lunes, 12 de marzo de 2018

,

Dejada atrás


Traducción:
Zack

Corrección y edición:
Robert (Primer corrector)
Carlos (Segundo corrector)
Pretinaverse (Detallitos por aquí y por allá)

※ ※ ※ ※ ※

—Lo primero que sintió al despertar, fue la soledad en su vacía mano derecha.

Eso fue lo que pensó en su mente, la cual todavía estaba confusa debido a la mala circulación sanguínea al momento de despertar. Entonces, al esclarecerse su consciencia, se dio cuenta de lo egoísta que era ese sentimiento, y sus mejillas se pusieron rojas por la furia y la vergüenza.

En lugar de enderezarse, ella decidió encogerse en la cama, envolviéndose con las mantas, para hacerse más pequeña. En su propia miseria, la cual despertó junto a su consciencia, rápidamente empezó a juzgarse mal a sí misma a pesar de ser el comienzo de un nuevo día.

『 ???: —Horrible, horrible, qué horrible. De verdad… soy muy, egoísta. 』

Murmuraba la chica encogida en la cama — Emilia — mientras que daba un largo, largo suspiro por su propio comportamiento vergonzoso.

Abría y cerraba sus puños varias veces debajo de las sábanas, recordando aquella sensación justo antes de que se durmiera.
Esos dedos gruesos, con la piel ligeramente más dura en las puntas, completamente diferente a sus propios dedos frágiles y delgados — eso era lo que ella pensaba en cada oportunidad que tenía de sostener esas manos.

Era el toque del chico que había cuidado de ella, que le habló con amabilidad y, hasta que se rindió a su inconsciencia, se sentó a su lado mientras sostenía su mano — Subaru, y el sentimiento de su ligeramente tosca palma.
Lo primero que ella pensó inconscientemente al despertar, fue la melancolía del vacío en sus dedos y la pérdida del toque de esa mano. Incondicionalmente, ella ya no tenía remedio. Se había apoyado tanto en él. Pero, ¿era su naturaleza el querer poner más cargas sobre ese chico? ¿Aun cuando ella ya había preocupado a todos con sus errores y debilidades a un grado irreparable?

Hoy día era el cuarto día en el Santuario — y, siguiendo desde el primer día, Emilia se había dedicado a sí misma a la Prueba en la Tumba del Santuario tanto como ayer y anteayer.

Para Emilia, quien pretendía ganar en la Selección Real para asegurar el trono de Lugnica, el apoyo del Santuario era el primer paso en el camino de cosas que debía conseguir.

El gobernador de estas tierras, Roswaal, era el patrocinador de Emilia, y sus aldeanos estaban en unas circunstancias similares a las de ella, una semielfa. Si no podía obtener la aprobación de ellos, aun cuando las condiciones estaban a su favor, entonces, ¿cómo podría intentar hacer algo al salir de aquí?

Innegablemente, Emilia estaba en una posición desventajosa, en comparación con las otras candidatas a la Selección. Para que Emilia, aun sin poder, ganase, la ayuda de otras personas era indispensable. Y solo con sus propias acciones, Emilia podría conseguir la confianza que necesitaba para asegurar esa ayuda.

Emilia, quien correctamente entendía su propia posición, tenía claro lo que tenía que hacer y lo que tenía que presentar. Ella no tenía ninguna duda sobre eso. 
Pero, lo que manchaba de tristeza sus ojos era —

『 Emilia: …La Prueba. 』

La única condición absoluta para ganar la aceptación de las personas del Santuario era derrotar esa Prueba.

Aquellas personas eran residentes que no podían salir del bosque que rodeaba al Santuario, debido a la barrera conectada a la Tumba. Emilia necesitaba atravesar la Prueba y eliminar la barrera si quería luchar junto a ellos en el mundo exterior. También había un problema de sentimientos, pero si ella no podía lograr al menos eso, entonces los residentes ni siquiera intentarían aceptarla. 

Derrotar la Prueba simplificaría los requisitos para lidiar con los problemas físicos y sentimentales. Una vez que el problema se vuelva unipolar, no habría lógica fastidiosa ni debates sin sentido.
Ahora, el problema era que el contenido de la Prueba era un veneno mortal para Emilia.

