jueves, 22 de septiembre de 2022

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Quien aguarda en el segundo piso, Electra


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Aingero
Juandavid

Corrección y edición
Juandavid
Carlos
Pretinaverse

※ ※ ※ ※ ※

――Érase una vez, una mujer.
 
Oprimida por su familia, por su clan, por su raza que deberían haberla amado. Todos la miraban con desdén y la marginaban.
Depositaron sus esperanzas en esa mujer antes que naciera. Pero esas esperanzas fueron traicionadas cuando ella nació.
 
Desalentados y decepcionados, sólo le concedieron el desprecio y la humillación. Esas eran las únicas posesiones de la mujer.
 
Existía un deseo muy preciado por su clan: traer de vuelta al símbolo de su antigua gloria y prosperidad, la segunda encarnación de su fundador, a quien llamaban dios.
Realizaron todo tipo de artes secretas y atrocidades inhumanas, y llevaron a cabo una cantidad inconmensurable de tabúes… y el fruto de todo eso fue la mujer.
No obstante, el nacimiento de esa mujer traicionó su deseo más preciado; y el clan, decepcionado y desesperanzado, la abandonó.
 
Hombre del clan: Vive y muere allá donde vayas. Pues ese es tu pecado.
 
Abandonada por su familia y por su raza, la abandonaron en el campo cuando era una niña.
Desterrada y sin medios para subsistir, se suponía que la niña no debía sobrevivir.
 
Sin embargo, aunque carecía de los medios, ella poseía la fuerza para lograrlo.
 
Irónicamente, el preciado deseo del clan por el cual se cometieron múltiples pecados y se violaron tabúes era el festín de la negatividad que nació.
Ignorante a las palabras, carente de sabiduría y guiándose sólo por sus instintos, la mujer sobrevivió y vivió una larga vida en el campo.
 
Asesinando bestias, sorbiendo sus sangres, arrastrándose por la tierra, saboreando el agua fangosa.
Antes de que pasara mucho tiempo, la niña se convirtió en una joven, la joven en una mujer, y el vivir en los campos se volvió complicado.
 
Al oír rumores sobre una mujer que asolaba las montañas como si de una bestia se tratara, unos hombres fueron a por su vida y la capturaron.
La mujer cautiva era hermosa, los hombres se abstuvieron de acabar con su vida y pasó a ser mantenida por ellos.
Mientras obedecía completamente a los hombres, la consciencia de la mujer descendió gradualmente del campo al entorno humano.
 
Como ya no tenía que seguir luchando por sobrevivir, la mujer quedó expuesta a los deseos de los hombres, limitándose a dejar pasar los días.
Tras un tiempo, estando sobre la cama, la mujer aprendió de los hombres cosas que desconocía.
 
Palabras, sabiduría, estilos de vida, y emociones.
 
Con el tiempo empezaron a tratarla diferente, le regalaban accesorios para decorar su cuerpo, la veían como una joya preciosa.
Entre esos días, la mujer desarrolló sentimientos extraños por esos hombres.
En ese momento la mujer no tenía capacidad alguna para entender si esos sentimientos se parecían más a la gratitud o a la obligación.
 
Aferrándose a esos sentimientos, la mujer quebró los cuellos de todos los hombres que habitaban la morada.
Fácilmente, en un respiro, sin hacerlos sufrir, en un instante, los agrupó a todos y los sepultó.
 
Libre de dudas, la mujer se escabulló de la residencia en dirección a los campos y regresó a su pueblo natal.
La mujer se sentía extrañamente inquieta por la raza que ahí residía, el clan que poseía su misma sangre, la gente que tenía cuerpos mucho más grandes que el suyo.
La mujer no sabía en ese momento que esos sentimientos eran odio y sed de venganza.
 
Esos llantos y lamentos, esas súplicas de perdón, el sólo oírlos era placentero; y, por primera vez, la mujer sonrió desde su corazón.
 
Mujer: Desmorónense y mueran de una forma horripilante. ——Porque, como sabrán, ese es su pecado.  
 
Con el fin de alcanzar esa felicidad, uno tras otro, la mujer pulverizó por sí misma el deseo más preciado de su raza, de sus consanguíneos, de su clan.
De una forma educada y cortés, sin dejar ni uno solo, sin perdonar a nadie, tomándose su tiempo con cada uno, y con certeza.
 
Al poco tiempo, cuando toda su raza se extinguió, cuando todo acabó, la mujer regresó a la residencia donde había vivido con los hombres.
Había dejado los cadáveres de su clan a su suerte, pero a los hombres los enterró con sumo cuidado.
Una vez sola en la residencia, la mujer respiró profundo, muy profundo.
 
Aquello era relajante, tranquilizador; la mujer, por primera vez, experimentó la felicidad absoluta.
Ahora nadie la molestaría. Pensar y actuar ya no era necesario, así que ella sólo dormiría.
 
――La Bruja de la Pereza siguió entregándose a la inactividad eterna y a la tranquilidad insaciable.
 
 
    
 
 
――La escalera que conducía al segundo piso —Electra— debía de llamarse La Gran Escalera dada su imponente presencia.
 
En comparación con la escalera en espiral que llevaba del sexto al quinto, y luego al cuarto piso, La Gran Escalera era mucho, mucho más ancha y mucho, mucho más larga.
Dado que ocupaba el espacio de una habitación entera, no era raro que emanara un aura intimidante.
 
Lo que se suponía que era una habitación vacía, ahora era La Gran Escalera.
Frente a ella, Subaru cruzó los brazos y suspiró. Y entonces…
 
Subaru: Se siente como si hubiera estado aquí antes.
 
