martes, 22 de septiembre de 2020

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Porque tengo fe


Traducción: Jair Corrección y edición: Carlos (Primera corrección) Pretinaverse (Detallitos por aquí y por allá) ※ ※ ※ ※ ※


Regulus: Jujuju.

 

Puso una mano sobre su pecho luego de la declaración de Emilia.

Lo que estalló era una risa incontenible. Aunque al principio sólo se trataba de una respiración cortada, prontamente se volvió incapaz de resistirlo, y su voz comenzó a subir gradualmente en volumen, hasta que se convirtió en una ruidosa carcajada.

 

Regulus: ¡Jajaja! ¡Ajajaja! Juju… ¡AJAJAJAJAJA!

 

Enderezando su postura, Regulus comenzó a reír como si hubiera escuchado un chiste sin igual. Poniendo una mano sobre su cabello y sujetándolo, el asesino se había sumergido en un ataque de risa que nadie más podía entender.

Subaru podía inferir de su actitud burlona que la especulación de Emilia era correcta.

 

Subaru: Bastardo… ¡¿Qué es tan divertido?!

 

Regulus: ¿¡Cómo que qué!? ¡Obviamente me rio de ti! Tengo que sugerirte que, en semejante situación, te rindas de una vez para que podamos reírnos todos juntos de esto. Y hablando de eso, ¿entiendes la situación en la que estás? ¡Tú mismo, con tus propias manos y por propia voluntad, llevaste esta calamidad hasta el punto más crítico posible!

 

Subaru: Ghhh…


Se le hizo un nudo en la garganta.

En ese preciso momento la respuesta de Regulus había sido tan perfectamente razonada que lo único con lo que podía responder era silencio.

 

Subaru dirigió su mirada hacia Emilia para confirmar si era o no posible demostrar sus especulaciones.

Sin embargo, ante la punzante mirada de Subaru, Emilia sacudió la cabeza hacia los lados.

 

Emilia: No cabe duda. Le pedí a los espíritus menores que lo confirmaran, y yo misma puedo sentirlo. En mi interior se encuentra algo ajeno, algo que no es parte de mí. Y se siente, muuuy asqueroso.

 

Afirmó Emilia, presentando así una desesperante realidad.

Los efectos del Corazón de León se habían transferido a Emilia. En otras palabras, la única manera de derrotar a Regulus era deteniendo también el corazón de Emilia.

 

Subaru: ¿Pero entonces, por qué el corazón de Emilia…? ¿Habré cometido un error con las capacidades del Pequeño Rey? Tal vez puede traspasar su corazón a quien sea mientras así lo quiera…

 

Si se tratara de esa clase de habilidad, entonces no había debilidad alguna en la Autoridad de Regulus. Si podía transferir su corazón a cualquiera, incluidos enemigos y extraños, eso significaría que mientras la raza humana siguiera con vida no había manera de matar a Regulus.

 

¿Y si también podía hacerlo con cualquier otro ser viviente?

 

Subaru: Sinvergüenza.

 

Regulus: Los desesperados aullidos de un perro con la cola entre las patas siempre son agradables al oído. Jajaja; no me tengas en cuenta; tú sigue con tu berrinche, que buscar excusas ridículas para justificar tu fracaso es tu derecho como perdedor. Mientras que regocijarme en mi superioridad es mi derecho como vencedor… ¡Ahhh, no está mal! ¡Nada mal!

 

Emilia: Pero si tú mismo habías dicho antes que no era apta para ser tu esposa.

 

Regulus: Pero qué escandalosa eres. Balbuceando tontería tras tontería como si tuvieras la fuerza para ejercer tus derechos. Además ¿cómo vas a hacerte responsable por matar a mis esposas, eh? Mis mujeres ideales… ¿cuánto tiempo crees tú que me tomó reunir a semejante grupo? ¿Cuántos años piensas que hacen falta? Teniendo la edad, pero ni una sola esposa o prometida ¿acaso quieres que me convierta en uno de esos viudos que nadie quiere? ¡Tienes la obligación de unirte a mí hasta que encuentre una nueva esposa!

 

Expresándose con severidad para atosigar a Emilia, Regulus dejó clara su repugnante retórica.

