domingo, 19 de noviembre de 2023

,

Dios, perdóname por favor


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Luís
Krry
Carlos

Corrección y edición
Carlos
Pretinaverse

※ ※ ※ ※ ※

——Una desagradable danza de espadas había comenzado a desarrollarse en el espacio abierto de las escaleras en el quinto piso.
 

 
Con su larga melena pelirroja volando de un lado a otro, el hombre vestido con un parche en el ojo se movía impecablemente hacia todas las direcciones con un control absoluto de su corpulento cuerpo, produciendo un increíble espectáculo blandiendo sólo unos cortos y frágiles palillos de madera.
 
Centauro: ¡¡——ϠϠ!!
 
Una mabestia con forma de centauro se abalanzó sobre el pelirrojo, y su figura mitad humana y mitad caballo lanzó un grito que sonaba como el que emitiría un recién nacido.
La mitad superior de la mabestia era como la de un humano sin cabeza, en cuyos brazos empuñaba espadas llameantes que emanaban un calor tan inconmensurable y abrasador que su roce sin duda carbonizaría a cualquier persona.
Y, sin embargo… ¿cómo era que ese hombre estaba haciendo esto? Había retorcido su cuerpo en esta danza dentro del calor abrasador, defendiéndose de él como si fuera un juego de niños, y utilizando sólo aquellos obviamente simples palillos de madera que llevaba consigo.

Las llamas no prendieron los palillos de madera que habían logrado repeler a la criatura. No ardían. ¿Por qué?
 
——Quizá movía tan rápido aquellos palillos de madera, que no les daba tiempo de prenderse y arder.
 
La razón por la que el fuego no quemaba sus palillos era porque los movía demasiado rápido.
La razón por la que había repelido esos tajos de las espadas llameantes era porque las desviaba con la cantidad justa de aire que él movía cuando esgrimía.
Y la razón por la que aquel hombre parecía divertirse en medio de este ambiente cargado con una intención asesina abrasadora era porque estaba loco.
 
Disfrutando plenamente de esta loca situación como si fuera el mejor momento del mundo, Reid reanudó el Examen.
 
Reid: ¡Mira mira mira mira mira mira mira mira! ¡Oye tú, ¿qué pasa?! ¡Oye tú, ¿estás jugando?! ¡A diferencia de la vegada pasada, es hora de ponerse serio, oye! ¡Usa a los amigos a tu alrededor, es hora de vengarse de mí! ¡Vamos vamos vamos vamos vamos vamos vamos vamos!
 
Gritando eufóricamente y haciendo volar saliva de su boca hacia las llamas, Reid sostenía un palillo de madera en cada mano. De forma similar a como le miraban aquellos ojos azules, Julius se vio acorralado por las llamas a su alrededor.
Espada de caballero en mano, Julius lidiaba con las mabestias a su alrededor con una repentina sensación de tensión y desconcierto que se reflejaba en su rostro; no quería prestar atención a las palabras de Reid, quien trataba aquella situación como si se tratara de una ocasión para bailar y cantar.
Y manteniendo esa expresión en su rostro, Julius gritó.
 
Julius: ¡¿En qué demonios estás pensando?! ¡Todas estas mabestias vinieron del sótano! ¡Esto es muy serio para la atalaya, deberíamos unir nuestras fuerzas para combatirlas!
 
Reid: ¡Caramba! Siendo un espadachín con buenos modales, seguro que también tienes buenos modales en tu modo de pensar, ¿eh? Oye, ¿puedes siquiera gozar de la vida ansí? Por mi experiencia, quienes se abstienen de facer lo que gustan, viven vidas harto más aburridas que quienes facen lo que gustan, oye.
 
Julius: ¿Qué estás…?
 
Reid: En primer lugar, ¿qué problema hay en dejar sueltos a esos repugnantes caballitos en llamas? Moléstanme tanto como la pluvia aunque la pluvia es harto molesta, porque encrespa el pelo.
 
El argumento de Julius había partido de un punto de vista sensato, pero Reid se rio de él como si hubiera sido un disparate de un loco.
Comparar a la manada de mabestias —con obvias intensiones asesinas— de fuego con algo del mismo nivel que la lluvia demostraba que cualquier sensatez dentro de Reid hacía tiempo que había desaparecido. Era imposible que existiera un motivo adecuado, más que el de llenar de confusión y caos las mentes de los que escuchaban.
 
Julius: ——Gh!
 
Al oír esto, Julius se sintió perturbado por un pensamiento que ni siquiera se había planteado, y como resultado, un rastro de duda nació en él mientras blandía su espada, y su rechazo al ataque del centauro fue tardío.
 
Julius: ¡Maldita sea!
 