Emilia: ¿Eh? Acabamos de hallar la escalera. ¿Qué sucede contigo de repente?
 
Emilia abrió los ojos de par en par ante el comentario lleno de sentimientos de Subaru, quien estaba justo a su lado.
Subaru negó con la cabeza y se giró hacia los compañeros que tenía detrás, con quienes había experimentado toda la inmundicia que el creador de la torre les había causado.
Por alguna razón, recobró un poco la calma al ver sus rostros inalterados.
 
Beatrice: ¿—? Subaru, ¿por qué entrelazas los dedos de Betty con los tuyos?
 
Subaru: Como que quería saber si tenía los pies sobre la tierra… Ejem, ya estoy bien. Lo siento.
 
Ante la creciente sospecha en su rostro, Subaru forzó una sonrisa hacia Beatrice, pero siguió sosteniendo su mano.
Tras esto, se encaró nuevamente hacia la gente en la habitación y apuntó hacia La Gran Escalera detrás de él.
 
Subaru: En fin, retomando… Esta Gran Escalera siempre estuvo aquí, pero parece que nadie se dio cuenta, ¿verdad?
 
Julius: Me parece descabellado que pasáramos por alto una escalera tan visible. ——Sin embargo, si se limitara sólo a esta habitación, entonces no podría descartar esa posibilidad.
 
Subaru: ¿Cómo dices?
 
Anastasia: Aquella sensación de incongruencia durante la exploración, ¿eh? A mí también me dio esa sensación totarmente.
 
Atendiendo con calma la duda de Subaru, Anastasia y Julius —el dúo líder-súbdito — asintieron en acuerdo. Al ver eso, Subaru ladeó ligeramente la cabeza, pero entonces Emilia alzó la mano y exclamó ¡Cierto! .
 
Emilia: Más o menos cuando Subaru aún dormía, todos nos reunimos en el cuarto piso. Rem y Patrasche estaban descansando en la Sala verde, y nosotros estábamos intentando resolver el acertijo en el tercer piso, así que todos estuvimos dando vueltas tratando de ver en cuál habitación poner nuestro equipaje…
 
Beatrice: En aquel momento, de alguna manera todos evitamos esta habitación, de hecho. Ahora que lo pienso, fue inconscientemente, pero…
 
Subaru: Puede ser que algo del exterior estuviese impidiendo que nuestras mentes procesaran que aquí había esta habitación, ¿o algo así?
 
Beatrice completó lo que Emilia estaba diciendo, y Subaru dijo la conclusión. Tanto Emilia como Beatrice asintieron, y Anastasia y Julius también estuvieron de acuerdo con esa teoría.
Si fuera la clase de bloqueo mental del que todo el mundo diría Ahora que lo dices… al darse cuenta por primera vez, entonces tal vez La Gran Escalera siempre estuvo presente en esta habitación, y había algún tipo de magia que la camufló para hacerla imperceptible.
 
Subaru: Bueno, si no fuera por eso, cuando acabamos con el acertijo de la losa del tercer piso, quien sea que pudiera haber estado en la habitación podría haber sido aplastado por la repentina aparición de las escaleras.
 
Julius: Subaru, no es una losa, sino un MONOLITH. Refirámonos a eso de la misma manera. Me gustaría evitar confusiones.
 
Subaru: ¡MONOLITH, MONOLITH, MONOLITH! ¿Satisfecho? Continuemos.
 
Aunque Julius lucía insatisfecho con su apática respuesta, Subaru ya estaba harto, así que le ignoró. Se dirigió a las dos que no habían participado en la conversación hasta ahora: Shaula, quien jugaba junto a la escalera, y Meili, quien estaba sobre su espalda.
 
Shaula: ¿Mmm? ¿Sucede algo, Gran Maestro? ¡Ah! ¡¿Será que es mi superturno de serle útil?! ¡Haré lo que sea por el Gran Maestro! ¡Hasta podría ser su cofinanciadora!
 
Subaru: ¡No tienes idea de lo que dices, ¿cierto?! Eso no es algo en lo que deberías convertirte, aun si tu mamá, papá, hermano, o si hasta un amigo te lo pide. Por si acaso, te lo preguntaré: ¿sabías que estas escaleras…?
 
Shaula: O sea, he vivido aquí por unos cientos de años… ¡pero es la superprimera vez que veo estas escaleras!
 
Subaru: Meili, puedes jugar. Tira con fuerza su SCORPIONTAIL.
 
Meili: Aunque no me lo hubieras dicho, onii-san, pensaba hacerloo.
 
Shaula: Duele duele superduele.
 
Como de costumbre, Shaula era inútil para conquistar la torre. Dejando que Meili la castigara como correspondía, Subaru volvió a mirar hacia La Gran Escalera.
A diferencia de las que conducían al cuarto piso, La Gran Escalera no tenía forma de espiral. Normalmente, una escalera sería un camino único que conduce al siguiente piso. Sin embargo, el hecho de que esta escalera en particular cruzara el tercer piso y condujera directamente al segundo era algo extraño para la torre, dada su forma. Uno pensaría que, por consiguiente, la estructura haría que el piso sobresaliera fuera de la torre
 
Subaru: Tal vez es ahí donde entra en acción el POWER del misterio…
 
Emilia: O tal vez sólo parece conducir al segundo piso, pero en realidad lleva a un sitio completamente distinto… ¿eso sería demasiado ruin?
 
Subaru: Tengo miedo de que la pureza de Emilia-tan se vea manchada por la horrible personalidad del creador de la torre. Quiero conquistar este lugar lo más rápido posible.
 
Emilia: ¿—?
 
