viernes, 3 de julio de 2020

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Los grilletes del amor


Traducción:
Kolo

Corrección y edición:
Robert // Juandavid (Primer corrector)
Carlos (Segundo corrector)
Pretinaverse (Detallitos por aquí y por allá)

※ ※ ※ ※ ※

—Para cuando la aurora brillante se desvaneció y la vista de Subaru se recuperó, el estado de la catedral había cambiado por completo.

Subaru: Aunque sé que dije esto antes…

Al atestiguar esa escena con sus propios ojos, Subaru suspiró suavemente.
Decidió cubrirse la boca con la manga para evitar inhalar el polvo disperso y las astillas.
La catedral ahora estaba desprovista de techo. Envuelto por la brisa nocturna, parado en medio del lugar, Subaru pisoteó el suelo y levantó un dedo en dirección al hombre delante de él.

Subaru: ¡Ahora estoy seguro de que eres un monstruo!

Reinhard: Ya dije antes que me entristece que digas eso, Subaru. Incluso yo tengo un corazón que se hiere con semejantes palabras.

Subaru: ¡Ahora no es el momento de quejarte de tu corazón herido, ¿no crees?! ¡Obviamente el mayor problema ahora son tus heridas físicas! ¡¿Qué demonios es esto?!

Una vez más, Subaru se llevó las manos a la cabeza al confirmarse que Reinhard estaba fuera de los estándares.

Reinhard le devolvió una sonrisa forzada, a la vez que la espada de hielo en su mano derecha se diseminaba y desaparecía. Pese a ser blandida una sola vez, haber podido soportar el poder del Santo de la Espada indicaba que su durabilidad era digna de elogio.

Y quien hizo aquella espada, Emilia, estaba siendo sujetada por el brazo izquierdo de Reinhard.

En ese instante, Reinhard había liberado a Emilia del agarre de Regulus, poniéndola a salvo.
Como resultado, Regulus fue el único que había sufrido aquel poderoso corte.
Para ser el primer ataque, se podría decir que era un buen resultado, pero

Subaru: Aun así, salvamos por los pelos. Ey, ¿te encuentras bien?

Número 184:

lo que le preocupaba a Subaru era la mujer que había alejado del peligro antes de que el caos iniciara, al igual que hizo Reinhard. Aunque la mujer rubia era bastante hermosa, sus vacíos ojos y rostro carente de expresiones le daba un aire de mal augurio.

Las piernas de ella cedieron, desplomándose en el suelo.
Seguramente aún está en shock por la situación, fue lo que pensó Subaru cuando la miró a los ojos.

Subaru: Perdón si te sorprendimos, pero era la única manera de obtener una oportunidad. Si estás herida en alguna parte, dilo y haré lo que pueda.

Número 184:

Aunque Subaru le hablaba, ella seguía sin reaccionar.
Pese a que esta situación era, de hecho, inquietante, no podía preocuparse únicamente por ella.

Alejándose y dejando atrás a la mujer que permanecía sentada en el mismo lugar, Subaru fue hacia el altar—o, más bien, hacia donde había estado antes.

Esta catedral, que tenía una estructura muy similar a lo que Subaru conocía como una iglesia, había sido completamente derrumbada por un golpe de Reinhard.
La fachada del edificio, donde el altar y el pasillo que dirigía a un lado de la habitación estuvieron localizados, había sido destruida por el poder envuelto en la brillante aurora. Lo único que a duras penas sobrevivió fueron las paredes exteriores y la parte trasera del edificio. Las mujeres que había allí sentadas parecían estar ilesas gracias a la muralla de hielo creada por Emilia.

Subaru corrió hacia donde estaba el derruido altar, donde estaban Emilia y Reinhard parados. Apartándose de los brazos de Reinhard, Emilia de inmediato tosió con dolor.

Subaru: Emilia-tan, ¿te encuentras bien?

Emilia: —cof, cof, estoy bien. Es sólo que me duele la garganta…

Subaru: ¿Qué te ha hecho? ¿Te ha dicho algo raro? ¿Ese tipo que parece gustarle lamer las caras de las mujeres te ha hecho algo desagradable? Ese vestido de boda es hermosísimo, ¿no? Quien te vistióno puede ser, ¿fue Regulus? Mierda, maldito hijo de perrano lo perdonaré. Pero creo que ha tenido muy buen ojo con el vestido. Lleves lo que lleves, estás adorable, Emilia-tan.

Emilia: Cá-cálmate un poco, Subaru. No entiendo lo que quieres decir.

Viendo a Subaru frenéticamente preocupado, Emilia retrocedió suavemente.
Al verlo con esa expresión angustiada mientras se cercioraba cuidadosamente de que ella estaba sana y salva, Emilia suspiró con una sonrisa.

Emilia: Cierto, gracias por rescatarme. Siempre supe que vendrías.

Subaru: Yo también sabía que Emilia-tan creería en mí y esperaría por ayuda. Pero me preguntaba qué haría si no llegaba a la boda a tiempo.

Emilia: No te preocupes. No me habría casado con él. Si me caso con alguien, tiene que ser con alguien que me guste.

Subaru: ¡¿Ve-verdad que sí?! Me alegro, eso me tranquiliza. Entonces, la persona que te gusta…

Emilia: ¡Ah! ¡Reinhard! Esa herida… ¡¿Estás bien?!

Justo cuando Subaru intentaba avanzar en su relación, Emilia vio a Reinhard y le habló.
Viendo la preocupación de Emilia por Reinhard, Subaru arqueó los labios y se rascó la cabeza, pero, al mirar en la misma dirección que ella, frunció el ceño.

Reinhard, quien había salvado a Emilia, tenía una herida inesperadamente grave.
El frontal de su atuendo blanco había sido teñido abundantemente de rojo. Atestiguando esta explosiva escena, Emilia contuvo el aliento.

Subaru: ¡Caramba, qué gore! ¡Ey, ¿estás seguro de que estás bien?!

Emilia: ¡Sí, es una herida muy grave! ¡Déjame echarle un vistazo, te curaré!

Reinhard: Muchas gracias; pero no se preocupe por ello. La herida ya se ha cerrado.

Esbozando una sonrisa al preocupado y nervioso par, Reinhard se limpió la sangre con su manga.
Y en su ahora limpio pecho, los rastros de la herida habían desaparecido. Ya había cerrado completamente, dejando sólo la prístina piel de Reinhard.

Subaru: No hay ninguna herida… ¿De verdad fuiste atacado? ¿Eh? ¿Qué diablos significa todo esto? ¿Es que acaso llevabas bolsas de sangre escondidas y no me lo habías dicho?

Reinhard: ¿Qué es eso?