Ese era el violento razonamiento en el que el villano creía, completamente convencido de que su corazón efectivamente se encontraba en el interior de Emilia. Siendo así, la posibilidad de sacar el corazón de Regulus del interior de Emilia era—

 

Regulus: ¿Quieres intentarlo? ¿Para comprobar si mi corazón puede moverse a otro lugar?

 

Subaru y Emilia: …

 

Regulus: Si en serio quieres intentarlo, te aviso que el método es muy simple. Lo único que debes hacer en este momento es matar a la chica frente a ti. Tan pronto termines con su vida, sabrás con toda naturalidad si mi Autoridad se ha detenido o no. Un método simple, efectivo y bastante razonable… ¡Jajaja! Pero no puedes hacerlo, ¿o sí? ¡Si haces algo como eso, con las razones y serie de valores con los que me enfrentaste ¿no crees que estarías eliminando lo único que justificaba tus acciones?!

 

Aunque costara admitirlo, Regulus tenía razón.

Subaru no tenía el valor para sacrificar a Emilia. Ya fuera por egoísmo o arrogancia, era algo que no podía hacer.

 

Con tal de derrotar a Regulus, sus exesposas ya habían decidido abandonar sus vidas.

Incluso sabiendo de que no había más opción que permitir esos sacrificios, la vida de Emilia y sus compañeros eran incomparables.

 

Las decisiones de Natsuki Subaru siempre habían sido egoístas hasta extremos repugnantes.

 

Regulus: Míralo, ¿lo ves? Alguien como él jamás podría. Entonces, ¿qué tal si tú te suicidas aquí mismo? Es igual de simple. Igual que lo que hiciste con ellas ¿O qué? ¿No puedes? A pesar de que tomaste la vida de otros sin dudar, ¿no te atreves a hacerlo porque tu vida vale más? ¡Increíble, no me aguanto las náuseas!

 

Emilia: —Subaru.

 

Subaru: Espera, no lo hagas. Eso es lo único que realmente no puedo aceptar.

 

Ante la provocación de Regulus, Emilia parecía dirigirse hacia Subaru como si ya hubiera entendido todo. Al escuchar ese tono de voz tan gélido, Subaru, atemorizado, detuvo a Emilia rápidamente.

Incluso si se dejaba llevar por la provocación, sin duda no decidiría de inmediato abandonar su vida.

 

Sin embargo, Emilia ya estaba totalmente decidida por la peor opción ahora que no tenían manera de ganar.

Pero Subaru no podía hacer más que pensar que exactamente eso era el único camino inaceptable. Y en ese caso, ya habían perdido.

Llamar a Emilia sólo la detuvo, pero no sabía qué decir.

 

Regulus: Bien, parece que ya estamos listos para terminar con esto, ¿no les parece? Aunque ciertamente no está en mis intereses tener a una mujer tan inmunda como tú, me tendré que conformar por un tiempo. Supongo que tendré que conservarte hasta que encuentre a mi siguiente esposa. Pero a éste sí que lo voy a matar. Ya has violado mis derechos demasiadas veces… Ah, por cierto; hace un momento te reíste, ¿verdad?

 

Las comisuras de los labios de Regulus se levantaban con alegría mientras Subaru apretada los dientes.

Un torrente de magia se acumulaba alrededor de Emilia, mientras planeaba tomar su decisión. A la vez, ignorando el viento, Regulus reía.

 

Regulus: ¿Eras tú, no es así? Esa escandalosa voz que atravesaba la ciudad momentos antes de mi boda, ¿no? Decías algo como que mataste a un Arzobispo del Pecado… de risa, ¿no crees? Tienes mis condolencias si de verdad creías que podrías superarme sólo porque mataste a esa desgracia andante. Ese hombre no logró ni una sola cosa significativa en su vida, ni antes ni después de convertirse en Arzobispo. Un auténtico tonto.

 

Las palabras de Regulus, quien se encontraba de pie riendo, sin duda alguna se referían al chiflado que tanto aborrecía Subaru, Petelgeuse Romanée-Conti.

Petelgeuse era la peor clase de loco, sin una sola cualidad redimible. Subaru no sentía una pizca de buena voluntad por ese chiflado, más bien lo odiaba hasta la médula; y aunque volviera como un fantasma, jamás lo perdonaría.