Emilia ladeó la cabeza sin comprender del todo. Sin embargo, fue Emilia quien encontró esta Gran Escalera, y también fue ella quien descubrió una pista importante para resolver el misterio del tercer piso.
El edificio llamado Atalaya Pléyades… o, mejor dicho, La Gran Biblioteca Pléyades, albergaba una serie de artimañas muy ruines que reflejaban la personalidad del diseñador.
Aunque se mostraba confiado de que Emilia resolviera un obstáculo tras otro, Subaru, quien quería pasar sus días en paz con ella, se preocupaba de que como resultado su personalidad pudiera torcerse.
 
Subaru: Aun así, nuestro PACE ha sido bastante bueno hasta ahora. He superado el examen del tercer piso en mi primer intento y ya hemos conquistado un tercio de la torre en menos de tres días.
 
Beatrice: Comparado con el nulo progreso en 400 años, esto sería un ritmo vertiginoso, supongo.
 
Subaru: Dicho así, ya no suena tan bien… Pero entonces, yo sería algo así como el sujeto que mueve los hilos de una historia que ha estado estancada por los últimos cientos de años. Como hombre impulsor de la historia, mi sentido de POWER WORD es increíble.
 
En el pasado reciente, había reunido a los implicados en la subyugación de la Ballena Blanca, aplastó al Arzobispo de la Pereza y aniquiló al Gran Conejo, ayudó en parte a completar las Pruebas en la tumba de la Bruja de la Codicia, derrotó al Arzobispo de la Codicia; y, finalmente, puso un pie en la nunca antes explorada Atalaya Pléyades, superó uno de sus nunca antes desafiados Exámenes y ahora estaba en camino de desafiar el segundo de esos Exámenes.
 
Subaru: Si me limito a enumerar todos mis logros y saltarme el proceso, sólo pareceré un idiota.
 
Había muerto varias veces para lograr todo eso, así que no podía enorgullecerse demasiado. A pesar de ello, la historia había avanzado demasiado en el último año.
No era su intención, pero como mínimo, tenía que ajustar cuentas con los arzobispos de la Glotonería y de la Lujuria, así que más vale que el mundo esté preparado para ello… Así se sentía al respecto.
 
Subaru: Eh… ¿Uy? ¿Qué pasa, Emilia-tan? ¿Por qué de repente tomas mi mano? 
 
Emilia: … No. Es sólo que creo que Subaru debería ser un poco, sólo un poco más amable consigo mismo.
 
Subaru: Al contrario; te costará encontrar a alguien que sea tan blando consigo mismo como yo. Ya es suficiente con Emilia-tan y Beako, más es demasiado.
 
Rem se añadiría a esa lista cuando se despierte. Sería un poco estricta, pero amable de todos modos.
Y sumando a Petra, Patrasche, Garfiel e incluso a Otto, sería imposible para Subaru ser más blando consigo mismo.
 
Emilia: …
 
Los labios de Emilia temblaron débilmente, como si tratara de buscar alguna forma de responderle, pero sólo siguió mirando a Subaru.
Aligerando el agarre de su mano, Subaru ladeó la cabeza.
Sin embargo…
 
Anastasia: Creo que esto de Natsuki-kun es un problema que viene de lo má’ profundo de su ser. No es argo que vaya a mejorar en un día o dos. Aunque supongo que también depende de lo que haga Emilia-san…
 
Irrumpiendo en la conversación con un ligero aplauso, Anastasia lanzó una mirada a Emilia. Emilia le devolvió la mirada con su usual expresión seria, pero parecía no ser la reacción que Anastasia pretendía, así que…
 
Anastasia: Vaya, veo que no es muy esperanzador. No encajaría con tu personalidad.
 
Emilia: ¿—? Creo que no lo entiendo, pero si me enseñas cómo, daré lo mejor de mí.
 
Anastasia: Me temo que tendré que negarme. No me llama eso de ser patea’a por un dragón de tierra.
 
Subaru: Ser pateado por un dragón de tierra… Me pregunto si significa algo así como ser pateado por un caballo.
 
Dejando de lado los dichos raros de Garfiel, Subaru añadió uno nuevo que podría ser común en este otro mundo.
En cualquier caso, para Subaru, ese no era el final de la confusa información arrojada en la conversación de Emilia y Anastasia. En un momento dado, tanto él como Emilia seguían ladeando la cabeza por cada diálogo dicho, hasta el punto en que Anastasia suspiró y señaló la Gran Escalera.
 
Anastasia: Eeey, ¿cuándo vamo’ a dejar de perder er tiempo y subir? Lo que sea que esté esperando podría ser má’ difícir que er tercer piso… O tar vez Natsuki-kun termine completándolo de inmediato.
 
Subaru: A decir verdad, si se trata de algo tan molesto como el acertijo del tercer piso, no me siento tan confiado.
 
Realmente, la única razón por la que Subaru fue capaz de superar el tercer piso —Taygeta— fue porque el conocimiento de las estrellas y las constelaciones era fundamental para completarla.
Constelaciones… Eso también, el conocimiento del mundo originario de Subaru, era necesario para resolver el acertijo. Y por eso, Subaru creía que el diseñador de esta torre era de otro mundo, y de tiempos modernos también, como él.
En ese sentido, seguramente el Examen del segundo piso también requiera conocimientos modernos, donde la presencia de Subaru resultaría útil, pero…
 
Subaru: Sería un problema que pregunten algo que no sé, a diferencia del tercer piso. ——El nombre Flugel es germánico; y no sé mucho sobre la historia de Alemania.
 