Subaru: Deja de presumir, ¿o acaso estás siendo sincero? Hace un instante, con la situación de los rehenes de Regulus, no sé cómo planeaste lidiar con eso, así que sólo me quedé mirando en silencio, pero¿cómo sobreviviste? Dímelo de una vez.

Reinhard: Bueno… Me vino de perlas que mirases en silencio. Llamar su atención innecesariamente me habría imposibilitado salir airoso de su furia divina.

Reinhard respondió en un tono tranquilo, incluso frente a la impaciencia de Subaru. Al ver que no obtendría respuesta a su pregunta, Subaru suspiró.

Subaru: Sólo pensé que como se trataba de ti, debía haber algún as bajo tu manga. Pero verte caer en esa lluvia de sangre me hizo pensar que de verdad estabas muerto, fue terrorífico.

Reinhard: Aun así, reaccionaste a tiempo. Me alegra mucho que tengas tanta fe en mí.

Subaru: Esa era tu intención al decir, justo antes, todo eso de compensar tus carencias, ¿verdad?

Subaru golpeó suavemente el hombro de Reinhard, respondiendo a esa falta de culpabilidad con palabras que lo maldecían. Escuchando su conversación, los ojos de Emilia se ensancharon con sorpresa.

Emilia: ¿Les bastó esa breve interacción para trabajar en equipo?

Subaru: Emilia-tan, le diste la espada de hielo a Reinhard mientras me estaba moviendo; lo hicimos juntos.

Reinhard: Esa fue una gran ayuda. El no tener un arma en mano y tener que golpearle directamente, por alguna razón, me intranquilizaba. Su dureza era mucho más que suficiente.

Subaru: El edificio quedó medio destruido, así que hazte responsable de eso. Aunque… esto es una flag de supervivencia.

Habiendo tenido numerosos encuentros con Elsa en el pasado, Subaru no podía ser muy optimista.
Incluso ahora, hablando tranquilamente, su alarma contra Regulus no cesaba.

Subaru: Así que, Reinhard, ¿cuál es la respuesta correcta al misterio de esa escena? ¿Clonación? ¿Duplicación de Cuerpo? Espera, ¿acaso usaste el Jutsu de Sustitución, también conocida como la Técnica del Cambiazo? No me digas que además de caballero eres un ninja.

Reinhard: Aunque no sé lo que es un «ninja», estoy seguro de que no es un gran misterio. Esta Protección Divina del Fénix simplemente permite volver de la muerte una sola vez. Así que tu observación de que parecía estar muerto era correcta; en verdad, estaba un poco muerto.

Subaru: ¡No me vengas con que «estaba un poco muerto»! ¿Qué…? ¿Eres estúpido?

Tener que afrontar semejante respuesta inesperada sumergió a Subaru en otro mar de confusión.
Morir bajo la Protección Divina del Fénix, o algo así, podría considerarse una burla hacia la misma muerte. Aunque Subaru no era quien para decir dichas palabras—o, más bien, Subaru era el único que podía decir semejante cosa.

Subaru: Tú… robándome mi rol

Reinhard: ¿—? Lo siento. Pero en ese momento lo vi como la manera más efectiva de lidiar con el Arzobispo del Pecado. Y, de hecho, funcionó bien. Aunque, de ser posible, preferiría no repetirlo.

Emilia: Me sabe muuuy mal que hayas muerto para salvarme.

Subaru: Ugh.

Emilia: ¿Por qué tienes cara de sufrimiento, Subaru?

Atrapado por la fuerza de su respuesta, la carga psicológica de esas palabras era bastante grande.
Además, parecía que el diálogo no podría continuar más.

Reinhard: Subaru.

Subaru: Lo sé.

Agudizando sus ojos azules, Reinhard llamó a Subaru.
Subaru levantó la cabeza ante el llamado, y Emilia echó un vistazo hacia donde Reinhard estaba observando.

En la dirección hacia donde miraba había un villano emitiendo un aura ominosa.

El villano estaba parado sobre los escombros de la catedral, observando fijamente desde arriba a los tres. Cabello y ropas blancas, y una pálida expresión; este villano, vestido de blanco, curvó su boca.

Regulus: ¿Han tenido una conversación alegre dejándome de lado? Además, ¿no es inhumano que estén tan panchos después de hacer esto? ¿O es que… sienten que acaban de pisar una hormiga o algo así? ¿Acaso golpearme es lo mismo que pisar un gusano? ¡Oigan, ¿qué les parece?!

Mientras avivaba las llamas de su propia y exagerada indignación, Regulus saltó de los humeantes escombros de la catedral.
Mientras aterrizaba, se ajustó la solapa de su traje blanco, se arregló las mangas de su camisa y prestó atención a sus pantalones, antes de dirigir una mirada afilada sobre ellos.
Su cuerpo no presentaba cambios provenientes del golpe de Reinhard.
Lejos de ser herido, ni siquiera había una arruga en la ropa.

Reinhard: Ya veo, como dijo Subaru, eres alguien peculiar.

Emilia: Hace un instante, mencionaron a un Arzobispo del pecado, Subaru. ¿Es él?

Reinhard y Emilia hablaron mientras miraban a Regulus.
Escuchando esto, Regulus dirigió una mirada de disgusto a Emilia.

Regulus: , exacto. Soy el Arzobispo del pecado del Culto de la Bruja, representando la codicia, Regulus Corneas… Por cierto, no conocer siquiera la identidad de la pareja con la que estuviste a punto de casartees un problema que trasciende el no tener consciencia como esposa. ¡Insolente, inmoral, defectuosa! ¡En serio, tu deficiencia como mujer no conoce límites!

Emilia: Ni defectuosa ni nada de eso, ¿acaso no fuiste tú quien no me lo dijo? Insolente e inmoral también son disparates. Y si tú eres un Arzobispo del pecado del Culto de la BrujaCulto de la Bruja, Culto de la Bruja ¿?

Emilia, frente a los insultos del resentido Regulus, estaba a punto de contradecirle antes de repentinamente quedarse en silencio.
Llevándose la mano a la cabeza, sus cejas se levantaron como si se esforzara pensando.

Emilia: Un Arzobispo del pecado… del Culto de la Bruja ¿Alguna vez nos hemos encontrado antes?

Regulus: ¿Qué? ¿Cómo podría saberlo? Aunque, ahora mismo, si estabas por decir que nuestro encuentro fue obra del destino, eso no sería más que una ridícula farsa. A pesar de tener un rostro de extraña dulzura, en espíritu eres una puta sin remedio. Alguien así me resulta… ¡Puaj!

Subaru: Blablablabla cállate, idiota.