 

No obstante, ver a este Arzobispo del Pecado ridiculizar a Petelgeuse, quien se suponía que era su camarada, hizo que en Subaru comenzara a brotar un inherente sentimiento de desagrado.

La posibilidad de derrotar a Regulus, y sumado a eso, el estado de vida o muerte de Emilia.

Y es que, además, Petelgeuse—

 

Subaru: —Ah.

 

Recordó que fue un oponente chiflado y detestable que reía de manera loca y ensangrentada. Mientras lo recordaba, levantó la mirada. Fue entonces que sintió como si algo comenzara a moverse en su pecho, lo sujetó, y contuvo el aliento.

 

¿Será que… algo como eso… es posible?

 

Subaru: ¿Podría… lograrse?

 

Ni idea.

 

En el estricto sentido de la palabra, no había garantía alguna para la posibilidad generada en la mente de Subaru. Era como negociar en mesa vacía— o más bien, era un producto de los delirios de Subaru. No era más que lo que él sentía.

Pero, era exactamente por eso. Precisamente por eso, que únicamente Subaru era capaz de alcanzar esa posibilidad.

 

Esa vaga noción, basada sólo en intuición, ni una deidad podría saber si tendría éxito; pero—

 

Subaru: —Emilia.

 

Emilia: …

 

Sintiendo que el cúmulo de magia estaba alcanzando su límite, Subaru llamó su nombre.

Ella seguía en silencio, dejando en claro su entendimiento de la tragedia que estaba viviendo.

Sin embargo, en lo profundo de sus ojos podía verse un atisbo de emoción. Y eso era, expectación y confianza en Subaru, quien la miraba.

Por lo que, con tal de darle peso a esos sentimientos, Subaru preguntó.

 

Subaru: Emilia.

 

Emilia: ¿Sí?

 

Subaru: —¿Podrías tener fe en mí y dejar que me encargue completamente de esto?

 

Emilia: Sí.

 

Ante esa pregunta, su respuesta llegó al instante y sin dudar.

Emilia se llevó una mano al pecho y, por primera vez desde que volvió a la batalla, mostró una sonrisa.

 

Emilia: Sé que puedes lograrlo, Subaru. Creo en ti.

 

Ahh, rayos; qué horrible es esto.

 

Una chica que le gustaba estaba creyendo en él con una imperturbable confianza. El fracaso era inadmisible.

Ya sea cerrando muy fuerte sus puños o apretando muy fuerte los dientes, fracasar no estaba permitido.

 

Subaru inhaló profundamente y exhaló con calma.

Entonces, volteó su mirada hacia Regulus, quien los observaba en silencio. Él no había interrumpido la conversación, simplemente esperaba con los brazos cruzados, calmado.

 

Subaru: ¿No estás demasiado relajado?

 

Regulus: ¿No estoy siempre relajado?

 

Todo rastro de fracaso o similar había desaparecido.

Regulus había revelado todo su arsenal y deseaba que todo eso desapareciera junto a Subaru. La verdad era que la autoridad de Regulus —Corazón de León— era perfecta. Luego de descubrir sus puntos claves, la victoria aún era casi inalcanzable.

 

Sin embargo, precisamente porque estaba convencido de su inalterable victoria, se dedicó únicamente a observar a Subaru desesperarse y sufrir sin intervenir.

No tenía idea de lo que pasaría. Aunque Subaru tampoco.

 

Subaru: …

 

Si Beatrice estuviera presente, quizás hubieran podido averiguar otro método. Si esa chica lista estuviera a su lado, habrían encontrado una manera menos arriesgada de ganar.

En lo profundo de su pecho yacía la conexión con la chica que era su compañera. Sin duda, luego de que todo esto terminara, tendría asegurado un buen regaño de su parte; debía ser regañado.

 

Así que, ahora que ella no estaba, recordó todas las veces en que estuvo solo, los recuerdos en su interior— ciertamente eran recuerdos que no traían felicidad, despertando en él un terror que alguna vez sintió.

 

Emilia: Subaru.

 

Subaru: …

 

Emilia: Hagámoslo.

 

El llamado de Emilia se convirtió en fuerza, la fuerza necesaria para decidir.