— Dentro de la Tumba, una voz insensible anunciaba: Enfrenta tu pasado.

Cuando cerraba sus ojos, Emilia podía recordar vívidamente ese blanco mundo.
Instantáneamente, como si fuera arrojada desnuda a la nieve, Emilia se estremecía ante el imparable frío.
¿Era el temor que recorría su cuerpo al recordar ese día tan helado? ¿O era porque no había podido olvidar el miedo de ese entonces?

¿Qué pensó Subaru mientras escuchaba esa torpe plática de su pasado?

Ese pasado, imposible de olvidar, la encadenaba con la culpa. Emilia le reveló todo a Subaru ayer por la tarde. 
Había desafiado la Prueba por primera vez la noche anterior, y su corazón fue duramente golpeado. Lloró, gritó y se rompió en los brazos de Subaru, y cuando su voz y sus suaves caricias en la espalda al fin la calmaron, Emilia anunció a todos los que esperaban fuera de la Tumba que había fallado.

Ella no recordaba las caras que pusieron todos al escuchar eso.
En ese momento carecía de la compostura suficiente para poder revisar sus caras una por una. Podrían verla con desprecio, con rechazo, de cualquier forma, no importaba. Emilia solo actuó firme, se alejó de todos, se tumbó en la casa que le prestaron, e inmediatamente después de darse cuenta de que estaba sola, fue tragada por un terror insoportable.

Sin poder soportar estar encerrada así, salió corriendo del edificio. Al salir, empezó a tiritar por el viento de la noche cuando se encontró con Subaru, quien estaba caminando bajo la luz de la luna.

Después de eso, Subaru confesó que estaba decidido a darlo todo por el bien de ella, ante lo cual Emilia huyó enumerando propósitos puramente idealistas.
Emilia, acorralada por sus propias palabras, no notó cuan herido quedó Subaru al escucharlas.

Emilia no recordó cómo regresó a su alojamiento después de eso.

Después, Subaru la despertó, llamándola, con su rostro pálido mientras ella se encontraba colapsada en el suelo.

Emilia habló con el preocupado Subaru, acerca de su ímpetu, la Prueba — e inevitablemente, se volvió en una conversación acerca de su pasado.
Emilia le contó su pasado a Subaru sin incluir siquiera una mota de dramatización o alguna mentira en absoluto.
Ella fue forzada a ver vívidamente el crimen que cometió. Tomó ese recuerdo inolvidable, le quitó la costra, y expuso la herida al viento mientras contaba su historia.
Simultáneamente, Emilia confesó que sus motivos para aspirar al trono eran increíblemente personales y egoístas.

Sería imposible decir que no estaba asustada.
Como consecuencia de su error, para el cual su juventud no era un consuelo, Emilia hizo victimas a demasiadas personas. Y se fue sin pagar la indemnización, pasando el tiempo hasta ahora sola, ociosamente.
Lo que terminó con esto fue que los métodos que ella escogió para su expiación solo podrían lograrse enredando a más personas en el desastre.

Emilia pensaba que era natural que disgustara a los demás, que recibiera su desprecio y que las personas se alejaran de ella. Pero, por otra parte, reconoció la convicción de que Subaru nunca la abandonaría.
Sin importar lo horroroso que fuera su pasado y sabiendo que estaba tratando de expiarlo con un deseo egoísta, Natsuki Subaru no la abandonaría.

Emilia ha sido testigo de lo que él ha protegido a través de sus heridas y quejidos, y fue testigo de los resultados de sus acciones.
Subaru era un chico amable, obediente y compasivo. Él cargaba demasiadas cosas, y sin siquiera considerar dejarlas, se mantenía corriendo a pesar de su increíble lesión.
Asumiendo que ella era parte de la carga que él llevaba, entonces seguramente Subaru no sería capaz de dejarla, sin importar lo repulsiva que fuera la naturaleza de ella.

— Esta fue una cruel calculación en el verdadero de los significados, y tal vez, incluso insidioso.

Ella agitó la cabeza para negar ese pensamiento, convenciéndose a sí misma diciendo mentalmente “No lo veo de esa forma en absoluto”. Pero, si dijera que ese concepto nunca se le ha pasado por la cabeza, sería una mentira. Y si hubiera una parte de ella que esperaba ese resultado, entonces eso equivaldría a que la totalidad de Emilia afirmara ese pensamiento.