Apuntando al rostro del quejica Regulus, Subaru atacó con su látigo. Fruto de este golpe, el rostro de Regulus había quedado de lado. Regulus giró de nuevo la cabeza y gruñó con furia.

Para sorpresa de nadie, su rostro estaba ileso.

Subaru: En serio, si no podemos resolver el misterio de su invencibilidad, no podremos asegurar la victoria.

Reinhard: No le afecta ni los ataques de espada ni los de látigo. Ni siquiera le afecta la magia de Emilia-sama. Debe haber algún truco para derrotarlo. Subaru, espero que lo resuelvas.

Subaru: ¿Qué es lo que estás farfullando desde hace rat? ¡¿?!

Reinhard palmeó rápidamente los hombros del confundido Subaru—y luego, desapareció.
En el siguiente instante, Reinhard impactó directamente en el cuerpo del villano, mandándolo a volar hacia atrás.

Regulus: ¡Ngh, ¿qu—!?

Con un grito, Regulus, quien no tuvo tiempo de estabilizarse, se estrelló contra una montaña de escombros, causando que los mismos colapsaran y se desintegraran.

Reinhard: Yo seré su oponente. Subaru, quiero que resuelvas el misterio de su invencibilidad. Te conseguiré tiempo.

Subaru: Bien, conseguir tiempo pinta bien… ¿pero no sería mejor vencerlo de una vez por todas?

Reinhard: Si pudiera, ya lo habría hecho. Pon a salvo a estas mujeres. Si siguen aquí, acabarán envueltas en el campo de batalla.

Emilia: Espera, Reinhard. Aunque probablemente no sea muy efectiva, usa esto.

Sosteniendo una espada de hielo limpiamente encantada con magia, Emilia le pidió a Reinhard que se detuviera un momento.

Emilia: Me concentré muuucho para hacer esta espada; debería ser más duradera que la última.

Reinhard: Lo agradezco.

Aceptando la espada de hielo ofrecida, Reinhard inclinó el cuerpo en señal de profunda gratitud.
Luego se giró y saltó lejos de las ruinas de la catedral hacia Regulus. En un solo paso, desapareció de la vista de Subaru, recorriendo una distancia absurda.

Inmediatamente después de su desaparición, una onda de choque impactó en la piel de Subaru.
Mientras era envuelto por esa sensación, se giró para mirar a Emilia.

Subaru: ¡Emilia-tan! Por el momento, ayudemos a llevar a estas mujeres a un lugar seguro para evitar que acaben envueltas en la batalla de Reinhard. Todas tienen que irse… por cierto, ¿todas están casadas con Regulus?

Tanto ahora como antes, la homogeneidad de las mujeres protegidas por la muralla de hielo se sentía anormal.
Ser las esposas de Regulus las hacía miembros del Culto de la Bruja. A simple vista, había más o menos cincuenta. Si atacaran a la vez, ¿cómo podría Subaru combatirlas sin la ayuda de Beatrice? Sólo ahora había comenzado a preocuparse por eso.
Sin embargo, Emilia agitó su cabeza, negando esa preocupación de Subaru.

Emilia: Descuida. Aunque son sus esposas, creo que muchas de ellas probablemente están aquí a la fuerza y bajo presión. Así que no te preocupes.

Subaru: Ya veo. Me lo imaginaba. Si fueran una amenaza, Reinhard no las habría ignorad—gah, ¡cuidado! ¡Justo ahora unos escombros volaron hacia nosotros! ¡Qué peligroso!

Fuera de la catedral, Reinhard y Regulus estaban teniendo una batalla que superaba los límites de la humanidad.
Los escombros y fragmentos de piedra fueron propulsados debido a múltiples impactos, surcando el aire como balas. Si uno pasara justo al lado de su oreja, quizás sufriría daños.

Pese a que Reinhard tenía una absoluta ventaja ofensiva, en tanto la naturaleza del poder de Regulus siguiera siendo un misterio, esta ventaja se desvanecía poco a poco. Subaru tenía que idear una contramedida antes de que el villano pudiera sobrepasarlo.

Emilia: Ey, ¿te encuentras bien? ¿No tienes heridas?

Mientras Subaru reflexionaba, Emilia había comenzado a sacudir por los hombros a la mujer rubia.
Esa era la misma mujer que Subaru había rescatado hace un momento con su látigo. A juzgar por su ubicación delante del altar, su estatus parecía diferente al de las demás mujeres. Como siempre, la expresión en su rostro no mostraba ni rastro de entusiasmo.
Alzando la vista para ver a Emilia, la mujer sacudió su cabeza lentamente.

Número 184: Yo… nosotras tenemos que permanecer aquí. Si quieres huir, por favor cuídate.

Emilia: ¿Permanecer? ¿Por qué? ¿Tus pies están lesionados? En ese caso te curaré de inmediato. Esta pared por sí sola no es suficiente para mantenerte a salvo. ¡Apresúrate, tenemos que irnos!

Número 184: Por favor, permite que me rehúse. Sólo tú puedes irte de este lugar.

Emilia: ¡¿Por qué?! ¡Quedarte aquí hará que te veas envuelta en la pelea! Regulus atacará indiscriminadamente todo lo que le sea necesario, sin importar tu presencia. Si no huyen

Número 184: —Honorable Esposo no dio instrucciones de irnos.

La persuasión desesperada de Emilia fue interrumpida por la terriblemente fría voz de la mujer, transmitiendo sentimientos igualmente desprovistos de calidez.
Su penetrante y clara mirada se dirigió a los ojos amatistas de Emilia.

Número 184: No escuchar al Honorable Esposo lo hará enojar. Si eso sucede, sólo hay un único resultado posible.

Emilia: Eso… no…

Al igual que Emilia, Subaru no sabía qué decir ante eso.
Estaría mal considerarla rebelde, ya que no poseía voluntad. Y también estaría mal considerarla obstinada, ya que no poseía convicción.
Sus declaraciones y actitud únicamente albergaban una resignación que ya nunca desaparecería.

Ella— o más bien, ellas, todas ellas, se habían rendido hace mucho tiempo.
Esos corazones, destruidos por Regulus, ya no podían considerar otra cosa que no fuera él.
Esa era una increíble brutalidad, la cual ya no necesitaba palabras o acciones.

Subaru: El oponente de Regulus es el Santo de la Espada, Reinhard. Sé que él te aterra, pero Reinhard no tendrá ningún problema en matarlo. Así que, no te quedes aquí. No hace falta poner en peligro sus vidas.

Número 184: No importa quién sea el oponente. ¿Santo de la Espada? Por favor, no me hagas reír. ¿Cómo podría alguien hacerle frente al Honorable Esposo… Regulus Corneas?