Subaru se sujetó el pecho con fuerza, despertando algo que le costaba mucho considerar suyo, enfocando toda su concentración en el remolino donde esta caótica fuerza giraba, y liberándola—

 

Con tal de que el asesino que había insultado al lunático entendiera lo que estaba a punto de ocurrir, sólo por esta vez.

Ese poder, heredado de ese abominable lunático.

 

Subaru: ¡¡Manifiéstate… MANO OCULTAAAA!!

 

    

 

Providencia invisible. O más bien, Mano Oculta.

 

Subaru definió este poder que recorría su cuerpo como «el poder de una Bruja, otorgado por un Gen de Bruja». Echidna le dijo en el Castillo de Sueños que había obtenido ese Gen de Bruja desde que mató a Petelgeuse——en cuanto a sus desventajas, aún las desconocía. No obstante, estaba claro que, lo que este poder invisible le había dado a Subaru, era exactamente eso.

 

Por lo que, hasta ahora, Subaru nunca había tenido la intención de usar el Gen de Bruja como una fuente de poder propia.

 

Que este poder se pareciera al de ese chiflado se debía a que esa era la inherente naturaleza del Gen de la Pereza.

La posibilidad de que Petelgeuse siguiera habitando en su interior era algo que ni siquiera quería considerar.

 

—Pero, si así fuera, entonces ¿qué era este sentimiento?

 

Estruendoso, emocionante, apoyándolo desde su interior.

Anhelando ser manifestado. Anhelando volver a utilizar su poder. Anhelando cumplir sus propósitos y deseos. Y entonces, no hubo nada más que un inexpresable e incomprensible deleite.

 

La manifestación de ese poder vino acompañada de euforia, gozo, y también una sensación de gratitud.

Sin embargo, esta inexplicable ola de emociones no era el único problema que Subaru tenía que resolver.

 

Regulus: ¿¡Eh!?

 

Acompañando la ruidosa declaración de Subaru, Regulus gritó anonadado.

 

No debía ser capaz de verla. Después de todo, se trataba de un poder invisible.

Esta perniciosa mano era la herramienta perfecta para asesinatos y masacres debido a su naturaleza invisible—— habiendo sido insultado por Regulus, considerado un poder insignificante y despreciable, pues esta vez se trataba de algo todavía más débil y mísero que eso.

 

Sólo era una en número, alcance extremadamente reducido y demasiados factores desconocidos.

Como pieza clave para superar esta situación, se trataba de una herramienta con una fiabilidad increíblemente ínfima.

 

Subaru: …

 

El primer paso, invocar la mano, se había cumplido. A partir de aquí era donde tomarían lugar los desconocidos segundo y tercer paso, lo cual sería lo último.

Con su propia consciencia, Subaru ordenó a las puntas de los dedos entrar en acción, vertiendo todas sus esperanzas en una misteriosa mano aparentemente envuelta en sombras.

 

Subaru: ¡Emilia!

 

Una vez más, trató de confirmar si ella estaba o no preparada. Pidiéndole que estuviera lista con todas sus fuerzas.

Seguido de ese llamado, Emilia cerró los ojos, asintiendo como si ya entendiera lo que estaba a punto de suceder.

 

Emilia: Ahh. —Así que aquí estabas, Geuse.

 


Los ojos de Emilia se llenaron de calidez y entendimiento mientras extendía sus brazos.

Preparándose repetidamente para la acción de Subaru, como si ya supiera lo que pasaría, redujo la distancia hacia su corazón. Subaru no dudó en aproximar la mano hasta su pecho.

 

 

La imperceptible mano había llegado hasta el centro del pecho de Emilia. Y, mientras las puntas de los dedos atravesaban su blanca piel sin resistencia alguna, los hombros de Emilia saltaron de sorpresa, como si hubiera sentido algo.

Sin embargo, la mano no se detendría. Atravesando el esternón, luego los pulmones, hasta finalmente llegar al pulsante núcleo.

 

—La mano de sombras había alcanzado el corazón de Emilia.

 

El segundo paso se había cumplido.

Cuando el tabú se detonaba, la mano de la bruja atravesaba el cuerpo de Subaru y sólo le hacía daño al corazón. Ésta era una aplicación de ese principio. La Mano Oculta y las manos de la bruja aparentemente compartían esa propiedad, y en eso se basaba esta apuesta.