Julius no se interpuso en el camino de la flamígera espada, sino que la esquivó con algo parecido a una voltereta hacia atrás. Y justo después, otro centauro vino a aplastar con los cascos su cabeza. Lo esquivó saltando hacia delante aprovechando el impulso de su aterrizaje. Agitó su espada hacia el cuerpo de la mabestia que había estado blandiendo la espada en llamas justo antes, mientras las mabestias detrás de ellos gritaban.
 
Centauro: ¡¡——ϠϠ!!
 
Cuando iba a darse la vuelta, una coz alcanzó el hombro izquierdo de Julius.
Tras un sonido sordo, el perfil del apuesto rostro de Julius reflejó agonía. Aun así, aprovechó el impulso de la coz para darse la vuelta y, con la espada de caballero, cortó a la mabestia por las patas y, de un poderoso tajo, le atravesó el cuerpo.
Luego golpeó con el pomo de la espada su propio hombro izquierdo sangrante, haciendo sonar carne y hueso y, de forma mucho más drástica que cuando Reid había tratado el propio hombro de Subaru, su hueso volvió a encajar en su sitio.
 
Reid: ¡Kah! Y ya está. No está mal esa expresión tuya.
 
Mientras los cascos de sus gigantescos cuerpos en llamas pisoteaban el quinto piso y lo convertían en un infierno en llamas, sólo una persona —Julius— se había atrevido a luchar contra la desesperación de todos. Reid se alegró por ello, con una sonrisa cruel tomando forma en su rostro.
Las mabestias, incapaces de razonar, considerarían a Reid y a Julius adversarios igualmente dañinos; pero, si las mabestias hubieran tenido algo de inteligencia, su problemática sería más clara que las llamas.
 
Aunque sangraba y estaba falto de su elegancia habitual, Julius mantenía a raya los ataques de las mabestias y los iba cortando uno a uno con su espada. Mientras que Reid no parecía preocupado y, con habilidades en artes marciales que eran casi iguales —o superiores— a las de Julius, estaba arrebatando las vidas de las mabestias como si fuera la misma Muerte.
Y, mientras tanto…
 
Julius: ——Gh.
 
Reid: Pero… mira por do andas. Aunque, desde mi punto de vista, es menester andar con cuidado por todas partes.
 
Hurgándose la oreja, aparentemente aburrido, la larga pierna de Reid se estrelló contra la retaguardia de Julius, que le había dado la espalda. ¿Cuánta fuerza había en esa patada? Al recibirla, el cuerpo de Julius voló por los aires con facilidad, como un trozo de tela que envuelve a una piedra.
El sonido de su cuerpo estrellándose contra una pared de la atalaya hizo eco, y entonces las mabestias lanzaron un grito estridente, celebrando la situación de su presa. Al caer Julius al suelo, la manada de mabestias se abalanzó en una loca carrera hacia él, que tosía sangre.
 
Julius: ¡Gh... ha!
 
Julius alzó el torso del suelo y, al dar una patada a uno de los cascos con sus largas piernas, volvió a ponerse en pie de un salto. Usando ese impulso, Julius trepó usando los hombros y el torso de una de las mabestias que se había abalanzado hacia delante como punto de apoyo, e intentó romper su cerco. Apuntó con la mano izquierda hacia un hueco que quedaba entre las mabestias—
 
Julius: …
 
—pero no ocurrió nada. Agarrándose la mano izquierda extendida, el rostro de Julius reflejaba amargura. Las mabestias se habían girado hacia él, acercándose hacia Julius debido a esa oportunidad…
 
Reid: … Oye tú, incluso en una situación como está, ¿aún no vas en serio?
 
Mientras Julius se veía rodeado de mabestias, Reid suspiró y sacudió sus palillos para interponerse en la pelea.
Sosteniendo uno en cada mano, Reid levantó una fuerte corriente de aire al sacudirlos, mandando a volar a alrededor de diez de los centauros. Una sensación de no saber qué había ocurrido surgió en las mabestias mientras sentían cómo sus cascos estaban en el aire.
 
Reid: ¡Morid, jamelgos!
 
Justo entonces, Reid pateó suavemente el suelo y dio un salto hacia las mabestias en el aire. Uno por uno, partió sus torsos por la mitad, perforó sus corazones, destrozó la parte superior del cuerpo, destruyendo a todas las mabestias, masacrándolas de diferentes maneras y aniquilándolas.
Todo, desde que perdió contacto con el suelo hasta que esparció todos los cadáveres, había ocurrido en cuestión de dos o tres segundos.
Las mabestias, conocidas por su letalidad, habían sido asesinadas sin haber podido hacer nada al respecto, habían sido destruidas en su totalidad.
 
Así pues, los centauros que habían llenado el quinto piso fueron eliminados, y daba la sensación de que habría algo de respiro, pero…
 
Reid: Joder, no tienen fin. Uno tras otro, surgen del nido.
 
