domingo, 10 de diciembre de 2023

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Una voz sonó


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Miguel

Corrección y edición
Carlos
Pretinaverse

※ ※ ※ ※ ※

El aguijón atravesó el aire hacia ellos con rapidez, destrozando el pasillo de piedra y alzando una densa nube de polvo mientras la destrucción se extendía desenfrenadamente.
Subaru creyó ver la escena en cámara lenta, siendo testigo de cómo una jovencita en vestido saltaba al núcleo del vórtice de la terrible destrucción que se desplegaba ante sus ojos.
 
Y, quien había saltado dirigiéndose de cabeza hacia la destrucción y con los tirabuzones de su pelo agitándose, era Beatrice.
Coraje——no, temeridad. Dado que la constitución de la pequeña era frágil, tenía mucha menos capacidad para soportar el golpe del aguijón que el monumento de piedra. Si lo hizo para actuar como escudo humano, entonces con su estatura no podría evitar ningún golpe que fuera dirigido por encima del pecho de Subaru.
Es decir, que no fue nada más que una acción impulsiva y una muerte inútil.
 
Como cuando el llorón de Subaru, con su cara llena de mocos, había agarrado la manga de Echidna.
Como cuando había gritado el nombre de Julius, evitando así que éste ardiera hasta las cenizas por las llamas infernales.
Como cuando había intentado estampar la cabeza de Ram en la pared, y no había seguido el consejo de la niña fantasma.

Beatrice también había ignorado lo imposible, y había intentado recibir y detener el aguijón——
 
Subaru: ¡¿Uoh?!
Beatrice: ¡¡——E.M.T. incompleto, de hecho!!
 
En ese instante, Beatrice apareció de repente, agarró la mano de Subaru y alzó hacia delante la palma que tenía libre.
Al mismo tiempo que gritaba, algo invisible a los ojos que parecía energía salió del cuerpo de Subaru. Ante Subaru, cuya cabeza aún tambaleaba, el golpe del aguijón fue bloqueado por lo que parecía una barrera de luz que había sido activada frente a la palma libre de Beatrice.
 
Subaru: …
 
La onda que se produjo daba la impresión de que sería lo último que verían antes de morir, pero fue bloqueada por la pared defensiva cuyo centro estaba delante de la palma de Beatrice, y el daño de la onda se repartió hacia sus bordes, evitando así a Subaru y al resto.
Ese no fue el único ataque del aguijón, el cual procedió a lanzar una ráfaga de ataques sobre ellos sin parar. Sin embargo, todos los golpes fueron bloqueados por el escudo que había formado la niña llamada Beatrice, impidiendo que cualquier daño alcanzara a quienes había tras el escudo.
 
Una de las terribles ondas que se produjeron provocó que uno de los fragmentos del pasillo fuera lanzado contra la mejilla de Subaru.
El ruido se volvió distante, y su campo de visión se volvió blanco a la vez que entrecerraba los ojos debido al dolor de su mejilla. Subaru sólo podía ver la espalda de Beatrice.
 
Había un escorpión titánico que sólo había sido visible por un instante. Si lo que se había lanzado incesantemente sobre ellos había sido el aguijón del escorpión, entonces era comparable a un mortero capaz de convertir fácilmente el cuerpo humano en simple polvo.
Al ser protegido por esta joven con una constitución tan pequeña, Subaru sintió que había vuelto a nacer.
 
Un instante antes había pensado en el inimaginable infierno en vida que tendría que soportar si hubiera seguido pidiéndole la salvación a Dios.
Subaru no tenía tiempo de maldecir su propio infortunio; porque en un rincón de su consciencia——por el rabillo del ojo veía una presencia que no era Beatrice ni el escorpión.
 
Era Echidna, que se había visto envuelta en este ataque y expuesta al mismo daño.
Había declarado antes que actuaría por separado, e intentó alejarse de Subaru y Beatrice. Pero, inmediatamente antes de que comenzara el ataque, había sido detenida por Subaru y, así, fue envuelta en esta situación.
Por fortuna, también se encontraba dentro del rango de protección de Beatrice, así que el daño del aguijón había sido rechazado por la barrera de luz y no la había alcanzado. Sin embargo, eso era todo lo que hacía.
 
Beatrice sólo estaba bloqueando el daño directo del aguijón.
No estaba siendo capaz de defenderlos contra los daños colaterales que el aguijón también causaba.
Es decir…
 
Echidna: ¡——Uh… ah!
 
Echidna alzó su débil voz cuando perdió el equilibrio y se cayó hacia atrás. A pesar de que dio un paso atrás para recuperar el equilibrio, no había ningún suelo en el que poder apoyarse.
La mitad del pasillo se había derrumbado, destrozado por el ataque del aguijón. Como resultado, la estructura del pasillo de la atalaya había sido dañada y, debido a los derrumbes del suelo, las paredes y el techo, Echidna no tenía ningún sitio en el que apoyarse. Caer hacia un vacío desconocido causaría una muerte inevitable.
Y, comprendiendo ese miedo de manera instintiva, la sensación de estar en un grave peligro inminente cruzó por un instante los ojos de Echidna.
 
Subaru: ¡——Gh!
 