Y aunque la apuesta estaba saliendo bien hasta ahora, el verdadero problema se hallaba justo después. No había precedente para lo que estaba a punto de hacer.

 

Si se tratara simplemente de destruir el corazón de Emilia, eso podría lograrlo en un instante. Pero sería una tontería. No era para eso para lo que se usaría este poder.

Entonces ¿para qué era este poder? —En este momento, se usaría para salvar.

 

 

¿De verdad era posible?

 

Subaru se cuestionó eso, inmerso en un profundo mar de confusión, y respiró profundo.

 

¿La Mano Oculta realmente podría convertirse en una mano capaz de salvar a otros? ¿Cuántas vidas ha robado este poder a manos del chiflado llamado Petelgeuse Romanée-Conti?

 

Aunque claramente depende de qué uso se le dé a un poder, en muchas ocasiones los poderes tienen capacidades limitadas. ¿Es la Mano Oculta la clase de poder que no puede hacer más que destruir?

 

Que este poder fuera concebido para salvar vidas… cuesta de creer.

 

Emilia: Subaru.

 

Vacilando y dudando en el momento clave, la voz de Emilia, que no tenía que estar escuchando, lo alcanzó.

 

Emilia: Todo irá bien. —Porque tengo fe. En ambos.

 

¿De quién y a quién está hablando?

 

Emilia había puesto su fe en Subaru y en una persona que no conocía.

Pero sin duda, lo aceptaría y creería.

 

—Esta mano nunca, jamás le hará daño a Emilia.

 

Subaru: ¡Haaaa! ¡Adelante, mi tercera mano!

 

En su corazón, las irresolubles dudas que tenía sobre este poder se habían disipado.

El cómo se había originado este poder ya no importaba. Ahora mismo, estaba en manos de Subaru, y él no tenía intención de lastimar a Emilia, ni tampoco lo que sea que hubiere dentro de este poder.

 

Dentro del pecho de Emilia, la mano de sombras comenzó a cerrarse.

Las puntas de los dedos que tocaban el corazón podían sentir sus latidos, la respiración de Emilia se sobresaltó por un momento al sentir el delicado agarre en la superficie de su corazón. Pero más que dolor, se sentía como una ligera picazón.

En el interior de Emilia, superpuesto en su rojo corazón, la mano de sombras pudo percibir entre sus dedos otro corazón.

 

Y esos latidos distintos a los de Emilia, eran los del Corazón de un Pequeño León

 

Subaru: ¡Te… ATRAPÉ!

 

No podía arriesgarse a arrancarlo.

Con su mano de sombras, Subaru aplastó el corazón que seguía latiendo descaradamente en el interior de Emilia.

 

El corazón de Emilia no recibió el más mínimo daño, solamente fue destruido el corazón parasitario cuyo dueño creía saber del amor.

Subaru verdaderamente tuvo sensaciones provenientes de esa invisible tercera mano.

Y entonces,

 

Subaru: ¡Buaghh!

 

A la vez experimentó las consecuencias de usar a tal grado de concentración un poder que nunca consideró suyo.

Sentía como si sus órganos estuvieran siendo perforados, y por todo su ser sentía cómo se esparcía una sensación de pérdida, una sensación de corrupción, e inmediatamente cayó de rodillas. Una fuerte tos acompañada de sangre lo invadió.

 

Emilia: ¡Subaru!

 

Emilia extendió su mano hacia Subaru, quien ahora estaba de rodillas en el suelo inundado de agua y con sangre en las comisuras de su boca. Ante eso, Subaru tomó esa mano extendida y se la puso sobre el rostro.

 

Emilia: Ah…

 

Subaru: Sigues viva… ¿verdad?

 

Emilia: …Sí, estoy bien. Mi corazón está en perfecto estado, todavía late en mi interior.

 

Subaru usó el tacto de esa mano en la que todavía circulaba sangre para asegurarse de que todo era real, y Emilia usó su otra mano para confirmar la existencia de su pulso. Ahora ya no había duda, en su interior, unos imparables latidos parecían felicitarlos por lo que acababa de ocurrir.

Regulus era el único cuya expresión mostraba que no estaba entendiendo lo que acababa de ocurrir mientras los miraba.