Reid chasqueó la lengua y, como si confirmaran lo que él había dicho e indicado con la mirada, el sonido de cascos y los gritos de bebés se acercaban una vez más hacia el quinto piso desde las escaleras que descendían hacia el sexto piso.
Si esto siguiera así, debido a la acumulación de los cadáveres, sería solo cuestión de tiempo antes de que subieran hasta aquí el doble de mabestias que las que ahora yacían inertes en el suelo del quinto piso. Si el mar de arena afuera era el hábitat natural de estas mabestias, era imposible imaginar que pudieran acabar con todos.
Y pareciendo pensar lo mismo, Reid lentamente se cruzó de brazos.
 
Reid: Justo agora que bajo con la idea de salir y simplemente poner fin a algunas cosas, estos se interponen en mi camino. Son un puto coñazo, oye.
 
Julius: Espera, ¿salir? ¡¿La situación está en este estado y aun así quieres salir de la atalaya?!
 
Reid: Esa es mi conclusión, y no pienso repetirla. Está dicho. ¿A quién le apetecería jugar con vosotros y estas criaturas? No son más que gotas de pluvia. En esta torre no hay más que criaturas aburridas… a excepción de la fermosísima, que fue capaz de jugar conmigo; el resto no estades a mi altura.
 
Julius: ¡——Gh!
 
Apretando los dientes, Julius estaba muy insatisfecho con la actitud de Reid, pero vaciló en expresarlo.
Si perdiera los estribos ahora, la discusión con Reid fracasaría; y entonces, tendría que enfrentarse a Reid Astrea y a las mabestias a la vez. A esa conclusión llegó Julius racionalmente.
Y, al ver el instante de duda y la angustia claras como el agua en Julius…
 
Reid: Su naturaleza no tiene remedio.
 
Reid murmuró estando decepcionado desde lo más profundo de su ser, lo que hizo que las mejillas de Julius se endurecieran.
¿Cuánta angustia surcaba su rostro? En el rostro de Julius se podía ver el vórtice de emociones, como si un infante estuviera escalando una montaña cubierta por nubes.
El dolor en su corazón era invisible para todos excepto para él.
 
——Sin embargo, inmediatamente después, el chorro de fuego infernal se alzó hacia arriba, dirigiéndose a Julius. Todo lo que ocurría abajo era claramente visible para la persona mediocre que miraba al campo de batalla desde arriba.
 
Subaru: … Ah.
 
Cuando todo alcanzó este punto mientras observaba el quinto piso desde arriba, Natsuki Subaru se percató de que incluso se había olvidado de respirar por culpa de la situación escaleras abajo.
 
Subaru: …
 
Bajo sus ojos, la refriega entre Reid y Julius —más el añadido de las mabestias en la ecuación— se encontraba en una dimensión absurda, en la cual Subaru, como personificación de la banalidad que él era, no podía siquiera concebir entrometerse.
 
Impactado por una admiración hacia Reid, quien operaba muy por fuera de la norma, no podía sentir más que un recientemente concebido asombro hacia él.
Pero, por primera vez, atisbó la lucha de Julius. Su destreza con la espada y sus habilidades se encontraban a un nivel del que Subaru no podía ni remotamente aprovechar.
Si Subaru lo desafiara, definitivamente todas sus extremidades serían rebanadas en un instante; no sería más que una espantosa derrota. Incluso sería una derrota aplastante si se enfrentaran sin seriedad y con espada de manera en mano; sin siquiera poder romper la compostura del rostro de Julius.
 
Ya fueran Emilia, Julius, o Ram, sería todo lo mismo.
O, digamos, Beatrice y Echidna también, por no mencionar a Shaula, y a todos en esta atalaya. El escaso poder de Subaru no se podía comparar con el de ellos.
Había subestimado demasiado a la gente de este mundo——a los habitantes de este mundo de fantasía.
La joven y débil Meili era la única a la que había asesinado. E incluso en ese caso, había sido «Natsuki Subaru» quién lo había llevado a cabo, lo que significaba que Subaru no participó.
 
No podía matar aquello que no podía matar.
Natsuki Subaru cayó en la cuenta de que le faltaba la fuerza para llevar a cabo el plan de los Libros de los difuntos.
 
Subaru: …
 
Tras percatarse de ello, el corazón de Natsuki Subaru comenzó a dudar.
 
Estupefacto, Julius perdió la calma y fue lento en percatarse de la mabestia detrás de él. Reid sí la había avistado, pero no mostró indicios de querer avisarle.
A este ritmo, Julius moriría inmolado por las llamas de la mabestia que se le acercaba por detrás… lo cual facilitaría conseguir lo que había surcado su mente anteriormente: el Libro de los difuntos de Julius también se añadiría a la biblioteca.
 