Subaru había dado un paso adelante en un instante y agarrado la mano de Echidna para evitar que cayera hacia su muerte.
 
Echidna: ¡¿Natsuki-kun…?!
 
Beatrice estaba agarrando su mano derecha y, con su izquierda, él había conseguido agarrar a Echidna.
Gracias a la reducción que Reid le hizo en contra de su voluntad, su hombro aún seguía en su sitio; pero, a juzgar por el profundo dolor que sentía, podría dislocarse de nuevo si lo forzaba. Sin pedirle ayuda a Beatrice, que ya estaba ocupada desesperadamente con el aguijón, Subaru se apoyó en las piernas y apretó los dientes al no tener más opción que usar todas sus fuerzas para contrarrestar el peso de Echidna.
 
Subaru: ¡Guh… aaaah!
 
A pesar de su pequeña estatura, Echidna poseía el peso de un humano. Levantar un humano no era una tarea fácil para empezar, y mucho menos con una sola mano, estando herido y sin la cooperación de la otra persona debido a esta crisis——aunque se tiraba de ella, el peligro de caer no se había reducido.
Si sabía que su acción acabaría así sin necesidad de pensarlo, entonces ¿por qué había corrido este riesgo?
 
Anastasia: … No hagas cosas contradictorias para dificultarme juzgarte.
 
Subaru: ¡Como si me importara! ¡Fue sin pensar!
 
Anastasia: Esa respuesta… ¡también parece típica de Natsuki-kun!
 
Subaru refutó el exhausto soliloquio de Echidna, a quien había salvado por instinto. Aunque mal, Echidna giró su cuerpo y, apoyándose en el brazo de Subaru, logró poner pie sobre el suelo derruido.
Habiendo soportado sus movimientos de algún modo hasta el final, Subaru observó su propio brazo.
 
——Tenía letras grabadas como si fuesen heridas, patrones de manchas negras que lo cubrían aunque no supiera cómo habría ocurrido, y cicatrices blancas muy visibles, dolorosas y fieras que cubrían su cuerpo.
 
Subaru: ¿Se mueve mejor de… lo que recuerdo?
 
Sus brazos tenían callos y numerosas cicatrices que él no recordaba. Su cuerpo, que se había vuelto ligeramente más fuerte, había logrado salvar a Echidna de caer a la muerte por los pelos.
Pero su cuerpo aún parecía demasiado defectuoso y limitado para ejecutar el plan de los Libros de los difuntos.
 
Echidna: ¡De algún modo logré… escalar de regreso! ¡Beatrice! ¡¿Estás aguantando?!
 
Beatrice: ¡Estoy a punto de llegar a mi límite, supongo! Ya era hora…
 
Dejando sus emociones a un lado, Echidna había escalado y se había dirigido a Beatrice, quien tenía una expresión severa. En respuesta, Beatrice apretó sus encantadoras mejillas y respondió inmediatamente.
 
Escorpión: ¡¡——Bshn!!
 
Habiendo liberado una rápida ráfaga de ataques con el aguijón, el escorpión escaló al techo y señaló sus enormes tenazas hacia ellos dejando escapar un grito.
 
Subaru: ——Gh.
 
Con aquellas pinzas que parecían guadañas acercándose, la mente de Subaru quedó en blanco.
Según lo que él sabía, de las miles de especies de escorpiones que tenían una fuerte apariencia de ser venenosos, sólo había unas pocas docenas que realmente fueran venenosas. Y el arma de los escorpiones que cazan sin veneno era —por supuesto— sus pinzas.
 
Aunque el filo o la fuerza de sus pinzas pudiera parecer menos dañino cuando se comparaba con una picadura venenosa, su capacidad para matar no debía subestimarse cuando se trataba de un escorpión de este tamaño.
Ya había quedado claro gracias al espectáculo de paredes y suelos de la torre que apenas habían logrado mantener su estructura, habiendo sido cortados igual que un cuchillo cortando tofu.
 
Beatrice: ——Murak.
 
Beatrice evadió el espectáculo de destrucción y masacre saltando y rebotando con un increíble salto… o, más bien, volando de manera antinatural, desafiando las leyes de la física.
Era una sensación extraña, como de haber escapado del efecto de la gravedad, y cuyo centro era Beatrice, quien agarró la cintura de las ropas de Subaru y Echidna, alejándolos una gran distancia del ataque del escorpión.
Y con esta distancia extra, Echidna alzó los cinco dedos de su mano derecha hacia el rostro del escorpión.
 
Echidna: ¡¡El Jiwald——!!
 
Rayos blancos abrasadores fueron disparados desde cada uno de sus cinco dedos, atravesando el pasillo como las garras de un gigante, y quemando el rostro, la pinza derecha y el caparazón del escorpión que aún estaba anclado al techo.
Siendo quizás incapaz de soportar aquella fuerza y daño, el escorpión se curvó sobre su aguijón y su pinza izquierda, y se retiró escabulléndose entre el polvo que emanaba de la destrucción del pasillo.
 
Echidna: ¡Jiwald! ¡Jiwald! ¡Jiwaaald!
 
Subaru: ¡Espera! ¡Cálmate Echidna! ¡Huyó! ¡Esa cosa huyó! ¡Ha huido!
 