 

Regulus: ¿Eh? ¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Acaso no les importa que sólo ustedes estén entendiendo lo que ocurre? ¿Qué clase de grosería es esa? ¿Qué acaba de pasar con ustedes?

 

Subaru: …¿No te has dado cuenta?

 

Regulus: ¿Eh? ¿De qué estás hablando? ¿Que no me he dado cuenta de qué o qué? Si ni una sola cosa ha cambiad—

 

Subaru: —Los pies se te están mojando.

 

Regulus: ¿—?

 

Subaru le mencionó eso a Regulus, quien parecía haber sucumbido de furia. Regulus estaba atónito al ver que sus pies se estaban mojando y se quedó en silencio por un momento, abriendo los ojos por completo.

Percatándose de que los zapatos blancos y el dobladillo del pantalón de su esmoquin blanco se estaban empapando debido al agua en los que estaban inmersos sus pies.

 

Regulus: Ustedes— ¿¡de verdad!?

 

Dándose cuenta muy tarde de este cambio, Regulus mostró los dientes y levantó un brazo. Sin embargo, una blanca y delgada pierna lo alcanzó, pateando la cara de Regulus y mandándolo a volar.

Completamente desprevenido ante tal impacto, Regulus gritó mientras la patada lo mandaba a una sección inundada del suelo. La mitad de su cuerpo estaba empapada y la suela de un zapato había quedado marcada en el lado de su cara que había sido pateado.

 

Regulus: Gah… ueh. Es-esto es…

 

Como si fuera incapaz de comprender en lo más mínimo la realidad que estaba viviendo, Regulus levantó la mirada, con una expresión conmocionada. Mirando a Regulus en semejante estado, Emilia, que había realizado la impecable patada, ladeó la cabeza ligeramente.

 

Emilia: Por fin. Por fin le doy.

 

Regulus: ¡Tú… maldita—!

 

Ante las breves palabras de Emilia, llenas de un sentido de logro, el rostro de Regulus se agitó y enrojeció. Usando el movimiento de levantarse para reunir agua, Regulus lanzó gotas de agua hacia Emilia.

 

Sin embargo, el dolor de la patada hizo que su postura triunfal colapsara, y la destructiva agua terminó yendo en la dirección totalmente equivocada, dejándolo completamente abierto a ataques.

 

Emilia: ¡Ice Brand Arts!

 

Regulus: ¡Ghbh!

 

Creando un martillo de hielo en sus manos, Emilia impactó directamente el centro del cuerpo de Regulus.

Recibiendo un golpe que podría romperle los huesos, el cuerpo del villano dio vueltas por el agua. Con una ruidosa tos y golpeando el suelo con su puño repetidas veces, Regulus los miró con ferocidad con ojos teñidos de rojo.

 

Regulus: ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué por qué por qué por qué?! ¡Ustedes… ustedes hicieron algo! ¡¿Cómo, qué y por qué?! ¡¿Qué le hicieron a mi Autoridad de la Codicia?! ¡¡Y A MIS DERECHOS!!

 

Subaru: Para alguien como tú, que vio todos los pasos y aun así no lo ha entendido, sería una pérdida de tiempo tratar de explicártelo. Pero así son las cosas. Fue un método muy simple.

 

Mientras se compadecía del desesperado Regulus, Subaru soportaba la agonía proveniente de sus órganos internos, mostrando sólo una sonrisa.

Una perversa sonrisa que superaba hasta la de Petelgeuse.

 

Subaru: Fuiste superado por tus oponentes porque los ridiculizaste y subestimaste demasiado.

 

Regulus: ¡—!

 

Aunque no entendiera el significado completo de esas palabras, la sensación de burla la captó con toda claridad.

Regulus hizo un alarido que parecía imposible para las cuerdas vocales humanas, ignorando a Emilia para lanzarse contra Subaru. Sin embargo, fue detenido por Emilia.

 

Emilia: Hace un rato, te lancé un ataque con un significado especial— lamentablemente no funcionó, permíteme que lance uno que sí sientas. Este va de parte de tus esposas.

 

Regulus: ¡No me jodaaaas!

 

Apareciendo sobre la cabeza de Regulus, se encontraba una incontable cantidad de témpanos de hielo.

Todos tenían tamaños distintos, pero si caían juntos, serían una muerte instantánea. La repulsión de Emilia por Regulus había llegado al grado de que su usual gentileza estaba ausente.

