemas.
 
Julius: ——Gh.
 
Julius gruñó sorprendido cuando su fuerte ataque devolvió su espada hacia su cabeza. Ese pequeño traspié y la pérdida de postura crearon una pequeña apertura. Intentó usar la espada de viento, pero en ese momento no tenía ese recurso.
La magia que podía usar como segunda opción no funcionaba.
En cambio, simplemente quedó indefenso.
 
Reid: ¡Jah!
 
Recibió una patada frontal por el costado, y las uñas de los pies descalzos de su atacante se hundieron en los espacios entre sus órganos internos. Cuando sintió que su cuerpo no aguantaría más presión y se rompería, el pie que se clavaba dentro de él se retorció, lo que le causó un dolor extremo desde adentro y lo mandó a volar.
 
En un instante, voló en la dirección del golpe que recibió, desafiando la inercia.
Pero ni siquiera eso fue suficiente para absorber la fuerza de la patada. Mientras veía todo dar vueltas a su alrededor, el impacto que recibió su cuerpo retumbó hasta su cabeza y le provocó náuseas. Aun así, no quitó los ojos de encima de su oponente y clavó los pies en el piso al aterrizar, sin perder la postura.
 
Respiraba agitadamente; necesitaría algo de tiempo para estabilizarse y recuperar el aliento.
Julius forzó sus pulmones a sacar todo el aire, y entonces forzó a su cuerpo a calmar su agitada respiración.
 
Reid: …
 
Lo sacó todo. Luego, podría pelear. Debía poder pelear.
 
Julius: …
 
Unos diez metros adelante, estaba el sujeto pelirrojo parado, mostrando una sonrisa presumida.
Nuevamente, se abalanzó sobre él. Los bordes de los palillos y de la hoja de acero colisionaron, todo con tal de borrar esa sonrisa tranquila de su rostro. Entonces, la verdadera batalla…
 
Reid: Qué pretencioso. Hay mentiras y verdades en una pelea, oye. ¿O es que aprendiste con un libro infantil?
 
Julius: Ah—
 
La distancia entre ellos se redujo en un abrir y cerrar de ojos; la velocidad del hombre lo dejó perplejo.
Todo sucedió, literalmente, en un pestañeo. El sujeto avanzó diez metros en un instante. Un palillo apareció frente a sus ojos, y para defenderse, alzó de inmediato su espada, lo que dejó desprotegido el resto de su cuerpo. El resultado fue dos fuertes golpes con los palillos, uno en el costado de la cabeza y otro en el pecho.
 
Notó que la agudeza del golpe le haría perder la consciencia antes que el dolor. Apretó los dientes y pisó el suelo con vigorosidad para retener su propia consciencia.
 
Julius: ¡Oo… Ah!
 
Su voz quedó ronca luego del grito que soltó, pero movió su espada formando un arco hacia el hombre, quien esquivó el ataque de un salto, como si bailara, y lo golpeó por el costado con el codo. Su consciencia volvió a sacudirse.
Sus pies se tambalearon, pero sostuvo su espíritu de lucha a pesar del dolor que se extendía de a poco desde la suela de sus zapatos. Sin embargo, su capacidad de tomar decisiones rápidas y precisas quedó mermada. Y por eso, optó por el ataque al que su cuerpo estaba más acostumbrado.
 
Conjuración simultánea de fuego y agua, junto con un ataque de espada——ese ataque de tres tipos simultáneos no pudo realizarse.
Sin el soporte del fuego y el agua, lo único que realizó fue un bello ataque de espada que había realizado numerosas veces durante su entrenamiento para convertirse en el «Mejor Caballero». Si se hubiera tratado de un oponente normal, eso habría sido suficiente para derribarlo.
 
Reid: ¡Bang!
 
La técnica más avanzada de esgrima, desviada sin problemas por los palillos en las manos de una persona.
Los palillos golpearon su rodilla y se clavaron en su estómago, lo que lo hizo vomitar jugos gástricos; una imagen para nada agradable. Su cuerpo estaba a punto de colapsar, como si los palillos lo hubieran dañado desde todas las direcciones.
 
Reid: ¿Oh?
 
Pero en lugar de caer hacia adelante, se inclinó y rápidamente sostuvo su cuerpo extendiendo el brazo. Entonces, lanzó un golpe con su pierna utilizando su rotación hacia atrás con un impulso sorprendente. El hombre soltó una expresión de sorpresa, ya que no esperaba ese movimiento.
Retrocedió de un salto una y otra vez, hasta obtener una distancia más amplia entre ellos. Desde su nariz comenzó a caer sangre. Limpió su nariz con la manga blanca, su uniforme estaba ahora manchado con un brillante y desagradable color rojo.
 