La mujer desestimó todas las afirmaciones de Subaru con nada más que desprecio.
Esa era su primera vez en mostrar una emoción genuina.
El despectivo rechazo de un adulto ante la ignorante ilusión de un niño.

Sólo entonces, Subaru comprendió la verdadera naturaleza de esa distorsionada relación.

Las esposas de Regulus Corneas tenían absoluta fe en la fuerza de su esposo.
Incluso el saber que su oponente era el Santo de la Espada, Reinhard no significaba nada para el grillete de la maldición que nadie podía deshacer.
Aquel abrumador poder, aquel poder sin igual que poseía Regulus mantenía un firme agarre en el corazón de sus esposas.

Las esposas confiaban en su esposo, y éste no soltaría su agarre sobre los corazones de las esposas. En cierto modo, ese era el estado ideal de una relación.
Pero esa superficie serena daba lugar a distorsiones internas.

Subaru: Mierda

Subaru llegó a la dolorosa conclusión de que meras palabras no las moverían.
La opinión de la mujer que tenía delante de sus ojos reflejaba lo que creían las demás mujeres que había aquí. La falta de discordia y silencio muerto eran prueba de ello.
La única manera de forzarlas a irse era dejándolas inconscientes a todas y moverlas una a una; pero nadie de los presentes podía permitírselo.

Subaru: —¡Reinhard! ¡Cambio de planes! ¡Empieza la Operación I!

Descartando la idea de persuadir a las mujeres, Subaru escaló a lo más alto del derruido altar y llamó a Reinhard, quien se encontraba desafiando la ley de gravedad mientras corría por la pared de un edificio de la ciudad bajo el cielo nocturno que empezaba a caer. Desde esa distancia, él miró a Subaru.

Reinhard: ¿Operación I? Subaru, ¿has puesto a salvo a las mujeres?

Subaru: ¡¿?! ¡¿Qué demonios?! ¡Oye, ¿desde dónde oigo tu voz?!

Reinhard: Ésta es la Protección Divina de la Telepatía, la cual puede enviar mi voz a aquellos amigos en mi campo visual.

Subaru: ¡¿Podrías dejar de ser un superhumano?!

Incluso para Subaru, que apenas podía ser considerado un combatiente, lo que hacía Reinhard superaba la comprensión humana.

Corriendo y pateando desde una pared, Reinhard surcó el aire y giró rápidamente.
Justo antes de aterrizar, dejó que su ropa se esparciera, reduciendo el impulso, y una de sus esbeltas piernas hizo una patada en el aire, creando una cuchilla de viento hacia el suelo.
Además de levantar polvo y los adoquines de la calle, la onda golpeó directamente al villano esperando abajo—la silueta de Regulus, incapaz de mantenerse de pie, fue mandada a volar de nuevo.

Subaru: Esa acrobacia asesina de ahora, ¿qué fue?

Reinhard: Él ataca tirando piedras o arena. Me muevo entre las partículas voladoras evitando que me golpeen.

Subaru: En mi caso suena como si quisiera esconderme de la lluvia. —Más importante, ¡traslada el campo de batalla! ¡Esas mujeres no se moverán! ¡Están tan aterradas de Regulus que no se atreven!

Reinhard: Ya veo, entiendo. —Entonces, déjame intentarlo.

Bajando su voz, Reinhard saltó ligeramente hacia Regulus.
Poniéndose de pie una vez más, Regulus pisoteó el suelo, mandando pequeños pedazos de madera y arena a volar. Sin embargo, sin ningún movimiento innecesario, Reinhard esquivó y blandió la espada de hielo de Emilia, golpeando a Regulus y mandándolo a volar de nuevo.
El grito del villano se superpuso al crujido de la espada de hielo, la cual se estaba resquebrajando.

Emilia: ¡Subaru! Espera, ¿qué planeas hacer?

Subaru: Alejar de aquí a ese bastardo… Wow, Emilia-tan, qué atrevida.

Emilia: Este vestido es lindo, pero es difícil moverme.

Parada delante de Subaru estaba Emilia, quien se había arrancado parte de su vestido.
Las partes restrictivas del blanco vestido de boda habían sido firmemente rasgadas, revelando completamente sus pálidos muslos era una imagen demasiado cautivadora.

Emilia: ¡Eso da igual! En cualquier caso, ¿qué va a hacer Reinhard?

Subaru: Uno de los planes que diseñamos antes de la batalla. Aún no sabemos la naturaleza del poder de Regulus… así que el plan es probar todas las posibilidades que se nos han ocurrido, una por una.

Asintiendo mientras le decía eso a Emilia, Subaru sacaba de la catedral la querida espada de Reinhard. Entonces, él y Emilia corrieron directamente al campo de batalla de Reinhard.

    

Regulus: ¡Agh! ¡¡Pero qué tipo más pesado!!

Quejándose de un grito, Regulus movió sus dos brazos hacia adelante.
Su objetivo era Reinhard, quien se desplazaba rápidamente hacia atrás y adelante, esquivando la grava que él lanzaba.

Normalmente, partículas de grava servirían sólo para cegar al oponente; usar esto como arma en un duelo no era digno de alabanza—pero si Regulus era el usuario, el poder de esta táctica despreciable se volvía miles de veces superior.
Los edificios comenzaron a sucumbir donde la grava los alcanzaba, y el escenario circundante se convertía en ruinas.

Reinhard: —Tch.

Viendo la destrucción cataclísmica desarrollándose delante de él, Reinhard inició una evasión drástica.
Descendió su cuerpo como si estuviera a punto de gatear, y se movió a gran velocidad. Incluso con una postura tan extravagante como esa, seguía moviéndose demasiado rápido para los ojos de la gente ordinaria.
Y por lo tanto, Regulus, quien no era diferente a una persona ordinaria, no tenía forma de alcanzar a Reinhard.

Regulus: ¡Maldito… gh! ¡¿Adónde fuiste, insecto?!

Ante la amenaza de perder su objetivo, Regulus atacó indiscriminadamente hacia todas direcciones.
La sensación de escalofríos en la piel era un claro signo de que lo que se avecinaba sería terriblemente peligroso—un instinto de supervivencia con el que todos nacían, advirtiendo de enemigos cercanos.
En realidad, esto tenía poco que ver con la presencia de una amenaza evidente. Cualquier criatura viviente era susceptible a esta sensación. Regulus no era una excepción; el hormigueo de sus nervios a través de todo su cuerpo le avisaban que algo andaba mal.

—Sin embargo, esta increíble amenaza se aproximaba de todas las direcciones, un anillo opresivo de amenaza.

Regulus: ¡Maldito, ¡¿QUÉ DEMONIOS EREEEEES?!