Subaru no era capaz de lograr tal cosa con sus propias manos.
Pero podría aprovechar esta situación accidental para llevar a Julius hacia su muerte…
 
Subaru: ¡¡——DETRÁS DE TI, JULIUS!!
 
Julius: ¡——Gh!
 
Al escuchar el grito, el cuerpo de Julius se destensó por reflejo. Sin dudar, su delgado cuerpo voló hacia la derecha, por encima del fuego infernal que se había desatado detrás de él y que se deslizó por el suelo del quinto piso, incinerando todo a su paso.
Llamas explosivas tintaron el aire de carmesí; la fuente de esta continua emisión era una mabestia una talla más grande que todas las anteriores.
Una diferencia en el tamaño corporal entre los adultos y las crías, adolescentes y adultos——ya fuera que estas distinciones entre mabestias existieran o no, Subaru sentía tal discrepancia entre sus niveles de poder.
 
Gran centauro: ¡¡——ϠϠ!!
 
Envuelto en un manto de llamas, el gran centauro provocó un sonido penetrante, juntando a otros centauros pequeños a su alrededor. Una vez más, el quinto piso se vio plagado por una manada.
La situación volvió una vez más a un punto muerto. Viéndose atrapado en las consecuencias del fuego infernal, Julius se quitó rápidamente su capa en llamas cuyo dobladillo se había incendiado por las lenguas de fuego, y la lanzó sin girarse hacia las mabestias, ahora siendo más ágil.
 
Su vista ahora se dirigía hacia arriba, hacia Subaru, desesperado e incapaz de moverse.
 
Julius: …
 
Subaru: Uh…
 
En ese instante, las miradas de Julius y Subaru se cruzaron aun a pesar de toda la distancia entre ellos.
Aunque no podían distinguir la cara del otro a esa distancia, Subaru sintió la compleja emoción enterrada en aquellos ojos amarillos, soltando un quejido desde lo profundo de su garganta.
Dudas, confusión, vacilación, preocupación… Varias tonalidades de emociones negativas surcaban las profundidades de sus ojos. Perforaban directamente las profundidades de la inexpresable culpa de Natsuki Subaru, y…
Y justo después, Julius procedió a decirle algo a Subaru, quien no quería más que correr y huir del lugar.
 
Julius: ¡¡——Dejo a Echidna… Anastasia-sama en tus manos!!
 
Subaru: …
 
Julius apuntó su espada hacia Subaru… no, más bien hacia detrás de él: al cuarto piso.
Con una confianza agrietada y llena de cicatrices, se había aferrado a esta súplica.
 
Quizás ni siquiera Julius estaba seguro de que gritar eso en este momento haya sido lo correcto. Gritó aquellas palabras en medio de toda esa loca situación.
Aun estando lleno de dudas, confuso, vacilante y preocupado, no se detuvo y tomó una decisión.
Y por eso…
 
Subaru: ¡——Gh!
 
Como una bala, Subaru levantó sus pesadas piernas, las cuales se veían atraídas al suelo, y corrió tan rápido como pudo. Saliendo en desbandada hacia adelante y tropezando, corrió torpemente.
Le dio la espalda a la escalera de caracol y comenzó a correr.
 
No sabía cuál era su destino. Y ni siquiera sabía si estaba escapando o no.
No comprendía sus propios sentimientos, pero, aun así, no podía dejar de correr.
 
Dejando a Julius escaleras abajo donde se encontraban una horda de mabestias y Reid, Subaru corrió como un gamo.
 
Reid: ——Uah… De verdad que su naturaleza no tiene remedio.
 
En la distancia, Reid, quien observaba la situación a lo lejos, murmuró silenciosamente.
Murmullos que parecían idénticos al anterior.
 
Y permanecería una incógnita si tales murmullos albergaban una emoción diferente.
 
 
    
 
 
——¿Por qué gritó? ¿Por qué no pudo haberlo dejado morir allí mismo?
 
Subaru: ¡Haa, haa…!
 
Mientras esprintaba casi sin aliento, Subaru se cuestionaba una y otra vez en su cabeza.
¿Por qué gritó? ¿Por qué no pudo haberlo dejado morir allí mismo?
 
Meili: A diferencia de matarlo tú mismo, dejarle morir no debería dejar sensación alguna en tus manos, ¿ciertoo?
 
Abrazando a Subaru por la espalda mientras él corría, el fantasma de la chica se quejó dulcemente.
Desde el encuentro con Reid, ésta era la primera vez que aparecía el fantasma. Era como si su voz también dijera A pesar de que me estrangulaste como maldición, para torturar a Subaru.
 
En realidad, ese era el caso.
Las acciones de Subaru eran contradictorias. Ni sus pensamientos, ni sus acciones, ni sus deseos y ni sus metas estaban en sintonía.
 