Una vaga sensación de preocupación se arremolinaba en él, pero no podía expresarla a fin de mantener altas las expectativas de sus compañeros. Tanto a los ojos de Emilia como de Beatrice, Subaru era débil.
Por ello, quiso hacer todo lo posible sacando a relucir el poco conocimiento que tenía de Alemania.
 
Subaru: No hay de otra. Las escaleras están justo enfrente. No puedo llamarme a mí mismo un hombre si doy un paso atrás ahora. Vamos a entrar ahí y superar el desafío.
 
Julius: Por desgracia, aparte de ti y de mí, aquí sólo hay mujeres.
 
Subaru: ¡Es sólo un decir, no lo estropees! ¡Bien, vamos, Beako!
 
Beatrice: ¡Nkyah, de hecho!
 
Julius arruinó el candente espíritu que Subaru empuñaba, pero Subaru simplemente le sacó la lengua y llevó a Beatrice a sus brazos, corriendo directamente hacia las escaleras.
 
Emilia: ¡Ah, Subaru, espera!
 
Al ver a Subaru empezar a subir las escaleras con energía, Emilia corrió tras él alarmada, mientras que Julius y Anastasia se encogieron de hombros simultáneamente y fueron tras ellos.
 
Meili: Onee-san desnuda, ¿no vendráás?
 
Shaula: Ya basta con lo de «desnuda», pequeñaja número dos. Para empezar, no estoy desnuda. Estoy superbien vestida de manera ero-kawaii. El Gran Maestro SELECTED esto para mí, así que deja de quejarte por eso.
 
Meili: No me estoy quejandoo, pero sería un problema que nos quedáramos atrás, ¿noo? Vamos, date prisa, date prisa.
 
Shaula: Para sólo andar montada en mí, sí que eres supermandona, pequeñaja. ¡Le diré al Gran Maestro que te enseñe modales! ¡Y quiero que él también me enseñe algunos modale~s!
 
Shaula puso un pie en la escalera mientras sacudía su rostro enrojecido, agitando su SCORPIONTAIL. Con un ímpetu impropio de una persona que lleva a alguien en la espalda, empezó a subir la Gran Escalera saltando peldaños de cinco en cinco, siguiendo a los demás.
 
Shaula: ¡Dadadadadadadadadaaa!
 
Ignorando lo que ocurría detrás, Subaru siguió corriendo escaleras arriba con Beatrice en brazos. En medio del camino, Beatrice había cambiado hábilmente su posición a la de una princesa en brazos y entrecerró sus ojos azules hacia Subaru.
 
Beatrice: Como pensaba, hay algo que altera la percepción del espacio aquí, supongo. No hemos salido de la torre aunque hayamos avanzado tanto en línea recta, de hecho.
 
Subaru: O tal vez la torre tenga realmente esa forma, pero no lo notáramos desde el exterior.
 
Beatrice: ¿Para que sólo sobresalga esta escalera? Si fuera así, entonces tiene que haber algo que haga que la torre parezca una torre; de lo contrario, no tiene sentido ocultar la escalera, de hecho.
 
Subaru: Supongo que sí. Simplemente quise decirlo en voz alta.
 
Subaru suspiró estando de acuerdo con el razonamiento de Beatrice y miró hacia arriba.
Extrañamente, aunque corría en subida por las escaleras, el piso de arriba no parecía estar más cerca que antes. Por mucho que corriera, le parecía que subía utilizando una escalera eléctrica descendente.
 
Subaru: No puede ser… Y pensar que el acoso que mencionó Emilia se haría realidad.
 
Que sólo había una escalera preparada, y que en realidad no conectaba con el segundo piso. Justo cuando Subaru más se temía que esa teoría sería cierta, el espacio sobre él se abrió.
 
Subaru: U… ¡¿Eh?!
Beatrice: Hya.
 
Mientras corrían por la poco iluminada escalera de piedra, una repentina luz brillante provocó que Subaru y Beatrice gritaran al mismo tiempo.
En algún momento, mientras avanzaban sin parar, las escaleras habían terminado, y habían llegado a un nuevo piso.
El cual era…
 
Subaru: Una sala blanca… otra vez, eh.
Beatrice: Sí, supongo.
 
Subaru se detuvo y bajó cuidadosamente a Beatrice de sus brazos.
Fue una subida sorprendentemente larga. Pese a que su resistencia había mejorado, no pudo evitar caer sobre sus rodillas y respirar con dificultad.
Mientras le acariciaba la espalda, Beatrice golpeó el suelo con la punta del pie y miró alrededor de la sala. Subaru tragó saliva e hizo lo mismo.
 
Para los dos que habían llegado primero a la cima de la escalera, la sala era exactamente igual a donde se realizó el Examen del tercer piso, Taygeta: un gran espacio blanco. Una estructura misteriosa en la que tanto el suelo como el techo se extendían mucho más allá del alcance de la vista, y la distancia en sí parecía distorsionada.
Sin duda, la única razón por la que este espacio blanco se podía percibir como un lugar, era por la abertura de la escalera que había en el suelo, y que conducía a la planta de abajo, al igual que en el tercer piso.
 
Emilia: Ah, ¿esta sala de nuevo?
 
Y de esa misma abertura surgieron Emilia y los demás, todos con reacciones similares al escenario blanco, y todos dejaron caer sus hombros rendidos.
Con esta presentación, era obvio que otro Examen estaba a punto de comenzar.
 
Subaru: ¿Cabe la posibilidad de que hayamos llegado al tercer piso de nuevo por error?
 
Emilia: No lo creo. Había 54 escalones en la escalera entre el cuarto y el tercer piso. Ésta de aquí tenía 444 escalones. Eso sería casi diez veces más escalones de los que necesitamos para llegar acá, ¿verdad?
 