Ella depositó su confianza en alguien que no la odiaba ni en lo más mínimo, y logró hablar abiertamente acerca de su pasado, lo que podría haber hecho que él la odiara.
Y la verdad, es que eso era todo.

Subaru al final no mostró signos de shock o de consternación tras escuchar el pasado de Emilia, y no hizo nada para culparla por sus pecados.
Fatigada mentalmente al máximo por su confesión, el sueño se apoderó de ella. El toque de su mano sosteniendo la suya, y su gran consideración, no habían cambiado ni un ápice.

Subaru había actuado tan en línea con lo que sus partes repulsivas esperaban, que hasta se sintió resentida.
Subaru, con sus ojos agudos suavizados por la ansiedad y el temor, estaba sinceramente preocupado por Emilia. Su gentileza era un veneno horriblemente dulce para Emilia.
El corazón de ella era propenso a derretirse, al igual que su resolución, y sus pensamientos sinceros y desagradables amenazaban con revelarse.

Ojalá pudiera confiarle todo a alguien y dejar que se sometiera a las dificultades por mí. Si Emilia expresase su lamento, el mismo lamento que expresan los niños cuando desvían la mirada de algo que no les gusta, entonces Subaru indudablemente se dedicaría sin ninguna pausa por el bien de Emilia.

Eso no debería ser perdonable.

Desde que se conocieron, Emilia siempre ha sido salvada por Subaru.
En el Almacén de bienes robados de la Capital, en la mansión bajo el ataque de las mabestias, en la Sala de la Selección Real bajo las miradas de las otras candidatas, y en la mansión y la aldea que fueron objetivo de unos desconocidos.

Emilia siempre se había aferrado a la mano de Subaru. Y, sin poder soportar verlo lastimado, ella alejó dicha mano, concluyendo que ella carecía de las calificaciones para que eso pasara.
Pero, aun así, Natsuki Subaru no intentó dejarla ni en lo más mínimo.
Por el contrario, Subaru le dijo lo siguiente a Emilia, quien ignoraba por qué la salvaba:

『 Subaru: Me gustas. Por eso, quiero ser tu fuerza. 』

Emilia nunca había experimentado ese tipo de confesión de amor completamente devota y sin ninguna base. Las únicas personas que le habían expresado su cariño fueron los elfos que vivieron con ella, y después su padre adoptivo Puck.

Emilia abandonó el bosque bajo la guía de Roswaal, y volvió a sentir la penuria de la situación para los semielfos. En sus dos viajes hacia la Capital, lo comprendió más intensamente.
Ella aceptó el plan de Roswaal para lograr sus metas, a pesar de que la tendencia a despreciar a los semielfos se mantuvo profundamente arraigada en el mundo — y por eso ella mantenía una débil esperanza de que tal vez eso pudiera cambiar un poco. Pero Emilia también pensó que esa esperanza era pasajera y no podía creer completamente en eso.

¿Y qué tan importante fue para ella el que Subaru le dijera que la quería? Teniendo en cuenta de que era una semielfa débil y que él era un chico sincero.

Él no era de la misma raza que ella, tampoco era alguien destinado por nacimiento a pasar el tiempo con ella, no la conocía por los planes de alguien, si no por pura coincidencia, tuvo una profunda amabilidad hacia ella, y de sus sentimientos compartidos brotaron sus cálidos sentimientos — y esto salvó a Emilia.

Y por eso, esta vez, no podía apoyarse en Subaru.
Cada vez que sufría dificultades en lugar de ella, aumentaban las heridas permanentes dentro de él. No solo en su cuerpo, sino también sus heridas mentales.

Emilia no pensaba que Subaru fuera alguien extraordinario que poseía un cuerpo y mente resistente.
Él tenía un corazón fuerte para lograr sus intenciones, un corazón amable que consideraba a la gente de sus alrededores, pero él no era alguien extraordinario. 
Las cosas tristes lo lastimaban, lloraba cuando sufría, y podría morir si derramaba mucha sangre. 
Era una persona normal.