Al ver que Echidna no detenía sus ataques tras perderse de vista el escorpión en una nube de polvo, Subaru se ubicó detrás de Echidna y pasó sus brazos por las axilas de ella para inmovilizarla. Incluso tras aquello, Echidna continuó luchando unos segundos, con la vista desesperadamente fijada en el otro lado de aquella nube y, finalmente, se relajó y se apoyó en Subaru.
 
Echidna: Hah… hah… hah… ¿Lo… lo conseguí?
 
Subaru: … No creo. Probablemente huyó.
 
Subaru negó con la cabeza ante Echidna, a quien le faltaba el aliento y parecía incrédula. La nube de polvo aún estaba lejos de desaparecer, pero daba la impresión de que el cadáver del escorpión no estaba allí.
De hecho, Subaru temblaba de miedo ante la posibilidad de que el aguijón del escorpión contraatacara a través del otro lado de aquella nube.
 
Subaru: Pero, no hará eso… ¿no? Eso de ahora era…
 
Beatrice: Una mabestia, de hecho. Una grosera que apareció repentinamente en el cuarto piso, supongo. Los temblores en los pisos inferiores, y la mabestia en el cuarto piso. Además, las anormalidades en los pisos superiores…
 
Subaru: Arriba, abajo, dentro… ¿¿Hay problemas en todas partes??
 
Mientras Beatrice le informaba con seriedad, la expresión de Subaru cambió y se giró sobre sí mismo.
Seguramente, Julius continuaba luchando en los pisos inferiores; y, en el cuarto piso, se reveló la existencia de ese escorpión——de esa mabestia. Y, debido al descenso de Reid, era esperable que también hubiera anormalidades en los pisos superiores.
 
Echidna: … Aunque no pareces darte cuenta de que uno de esos problemas eres tú.
 
Subaru: …
 
Como si pudiera leer los pensamientos más profundos de Subaru, Echidna se apartó de su pecho y permaneció de pie, sola. Se limpió el sudor de la frente y vigiló a Subaru de una manera que encontró imposible de ignorar.
En sus ojos color turquesa reinaban la cautela y la sospecha, junto con la ansiedad y la perplejidad.
 
Echidna: ¿Quién… quién demonios eres? ¿De qué lado estás y qué quieres?
 
Subaru: Desconozco… los detalles. Lo dije, ¿no? No sé qué ocurrió o lo que está pasando, igual que tú. Después de todo, yo…
 
Beatrice: ——Amnesia.
 
Subaru murmuró débilmente en respuesta a las preguntas de Echidna, siendo únicamente capaz de dar una respuesta con la misma perplejidad que antes. Y quien cortó la respuesta de Subaru para ir al grano, fue Beatrice, quien había estado sumida en sus pensamientos con una expresión llena de pesar.
 
En esta repetición, Subaru únicamente había revelado su amnesia a Emilia y Ram. Por consiguiente, debían haber informado a Beatrice y al resto acerca de la jaula y de las excusas que había utilizado Subaru.
 
Aun así, aquella fue la actitud que decidió tomar Beatrice.
Y Echidna también pensaba con dificultad sobre qué decir.
 
Echidna: ¿Cómo escapaste de la jaula?
 
Subaru: … Cuando volví en mí, yo ya estaba en el suelo fuera de la jaula y con un hombro dislocado.
 
Aunque había respondido directamente y con honestidad, no esperaba que le creyeran. Sin embargo, solapar mentiras con más mentiras empeoraría la situación, tal y como ya había ocurrido.
A pesar de haber incluso rezado a Dios con la nariz goteando para que le recompensara con un castigo, ya no tenía sentido seguir manteniendo las apariencias y los pretextos.
En este estado mental, Subaru respondió a Echidna sin mentiras, haciéndola dudar sobre qué decir por un breve momento. Pero, tras eso, cerró los ojos inmediatamente y prosiguió sin mirar a Subaru.
 
Echidna: … ¿Por qué… me salvaste hace un momento?
 
Subaru: …
 
Echidna: De no haberme ofrecido tu mano, sin duda yo ya estaría muerta. De haberme llevado conmigo el cuerpo de Ana, probablemente habría acabado siendo una muerte terrible, llena de remordimientos para mí.
 
Como si se tratase de asuntos de otra persona, la pregunta le hizo dar un paso atrás.
Sin embargo, la razón por la que Echidna se atrevió a hacerlo seguramente fue la misma por la que se abstuvo de enfrentarse a los ojos de Subaru: un último recurso para asegurar que no erraría en su juicio por culpa de sus emociones.
Al ser juzgado por Echidna, Subaru se preguntó por qué él había ofrecido su mano a Echidna. ¿Fue porque, al final, Julius había confiado en él?
 
¿Aquellas palabras le hicieron ofrecer su mano a Echidna?
 
Subaru: … Fue sin pensar. No lo sé.
 
Sin embargo, Subaru negó aquel pensamiento agitando su cabeza a izquierda y derecha.
Podía afirmar que pensó en las palabras de Julius y se movió para evitar que Echidna actuara por separado una vez. Pero, cuando su vida estaba en peligro de verdad, la razón por la que su cuerpo se movió no había sido por un pensamiento tan deliberado.
No sabía por qué su yo actual había tomado tal decisión.
 