Reinhard: No soy nada más que el Caballero de Felt-sama, candidata a la Selección Real. Por favor asegúrate de darle todo tu apoyo.

Regulus: ¡¿—?!

Con aquella frase que pudo o no tratarse de una broma, una firme voz habló.
El sorprendido Regulus recibió un impacto en su cabeza—tal vez fue golpeado por un objeto de hierro. El arma terminó torcida completamente fuera de forma, y el chirrido que emitió indicaba que fue torcida por una fuerza de repulsión.

Humillado, Regulus vio el suelo mientras se mordía el labio.
Con un juego de pies impecable que evitaba fácilmente los ataques, Reinhard asumió su postura.

Tanto el Santo de la Espada como Codicia tenían claro quién era superior en ataque y quién en defensa.
Demostrando su increíble poder de combate, la fuerza de Reinhard —la cual podía arrastrar de un lado a otro como un juguete a un Arzobispo del Pecado— no parecía de este mundo. Pero, incluso así,

Regulus: Quien ganará seré yo, ¿no puedes entenderlo? Aunque no tengo idea de cómo te las has podido arreglar tan bien con este poder que sólo puede oprimir a otros; ¡alguien como tú, cuya felicidad es construida gracias al sacrificio de los demás, será detenido aquí! Con ese poder, ¿cuántas vidas humanas has pisoteado? Esa codicia de verdad que es despreciable.

Reinhard: Eso en verdad es desalentador de oír. Es verdad que, gracias a mí, algunos han perdido de vista su felicidad. Sin duda, la redención es la razón por la que hago lo que hago.

Ante la ridícula retórica de Regulus, los ojos de Reinhard se aguzaron ligeramente.
Viendo la postura que adoptó el Santo de la Espada, Regulus abrió sus ojos completamente.

Regulus: ¿Qué significa eso? ¿Algo así como «no necesitas decirlo porque ya lo sé»? ¿O es un intento de ocultarlo bajo el agua con un «soy consciente de mis propios pecados y estoy intentando arreglar mis malas cualidades»? Ya basta de bromas. Nadie tiene expectativa alguna de lo que sea que hagas en el futuro. Lo único que importa es lo que hiciste en el pasado. Alguna vez tus pies estuvieron plantados en la tierra, donde alguien lamió tus suelas. A semejante persona, así ayudes a diez mil o cientos de millones de personas, es inútil. Sólo muere, pecador. Tú, siendo sólo capaz de suplicar a otros, deja ya de pretender ser una buena persona.

Reinhard: Hablando contigo, realmente tengo el sentimiento de que se me esté mostrando un espejo. Ésta debe ser la razón por la que Subaru me dijo que evitara tomar en serio lo que dices.

Regulus: Ahora que lo mencionas… ese tipo allí, ¿es este tal «Subaru»? El hombre podrido que me arrebató a mi novia, ese odioso bastardo… incluso si ella terminó siendo una sucia puta, su transgresión no puede ser perdonada nunca. Para aquellos que tratan de tomar lo que les pertenece a otras personas, el castigo será— ¡¿ah?!

En medio de su discurso, Regulus fue volteado patas arriba.
En ese momento, Reinhard había bajado su postura y agarró el tobillo izquierdo de Regulus, para hacerlo girar. En un campo rotatorio de violenta destrucción, la espalda de Regulus golpeó una pared.
Al impactar, una lluvia de polvo se dispersó mientras el cuerpo de Regulus, aún siendo blandido de un lado a otro, atravesó y derrumbó un edificio.

Reinhard: Aunque tengo la sensación de que tocarte directamente es muy peligroso, trataré de acostumbrarme a ello lo más rápido posible.

Regulus: ¿Qué, haces esto para poder llamarlo un amigo? Cada vez me pareces más y más hipócrita. Tu naturaleza propia sin bases no tiene amigos decentes. Con alguien conocido como un violador, tener una amistad es—gh.

Reinhard: —Lidiar contigo en verdad es insoportable; y mucho más cuando difamas a mis amigos.

El viento repentinamente envolvió sus cuerpos, seguido de una rápida sensación de ascenso.
Si dieras un vistazo, las siluetas de ambos estaban suspendidas en medio del cielo nocturno y, directamente al lado de ellos, la luna llena brillaba enormemente. En aquel lugar, donde la luz de la luna caía, Regulus chasqueó la lengua.

Regulus: Ya deberías saber que no depende de la fuerza. Creer que tirarme desde esta altura terminará con esto es ser demasiado ingenuo, ¿no crees? ¿Te estás burlando de mí?

Reinhard: Podría intentar arrojarte abajo con fuerza y dejarte clavado en la tierra… pero esas no fueron mis instrucciones.

Regulus: ¿Qué estás…?

En medio del aire, sin soporte alguno, Reinhard cambió la dirección arriba y abajo girando su cuerpo ligeramente. Regulus, aún siendo agarrado de su pie, fue sometido a la fuerza centrífuga y, siendo blandido por Reinhard, sus ojos se agrandaron a la vez que miraba hacia abajo.

Regulus: No me digas que…

Reinhard: Por lo visto, lo que está por venir es conocido como «La primera ola». Ojalá no vuelva a verte después de esto.

Extrañamente, Reinhard había dicho algo sarcástico, pero Regulus no tuvo tiempo para pensar en eso.
Reinhard, únicamente usando la fuerza de su brazo, arrojó a Regulus hacia abajo. Como si hubiera sido lanzado por un látigo, el denso cuerpo de Regulus fue acelerado hacia abajo con el impulso de una bala. Regulus, envuelto por el viento, sólo podía ver cómo se acercaba rápidamente a la superficie de un canal de agua.

Regulus: ¡Sólo es agua!

Rotando rapidísimo mientras caía, Regulus extendió sus manos, con la intención de hundirlas en el agua. Reinhard, que ahora estaba más arriba en el aire, caería al mismo lugar tarde o temprano y estaría desprotegido.
Y entonces, su tranquilo rostro podría ser destruido de un sólo golpe.
Ante ese pensamiento—

Subaru: ¡—Emilia, hazlo!

Emilia: ¡Ul Hyuuma!

Oyendo las voces de ese hombre y mujer que él odiaba, vio de reojo a ese par que detestaba.
Un chico de cabello negro haciendo un gesto con un dedo, y una chica de cabello plateado quien conjuraba silenciosamente.

En el siguiente instante, cayendo desde arriba de Regulus, carámbanos fueron disparados a una velocidad superior a la de Regulus.
Los carámbanos alcanzaron las extremidades de su esmoquin blanco, acelerando su caída. Además, el último golpeó directamente la espalda de Regulus, congelando su cuerpo.