El plan de los Libros de los difuntos estaba constantemente en un rincón de su cabeza; esa ansia aguardaba lista para una oportunidad.
El fantasma de la chica fallecida podía ver a través de los conflictos internos de Subaru; así que, ¿por qué él, incluso cuando ella le había dado un empujoncito en la espalda llamándolo en su momento de duda, había desperdiciado su oportunidad?
 
Subaru: …
 
Le había dado a Julius la oportunidad de escapar del fuego infernal.
Sin embargo, al final él había permanecido escaleras abajo, donde el peligro de Reid y las mabestias permanecía sin lugar a duda. Era una forma a medias de dejar a alguien morir. ¿Era que él simplemente no quería verse envuelto en la escena en sí?
 
¿Acaso no quería ver morir a más personas porque, en el fondo de su corazón, había desarrollado una aversión tras estrangular con sus propias manos a Meili?
¿Era por eso por lo que corría desesperadamente?
 
—Lo que me ha impuesto… confiado Julius no tiene nada que ver con…
 
???: ¡——Subaru!
 
Absorto en sus pensamientos, los pies de Subaru se detuvieron por una llamada autoritaria. Cuando se detuvo, tambaleándose hacia delante, la voz que escuchó provenía de un pasillo secundario que había pasado de largo sin darse cuenta.
Viniendo desde el otro lado de la esquina, una silueta se precipitó hacia Subaru.
Era…
 
???: ¡Te estaba buscando, de hecho! ¡Ir ahí ahora mismo es demasiado peligroso, supongo!
 
Subaru: ¡¿Beatrice?! Y…
 
Sujetando el dobladillo de su vestido, Beatrice corrió hacia él con una expresión seria. Después de Julius, Subaru se sintió aliviado y sorprendido al mismo tiempo al haber confirmado también que Beatrice se encontraba a salvo.
Sin embargo, las sorpresas no pararon ahí. Detrás de ella, había alguien acompañándola.
 
Subaru: ¡¿Echidna?! ¿Qué hacen ustedes dos juntas?
 
Echidna: … De todos los posible lugares, tenía que ser aquí donde me encontrara contigo, Natsuki-kun.
 
La chica que seguía a Beatrice —Echidna— se quejó con su respiración ligeramente perturbada.
Más allá de la sorpresa por el encuentro inesperado, lo que se había apoderado estrictamente del corazón de Subaru aún más era la emoción en los ojos color turquesa de Echidna que le estaban observando.
 
Subaru: ——Gh.
 
Esa sospecha tan clara como el agua hizo que Subaru se diera cuenta de en qué posición estaba, quisiera o no.
Reid, por supuesto, no sabía nada. Los comportamientos de Julius y de Beatrice claramente indicaban que ellos tampoco sabían nada de nada. Sin embargo, el comportamiento de Echidna contaba una historia distinta.
 
——Echidna sí lo sabía.
 
Sabía sobre la interacción que Subaru, Emilia y Ram habían tenido en la habitación donde escondió el cadáver de Meili, durante la cual fue encerrado en una jaula de hielo.
Y, posiblemente, eso sólo lo supiera ella.
Recordó cómo Julius le había mirado con una emoción compleja al final.
Se suponía que todos ellos habían compartido lo que le había sucedido a Subaru cuando despertó. Así pues, era natural que Echidna reaccionara así; pero, en cambio...
 
Subaru: Beatrice, tú…
 
Beatrice: ¡——Gh! ¡Ahora no es el momento de hablar, de hecho! ¡Ven, supongo!
 
Sin embargo, al contrario que Subaru —que sentía dudas—, Beatrice le agarró la mano unilateralmente.
La voz temblorosa de Subaru enmudeció, sobrecogido por haber sido agarrado por su diminuta mano. Porque, si Ram y Emilia hubiera informado a los demás de lo que pasó con Subaru, la determinación que se necesitaría para llevar a cabo esta acción habría sido inconmensurable. Era una acción tan descuidada que a Subaru le daban ganas de preguntar a Beatrice si estaba loca.
 
Echidna: ¡Beatrice, ¿hablas en serio?! ¡Se ha escapado de la jaula! ¡En una situación como esta!


Sin embargo, Beatrice tomando la mano de Subaru hizo que el rostro de Echidna palideciera y les gritara. Ella estaba cuestionando los pros y los contras de las acciones de Beatrice, y después levantó una mano para señalar a Subaru con un dedo, cuyo gesto provocaba mucha más presión de lo que parecía.
Subaru sentía que ese gesto era equivalente al «manos arriba» de alguien apuntándole con una pistola, y que no era ningún farol.
Sin embargo, Subaru se tomó esta amenaza contra su vida como algo normal.
Desde el punto de vista de Echidna, desconfiar de Subaru era natural. Beatrice estaba, por alguna razón… incluso ahora, de pie frente a Subaru y enfrentándose incluso a Echidna.
 