Pero esto no le importó. Exhaló con fuerza y puso todo su espíritu en la espada de su mano derecha.
Para alcanzarlo, hay que intentarlo.
Para ser fuerte, hay que mantenerse fuerte.
 
Reid: Sin duda eres patético, oye. Lo único que faces es alzar una espada, oye. Yo sólo he usado espada tres meses, oye. Y con eso bastome para cortar la luz con ella; ¿qué demonios has cortado tú?
 
Julius: A ti, aquí y ahora—
 
Reid: No digas tonterías, oye. ¿Crees que podrás? No puedes, oye. No la muevas fasta que lo alcances; nada de moverla
fasta alcanzarlo. Fasta que puedas, no la muevas. Nada de moverla fasta que puedas. Si no puedes facerlo, deja de fablar de las cosas que quieres facer, oye.
 
En vez de refutar aquella declaración, Julius hizo un ataque con la espada con toda su inmensa fuerza.
En respuesta, el hombre le propinó otros diez golpes a Julius.


Julius: …
 
Su consciencia pendía de un hilo, pero aún no caía. El motivo de eso era…
 
Reid: Me decepcionas, oye. No das la talla, oye. Este no es lugar para ti; no es tu campo; no eres adecuado para el trabajo; no fuiste invitado.
 
Sólo debía ser fuerte, y demostrarlo con la espada.
 
Su nombre, su hogar, su familia, su líder, sus compañeros de batalla, sus amigos, sus espíritus… lo había perdido todo.
Lo único que le quedaba era esto. Lo único que le quedaba era él mismo.
De todo lo intangible que él había acumulado en su vida, esto era lo único que le quedaba.
 
Era la única prueba de su existencia.
 
Reid: Me desagradas, oye. ¿No puedes quitarte esa máscara que portas, eh? ¿S
atisfácete ser una copia barata de otros, eh? Tú y tu espada sois muy aburridos.
 
Alguna vez aspiró a la perfección de la esgrima, no dejaba de preguntarse si podría alcanzarla.
Pero no tardó en entender que ese sueño era muy difícil de alcanzar, y se rindió.
Al ver al sujeto de rojo, el hombre se dio cuenta del gran orgullo que representaba la espada que empuñaba.
 
Reid: Nadie está viéndote; nadie espera nada de ti. No seas tan ingenuo para pensar que esto es un juego para mí. Tus golpes y patadas son aburridos, oye.
 
Él también había soñado con eso; una vida llena de historias de grandeza.
Pero su yo actual carecía de lo necesario para estar a la altura de ellos.
Por eso debía arriesgar su vida. Por eso se decidió, se esforzó, y pensó en el sueño que había dejado atrás.
 
Julius: …
 
El ojo azul que el parche no cubría y el cabello del color de las llamas se superpusieron con el joven que alguna vez le hizo renunciar a su sueño, y con todas las cosas que deseó desde entonces.
Esforzándose diligentemente con la esperanza de alcanzarlo algún día; así creía que había transcurrido su vida.
 
Reid: No es suficiente, oye; ni por asomo. No desperdicies la vida.
 
Los golpes de unos palillos habían derribado todas sus ansias de alcanzar aquello que deseaba.
No podía hacerlo usando una espada; no era posible derrotar a aquel en frente de él con una espada. No tenía sentido esforzarse por alargar la pelea, era un desperdicio de sangre y sudor. En su vida, aquella que estaba por colapsar, solo quedaba una cosa, e incluso habían pisoteado esa única cosa en la que creía.
 
Julius: …
 
Poco a poco, algo surgió dentro de él.
Pero algo mucho más fuerte que eso lo opacó.
 
Reid: ¡Jah! ¿Lo soportas? Me aburres cada vez más y más, oye.
 
Luego de chasquear la lengua, una luz se disparó y atravesó sus extremidades.
Se derrumbó como una marioneta a la que le cortaron los hilos. Sin embargo, la violencia no permitiría eso.
 
Los palillos de madera se incrustaron en su pecho, lo que le drenó todo el oxígeno de los pulmones hasta asfixiarlo. Entonces, lo tomó del pelo, lo zarandeó como a un juguete, lo azotó contra el piso, y en el momento en que rebotó, recibió una patada en el rostro que lo mandó a volar. El espadachín se deslizó por todo el suelo como si fuera un frisbee, rotando sin parar en la sala blanca sin límites.
 
Finalmente cayó al suelo.
Alzó su cuerpo para mirar en la dirección en la que recibió la patada, pero el hombre se le acercó a la velocidad de un rayo, y lo golpeó con la rodilla en el rostro.
Al impactar, la rodilla le partió la frente, y lo alejó de un giro una vez más.
Había distancia entre ellos. Debía restablecer su postura, pero su cuerpo no se movía.
 