Un total de cinco carámbanos ataron las extremidades de Regulus, usando su cuerpo como un punto de congelación cuando cayó en el canal. Centrado en donde Regulus había caído, la magia de hielo se extendió inmediatamente en el agua como una mano, congelando el flujo del agua. Esa tumba de hielo abarcó todo el canal de agua.

    

Subaru: ¡Operación Caída en el Charco, apodada «Operación I» fue completada con éxito!

Reinhard: Ojalá haya sido efectivo.

Iluminado por la luz de la luna, Reinhard aterrizó al lado de Subaru, quien vigilaba el canal de agua congelado.
Tras haber arrojado a Regulus desde el cielo, la trayectoria de la caída debería haberle imposibilitado evitar caer en el agua, pero sería un milagro que una sola gota de agua lo hubiese rozado.
Que Reinhard pudiera moverse tan bien en medio del aire, a estas alturas, ya ni siquiera sorprendía.

Emilia: Sellar su rango de movimiento y lanzarlo al agua, para luego congelarlo. Es imposible que vuelva a emerger de nuevo, supongo.

Desde el otro lado de Reinhard, Emilia vigilaba el agua.
Quien propuso los planes de batalla fue Subaru, y quien los ejecutó fue Reinhard. Sin embargo, Emilia había sido la que llevó a Regulus a un estado de desesperación. Aunque él había sido un asesino loco, Emilia tenía cara de remordimiento, como era de esperar.

Si todo procedía sin problemas, pronto no sería más que un cadáver ahogado.
Emilia sentía que se había excedido; y tenía motivos para pensarlo.

Subaru: …

Mirando de reojo a Emilia, Subaru meditó cruzándose de brazos.
Aunque se sentía muy apenado por ella, tener a Regulus ahogado era el mejor resultado de esto. Y si eso no era posible, dejarlo al menos moribundo.
Sin embargo, la peor posibilidad también debía ser esperada. Por ejemplo—

Subaru: ¡Reinhard!

Reinhard: ¡—gh!

—Justo frente a sus ojos, la superficie del hielo se agrietaba, y justo después, un chorro de agua salió disparado directamente hacia ellos.

Al ver el agua impulsada, Reinhard agarró a Emilia y Subaru mientras el chorro de agua se les acercaba. Sus brazos envolvieron sus cinturas y dio un salto hacia atrás. Una vez estuvieron suficientemente lejos del alcance del agua, Reinhard agudizó sus ojos.

Reinhard: Parece que esto todavía no ha sido zanjado.

Subaru: Cierto. Teniendo en cuenta eso, este tipo es temible, tal y como me imaginaba.

Reinhard y Subaru estaba mirando cosas distintas.
Reinhard estaba viendo a la silueta parada en lo más alto de un trozo de hielo flotante; mientras que Subaru miraba los resultados provocados por el chorro de agua que esa silueta había lanzado caprichosamente.

Gotas de agua volaron, cayendo cerca de donde el grupo de Subaru estaba parado.
El resultado no había sido nada tan encantador como gotitas de agua salpicando el suelo y mojando la tierra, sino que cada gota de agua perforó a través de la tierra, esculpiéndola como si mordiera con la fuerza de una bestia gigantesca.

Este poder destructivo no era inferior a esas piedras y arena lanzadas por Regulus.
Lo que quería decir que, así se trate de sólido o líquido, el poder de ataque de Regulus seguía siendo constante.

Emilia: …Su cuerpo… no está congelado en absoluto. Tal y como sucedió en la catedral.

Murmurando esto, Emilia miró a Regulus, aún parado sobre ese trozo de hielo flotante.
Subaru le había confiado la tarea de congelar su cuerpo y extremidades usando magia. Siguiendo las instrucciones de Subaru de «no mostrar piedad», el carámbano perforó justo en medio del cuerpo y extremidades de Regulus, semejante acto debió haberlo dejado más que moribundo.
Sin embargo, cuando él cayó en el agua, la punta del carámbano no había penetrado su cuerpo, y así Regulus estaba simplemente congelado en la superficie, justo como lo estuvo en la iglesia.

Contra Regulus, ni congelarlo ni la magia era efectivo.
Además, él también podía anular ataques como proyectiles y golpes.

Subaru: Cuando se quitó de encima las llamas de Ira, sospeché un poco, pero… ¿acaso su habilidad de invencibilidad no tiene ramas de especialización en ataque físico o mágico?

Reinhard: ¿Has podido averiguar algo gracias a la Operación I?

Subaru: Sobre eso, si no nos acercamos más… ¡¿—?!

Interrumpiendo la respuesta de Subaru a las palabras de Reinhard, había una anomalía en el canal.
Un vórtice apareció en el agua congelada de la superficie, lejos de donde estaba la rotura. Gradualmente, su impulso incrementó, empujando el hielo flotante que Regulus ocupaba. Y entonces—

Subaru: ¡Un dragón de agua—!

Saltando del centro del vórtice, el dragón apuntó sus colmillos hacia Regulus, quien estaba parado en lo más alto del hielo.

Se trataba de uno de los domesticados dragones de agua que normalmente nadaban libremente por los canales de agua que rodeaban la ciudad. El dragón de agua, que debería haber estado entrenado para no atacar personas, abrió sus mandíbulas enormemente, con el objetivo de atacar la delgada cintura de Regulus.

Tal vez, incluso ese dragón de agua había sido influenciado por Ira, una tragedia que nunca debió haber ocurrido—sin embargo, sus mandíbulas no tuvieron oportunidad de cerrarse.

Subaru: —gh.

La garganta de Subaru involuntariamente se atoró ante el grotesco espectáculo ocurriendo frente a él.
Lo que sucedió en este momento, ¿cómo podría siquiera ser descrito?

—Las fauces del dragón de agua se dislocaron en el mismo momento en el que se habían agarrado a Regulus.

Como en un juego de Daruma Otoshi, la mandíbula del dragón de agua se salió.
Manteniendo su impulso mientras volaba hacia Regulus, su mandíbula se giró. Incapaz de corregir la dislocación, la mandíbula que debió haber arrastrado a Regulus al canal de agua se partió en dos con un gran temblor.

Las partidas mitades del dragón de agua derramaron sangre en el agua mientras se sumergían.
Después de un momento, una exagerada cantidad de sangre y vísceras que una vez fueron un dragón de agua flotaron a la superficie; ésta había sido una muerte grotesca.

Reinhard: Emilia-sama. De ser posible, ¿podría hacerme una lanza?

Emilia: …¿Eh?

Reinhard: Una lanza. Una lanza de hielo, por favor.