Echidna: ¡Apártate, Beatrice! ¡Con ese comportamiento suyo tan extraño, estar de su parte es muy peligroso y no puedo permitirlo! ¡Es tal como nos avisó Ram, él no es Natsuki Subaru!
 
Beatrice: ¡Eso no es cierto, de hecho! Tomándole la mano así... ¡Betty, que ha estado en contacto con él así, lo sabe, supongo! Subaru y Betty todavía estamos vinculados por nuestro contrato, de hecho. ¡Lo entenderías si estuvieras en la misma posición que Betty, supongo!
 
Echidna: … ¡Aunque eso fuera cierto, seguimos sin poder fiarnos de él! ¡Ha escapado de la jaula en esta situación! ¿Cómo demonios podría confiar en él? ¡Estoy segura de que ni siquiera puede darnos una explicación convincente!
 
Mientras Echidna gritaba así, su rostro expresaba las emociones más fuertes que él hubiera visto jamás en ella.
Era inquietante que ella, que hasta ahora siempre había sofocado sus sentimientos hábilmente, pareciera verse acorralada y, por tanto, intentando desesperadamente eliminar la amenaza que tenía ante sí. Se estaba desesperando.
 
Subaru: …
 
Escaleras abajo, había una cantidad abrumadora de mabestias; cada cosa que ocurría en esta torre era de temer.
Viéndolo así, es natural que ella tenga un arrebato al ser arrojada a esta situación imposible, pensó Subaru.
 
Subaru: Da igual…
 
Beatrice: ¿Subaru?
 
Los ojos de Beatrice, que sostenía su mano, se abrieron de par en par al oír el susurro de Subaru. La pequeña y suave mano de Beatrice se soltó entonces.
Con un sonido repentino, lo que había estado tenso hasta ahora se rompió. Fue roto.
 
Echidna: … ¿Qué estás tratando de hacer?
 
Cuando Subaru apartó los hombros de Beatrice, Echidna le miró con el ceño fruncido. Estaba desconcertada, pero estaba mucho más cautelosa. Aun así, el corazón de Subaru no flaqueó.
 
Subaru: Como ves, me rindo. ——Haz lo que quieras conmigo.
 
Sentía que ahora sus emociones no podían cambiar en otra cosa que no fuera «que sea lo que tenga que ser».
Había cometido un crimen que no recordaba; quiso ocultarlo todo desesperadamente, haciendo que los que le rodeaban sospecharan; y si simplemente intentaba permanecer en paz, su vida sería el objetivo. Todo ello mientras era continuamente atemorizado por la sombra de «Natsuki Subaru».
 
Echidna: ¿Crees que bajaremos la guardia con esa admirable actitud? Si es así, estás cometiendo un gran error. Desde el fondo de mi corazón, no puedo confiar en ti.
 
Subaru: Vale. Eres libre de incluir eso también. ——Esta torre ya no tiene sentido…
 
Subaru no podía soportarlo.
Había pasado por tantas situaciones imposibles, que su mente ya no podía más. Lo que él estaba haciendo no era más que refunfuñar ante la situación actual.
Sin embargo, Echidna lo interpretaría de manera diferente.
 
Echidna: ¿Esta torre ya no…? Es decir, ¿que ya has alcanzado tu objetivo?
 
Subaru: ¿Mi objetivo?
 
Echidna: ¡No sigas haciéndote el tonto! ¡Tu objetivo es el Templo de la Bruja, ¿verdad que sí?! Ahora que tu objetivo se ha cumplido, revelas tu verdadera naturaleza. ——Ojalá hubiera hecho caso a la intuición de Ana; no debí traer aquí a nadie más.
 
Visiblemente adolorida, la voz de Echidna se reprochaba a sí misma con remordimiento. Subaru realmente desconocía sus orígenes.
Justo ahora, ella estaba viendo algo que Subaru no podía ver. Es más, ella sospechaba que Subaru estaba relacionado con esto… Pero ¿acaso importaba? Este mundo estaba llegando a su fin.
 
Beatrice: ¡Subaru, Subaru! ¡¿Qué es lo que te pasa, de hecho?! ¡La forma en que hablas no es propia de ti, Subaru, supongo! ¡No te detengas en un lugar como éste, de hecho!
 
Subaru: ¿No es propia, dices?
 
Beatrice apeló y tiró de la manga de Subaru, cuya expresión había desaparecido por completo.
La voz temblorosa sacudió sus oídos, y Subaru miró fijamente a Beatrice.
 
Subaru: ¿Qué es propio de mí? ¿Qué cosa ven ustedes que sea propia de mí?
 