Subaru: No todo necesita una razón, ¿sabes? Fue repentino. Todo ocurrió de repente. Por eso, yo…
 
Preparado para la desesperación, Subaru expresó sus emociones a pesar de mostrarse vacilante. Pensó que sin duda recibiría una respuesta fría por parte de Echidna al decirle a ella aquello, pero…
 
Echidna: … Esa podría ser tu verdadera naturaleza como ser humano.
 
Subaru: ¿Eh?
 
Habiendo estado rígida ante él, Echidna relajó los hombros y dijo aquello. Al oírlo, Subaru se la quedó mirando atónito, preguntándose qué estaba ocurriendo.
Y, en respuesta al silencio de Subaru mientras la miraba así, Echidna se encogió de hombros.
 
Echidna: Aunque discutamos en este lugar, no serviría de nada. También sería de necios permanecer aquí demasiado tiempo y ser atacados de nuevo por la mabestia. Movámonos. Quiero reunirme con Julius.
 
Subaru: Ah, eh…
 
Beatrice: Estoy de acuerdo, de hecho. Por ahora, alejémonos de este lugar, supongo.
 
Echidna y Beatrice decidieron indiferentemente qué harían a continuación, dejando al margen a Subaru, quien aún estaba perplejo. Echidna confirmó el área tras Subaru y Beatrice, y ésta agarró firmemente la mano de Subaru.
Con esa pequeña sensación, Subaru miró hacia la pequeña Beatrice, quien asintiendo profundamente con la cabeza…
 
Beatrice: Tampoco recuerdas sacar a Betty, supongo.
 
Subaru: … Lo siento. No sé de qué estás hablando.
 
Beatrice: … Está bien, de hecho.
 
Al escuchar las terriblemente efímeras emociones de soledad mezcladas en la voz de Beatrice, Subaru creyó que había cometido el crimen más terrible de este mundo.
Pero Beatrice agitó la cabeza de izquierda a derecha ante Subaru, que se encontraba expuesto a un miedo de naturaleza desconocida. Y, ocultando sus propios sentimientos de soledad, ella formó una sonrisa cálida en sus labios.
 
Beatrice: Aunque Subaru lo haya olvidado, seguirá presente dentro del corazón de Betty, de hecho. Lo que Subaru grabó a fuego en el corazón de Betty jamás desaparecerá, supongo. Por eso, está bien por ahora, de hecho.
 
Subaru: Beatrice…
 
Beatrice: Aunque Subaru lo olvide, Betty nunca lo olvidará. Betty siempre recordará. Y Betty también hará recordar a Subaru, supongo. Por eso, Betty hará todo lo que pueda, de hecho.
 
Subaru: …
 
Aquella respuesta fue demasiado deslumbrante para Natsuki Subaru, que aún permanecía allí, solo.
Cuántos apuros habría sobrepasado ella, y cuántas veces había templado su corazón en acero para que portara tal voluntad.
 
Subaru: ——Ah.
 
Tengo salvación, fue lo que sintió Subaru y lo llevó a contener el aliento. De manera espontánea, una sensación brotó tras sus párpados con intención de matarlo, al mismo tiempo que se esforzaba por contener aquella calidez.
Beatrice apoyó ese extenuante esfuerzo de Subaru agarrando su mano sin decir nada.
Con solo agarrar su mano, ya demostraba ser su apoyo.
 
Echidna: Debido al ataque de la mabestia, no parece posible regresar por el camino por el que vino Natsuki-kun. Aunque sea sin duda peligroso, parece que no hay más opción que avanzar por el lado del pasillo que aún permanece estable, por donde la mabestia se retiró.
 
Beatrice: Echidna, tú también…
 
Echidna: Ahora no es momento de hablar de perdonar, no perdonar, dudar o no dudar. Además, las sospechas que tengo no pueden ser aclaradas. Sin embargo, la situación no permite eso. Crear un orden de prioridades es una habilidad indispensable en los negocios. Fui testigo de eso, al lado de Ana.
 
——Por eso, no deberían darse más discusiones aquí.
 
Esa debió ser la conclusión de Echidna. Subaru también evitó oponerse a la decisión de Echidna —quien había hecho concesiones y sentía rechazo— y decidió seguir las decisiones de aquellas dos.
 
Todavía quería escapar de aquí, pero quería creer que, si se agachaba y ponía las manos sobre la cabeza, le esperaría un escenario que encajaría más con súplicas en lugar de simplemente rezarle a Dios.
 
Subaru: …
 
Tras él, el pasillo por el que vino corriendo estaba destrozado. Había recibido el ataque del aguijón del escorpión como si de una catástrofe se tratase, y la mayor parte del mismo había sido reducido a pilas de escombros y ruinas; por lo que, tal como había afirmado Echidna, parecía imposible atravesarlo.
Lo que había protegido la magia de protección de Beatrice fue solo a ella y las vidas de los otros dos. Si intentaran avanzar hacia Emilia y el resto, que actuaban por separado, o hacia Julius, que peleaba en el quinto piso, no tendrían más opción que avanzar por el lado del pasillo por el que el escorpión se había retirado.
 