Encarado con la misma mirada, Reinhard murmuró esto a la desconcertada Emilia. Atando cabos, Emilia enfocó rápidamente su maná. Después de muchos intentos infructíferos, eventualmente Emilia creó una lanza de hielo, y se la dio a Reinhard. Después de comprobar la calidad de la lanza,

Reinhard: Mis disculpas.

Agarrando la lanza de hielo, movió su muñeca hacia atrás apuntando a Regulus y lanzó el proyectil.
La lanza voló con fuerza. Sin embargo, no era la punta afilada la que había sido apuntada a Regulus. Mientras iba de lado, su mástil golpeó directamente a Regulus.
Pero lo importante era que, cuando el mástil de la lanza golpeó a Regulus, se partió en dos y cayó en el canal de agua.

Emilia: ¿Qué significa esto?

Subaru: Ya veo… Así que era eso, Reinhard.

Viendo el estado de la lanza rota, Emilia ladeó la cabeza en confusión. Al lado de ella, Subaru comprendió el por qué Reinhard había hecho esto, estremeciéndose por su resultado.
Al escuchar la afirmación de Subaru, Reinhard asintió.

Reinhard: Emilia-sama, ¿vio lo que le sucedió a la lanza cuando lo golpeó?

Emilia: Se rompió, ¿verdad? Una lanza de hielo es diferente a una de verdad, así que es natural que se haya partido en dos al ser sometida a tanta fuerza…

Reinhard: No exactamente, la lanza no se rompió. La parte de la misma que lo golpeó ha desaparecido. La parte que lo golpeó está perdida, separada. La lanza no fue partida en dos, sino en tres.

La explicación de Reinhard sirvió como respuesta a lo que le había pasado tanto a la lanza como al dragón de agua.
Ni un objeto, ante el contacto con Regulus, podía penetrar su cuerpo. Con una barrera ordinaria, la colisión habría provocado que el proyectil rebotara o se destruyera ante el impacto, pero nada de esto sucedió.
El cuerpo de Regulus literalmente denegaba cualquier objeto que colisionara con él.

Regulus: Qué expresiones tan ingenuas tienen. Así es.

Justo cuando los tres alcanzaron un consenso, la voz de Regulus sonó repentinamente desde el hielo.
La tranquilidad de su voz lo hacía sonar como si tan sólo estuviera susurrándose a sí mismo. En el instante que Subaru pensó eso, tuvo el escalofrío más fuerte hasta el momento.

Regulus: No lo entienden, noloentiendennoloentiendennoloentienden. Todos ustedes, realmente, realmenterealmente no entienden nada. Es inútil. Hagan lo que hagan, no podrán ganar. No conseguirán nada. No importa cuánto se esfuercen y luchen, no tiene sentido. ¿Por qué no pueden ver eso? Se los diré, les mostraré, los forzaré a ver… nunca lo entenderían.

Regulus se susurró eso mientras saltaba del hielo. Habiendo tan sólo saltado hacia adelante ligeramente, su cuerpo cayó en picado al canal; por un momento, su silueta desapareció de la vista. Sin embargo, con una mano en el borde del canal, se impulsó a sí mismo desde el agua, escalando de nuevo a la calle. Entonces, una vez más, miró a los tres con desdén.

Reinhard: Su cuerpo no está mojado en lo más mínimo. Su respiración se mantiene intacta. Naturalmente, los fragmentos de hielo no necesitan siquiera mencionarse; no tiene ni una sola gota de sangre esparcida en él. Sus ropas están completamente limpias, e igualmente sin manchas de agua.

Observando a Regulus, Reinhard dio un reporte rápido.
Habiéndolo escuchado, Subaru asintió y trató de considerar todas sus preocupaciones mientras reprimía su horror. Parecía que todo lo que quería confirmar combatiéndolo había sido comprobado.
Sin embargo, no había ni rastro de buenas noticias; éste era el peor comunicado posible.

Reinhard: Subaru, mi espada.

Subaru: S-sí…

Ante la petición de Reinhard, Subaru rápidamente le dio la espada que había estado sosteniendo todo este tiempo. Mientras Reinhard gentilmente comprobaba el mango de su amada espada, Emilia miró desde un lado, preguntándose tímidamente,

Emilia: ¿La espada puede desenvainarse?

Reinhard: No, el mango sigue atascado. Parece que no será obediente… pero no hay otra arma que pueda ser usada para confrontarlo.

Emilia: Ya que tu espada no puede ser desenvainada, ¿qué harás? ¿Atacarlo directamente con la vaina?

Reinhard: No exactamente. Pero es algo así.

Sin rastro de tensión en su voz, Reinhard caminó hacia adelante.
Se colocó a sí mismo frente a Subaru y Emilia, ocultándolos del campo de visión de Regulus.

Reinhard: Subaru, por favor permite que la tarea de ganar tiempo sea dada a mí. Tú puedes continuar descifrando su poder.

Subaru: Se siente como si la dificultad subió un escalón. Pero me esforzaré.

Emilia: ¡Y-yo también me esforzaré!

Reinhard: Entonces, yo también me esforzaré. —¡Vamos allá!

En ese mismo instante, Reinhard saltó hacia adelante.
Regulus, quien se había quedado esperando, lo recibió con tranquilidad.

Regulus: Oye, ¿no lo viste? Lo que le pasó a ese lagarto, y ese ataque con lanza de antes… ¿Acaso no tienes la peor imaginación del mundo?

Reinhard: Si sólo enfocas tu atención en la moneda que hay a tus pies, terminarás perdiendo de vista lo verdaderamente importante—fue lo que dijo una vez mi superior.

Regulus: Me da igual.

El suspiro de Regulus, profundo y desinteresado, se solapó con el inicio del golpe de Reinhard.
El sonido de los músculos y huesos siendo penetrados por algo filoso resonó a través del aire, y la garganta de Subaru no pudo evitar endurecerse. Vio mientras Reinhard agarraba la vaina, estrellando la empuñadura de la espada en Regulus.

Regulus: Ah, parece que ni siquiera tienes una estrategia.

El sonido de aquellos golpes eran distintos a cómo acabó el dragón de agua y la lanza de hielo; al menos la amada espada de Reinhard no se rompería golpeando a Regulus, sin importar qué hiciera.
Sin embargo, Regulus no reaccionó a los ataques. Los golpes previos de Reinhard, aunque sin causar daño, habían podido al menos mandarlo a volar; pero ahora, incluso ese efecto se había perdido.

Reinhard: Siéntete libre de estar orgulloso. Eres la segunda persona que me fuerza a usar la Espada Dragón Reid.

Regulus: No puedo evitar pensar que lo dices irónicamente; te estás burlando de mí, ¿no? Así no es como se usan las espadas, ¿no crees? Semejante denigrante mirada y semejantes palabras de desprecio… hacia alguien tan iluminado como yo, ¡obviamente lo entendería!