Subaru: ¿Lo-los estuviste contando, Emilia-tan?
 
Emilia: Juju~, la verdad es que contar el número de escalones es un pasatiempo secreto que adopté hace poco… ¿Por qué me acarician la cabeza?
 
Subaru, Beatrice, Shaula y Anastasia se turnaron para acariciar la cabeza de Emilia después de que ésta presumiera de su afición. Incluso Julius y Meili, que se abstuvieron de hacerlo, la miraron con lástima.
 
Emilia: Se siente muuuy extraño…
 
Subaru: E-en cualquier caso, no podríamos haberlo hecho sin ti, Emilia-tan. Gracias a ti, sabemos que hemos subido diez veces más que hacia el tercer piso. Me pregunto si acabamos de subir hasta el primer piso. Ojalá, pero, por ahora, considerando que este es el segundo piso…
 
Beatrice: El Examen debería comenzar, de hecho. Quizás eso de ahí lo inicie, supongo.
 
Dejando las dudas de Emilia para más tarde, Subaru miró hacia donde Beatrice señalaba: justo frente a la salida de las escaleras, donde había una escena que llamaba la atención.
En el tercer piso —Taygeta— había algo similar en el centro de la sala. Y, al tocarlo, el Examen comenzaba. Si el caso era el mismo aquí también, entonces…
 
Julius: No es un MONOLITH, sino… una espada.
 
Estrechando sus ojos amarillos, Julius habló mientras miraba eso que sobresalía del suelo.
Tal como dijo, dentro del espacio blanco no había un monolito como el del tercer piso, sino eso.
 
Eso era una espada.
 
Sin funda, se mantenía erguida, con la punta clavada en el suelo blanco.
La forma en que se mantenía completamente recta, con la empuñadura hacia arriba, era de una belleza aterradora que se reflejaba en los ojos de Subaru.
 
No era como si llevara adornos deslumbrantes, y de ninguna manera Subaru sabría si era de un material de alta calidad.
Era sólo que, en su sencillez sin decoraciones, en su mínimo uso del acero, había algo hermoso.
 
Subaru: Por la atmósfera que la rodea, debe ser una Espada de Selección.
 
Julius: …
 
Anastasia: Sí, sí; fuiste muy paciente. Buen shico, buen shico.
 
Julius logró contenerse cuando oyó el murmuro de Subaru ante la pintoresca escena. Ignorando los silenciosos halagos de Anastasia a Julius, Subaru fijó su mirada en Shaula. Estaba cruzada de brazos y sacando pecho, mirando con satisfacción.
Su expresión decía «¡Pregúntame lo que quieras, estoy lista para decir que no tengo ni idea!», y por eso Subaru se vio obligado a acercarse a la espada sin poder preguntar nada.
 
Emilia: Subaru.
 
Subaru: Creo que irá bien. Considerando el del tercer piso, esto tampoco debería ser una trampa que provoque una muerte instantánea.
 
Asintiendo con la cabeza hacia Emilia, Subaru dio un paso hacia la Espada de Selección. Naturalmente, Emilia y Beatrice fueron hacia él. Los demás se quedaron atentos frente a las escaleras, preparados para reaccionar si ocurría algo.
 
Subaru: Ten cuidado si Anastasia sale huyendo. Son unas escaleras muy largas; así que, si la empujas accidentalmente, ella seguirá rodando hasta morir.
 
Julius: Lo tendré en cuenta. Pero tú deberías escuchar atentamente las advertencias de Emilia-sama y Beatrice-sama.
 
Emilia: No hay problema. Yo protegeré a Subaru.
 
Subaru: Sí, dejaré que me protejan.
 
Julius suspiró al ver a Subaru levantando disimuladamente sus pulgares hacia Emilia, quien estaba entusiasmada. Después de ver a Julius, Subaru se encaró hacia la Espada de Selección que tenía delante.
La tenía al alcance de la mano. En ese momento, la espada emanaba cierta sensación de realidad. Como con el monolito, no daba sensación de misterio.
 
Subaru: Aun así, es una espada que ha estado clavada acá desde que se construyó la torre. El hecho de que no haya rastro de oxidación es en sí bastante extraño.
 
Subaru susurró frente a la Espada de Selección, tomó aire suavemente, exhaló y estiró su mano hacia la empuñadura.
Envolviendo sus dedos alrededor, sintió que la espada se resistía ligeramente a él, pero continúo usando un poco más de fuerza hacia arriba.
Por un momento, la duda sobre si Subaru sería capaz de levantarla cruzó la mente de todos, si de verdad era la Espada de Selección——pero esas dudas resultaron ser en vano.
 

 
Al usar un mínimo de fuerza, la afilada punta que estaba enterrada en el suelo salió fácilmente.
Realmente fue con toda la elegancia que se le puede dar a una espada, como si la hubieran sacado de su vaina.
Y en ese mismo momento, resonó.
 
——Gánate el permiso del tonto que ha alcanzado la Espada Celestial.
 
¡—!
 
Una voz que atravesó sus tímpanos y resonó directamente en sus cráneos les contó el enunciado del Examen.
Fue un giro de acontecimientos esperable, por lo que Subaru no hizo algo tan indecoroso como caerse de espadas; pero sí fue una experiencia desagradable.
Después de todo, la voz que resonó en su cabeza era muy similar a su propia voz.
 
Subaru: Se siente como marearse en el auto… Supongo que todos se sienten igual.
 
¿Todos lo escucharon, o solamente lo hizo Subaru, quien fue el que sacó la espada? Cuando alguno tocaba el monolito, todos escuchaban la voz.
Así que, nuevamente, Subaru se giró con eso en mente, y se dio cuenta de——
 

 
——que todos contenían la respiración y miraban a un solo punto.
 