Subaru: Ugh…
 
Tras saltar el agujero por el que Echidna casi había caído a su muerte, y después de que se despejara la nube de polvo en el pasillo donde los rayos abrasadores de Echidna habían impactado, Subaru vio en el suelo algo que le hizo gemir involuntariamente.
 
——Era la cola de la mabestia, que parecía haber caído desde su raíz.
 
Echidna: Ya veo, por eso no contraatacó. Supongo que es una buena noticia que hayamos reducido sus métodos de ataque.
 
Beatrice: Eso parece, supongo. ——No te caigas, de hecho. Es hora de saltar, supongo.
 
Beatrice y Echidna asintieron entre ellas mientras miraban la cola caída que aún tenía el aguijón en su sitio. Tenía una apariencia sobrecogedoramente grotesca, pero ahora la mabestia había perdido su manera de atacar a larga distancia.
Naturalmente, no podía decirse que los problemas dentro de la atalaya se hubieran reducido sólo porque el peligro que entrañaba aquella mabestia hubiera disminuido, ya que en los pisos inferiores había múltiples centauros cubiertos de llamas que emergían hacia arriba.
 
Subaru: ——¡Hup!
 
Subaru saltó con ligereza el agujero mientras continuaba agarrado a Beatrice. El cuerpo de Beatrice era ligero, demasiado ligero en comparación con cualquier otra chica de su edad. Su ligereza parecía independiente de los frutos de un año de trabajo que sentía Subaru en su propio cuerpo y que no recordaba.
 
Subaru: …
 
Manteniendo ese pensamiento en su cabeza, Subaru miró una vez más hacia la cola caída que yacía más allá del agujero en el pasillo.
 
La cola había lanzado una ráfaga rápida de aguijonazos como si de una calamidad se tratase, pero su estructura era completamente diferente de los rasgos biológicos que tenían los escorpiones, según Subaru. Hasta podría decirse que se trataría de una pieza completamente distinta. Aunque, obviamente, el picotazo venenoso de los escorpiones que Subaru conocía no podría ser usado para disparar, y tampoco podría ser regenerado probablemente.
Sobre todo, la destrucción del pasillo demostraba que el aguijón en sí no había sido disparado como un objeto, sino que había disparado un poder con forma de aguijón.
 
Básicamente, también podía decirse que, al igual que la barrera de luz de Beatrice y los rayos blancos abrasadores de Echidna, lo que ese escorpión había disparado era algo parecido a aguijones mágicos.
Naturalmente, ya que había sido utilizado como un aguijón, no sería capaz de usarlo ahora que había perdido su cola; al menos eso era lo que Subaru quería creer…
 
Subaru: ¿—?
 
Cuando sus pensamientos llegaron a este punto, Subaru tuvo un pensamiento que le causó inquietud.
Lo había notado tras observarlo. La cola caída había sido cortada casi de raíz, pero la abertura de la herida parecía algo inusual.
Si hubiera sido quemada por los rayos abrasadores de Echidna, deberían haber dejado marcas de quemado permanentes en la herida, sin importar la fuerza. De hecho, la parte que rodeaba al pasillo que había sido bloqueado también tenía tales marcas.
Sin embargo, no había rastro de tales marcas en la cola caída del escorpión, sino que en su lugar tenía lo que parecía un corte terriblemente limpio——
 
Subaru: ——Bea…
 
Subaru notó que algo era extraño; pero era demasiado tarde.
La cola caída en el suelo, que había mantenido al filo de su campo de visión, tembló con un sobresalto.
 
——Y un instante después, una luz explotó.
 
 
    
 
 
——Existe un mecanismo llamado autotomía.
 
Se refiere a la acción de automutilarse una parte de su propio cuerpo para escapar de depredadores; suele ser conocido como cola de reptil, y ha sido visto principalmente entre artrópodos y reptiles.
También ha sido visto en las pinzas de los cangrejos, y, por lo visto, la mabestia con forma de escorpión realizó algo similar.
 
En el caso de un reptil que practica la autotomía sobre su propia cola, la parte cortada de la cola se mueve mucho durante un tiempo para distraer al enemigo mientras el resto del cuerpo escapa.
Por supuesto, la cola no posee consciencia y sólo actúa automáticamente, pero es un ejemplo de una especie que practica la autotomía, siendo capaz de tal movimiento reflejo.
 
——Así pues, sería posible que, cuando un enemigo se acerque a la cola automutilada, ésta explote y haga daño como si de una mina antipersonal se tratase.
 
 
Subaru: Uhh… guh… ¡uuh…!
 
Gimió. Pese a emitir gemidos desde su garganta, Subaru arrastró los pies lentamente.
En cuanto a por qué arrastraba los pies, la causa no era la fatiga, sino un problema físico. Con un corte grande y profundo en su pierna izquierda, y en una situación donde continuamente se desangraba por esa herida, no tenía más opción que moverse de esa manera.
Además, Subaru no sólo arrastraba su propio cuerpo.
 
???: … Ya… basta. Déjame… y vete.
 
Así pronunció Echidna aquellas palabras, habiendo perdido toda su fuerza, mientras era arrastrada por Subaru junto con sus pies.
Subaru la había agarrado por sus axilas desde atrás, tirando de ella con los brazos y consiguiendo salir de aquel lugar a duras penas. A menos que dejaran el lugar de la explosión, la mabestia regresaría.
 