Reinhard: Eso es completamente— ¡gh!

Mientras provocaba a Regulus, Reinhard osciló a una proximidad corta. Encarado con esas puntas de dedos mortíferas, los movimientos evasivos de Reinhard pusieron a todo su cuerpo en moción.
Repentinamente, sus piernas se detuvieron. No, más bien, se les impidió moverse.

Las piernas de Reinhard cedieron, arrodillándose allí mismo.
Su pierna derecha se había abierto, derramando copiosas cantidades de sangre.

Subaru: ¡¿Fuiste golpeado?! ¡¿Qué sucedió?!

Subaru gritó, mientras que Reinhard fruncía el ceño en medio de su confusión.
Ni Subaru, observando desde la distancia, ni Reinhard, desde muy cerca, sabían qué había pasado. Al ver que fallaban en hallar el porqué, el causante de esa confusión procedió a dar su opinión.

Regulus: Con tu reacción de visión sobrehumana, puedes escapar de las partículas de grava y agua. Pero eres muy ingenuo, ¿verdad? Si de verdad quieres confrontarme, no me permitas respirar. No puedes, ¿verdad? Hace un momento, exhalé, ¿recuerdas?

Reinhard: Incluso su respiración…

Estando Reinhard agachado, Regulus se dispuso a darle una patada sin piedad.
Con un golpe directo, su ataque sería suficiente para mandar a Reinhard a volar en pedazos. Ante su ataque, Reinhard no tenía tiempo para esquivar.
Rápidamente, levantó la espada en sus brazos, bloqueando el golpe con su vaina negra—

Reinhard: ¡Ughh…!

Regulus: ¿Qué crees que puedes hacer, con esa molesta vaina de por medio? Aferrándote a algo de lo que no eres digno, ¿por qué la gente como tú hace esas cosas? No puedo entenderlo para nada.

—Pero, con esa acción defensiva, el cuerpo de Reinhard fue mandado a volar como si fuera una pelota de juguete.
Aunque fue protegido del poder fatal de la patada, cayó en la calle, estrellándose con las estructuras circundantes. Mientras el cuerpo de Reinhard rodaba y rodaba, la destrucción sólo continuaba.
Era como si el cuerpo de Reinhard se hubiera convertido en una bala de cañón cuando fue mandado a volar.

Regulus: Bien, y ahora…

Subaru: ¡—!

Viendo a Reinhard a la distancia, Regulus pareció recordar algo mientras se giraba. Siendo firmemente fijado por esa mirada, Subaru se tensó inmediatamente.
Emilia, que estaba a su lado, inmediatamente recitó un conjuro, y en un instante el cielo estaba lleno de una multitud de carámbanos que volaron implacablemente hacia Regulus.
Sin embargo, los resultados hablaron por sí mismos.

Regulus: Una mujer que no puede entender la situación es desagradable. Tener que gastar tiempo en disciplinarlas es una pena. Bueno… la mayoría de las mujeres no saben entender la situación, así que primero tienen que ser instruidas. Después de ser domesticadas, son mucho mejores.

Estrellándose en su cuerpo y destruyéndose en fragmentos, esos carámbanos fueron incapaces de siquiera moverlo antes de caer al suelo. Lánguidamente, Regulus se les acercó.

Subaru: ¡Emilia! ¡Tratar de pelear es inútil por ahora! ¡Si seguimos sin entender el misterio, incluso si atacamos, no tendrá efecto alguno!

Emilia: ¡Pero…!

Subaru: ¡Déjalo, por ahora sólo huyamos de aquí!

Agarrando la muñeca de la obstinada Emilia, Subaru trató de alejarla de Regulus.
Las acciones de Subaru sólo sirvieron para animar aún más a Regulus.

Regulus: Jaja, ¿están intentando huir? Bueno, es natural. Ahora que la situación es así, sin ninguna posibilidad contra mí… aunque debieron haberlo comprendido antes de tocar mi puerta como un niño… Si quieren huir, entonces huyan.

¿Qué es lo que trama?
Regulus los vio huir con nada más que una sonrisa.
Sin embargo, dada esta oportunidad para escapar, necesitaban aprovecharla. Ahora no podían permitirse parar de correr ni un segundo para pensar—

Regulus: —Pero, primero tendrán que irse.

Mientras hablaba, Regulus se aproximó al canal; inclinándose sobre él, agarró de la superficie una de las mitades del cadáver del dragón de agua.
Agarrando su cola, mostró una sonrisa feroz.

Emilia: E-Ey, Subaru… Tengo un muuuy mal presentimiento sobre esto…

Subaru: Qué coincidencia, yo también.

Nadie tenía idea de lo que haría Regulus.
Sin embargo, cada mínima acción que tomaba tenía resultados completamente extraordinarios, eso era tan claro como el agua.

Por lo tanto, los pasos de Subaru y Emilia se aceleraron.
Tomándose su tiempo, Regulus rio desagradablemente mientras levantaba su cabeza, antes de comenzar a moverse. Puso pie en el techo de un edificio adyacente, luego saltó a sus pisos superiores, aterrizando en otra estructura más alta, hasta que finalmente alcanzó un edificio con la altura de una torre del tiempo.

Después de eso, ambas partes estaban tan alejadas entre sí, que parecían del tamaño de guisantes.
Sin embargo, pese a la distancia que ganaron, Subaru seguía pudiendo ver la cara de Regulus.

—Mostrándose tan claramente, estaba la asesina sonrisa burlona del villano.

Regulus: Adelante, si quieren intentar esconderse, veamos si pueden. —Puta indigna de convertirse en una novia, y bastardo que cuida a esta mujer como a un tesoro. ¡Les daré una lluvia de sangre!

Regulus levantó la mitad del dragón de agua con sus dos manos, y torció el cadáver sin misericordia.
La carne del dragón se partió con un crujido desagradable, y la goteante sangre brotó. Los restos sangrientos fueron alegremente sacudidos por Regulus desde la alta plataforma donde él se encontraba.

Sosteniendo la cola del cadáver, aún bañada en sangre, como si sacudiera una toalla mojada.
Mientras lo centrifugaba sobre su cabeza, la sangre se esparcía en un halo que no parecía tener fin.

Lejos, lejos, hasta que su impulso la llevó a donde Subaru y Emilia huyeron.
Entonces, el resultado fue—

Emilia: ¡¡—Subaru!!

Subaru: ¡¡Corre corre corre corre CORREEEEE!!

La lluvia de sangre se convirtió en una lluvia de destrucción, arruinando la ciudad. Este bombardeo de área se dirigía directamente hacia las dos personas que se habían visto forzadas a escapar.