 
Subaru siguió sus miradas y también lo vio. Estaban mirando a un punto más allá de la Espada de Selección——a un lugar que casualmente igualaba la distancia que había entre la espada y la escalera.
 
Y en ese lugar, apareció la silueta de un hombre.
 
Voz: ——Gánate el permiso del tonto que ha alcanzado la Espada Celestial.
 
De repente una voz, que debería estar susurrando, sonó bastante alto para Subaru.
Una voz que repetía las mismas palabras que escuchó cuando desclavó la espada. Sin embargo, no se parecía nada a su propia voz que había resonado en su cabeza; sino que, sin duda, estaban siendo dichas por la silueta con una voz diferente.
 
Voz: ——Gánate el permiso del tonto que ha alcanzado la Espada Celestial.
 
Como si se tratara de un idiota entrenado para decir una única frase, la voz recitó las mismas palabras.
No era posible determinar si lo decía de manera mecánica, automática o inconsciente.
El sutil temblor en la voz se hizo evidente con la repetición de aquellas palabras inquietantes. Eran terriblemente directas, como si el filo de una espada rozara el corazón de quien lo escuchara.
 

 
Tampoco era posible determinar si ese temblor era producto del miedo, de la emoción, del placer o de la tristeza. Que esa voz pudiera jugar con varias emociones tan fácilmente demostraba que esa voz difería mucho de la de una criatura viviente.
A esta distancia, sólo siendo una voz, estaba jugando con sus vidas.
 
——Gánate el permiso del tonto que ha alcanzado la Espada Celestial.
 
——Era un hombre con una sencilla, pero larga, melena roja, que caía sobre su espalda.
 
Era bastante alto. Le sacaba una cabeza a Subaru, su cuerpo estaba lleno de grandes músculos acordes a su estatura.
No vestía armadura, sino un simple kinagashi carmesí que no le proporcionaba protección alguna——y sin cubrir su hombro derecho, dejándolo a la vista junto con el lado derecho de su torso, y dejando ver que su cintura estaba rodeada con una banda blanca muy ceñida.
 
Su cabello rojo como las llamas llegaba hasta la mitad de su espalda, y su ojo izquierdo estaba cubierto por un parche negro tosco. Para terminar, su ojo derecho, que estaba descubierto, era azul como un cielo inalcanzable.
Sin duda, era una belleza tan absoluta que haría a cualquiera, sin excepción, girarse para echar un vistazo; una imagen digna de enmarcar——salvo por su sonrisa salvaje y cruel, llena de locura, que estropeaba toda la imagen.
 
Era como una bestia salvaje excesivamente hermosa.
 
La bestia feroz más hermosa que haya existido en este mundo——haciendo que Subaru olvidara respirar en su presencia.
 
Shaula: No…
 
La ilusión de que el tiempo se había detenido se rompió por un tenue gemido.
Rápidamente escuchó la voz de una chica que chilló con un «Kyaa». Por el rabillo del ojo, Subaru vio a su lado la figura de la chica cuyo cabello negro tocaba su espalda —Shaula— cayendo al suelo, mientras que los ojos de Meili, desconcertados, temblaban.
 
Shaula: No… no…
 
En todo caso, Shaula estaba tan alterada que no podía controlarse a sí misma.
Con sus ojos abiertos como platos, su expresión se desfiguró de una manera inimaginable para alguien tan hermosa como ella; la profundidad del miedo que sentía era evidente.
De serle posible, habría abandonado la sala siguiendo sus instintos.
Lo único que le impidió hacerlo fueron sus piernas temblorosas.
 
——¿La misma Shaula, que derrotó por completo al centauro, estaba paralizada por el miedo?
 
Hombre: ——Gánate el permiso del tonto que ha alcanzado la Espada Celestial.
 
Incluso con la indefensa Shaula a la vista, la voz continuó repitiendo esas palabras.
A primera vista, parecía ser una situación que rozaba niveles espeluznantes. Sin embargo, Subaru se percató de algo más.
 
El hombre no había dado un solo paso, simplemente emanaba presión desde donde estaba parado. ——No, el hombre ni siquiera intentaba emanar esa presión. Simplemente estaba de pie.
Sólo con estar ahí, su existencia daba la misma impresión que la de una bruja.
 
Subaru: ——Gh.
 
Conteniendo la respiración, forzó a sus párpados, que habían olvidado parpadear, para que se cerraran y tener un momento para calmarse.
Y entonces, sin apartar la mirada del hombre siquiera un segundo, Subaru dio un paso atrás. En su mano derecha empuñaba la Espada de Selección, en su mano izquierda sostenía firmemente la de Beatrice, tirando de su figura rígida hacia atrás.
 
Subaru: E-Emilia…
 
Emilia: En… tendido.
 
Sabiendo que no podía dejarla atrás, Subaru llamó a Emilia, siendo consciente de que seguía petrificada. Incluso en ese estado, Emilia asintió en respuesta. Subaru se alejó lentamente sincronizando sus movimientos con las rodillas temblorosas de Emilia.
 
Hombre: ——Gánate el permiso del tonto que ha alcanzado la Espada Celestial.
 
Se distanciaron. Aun así, el hombre permaneció inmóvil. Se limitó a repetir las mismas palabras.
 
Hombre: ——Gánate el permiso del tonto que ha alcanzado la Espada Celestial.
 