——La mabestia escorpión había dejado la explosión como un regalo de despedida, dejando a Subaru y el resto hechos trizas.
 
Subaru: ——¡Mierda, mierda, mierda, mierda!
 
Había sido negligente. Había bajado la guardia. Su mente había estado sumergida completamente en agua tibia.
Un instante antes, le había dicho unas palabras a Beatrice, había conseguido suavizar de algún modo la actitud de Echidna, dando así lugar a una brecha en su corazón, y por eso se encontraban en esa situación.
 
Era tan patético, tan patético, tan patético desde lo más profundo de su ser, que rompió a llorar.
 
Por qué, a pesar de estar hecho para soportar tales crisis, aún no mostraba ningún tipo de crecimiento. No mostraba cambio alguno. Problemas, pruebas, dificultades… ¿Dios no le había dado ninguna posibilidad de crecer?
Sin embargo, si las dificultades consistieran solamente en ser apalizado, desangrarse y tener los huesos destrozados, el alma rota y la vida robada, entonces para qué demonios sufrían los humanos.
 
Echidna: Natsuki… -kun. Ya… es… suficiente.
 
Subaru: ¡No es suficiente! ¡Ni de coña es suficiente!
 
Echidna: … Beatrice… antes que… a mí, ¿no?
 
Cerrando los ojos, Echidna susurró con dificultad. Subaru respondió a sus palabras con un grito, pero se calló al oír sus siguientes palabras.
Las palabras de Echidna, aunque tristes, tenían razón. Si se hubiera preguntado qué era más valioso para él —si Beatrice o Echidna—, aunque triste, la elección habría sido Beatrice.
El valor de cada vida podría ser el mismo, pero el valor de cada humano no era igual. Existía un orden en lo que se refería a las relaciones. De poder elegir, ese habría sido el orden probablemente.
 
——Sin embargo, Beatrice no estaba aquí. No estaba ahí. Ya no estaba en ninguna parte.
 
Cuando la cola dejada por la mabestia escorpión explotó, Subaru tiró de Beatrice hacia sí mismo por miedo. Ojalá hubiera podido protegerla con su propio cuerpo de esa manera.
No obstante, la acción de Subaru fue trágicamente lenta, y su deseo no se cumplió.
 
De la cola de la mabestia surgió luz y múltiples aguijones que fueron esparcidos por todo el entorno. Aunque Subaru también estaba próximo al origen de la explosión, sobrevivió —aunque gravemente herido— gracias a Beatrice.
Cuando Subaru tiró de ella para abrazarla, Beatrice intentó proteger el cuerpo de Subaru y sus puntos vitales. Como resultado, ella quedó expuesta a la ferocidad de aquella luz concentrada.
 
Subaru: ——Gh.
 
Echidna: … Ya… veo. Esa niña… era realmente… así.
 
Con los ojos cerrados, Echidna parecía capaz de imaginar las palabras que él no pudo continuar pronunciando. Subaru no podía negar lo que ella decía con su tenue y suspirante voz.
Sangrando y gimiendo de dolor, Subaru había sido incapaz de intercambiar unas últimas palabras con la niña que parecía haberse desvanecido. ——No obstante, únicamente la última expresión en su rostro aún perduraba en sus recuerdos.
 
Con una mirada que parecía llena de alivio, de amor y cariño por Subaru.
Esa expresión demasiado agradable para Subaru había sido el final de Beatrice.
 
Y por eso, quien provocó que ella pusiera esa cara mientras desaparecía —«Natsuki Subaru»— debería ser desterrado de este mundo sin dejar el más mínimo rastro.
 
Y gracias al proceso de eliminación tras la desaparición de Beatrice, Subaru había escapado arrastrando con él a Echidna, quien aún respiraba.
Ya fuera por expiación, redención o quizás en un esfuerzo por ser castigado justamente.
 
Las acciones de Subaru fueron detenidas por la dificultosa respiración de Echidna. Ella, que había estado tan decidida a devolver el cuerpo de Anastasia, le dijo a Subaru que lo que él estaba haciendo era inútil.
Esto también era obvio——ya que ambas piernas habían sido arrancadas por completo de su cuerpo.


Echidna: …
 
En este momento, casi había parado de sangrar.
Su cuerpo, que ahora parecía más ligero incluso que el de Beatrice, se encontraba en un estado en el que, si no recibía atención médica de inmediato, ningún futuro le aguardaría.
 
Subaru: ¡Ugh… ahg!
 
Cuando tales pensamientos llenaron su mente, Subaru cayó sobre los escombros y colapsó ahí mismo. Al mismo tiempo, Echidna —a quien había estado arrastrando— cayó sobre el pasillo y colapsó.
Por un momento, sólo los gemidos de ellos dos hacían eco a través del pasillo, como si maldijeran a todo el mundo.
 
Echidna: Duele… Ah, de verdad… duele. El cuerpo humano, de verdad, duele…
 
Subaru: Cu-culpa mía… Lo siento, lo siento… No, más bien, yo…
 
Echidna: No te disculpes… tan sinceramente, Natsuki-kun. Además… yo, ya no tengo derecho a mostrar mi cara ante Ana…  Este dolor es mi única manera de… compensar a Ana.
 