 

Poniéndose de pie de un salto, Regulus les lanzó agua a los témpanos. Y aunque estos se rompieron, los fragmentos todavía eran útiles.

Lanzando incesantes balas de agua a modo de tormenta, Regulus maldecía en voz alta mientras era bombardeado por una lluvia de hielo de la que intentaba escapar.

 

Los blancos cristales de hielo se convirtieron en una neblina que congelaba las calles que estaban cubiertas de agua. Incluso alcanzó a Subaru; el agua bajo sus rodillas formó una capa de hielo a su alrededor, ante lo cual él sacó rápidamente las manos del agua.

Incluso siendo considerado con Subaru, semejante lluvia de destrucción aún lo había alcanzado. Por supuesto, Regulus, que era el verdadero objetivo, no era oponente para esto.

Pero,

 

Subaru: …¿Está completamente ileso?

 

En el congelado escenario, luego de que el bombardeo de hielo terminara, Regulus seguía vivo y de pie.

Con sus brazos apoyándose sobre sus rodillas y respirando entrecortadamente. Aunque todo su cuerpo estaba empapado por el agua, logró evitar su final por los témpanos.

 

Regulus: Eviden—evidentemen—hah, hah

 

Con una grave falta de aliento, Regulus se sujetaba el pecho con fuerza.

Viéndolo así, Subaru comprendió que la invencibilidad de Corazón de León todavía podía usarse con el corazón que había en su propio cuerpo. Sólo que—

 

Subaru: —Si detienes el tiempo te vuelves invencible, pero esto ocasiona que el corazón en tu cuerpo también se detenga. —Es decir, es la invencibilidad perfecta ¿pero con tiempo límite?

 

Regulus: ¡Ghhh…!

 

Parecía que había dado en el clavo, mientras que Regulus soportaba el dolor en su pecho mostrando su furia. Si había un límite de tiempo, entonces tarde o temprano Emilia acabaría conectando un ataque efectivo.

En ese caso, Regulus no era más que un soldado al azar que había puesto todo su empeño en el ataque.

 

Regulus: ¡Oy—óyeme! ¡¿No te parece que eso es muy cobarde?!

 

Regulus apuntó su dedo hacia Subaru, quien estaba analizando la fuerza de su oponente. Luego apuntó en dirección a Emilia, y después apuntó a ellos dos alternadamente una y otra vez.

 

Regulus: ¡Dos personas reunidas contra una, en un acto que prácticamente es extorsión ¿no les remuerde la conciencia?! ¡¿No sienten algo mal en su más primordial humanidad?! ¡¿De verdad no sienten duda alguna al hacer esto?! ¡Dudar de esto es lo normal, ¿no?!

 

Subaru: …Eres realmente increíble.

 

Eso fue dicho con la misma boca que, bajo la ventaja del Corazón de León, no paraba de hablar; y habiendo perdido ahora esa ventaja, se atrevió a usar su posición para pedirle a sus oponentes que justificaran sus acciones.

A Subaru ya nada le sorprendía ni impresionaba, y estaba a punto sentir respeto por él, por ser una existencia que no poseía ni un atisbo de dignidad humana y que, probablemente, nunca se ha visto ni se volvería a ver algo así, ni en tiempos antiguos, ni de aquí en adelante.

 

Subaru: Entonces, lo que quieres decir es que tu creencia es que, dado que un dos contra uno es despreciable, deseas luchar una correctísima batalla uno contra uno. Porque es así como debería ser. ¿Eso estás diciendo?

 

Regulus: ¡Exacto! ¿No te parece que eso es hacer las cosas bien? ¿Por quién me tomas? ¡¿Quién te crees que soy?! ¡Soy el Arzobispo del Pecado del Culto de la Bruja que representa a la Codicia, Regulus Corneas! El ser más pleno e inalterable de este mundo.

 

Dijo Regulus con una voz temblorosa, mientras miraba sus manos.

Subaru se había quedado sin palabras. Por lo que Emilia habló en su lugar.

 

Emilia: Retractando tu palabra poco después de haberla declarado… Todo lo que sale de tu boca está vacío y despojado de cualquier valor. No cabe duda de que eres el ser más lamentable de este mundo.