Se enfrentó con todo a sus emociones, y finalmente llegó donde Shaula estaba tirada. El rostro de Shaula estaba petrificado por el terror como de costumbre, y Meili se había agarrado a un brazo, incapaz de moverse.
¿Siquiera era posible llevarse a las chicas y huir del lugar? Las manos de Subaru, tanto la que empuñaba la espada, como la que sostenía la mano de Beatrice, estaban petrificadas, y no parecía ser capaz de moverlas. No podía imaginar ser capaz de levantar a Shaula y Meili tomándolas de los brazos. Para empezar, ¿ese hombre se lo permitiría? ¿Cuál era su objetivo? ¿En qué consistía el Examen, y cuál era el propósito de la espada?
 
Hombre: ——Gánate el permiso del tonto que ha alcanzado la Espada Celestial.
 
Las palabras que no paraban de repetirse, esa frase era el enunciado del Examen del segundo piso, Electra.
¿Por qué el hombre repetía esas palabras una y otra vez? El hombre repetía el enunciado del Examen que Subaru escuchó cuando alzó la espada.
 
—El tonto, el permiso,… ¿Exactamente a qué…?
 
Hombre: ——Gánate el permiso del tonto que ha alcanzado… la Espada… Celestial…
 
Subaru: … ¿Eh?
 
Acelerando sus pensamientos, la sensación que tenía Subaru de que algo terrible estaba por suceder siguió aumentando, y al mismo tiempo, la voz del hombre que había estado repitiendo lo mismo sin parar una y otra vez, de repente empezó a titubear.
Subaru gruñó inconscientemente, una acción descuidada que puso más nerviosas a Emilia y Beatrice, pero eso no tuvo efecto en el cambio que estaba ocurriendo.
 
——Es más, los cambios que experimentaba el hombre empezaron a ser más notorios.
 
Hombre: El permiso… del tonto… Espada Celestia… aa… o… ooa… ooh… a
 
Subaru: ¿Qu… qué? ¿Qué… qué… qué va a pasar?
 
Hombre: A… ah… ¡¡AAAAAAH——GH!!
 
Shaula: ¡Piguiiiiihh!
Subaru: ¡¿Uaaaa?!
 
Estaba lejos de detenerse.
En realidad, había una extraña sucesión de sonidos al final de las palabras del hombre inmóvil, y entonces, se llevó una mano al cabello, comenzó a rascarse con fuerza y lanzó un grito ensordecedor.
De repente, incapaz de soportarlo, Shaula chilló como un cerdo y saltó hacia Subaru. Lógicamente, Subaru no pudo mantenerse de pie. Los brazos de Shaula lo rodearon con todas sus fuerzas e, incapaz de realizar un movimiento evasivo, tanto él como ella cayeron al suelo.
 
Subaru: ¡——Gh!
 
Cuando cayó al suelo, vio estrellas en su visión, mientras el grito del hombre y los crecientes chillidos de Shaula golpeaban sus tímpanos.
 
Hombre: ¡¡AAAAAH——!!
Shaula: ¡Hyaaaaaaa! ¡GranMaestroGranMaestroGranMaestro, sálvemeee! ¡Nooo! ¡Sálvemeee!
 
Subaru: ¿Po-por qué estás actuando así desde hace——?
 
Hombre: ¡¡——CALLAD DE UNA VEZ!! ¡Mi cabeza de por sí está matándome! ¡PARAD DE GRITAR!
 
Shaula: Afuh


Justo antes de que sus palabras de consuelo la alcanzaran, el espíritu de Shaula se derrumbó.
A pesar de estar gritando desaforadamente por algún motivo mientras se aferraba a la cintura de Subaru, de pronto los ojos de Shaula se pusieron en blanco, dejó de moverse y se desplomó en el suelo al perder el conocimiento.
 
Subaru: No puede ser… ¿tú…?
 
Shaula: Bukubukubukubuku
 
Desmayándose, Shaula abandonó elegante y repentinamente el campo de batalla. Aunque no esperaban que ella —la examinadora— fuera a ser de mucha ayuda para conquistar la torre, esto fue completamente inesperado.
Para una mujer cuya fuerza bruta era digna de reconocimiento, o incluso más… Que ella —cuya fuerza de combate era algo de lo que el grupo estaba completamente seguro— estuviera tan aterrada de este hombre, era señal de que la situación era realmente precaria.
 
Julius: Veo que no eres una persona normal.
 
Hombre: ¿Qué?
 
El hombre gruñó fastidiado cuando un paso resonó.
Con un golpe seco de su par de zapatos blancos, el Más caballeroso de los Caballeros —Julius— recogió del suelo la espada que Subaru soltó cuando se cayó, y sus mejillas se tensaron.
Al ver a Julius, los labios del hombre se curvaron hacia abajo y frunció el ceño, como irritado.
 
Hombre: Oye, tú, ¿qué acontece? ¿Qué es este lugar? ¿Estás jodiendo, eh?
 
Julius: No, no estamos haciendo nada parecido. Nosotros también estamos confundidos. Apareciste aquí de repente. ——Me gustaría aclarar que no pudimos hacer más que estar alertas.
 
Hombre: ¿Qué demonios te sucede en la boca? No fables tan raro. No fables como si fueras mi seguidor, oye. ¿Eres mi seguidor? No lo eres, ¿cierto? Y ya que no lo eres, no fables como él, faces que esta mierda sea confusa, oye.
 
Cada vez que Julius hablaba con su tono respetuoso y cuidadoso, habitual en él, la actitud del hombre empeoraba hasta chasquear la lengua.
Aunque el hombre era más humano que cuando simplemente repetía lo mismo, eso no significaba que fuera posible entablar una conversación con él.
 
Hombre: … Guapa, guapa, tía buenorra, enana, enana, seguidor, donnadie.
 