Subaru: ¿Compen… sar?
 
Aún colapsada en el suelo, Echidna asintió, incapaz de mover más su cuerpo, mientras Subaru miraba sorprendido e incapaz de comprender las palabras que ella había dicho.
Al ver la expresión confundida de Subaru que exclamaba «¿Qué quieres decir con eso?», Echidna dijo Después de todo, ¿no es así? abriendo su boca ligeramente.
 
Echidna: Si yo, devolviera este cuerpo a Ana ahora… Ella tendría que sentir este terrible dolor y… el miedo de la muerte. Eso sería… un infierno. Quiero ser la única que lo sienta.
 
Subaru: Ah… uh…
 
Echidna: Incapaz de devolver este cuerpo a Ana por su bien, e incapaz de ayudar a Julius… Merezco caer así al infierno.
 
Subaru no podía entender las emociones de reproche y mofa hacia sí misma que vehementemente ardían en su corazón.
Incluso Subaru fue capaz de adivinar que los ojos sin vida de Echidna, tras haber recitado esto, habían comenzado a contar hacia atrás su descenso hacia la muerte.
 
Sin poder hacer nada, impotente, irresponsable e incompetente.
Con esos lamentos, Echidna moriría. ——Dejando a Subaru atrás, ella moriría.
 
Subaru: Esper… gh.
 
Echidna: Por favor, no pienses en… ahorrarme sufrimiento, ¿vale? A mí… me parece bien así.
 
Con el temor de que la fuerza vital de Echidna se desvaneciera, Subaru alzó su voz primero. Sin embargo, las palabras de Echidna dieron lugar a una nueva opción para Subaru repentinamente, que no era capaz de hacer nada.
 
——Ahorrarle sufrimiento.
Aunque ya era tarde para darle una muerte rápida y sin sufrimiento, incluso Subaru podría reducir el tiempo que ella estaría sufriendo antes de su muerte.
 
Subaru: …
 
Ante la mirada de reojo de Echidna —que respiraba débilmente—, Subaru forzó su agonizante cuerpo para levantarse, recogió un pedazo de escombro del pasillo y comprobó su peso.
Era del tamaño de un puño: un tamaño que podía ser agarrado con una mano. Pero, aun así, serviría como arma para arrebatar la vida de la joven que estaba a punto de morir.
 
Subaru: … Echidna.
 
Echidna: …
 
Con el escombro aún en la mano, Subaru se puso de rodillas al lado de Echidna y la llamó.
Ella no respondió; ni siquiera abrió sus párpados. Pero Subaru sabía que ella no estaba inconsciente, pues habría apretado las mejillas y los labios.
 
Quizás a ella ya no le quedaba fuerza de voluntad para detenerle.
Si Subaru alzara el escombro por encima de la cabeza y lo hiciera caer con suficiente fuerza hacia abajo, la vida de Echidna sería arrebatada fácilmente.
 
Meili: Ni siquiera yo hice algo como aplastar la cabeza de alguien con una piedraa.
 
Ese dulce eco de la joven en su mente fue lo que escuchó Subaru mientras portaba el pedazo de escombro en su mano. No obstante, esta acción no era por el bien de leer su Libro de los difuntos.
Eso podría ocurrir como resultado; pero, en este momento, Subaru no tenía eso en mente.
Estaba ayudando al suicidio. Ayudando al suicidio con tal de hacer el final de alguien que ya se encontraba a punto de morir lo más indoloro posible.
 
Si alguien tuviera el derecho de arrebatar esa vida, entonces seguramente sólo sería sincero este momento.
Ésta sería la única oportunidad de redención para Subaru, que se encontraba aquí presente, para el Natsuki Subaru que ya no era capaz de hacer nada.
Era la única oportunidad, y aun así…
 
Subaru: …
 
Sus manos temblaban. Las profundidades de sus párpados gritaban de agonía, y su garganta olvidó cómo respirar y se petrificó.
Alzar sobre su cabeza y hacerlo caer con fuerza… Era una acción extremadamente fácil, pero el actual Subaru era incapaz de hacerlo. Su cuerpo no se movía, como si se hubiera olvidado de cómo hacerlo.
 
Subaru: … Ah.
 
Dejando salir un ronco suspiro, el pedazo de escombro cayó al suelo del pasillo, haciendo un sonido sordo.
Reconociendo la derrota y con sus rodillas sin ninguna fuerza, Subaru se derrumbó ahí mismo.
 
Subaru: … No puede ser.
 
—¿Ni siquiera puedes hacer algo tan simple, Natsuki Subaru? Ni siquiera eres capaz de blandir un arma para hacerle la muerte más fácil a alguien que ya se encuentra sufriendo y a punto de morir. La redención eran sólo palabras bonitas; la culpa era sólo algo conveniente; de lo contrario, ¿cómo explicarías este dilema?
 
Echidna: … Natsuki-kun.
 
Subaru: Yo…
 
Echidna: Ni siquiera, eres capaz… de agarrar una piedra… para ayudar al suicidio…
 
Alzando sus débiles párpados, y mirando a un Subaru arrodillado con aquellos ojos color turquesa, Echidna susurró. Su débil voz que parecía un suspiro puso la culpa en la debilidad de Subaru, cuya respiración se detuvo.
Sin embargo, mientras Subaru se echaba hacia atrás, Echidna relajó los labios de una manera que no encajaba con la situación.
 