 

Regulus: ¡—Hk! ¡Deja de fastidiar! ¡Yo…! ¡Codicia, haré que te arrepientas por burlarte de mí!

 

Expresó su furia vacía con tal de conseguir lo que quería, repitiendo maldiciones una y otra vez.

Viéndolo en tan lamentable estado hizo que Subaru finalmente se sintiera aliviado, Regulus era verdaderamente incapaz de ganar en cualquier situación en la que no tuviera una abrumadora ventaja.

 

Si era capaz de usar Corazón de León incluso por un breve periodo de tiempo, entonces aún tenía una oportunidad de ganar.

Y claramente éste era el caso, pero tan pronto se le presentara la más mínima dificultad, se rendiría inmediatamente sin siquiera tomarse la molestia de observar sus alrededores.

 

Subaru: Vivir menospreciando a todos los demás y esforzándose sólo al mínimo, hará que acabes en lugares inesperados.

 

Regulus: ¿Eh?

 

Subaru: Nada, hablaba conmigo mismo. Como sea, aceptaremos el combate uno contra uno.

 

Regulus: ¡—! Esa es la actitud. Así es como debería ser. Y por supuesto, un caballero jamás dejaría que su ama pase primero, ¿no crees?

 

Mientras se alineara con sus deseos, Regulus inmediatamente pondría las condiciones que más ventaja le dieran.

Entre Subaru y Emilia, el nivel de combate era incomparable. Mientras matara primero a Subaru y lograra que Emilia vacilara, podría aumentar sus oportunidades de victoria. Haciendo trabajar una mente que para empezar rara vez usaba, hizo que llegara a este tramposo resultado, el cual parecía ser del agrado de Regulus.

Sin embargo, si quería superar a Subaru en términos de incansable perseverancia, le faltaban eones para poder lograrlo.

 

Encontrar una manera de ganar en una situación donde la victoria era visiblemente imposible, esa era la verdadera forma de luchar de Subaru.

La batalla entre Regulus y Subaru para determinar la victoria máxima, había comenzado.

 

Subaru: Toda la razón, enviar a luchar a un caballero es lo más correcto.

 

Regulus: Entonces…

 

Subaru: Por lo que… ya que llegamos a esto otra vez, lo vuelvo a dejar en tus manos.

 

Dijo Subaru después de exhalar profundamente con sus pies todavía sumergidos en agua.

Ante esas palabras, Regulus no pudo evitar ladear su cabeza en confusión, acompañado de un «¿Eh?». No obstante, las palabras de Subaru no iban dirigidas a él, sino a ÉL.

 

???: Ah, entiendo. —El duelo uno contra uno que has propuesto, como caballero yo lo acepto.

 

Respondió una flama.

Entre las inundadas calles había un joven hombre que no emitía onda alguna sobre la superficie del agua mientras se acercaba. A diferencia del inexplicable misterio que era Regulus, este hombre era poseedor de protecciones otorgadas por el amor del mundo.

 

Reinhard: De la Orden de los Caballeros del Reino de Lugnica, del linaje de los Santos de la Espada, Reinhard van Astrea.

 

De pie frente a Subaru y Emilia, el caballero se presentó con una espada envainada ante Regulus. Esa actitud de presentación era una invitación para comenzar un duelo uno contra uno.

Se trataba de algo a lo que incluso Elsa —La Cazadora de Entrañas— respondería, la honorable declaración de un duelo.

En contraste, Regulus, que se encontraba de pie, extendió sus manos hacia él.

 

Regulus: ¡Es-espera! ¡Esto… Esto no puede estar bien!

 

Había mancillado el sagrado duelo, la mismísima definición del guerrero, y el Santo de la Espada no se mostraría tolerante ante tal insulto.

 

El ataque inicial comenzó por debajo de la vista de Regulus, un corte vertical que recorrió todo su cuerpo— Regulus no tuvo ni la oportunidad de gritar antes de ser disparado hacia los cielos.

 

Regulus: ¡¡——!!

 

Ante sus ojos se desplegaba una demolida ciudad de agua——ya que había sido lanzado tan alto en el aire que tenía una vista panorámica de toda la ciudad.

 

Ya sea que haya gritado o maldecido, un sonido incomprensible para todo aquel que lo escuchara hizo eco.