Emilia no tenía la intención de forzar a este chico normal para que pasara por más dificultades.
Lo único que deseaba era que la siguiera apoyando, estando a su lado, mientras ella avanzaba. Pero hasta eso era un deseo increíblemente egoísta, tanto que hasta le daba vergüenza.

Si Subaru apoyara la frágil resolución de Emilia, entonces seguramente ella podría superar sus obstáculos sin doblegarse.
Debería luchar contra los obstáculos por sí sola.

『 Emilia: Después de todo, si no… 』

Si seguía apoyándose en él, dejándole que hiciera todo, aferrándose a él, entonces, algún día, Subaru seguramente empezaría a pensar en ella como una molestia.
El solo pensar que ese día podía llegar la aterrorizaba.

Esto era algo que ella había evadido creer que quería. Era algo en lo que ya se había rendido en tener, razonando que aun cuando lo quisiera, nunca lo podría obtener. Era algo que había mantenido alejado de su consciencia, pero algo que siempre había deseado.
Y precisamente por haberlo obtenido, porque se lo otorgaron, porque tomó la mano que le ofrecieron — Emilia ya no podría soportar dejarlo.

『 Emilia: — 』

Los pecados de Emilia pintaron el bosque de blanco, atrapando a sus amigos y familiares dentro de la nieve y el hielo.
Emilia también se durmió dentro del hielo y desapareció durante casi 100 años, hasta que Puck la salvó, sin reconocer el crimen que ella había cometido.

Su pecado fue grave y aversivo. Pero lo más pecaminoso era que Emilia no recordaba ni una sola cosa del corazón de sus acciones.
Desconocía parte de lo ocurrido y, aunque era consciente de que sus acciones llevaron a todos al estancamiento blanco, no podía recordar lo que pensaba en ese momento, ni por qué lo hizo.

Emilia pensó que era natural que la llamasen Engendro de Bruja.

Después de que Puck la despertase del hielo, Emilia pasó siete años en el Bosque de Elior. Sin poder hacer o cultivar algo para comer en el bosque congelado, ella iba a los pueblos cercanos al bosque, para obtener la mayor parte de su comida.
Emilia no podía olvidar las miradas aterradoras sobre ella, ni cómo la llamaban La Bruja del Bosque Congelado.

Bruja. Un insulto que encajaba con ella.

Emilia afirmó su resolución, la cual era necesaria para superar la Prueba, mientras ella misma pensaba que sus propias palabras sonaban vacías. Emilia no tenía ni idea de lo que podía hacer para superar su pasado. Ella apenas evadió las preguntas de Subaru con palabras agradables, eligiendo estar encerrada dentro de su caparazón y sus sueños.

Con el toque de la palma de Subaru presente y definida, ella se durmió poco después.

— Ciertamente dudaba de que hubiera soñado algo. 

Cuando despertó, Subaru estaba en la misma postura de antes, habiéndola observado mientras dormía. Una emoción incontenible se hinchó en su pecho al verlo y, como si él la estuviera guiando con la mano, ella salió al Santuario — para desafiar la Prueba.

El resultado de su segundo intento fue obvio. No fue capaz de derrotar la Prueba.

Subaru y Ram la vieron afuera de la Tumba. Ella entró, con las miradas de dos residentes del Santuario, Garfiel y Ryuzu, a su espalda. Pero la Prueba no le prestó ni la más mínima atención a Emilia, quien no tenía ningún plan preciso ni había preparado condiciones claras para la victoria.
Como siempre, el pasado la atormentaba, la plagaba y la perforaba.

Cuando su consciencia volvió para sentir el duro y frío piso de la Tumba, Emilia notó que sus mejillas estaban mojadas. Este llanto era ridículo, y su miseria era repugnante. 

Sin poder conseguir alguna pista para superar la Prueba, Emilia abandonó la Tumba demacrada, para ser recibida por el preocupado Subaru y los otros.
Más tarde, e igual que la noche anterior, fue calmada para tener un sueño pacífico, perdiendo su consciencia justo después de que se tirase a la cama — de lo cual solo fue consciente cuando se despertó esta mañana.

『 Emilia: Y al final, no hubo ningún progreso… soy una inútil… 』

Si hubo algo que entendió ayer, fue que era una chica consentida y sin esperanzas, siempre causándoles problemas a Subaru y a todos los demás, pero aun así sin poder encontrar ni un solo rayo de esperanza — la verdad inmutable de que ella era débil.