Echidna: … Perdóname, por dudar de ti.
 
Subaru: …
 
Echidna: …
 
Mientras perdía el aliento, se disculpó.
Echidna se disculpó con él. Se disculpó, por haber dudado de Natsuki Subaru.
 
——Y, antes de que él pudiera confirmar sus verdaderas intenciones, murió.
 
Asesinar a Meili, esconder su cadáver, actuar sin decir que había perdido sus recuerdos, apilando continuamente las dudas de los demás, escapando de la jaula de hielo en la que había sido atrapado, incapaz de cumplir con el deseo que se le había confiado, protegido por la niña que intentó salvar su corazón y, finalmente, incapaz de mancharse las manos de sangre por el bien de la joven que estaba muriendo. Mientras Subaru se arrodillaba ante su propia desgracia, Echidna se disculpó con él y murió.
 
Subaru: …
 
Quería morir.
Quería olvidar todo lo que había pasado, y morir.
 
Quería que la gente de todo el mundo le señalara con el dedo, que le dijeran que merecía morir y que merecía ser sentenciado a muerte. Natsuki Subaru, desesperado consigo mismo, había cometido un pecado que merecía aquello.
 
Desesperación.


    
 
 
La desesperación estaba consumiendo el corazón de Natsuki Subaru.
 
Subaru: …
 
No podía moverse. No tenía derecho a moverse. Nada bueno pasaría si se movía.
Había quedado demostrado. Natsuki Subaru había demostrado su propia incompetencia——no, llamarlo incompetencia sería quedarse muy corto. Más bien, Natsuki Subaru había demostrado ser una maldición, una plaga, un ángel de la muerte.
 
Subaru: …
 
Cuando la desesperación anida en el pecho y mata el corazón, lo que se comería hasta la ruina antes incluso que la propia vida sería el alma.
Si pasara, ya no sería capaz de levantarse. Ya no sería capaz de luchar contra nadie. Naturalmente, si se daba cuenta de que él mismo era el auténtico origen de todo mal, él ya no sería capaz de seguir luchando.
 
—Quiero desaparecer. Quiero esfumarme. Debería haberlo decidido hace mucho tiempo. Antes de que las cosas acabaran así, en este mundo paralelo. Debería haberlo sabido incluso antes de haber venido a este otro mundo.
 
—¿Por qué molestas los corazones de los demás por el simple hecho de existir? Era imposible que tuvieras derecho a ocupar aunque sólo fuera una parte de los corazones de los demás. Tú, asquerosa mancha en la pared. Tú, una existencia como el polvo que se acumula en la esquina de la habitación, como larvas que forman un enjambre sobre una pila de comida podrida, como una cicatriz que nunca desaparece en un lugar llamativo.
 
—Natsuki Subaru, ¿por qué no te mueres? Incluso aunque mueras, ¿todo lo que te espera es volver a repetirlo todo? ¿Quién decidió eso? ¿Quién se aseguró de que continuara eternamente? Si una vez no es suficiente, entonces muérete diez veces, muérete cien veces, muérete mil veces.
 
—Muere hasta que desaparezcas.
 
—Muere hasta que te desvanezcas de los recuerdos de todos; hasta que ya no puedas afectar nada en absoluto; hasta que tu nombre, tu existencia y tus vestigios ya no permanezcan en los corazones de nadie.
 
——Te amo.
 
—Cállate. Desaparece. Bórrame.
 
——Te amo. Te amo. Te amo.
 
—Quédate callada. No me hables. No te metas en mi camino a desaparecer. Quiero desaparecer, sólo desaparecer.
 
——Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo.
 
—Quiero morir. Quiero desaparecer. Quiero ser destrozado en pedazos. No quiero dejar ni rastro. Quiero volverme algo que nunca existió. Quiero borrar mi existencia. Quiero desaparecer de la historia. Quiero desaparecer de los recuerdos. Quiero desaparecer de la memoria. Quiero desaparecer incluso para la chica que dijo que no me olvidaría. No tengo valor. Soy un inútil. No dejaré nada atrás. No tengo nada que valga la pena dejar atrás. Todo, nada, todo, desaparecer, desvanecerme de este mundo.
 
 
——Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo te amo.
 
 
Mientras la desesperación gobernaba su corazón, el mundo a su alrededor y todo lo demás fue cubierto por una sombra negra; y mientras se acercaba para conceder castigo a la basura que había tomado la forma de un humano agachado, le ofrecía incesantemente una confesión hueca de amor.
 
Si él fuera tragado por ella, ¿desaparecería al fin?
¿Se hundiría en una nada aún mayor que la muerte? ¿Realmente acabaría abandonado en un lugar tan conveniente como un espacio oscuro sin ojos que pudieran alcanzarlo?
 
—Si puedo morir ahí, entonces yo…
 
Natsuki Subaru se dirigía hacia una desesperación que parecía teñirlo todo——
 
 
 
???: ——No te permitiré seguir.
 
——Una voz sonó.
 
Una voz que recordaba al tintineo de una campanilla de plata sonó, rechazando el final de este mundo.