Julius: Por desgracia, no soy tu seguidor.
 
Hombre: ¡Jah! Tu manera de fablar es de la misma jaez que mi seguidor; deja de copiarlo.
 
El hombre soltó una carcajada alegre ante la objeción de Julius.
La combinación de unos dientes inusualmente blancos con su rostro extrañamente apuesto hacía que su sonrisa de tiburón desprendiera locura.
 

 
Por fin, un poco de humanidad apareció en el hombre sonriente. O, para ser más exactos, confirmaron que el hombre era un ser inteligente capaz de conversar.
 
Hombre: Oye, tú. Explica qué sucede acá. ¿Do estamos? ¿Qué diablos me ficieron, oye? No te guardes detalles, oye. Fabla con presteza, oye.
 
Subaru: ¿No te parece que estás siendo muy mandón tras aparecer de repente?
 
Hombre: ¿Cómo dices?
 
El hombre metió una mano en la parte descubierta de su pecho y se rascó despreocupado. Subaru, que a duras penas se había incorporado del suelo, soltó las palabras que pudo reunir y se las escupió al hombre.
El hombre simplemente miró a Subaru, quien estaba en el suelo, con su ojo derecho y…
 
Hombre: ¿Qué te pasa? Oye, ¿qué faces durmiendo? Ese es un buen lugar, oye. Tienes esa tía buenorra para ser tu aperitivo en la cama, oye. Intercambiemos lugares, oye.
 
Subaru: Gracias, pero… por respeto hacia ella, me niego.
 
Forzando sus temblorosas piernas, Subaru logró ponerse en pie. Al mismo tiempo, se quitó de encima a Shaula a la fuerza, quien seguía aferrada a su cintura. Fue una acción descuidada que la hizo estrellar su rostro contra el suelo, pero no había tiempo para preocuparse por ello.
Sin embargo…
 
Hombre: Ah… eh… ¿qué? ¿Qué te pasa, oye? ¿Eres de esos? ¿Perdiste la cabeza?
 
Subaru: … Oye tú, ¿tan pronto como ves la cara de alguien, le hablas groseramente?
 
Hombre: ¡Jah!
 
El hombre apretó sus dientes y soltó una carcajada violenta.
Ignorando a Subaru que evidentemente estaba confundido, el hombre miró alrededor de la sala blanca con su único ojo. Y entonces, asintió para sí mismo Oh oh… cierto y prosiguió.
 
Hombre: Entiendo… Entonces, comencemos.
 
Subaru: Comenzar… ¡Espera! ¡¿Por qué desde hace rato estás llevando la conversación como te da la gana?! ¡Es mucho para procesar!
 
Hombre: Cállate, oye. Lo expliqué ha un momento, mientras estaba dormido, ¿no es ansí? Atiende a lo que digo.
 
Subaru: Hace un momento…
 
Emilia: Gánate el permiso del tonto que ha alcanzado la Espada Celestial.
 
Incapaz de comprender la situación, los ojos de Subaru temblaron. En cambio, Emilia susurró para sí misma la frase que tantas veces había sido repetida, palabra por palabra.
Lentamente, la chica comenzó a desparalizarse. Después de Subaru y Julius, Emilia y Beatrice salieron de la parálisis del tiempo seguidas por Meili y Anastasia.
Shaula era la única que seguía inconsciente, sin embargo…
 
Hombre: ¡Jah! Esa guapa de allá es diferente deste donnadie de acá. Si estuviera vivo, me acostaría contigo esta noche, oye. ——Agora que me fijo bien, no estás nada mal. Menudo rostro, eres fermosísima, oye.
                        
Emilia: ¿Fermo…?
 
Subaru: ¡Oye, tú! ¡Tú eres esa persona! Eres el examinador de aquí, ¿cierto?
 
Con ojos lujuriosos, el hombre observó a Emilia. Interponiéndose entre los dos, Subaru se plantó y apuntó con el dedo al hombre.
El hombre sonrió como un tiburón frente a esa declaración y…
 
Hombre: … Ni idea. No me interesa un título que otra persona haya puesto. Yo soy yo, tú eres tú. No hay nada aparte de eso. Si quieres fablar conmigo apropiadamente, faz que me mueva un solo paso de acá, oye.
 
Julius: …
 
Esas fueron las palabras del hombre que estaba de pie con la guardia baja, tranquilo.
En cuanto a la razón por la que no se había reído, era porque esa era la condición que debía cumplirse para superar el Examen. Siendo así, debía ser una condición de una dificultad monstruosa.
 
——Gánate el permiso del tonto que ha alcanzado la Espada Celestial.
 
Si el hombre que estaba de pie frente a ellos se suponía que era el «tonto que ha alcanzado la Espada Celestial», entonces el método para obtener su permiso estaba claro. Lo que quedaba pendiente era determinar si ese método estaba al alcance para ellos.
 
Julius: Caballero de la Orden Real del Reino de Lugnica, Julius Euclius.
 
Antes de que el duelo —o más bien, el Examen— comenzara, Julius pronunció su nombre en un acto formal.
Era un acto del más alto honor, reconociendo al otro como un igual, sin importar su posición o género.
 
En respuesta, el ojo azul del hombre se entrecerró con emoción, y emitiendo un espíritu de lucha insólito…
 
Hombre: No tengo un nombre apropiado para darte; sólo soy un simple Palillero.
 
Examen del segundo piso —Electra— de la Gran Biblioteca Pléyades.
 
Tiempo límite: sin restricciones.
Número de oportunidades: sin restricciones.
Retadores: sin restricciones.
 
 
——El Examen… había comenzado.