『 Emilia: Puck… 』

El collar colgando en su pecho — y el lustre verde insertado en su extremo, el ancla para el espíritu con quien tenía un contrato, Puck.
Siempre que ella llamase su nombre con una voz frágil, él respondería “¿Qué sucede?” en su usual tono despreocupado.

Han pasado dos semanas desde que ya no responde.
Al principio, Emilia pensó que estaba en su periodo de hibernación, el cual ocurría una vez cada varios meses. Hubo momentos en los que Puck ni siquiera daba algún tipo de reacción y, en cada ocasión, Emilia aguantaría la soledad, esperando por su retorno y despertar.

Pero su periodo de hibernación siempre terminaba en tres o cuatro días, y esta era la primera vez que había durado tanto tiempo. Pero, sobre todo, aunque Puck estuviese en su periodo de hibernación, si Emilia lo llamaba seriamente, él interrumpiría su siesta y respondería.
Ella ni siquiera podía sentir esa reacción del presente y distante Puck.

Seguramente le pasó algo a él.
Ciertamente hubo algo — tal vez algo irreparable — que sucedió en su sueño, y él no pudo materializarse. Si este fuera el caso, ¿qué debería hacer ella?
Emilia había pasado tanto tiempo con Puck y, aun así, todavía no podía encontrar ningún método para darle un impulso si la dejaba sola de esta forma.

Ni la Prueba, ni las conversaciones con Subaru, ni el acuerdo con su pasado, ni la ausente presencia de Puck — nada le daba a Emilia un buen augurio.

『 Emilia: …Soy tan estúpida. 』

Justo antes de que Emilia expresara su descontento de que no hubiera nadie a su lado que le ofreciera una mano de ayuda en esta situación de estancamiento, se detuvo.
Fue exactamente por hacer esto que ella se había degradado irremediablemente. — Emilia ya se veía más bajo de lo que nunca había estado, y no quería pensar que pudiera caer aún más bajo.

『 Emilia: No, basta. Pensar enteramente en esas cosas malas… él no se va a mostrar hoy, pero Puck seguramente tiene una razón. Y tampoco se ha resuelto nada de la Prueba. Tengo que mantener la calma. 』

Golpeando suavemente las mejillas con las pálidas manos, Emilia mantuvo firmes sus pensamientos.
Miró hacia arriba, y tomó un peine para desenredar su cabello. — Una parte de ella estaba adolorida por esto. Este trabajo era uno que siempre le había encomendado Puck. Emilia ni siquiera tomaba la iniciativa para mejorar su arreglo personal.

Pasó su mano por su cabello, confirmando que ya no había enredos. No se miró en el espejo. Rápidamente colgó un trapo encima del espejo del cuarto y lo dejó en una esquina para que no pudiera reflejar nada.

Mientras sus dedos jugueteaban con las puntas de su cabello, Emilia determinó que había tenido éxito en los arreglos mínimos. Luego con sus dedos tomó algunos mechones de cabello plateados, juntándolos para empezar a trenzarlos.

Estaba preparando la trenza. Era Puck quien determinaba el estilo de pelo diario de Emilia, y adherirse a eso era una de las condiciones importantes de su contrato. En estas dos semanas, Emilia no había recibido ninguna instrucción acerca de cómo peinarse, y por eso ella mantuvo el último estilo que le dijo, durante todo este tiempo.

Y por supuesto, también atendió sus otras estipulaciones, como: bañarse, los ejercicios después del baño, hablar con los espíritus menores, su estado de ánimo no alegre pero exigente. Al parecer, si no mantenía esas costumbres, su conexión con el invisible Puck desaparecía completamente, lo cual la aterraba.

『 Emilia: —Mhm. 』

Desde entonces, usó el método de dividir el cabello hacia la izquierda y derecha desde el centro para formar las dos trenzas. Pero hoy ella arregló el cabello en una sola trenza larga para que cayera por la espalda.
Habiendo cumplido debidamente su contrato con Puck hoy, Emilia deseaba la continuación de dicho contrato.
Consciente de la conexión definitiva dentro de sí, ella —

『 Emilia: …¿Huh? 』

Emilia gritó en voz baja justo cuando iba a cambiarse de ropa, antes de que Ram llegara con un cubo de agua fría.
La mirada de sus ojos amatistas aturdidos recayó en el collar de su pecho.
Tal y como había confirmado antes, colgando al final del collar había un cristal verde, la prueba de la presencia de Puck — con una ruptura en ella.