Julius: Fh… guh…
 
Su cuerpo entero gritaba de dolor, en gran parte por el daño grave en su cabeza. Temía que, si llegara a relajarse tan solo un momento, perdería al instante la consciencia fluctuosa que le quedaba.
 
—La espada… ¿Dónde está la espada?
 
Puso toda la fuerza en la mano derecha para encontrarla y la tocó con suavidad.
Y cuando pudo sentir la empuñadura, se alivió.
No quería soltarla. Tan solo le quedaba eso. Si incluso perdía eso, quizás no le quedaría nada más que perder.
 
——¿O acaso lo que sostenía ahora era otra cosa con forma de espada?
 
Julius: …
 
No había tenido errores en su vida, siempre creyó seguir su propio camino.
Incluso en este momento, no cambiaba de parecer. Incluso en este momento, suponía que era imposible en su vida cambiar esto.
Por eso, el problema era que no había encontrado la solución para todas las cosas que no había podido lograr y desaparecieron.
 
——¿O es que tan solo había sido un error?
 
Había perdido el camino, eligió un sendero erróneo… ¿todo por malinterpretar aquello en lo que creía?
Su nombre, su hogar, su familia, su líder, sus compañeros de batalla, sus amigos, sus espíritus… lo había perdido todo.
¿Y si lo único que le quedaba era sólo una mentira que no ayudaba para nada, en la que no se podía confiar, y en la que no se podía apoyar?
 
«Conservaré mi fuerza y le apoyaré», le prometió a su líder.
«Recuerda ser fuerte», le dijo su único amigo que le quedaba.
 
Aunque la «fuerza» fuera lo único que lo apoyaría en un mundo en el que todo se había perdido.
Aunque dicha «fuerza» fuera lo único que su débil y frágil ser estaba «seguro» de que no desaparecería.
 
Reid: Por fin deja de haber titubeo en la espada, oye.
 
Julius: ¡¿—?!
 
¿Cuánto tiempo demoró para responder esa pregunta?
Probablemente ni siquiera un segundo. Sin embargo, para ese hombre——para el Santo de la Espada, ese momento era una oportunidad para derrotar a su enemigo.
 
Hizo un intento desesperado de levantar su espada para defenderse del veloz e inminente ataque.
Resonó un ruido fuerte y agudo. Sólo al verla caer, se dio cuenta de que la hoja de acero de la espada había golpeado el suelo.
 
Al final, también se separó de la espada cuando se le escapó de las manos.
 
—Ya perdí mi nombre, y mi reputación… Ahora que incluso perdí la espada, ¿qué motivo tengo para seguir en pie?
 
Reid: No estás cualificado para alcanzar el título de «Espada Celestial». Ni siquiera soportaría tenerte como seguidor, oye.
 
Luego de aquella declaración indiferente con una voz ronca, el Santo de la Espada sostuvo los palillos al frente y flexionó las rodillas.
 
——Por primera vez, el Santo de la Espada adoptó una postura ofensiva.
 
Entonces alzó los palillos, y golpeó; no había duda, fue un ataque de espada.
Había sido un ataque de espada definitivo, que lo envolvió en la onda de choque y lo mandó a volar.
 
Julius: …
 
Aquel ataque había sido diferente a cualquier otro golpe o patada hasta el momento. En realidad, no era un ataque. Era el cénit de la espada, el nivel más alto que una espada podía alcanzar, su verdadera «fuerza».
 
Se sumió ante la luz, perdió la consciencia.
¿Vio la muerte? ¿Vio algo más que la muerte? No sabía qué era en absoluto.
 
Sin embargo, cuando recibió el golpe, escuchó una voz tenuemente.
 
???: ¡¡Julius——!!
 
La voz gritó dramática.
Como si, tras subir corriendo las largas escaleras, el autor del grito hubiera sido abrumado por la desesperación al encontrarse tal escena decisiva.
Y al escuchar que esa persona gritó su nombre, los labios de Julius formaron una sonrisa fuera de lugar.
 
El «Más caballeroso de los caballeros» del Reino Dragón de Lugnica. Guardia Real de los Caballeros Reales. Hijo mayor y heredero de la familia Euclius. caballero de la candidata a la Selección Real Anastasia Hoshin.
 
——Julius Euclius.
 
Julius: Me…
 
Me pregunto si mi yo actual es digno de que le llamen por ese nombre.
 
Finalmente, con tales dudas en su mente, la consciencia de Julius se apagó abruptamente, tragada por la luz.