Echidna: … Amnesia. ¿Pretendes continuar con tu pésima farsa? Sabes que Ram ha perdido los recuerdos de su hermana, que Julius ha sido olvidado por todos, y que a muchos se les ha borrado los recuerdos de sus seres queridos… ¡y aun sabiendo todo eso, sigues tu cruel farsa!
 
Subaru: ¡¿Una farsa?! ¡¿Farsa dices?! ¡No vuelvas a decirme una estupidez como esa! ¡Si fuera una farsa, obviamente actuaría con mucha más determinación, ¿no crees?! ¡¿Quién... quién querría convertirse en «Natsuki Subaru» por propia voluntad?! ¡¡¿QUIÉN MIERDA QUERRÍA CONVERTIRSE EN ESE TIPO TAN REPUGNANTE?!!
 
Con la cabeza hecha un lío, Subaru estalló de furia contra Echidna, superando la de ella.
Si tuvieran la libertad de elegir, si tuvieran el lujo de ser quisquillosos, ¿quién querría convertirse en «Natsuki Subaru»? Retorcido e insoportable; esa era la clase de persona que él era. ¿Quién demonios querría eso?
 
—¿Quién demonios desearía convertirse en alguien como «Natsuki Subaru»?
 
Subaru: ¡Todos ustedes se están confabulando contra mí! ¿Quién se creen que son? ¡Lo he perdido todo! ¡Sólo regresaba de la tienda! ¡Lo único que recuerdo es que sólo estaba conmigo el dependiente! ¿Y de repente un mundo paralelo? ¿Una torre de arena? ¡Un cadáver! ¡Exámenes! ¡Impostor! ¡«Natsuki Subaru»! ¡No me jodas! ¡No me jodas!
 
Echidna: …
 
Subaru: ¡Eso es! ¡Debe ser culpa mía! ¡Vine aquí cuando no debía! ¡No quería volver a casa! ¡Tenía demasiado miedo de molestar a papá y a mamá poniendo una cara falsa! Por eso, al principio estaba tan emocionado, ¡pero sólo al principio!
 
Beatrice y Echidna miraban con los ojos abiertos de par en par las emociones del arrebato explosivo de Subaru.
Seguramente ellas no entendían lo que él estaba diciendo. Para ellas, la angustia de Subaru simplemente no tenía sentido.
 
También había revelado que éste era un mundo paralelo para él.
Sin embargo, ellas no entendían lo que de verdad él quería decir con las palabras «mundo paralelo»; había una brecha insalvable entre ellos.
 
Subaru no era el «Natsuki Subaru» que ellas buscaban.
Del mismo modo, ellas tampoco se convertirían nunca en la salvación que Subaru buscaba.
 
Subaru: Se preguntarán por qué estoy perdiendo los estribos ahora de repente, ¿verdad? ¡Ni siquiera yo lo sé! ¡Pero, de repente, he llegado a mi límite! ¡Porque estoy así, algo que estaba perfectamente bien se rompió! ¡Aunque me imploren, no puedo hacer nada! ¡Ni una sola cosa! ¡Así que…!
 
Echidna y Beatrice: …
 
Subaru: Así que… perdóname ya, por favor. Perdóname, te lo suplico. Por favor, envíame de vuelta a casa. ——Si Dios quería castigarme, entonces… lo entiendo; fue culpa mía.
 
Dijo Subaru con la voz cada vez más ronca, abrumado y conteniendo toda su amargura mientras se arrodillaba. Y entonces, frotando la frente contra el suelo del pasillo, Subaru suplicó perdón. No sabía a quién debía suplicar; así que, recordando el nombre de todos los dioses que conocía, rezó.
 
—Si esto es un castigo por ser perezoso, por favor, suplico perdón.
 
Seguramente se había arrepentido y había reflexionado lo suficiente como para cambiar su vida.
 
—Así que, por favor, te suplico que me perdones.
 
Ya no deseaba que más personas se vieran involucradas en el castigo divino resultante de la estupidez de Natsuki Subaru.
No quería salir herido él mismo, ni quería herir a nadie más.
 
Subaru: …
 
Arrodillado y con las manos en el suelo, Subaru apeló desesperada y llorosamente mientras Echidna y Beatrice le miraban en silencio justo a su lado.
La palma de Beatrice empezó a acariciar suavemente la espalda de Subaru, quien, al sentirla, empezó a preguntarse por qué ella aún estaba de su parte.
Escuchar la respuesta a esa pregunta le producía un miedo atroz a Subaru.
 
Echidna: … No te creo.
 
Beatrice: Echidna…
 
Beatrice llamó a Echidna, quien había llegado a la conclusión con un suspiro.
Al oír su voz, Echidna sacudió la cabeza lentamente.
 
Echidna: Aunque te abraces la cabeza y solloces, seguiré dudando de ti y mi respuesta seguirá siendo la misma. Tengo… tengo la responsabilidad de tomar prestado el cuerpo de Ana. Con tal de que regrese a salvo, soportaré las maldiciones y el odio de quien haga falta.
 