『 Emilia: Qu… eh, ¿Qué? Espera… ¿Qué, es eso? 』

Poniendo la mano sobre la gema con una ruptura inexplicable, Emilia pronunciaba fragmentos sin alguna frase.
Una conmoción violenta sacudió sus ojos, y sus dedos temblorosos tímidamente acariciaron la cara del cristal. Las fracturas se intensificaban con el toque de sus dedos. Emilia lloró un grito estrangulado y silencioso.

『 Emilia: N-no… no, no te… espera, por favor espera… vamos, Puck, espera… 』

Ella sacudió la cabeza, pero eso no detenía el colapso del cristal.
Emilia puso toda su atención en la palma de la mano mientras sostenía al cristal, tratando de no estimularlo, pero su imparable temblor aceleraba el colapso, el ancla se desintegraba en las manos de Emilia.

¿Qué pasará cuando este daño alcance a toda la gema?
Ante esta primera ocurrencia, con esta situación completamente inimaginable, la mente de Emilia se quedó completamente en blanco.
Pero ella sabía una cosa. La cual era que —

『 Emilia: Si esto sigue así, ¡entonces Puck va a...! 』

— este era el adiós entre Emilia y el espíritu que era como familia para ella.

『 Emilia: ¡—! 』

Levantó la cabeza y miró a su alrededor. No había nadie. Aún era muy temprano por la mañana, y el exterior tampoco mostraba signos de actividad. Ella podría levantar la voz, pero nadie la escucharía. Podría correr, para buscar ayuda, pero el movimiento podría desencadenar más rápido el final, y por eso no se podía mover.

Bajando la voz, deteniendo la respiración, Emilia observaba el cristal desintegrándose en la mano. Ella no tenía ninguna solución. En lugar de esforzarse por distanciar el final que ciertamente se avecinaba, Emilia frenéticamente intentaba frenarlo.
Y,

『 Emilia: —a 』

El castigo por tardar en evitarlo fue el sonido del cristal rompiéndose en pedazos. Sobre la palma de Emilia, mientras que sus ojos se abrían de estupefacción, yacía el cristal verde con su forma completamente perdida. La joya estaba fracturada, sus fragmentos perdían su color y, sin ningún rastro de vida, su brillo se atenuaba.

『 Emilia: Vamos… Puck, estás… bromeando, ¿verdad? 』

Aferrándose a la esperanza, Emilia llamó a la palma con una voz débil.
Pero la gema en la mano — habiendo perdido su forma — ahora no era nada más que granos de polvo verde.
Lo que quedaba de la gema ya no era capaz de almacenar maná, ni siquiera una carga infinitesimal de maná, y mucho menos un espíritu. Ahora solo eran hebras verdes esperando ser lanzadas al viento.
Cualquiera podría ver que las esperanzas fugaces de Emilia ya eran infructuosas.

La única que no podía aceptar la realidad de que eran infructuosas era Emilia.

『 Emilia: N-no, esto no… no puede estar pasando… Q-quiero decir que, Puck, cuando nos conocimos… dijo que éramos familia… que, no me dejaría nunca sola … 』

Tambaleándose en su vínculo supuestamente seguro, Emilia repitió la antigua promesa con un tono infantil. — Los fragmentos de roca en la mano le respondieron con el silencio.

『 Emilia: …iroso. 』

Sin poder aguantar el silencio, y con sus ojos entendiendo esta realidad, ella miró hacia el techo, con su mirada amatista llena de lágrimas.

『 Emilia: Puck… Papá, ¡¡MENTIROSOOO!! 』

Cayendo de rodillas, Emilia arrojó los fragmentos fracturados a la pared.
Los trozos de la piedra resonaron contra la superficie, tal vez anunciando silenciosamente la abrupta despedida de Emilia y Puck.

Emilia enterró sus manos en la cara, llorando. Gimiendo.
Las lágrimas no fluían.

Solo había una sensación hueca de pérdida que pesaba en el pecho.