Beatrice: …
 
Echidna: … No obstante, no quiero hacer algo que me imposibilite mirar sin remordimiento a la cara a Ana a su regreso.
 
Diciendo eso, Echidna bajó gradualmente el dedo que apuntaba hacia la frente de Subaru.
Al ver que el dedo dejaba de ejercer la presión que tenía desde que llegó a este pasillo, se hizo obvio que la cuestión de ese dedo que sujetaba la vida de Subaru se había resuelto.
 
Pero eso no tenía nada que ver con la salvación que Subaru deseaba.
 
Echidna: Beatrice, eres libre de ir con él. Yo planeo ir a donde está Julius. Después de reunirme con él, si no surgen sorpresas, nos volveremos a ver arriba.
 
Beatrice: … Entendido, supongo. Oye, Subaru, ponte ya de pie, de hecho. Si no puedes ponerte de pie, entonces Betty está dispuesta incluso a cargarte, supongo.
 
Echidna les dio la espalda y Subaru notó que Beatrice respetaba sus creencias. En ese momento, mientras Beatrice intentaba prestarle su pequeño hombro, Subaru miró de reojo fijamente la espalda de Echidna mientras ella se disponía a alejarse.
 
«¡¡——Dejo a Echidna… Anastasia-sama en tus manos!!»
 
Echidna: … ¿A qué viene esto?
 
Echidna giró la cabeza y miró intensamente… a la mano de Subaru que agarraba la manga de su mano izquierda. 
 

Echidna había dirigido su pregunta a Subaru, cuyo rostro estaba hecho un desastre por las lágrimas y los mocos, y sus mejillas se pusieron rígidas ante su pregunta.
 
Fue incapaz de responder inmediatamente por qué había hecho eso.
Subaru no pudo soportar la mirada acusadora de Echidna. Aun así, tras escuchar la desagradable súplica de Subaru, Echidna había decidido no ponerle las manos encima.
Pero las yemas de los dedos de Subaru estaban erosionando esa decisión.
 
Echidna: Pensaba que te estaba dejando en sus manos. Así pues, ¿cómo hemos llegado a esto?
 
Subaru: … Julius me pidió que te protegiera.
 
Echidna: ¿Él? Tonterías. Aunque él hiciera tal decisión…
 
En este momento, Echidna, que era la causante de las lágrimas de Subaru, reconsideró lo que iba a decir, y dijo Es más… antes de proseguir.
 
Echidna: ¿Te encontraste con él antes de venir aquí? Él iba a echar un vistazo a la situación en el quinto piso. Y si se encontró contigo… No, más bien, ¿qué te pidió? ¿Dónde está él ahora?
 
Al oír estas preguntas lanzadas a toda velocidad, Subaru experimentó una presión abrumadora debido a su actitud amenazadora.
Para empezar, las grietas de su corazón aún no se habían curado. En este momento en el que todo estaba fuera de su control y en el que él quería desentenderse de todo, ¿por qué actuó su cuerpo en pro de este mundo?
 
¿Por qué, hasta recordar el grito de Julius, que difícilmente podría llamarse una promesa…?
 
Echidna: Ciertamente, no estamos progresando. De todos modos, dime dónde te encontraste con Julius por última vez…
 
Subaru: … Ah.
 
Impacientándose, Echidna escogió palabras para continuar la conversación.
Mirando sus esfuerzos, Subaru tragó saliva.
 
No era porque dudara en decírselo, sino porque ahora había surgido una situación aún más urgente que la inevitable con Echidna.
 
Subaru: …
 
Detrás de Echidna, que miraba fijamente a Subaru… había un punto de luz roja flotando por el pasillo.
Distraído por él, Subaru se preguntó qué era.
 
El punto de luz roja, flotando en la oscuridad y moviéndose lentamente, finalmente se encontró con los oscuros ojos de Subaru.
Intuitivamente, Subaru comprendió que se trataba de una situación de estar «mirándose mutuamente» con alguien o algo.
 
Y justo entonces, la figura del ser, cuyos ojos se habían encontrado con los suyos, se volvió visible poco a poco en la oscuridad.
Tenía un cuerpo negro que se confundía con la oscuridad, un punto brillante de luz, un par de pinzas afiladas extrañamente desarrolladas y, sobre todo, un tembloroso aguijón afilado en la cola…
 
Subaru: ¿Eh?
 
——Era un escorpión increíblemente gigantesco… cuya cola apuntaba hacia ellos.
 
Beatrice: ¡¡Subaru!!
 
Beatrice gritó tan pronto como la cola se agitó hacia ellos.
 
 
 
——Y una luz barrió el pasillo, emitiendo ondas de choque que destrozaron violentamente las piedras que componían el cuarto piso.