jueves, 8 de junio de 2017

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Insultos y gratitud


Traducción:
Pretinaverse

Corrección y edición:
Carlos (Primera corrección)
Pretinaverse (Detallitos por aquí y por allá)

※ ※ ※ ※ ※


—Ey, Subaru, morir aquí sería bastante miserable.

Aun confundido y recostado, mientras sacudía su cabeza, Subaru se enderezó y miró a su alrededor.

Normalmente no le costaba tanto despertar, pero la razón por la cual le estaba resultando más difícil esta vez era porque no estaba exactamente durmiendo. Intentó con todo su esfuerzo recordar lo que había ocurrido antes de perder la consciencia, pero la primera cosa que se le vino a la cabeza fue que estaba en una habitación familiar.

Subaru: Ésta es la sala de estar de la mansión… ¿verdad?

Subaru murmuró eso como si intentara asegurarse, y justo entonces la puerta se abrió y el rostro de Emilia se asomó por ella.

Emilia: Oh, Subaru, ¿estás despierto?

Su plateado cabello estaba trenzado y la expresión en su rostro era ligeramente brillante mientras caminaba hacia Subaru en el sofá. Se inclinó sobre él y sus miradas se cruzaron. Al ser mirado con tanta intensidad por aquellos amplios y redondos ojos, Subaru se encogió un poco.

Subaru: Uhm, Emilia-tan, ¿qué ocurrió?

Emilia: Tan pronto como entraste a la mansión, te escuchamos gritar. Otto y yo quedamos bastante sorprendidos. Entonces, cuando entramos corriendo…

Subaru: Yo… ¿estaba durmiendo?

Emilia: Diciéndolo de esa manera, suena un poco engañoso… pero técnicamente no es incorrecto, ¿creo?

Emilia puso un dedo en su labio, ladeando ligeramente la cabeza. No había ningún sentido de urgencia en sus respuestas.

Después de luchar para despertarse a toda prisa, al ver la expresión relajada en ella, Subaru se dio cuenta de que no había ningún peligro inmediato. Aun así, no podía quitarse de la cabeza que algo raro pasaba ahí.

Estaba seguro de que, antes de perder la consciencia, alguna clase de animal con afilados colmillos había—

Señorita Emilia, ¿puedo molestarla un momento?

Alguien golpeó la puerta desde afuera, seguido por la voz de una mujer que llamaba a Emilia.
Mirando en dirección a la voz, ella asintió con un breve Claro , y la puerta se abrió lentamente.

Al ver la puerta recién abierta, Subaru no pudo evitar sentirse desconcertado.

—No recuerdo haber escuchado esa voz antes.

Sus dudas fueron pronto confirmadas cuando vio a la persona que apareció por la puerta.

Traje unas bebidas y toallas adicionales —Oh, veo que ya despertó.

Los ojos de Subaru se quedaron clavados en la figura de esa mujer que sonreía.

Era una mujer con cabellos largos de un rubio casi transparente. Su espalda mantenía una postura perfecta. Su apariencia y comportamiento eran completamente refinados y, en sus fluidos movimientos, no había ni una pizca de movimientos innecesarios.

Llevaba puesto el mismo y familiar traje que el resto de las sirvientas de la Mansión Roswaal —el lindo y práctico uniforme de sirvienta— sin siquiera un pliegue o arruga visible.

La bandeja en sus manos, con una jarra de agua y toallitas de mano, que dejó suavemente en la mesita de centro de la habitación, no provocó ningún ruido. —Si la estuvieran evaluando, definitivamente pasaría con las mejores notas.

…o eso sería si no tomaras en cuenta su feroz apariencia física y su diabólica sonrisa.

El uniforme estaba siendo usado de manera perfecta, pero la persona que lo llevaba era levemente más alta que Subaru, con una constitución física similar a la de él. Si ella hubiese sido un hombre, se hubiese visto sano y fuerte, pero como era una chica, todo aquello colapsaba.

Y para colmo, la sonrisa al final de sus fluidos movimientos… era completamente arruinada por una fila de afilados colmillos que se dejaba entrever entre sus labios. Mirando más de cerca, esos ojos verdes ligeramente entrecerrados tenían algo especial y una chispa como la de una bestia felina, carnívora, que miraba a su presa.

Frederica: Es un placer conocerle. Soy una sirvienta de la mansión del margrave Roswaal L. Mathers, Frederica Baumann.

Subaru: ¡—Qué miedo de cara!

Su respetuosa presentación había sido interrumpida por las palabras demasiado honestas que resbalaron de la boca de Subaru. Al oír esto, la expresión de la mujer se quedó inmóvil y, después de que sus diabólicos ojos pestañearan un par de veces —lágrimas empezaron a salir.

Frederica: …snif, snif…

Subaru: ¿Qu…?

Emilia: ¡¡Subaru, tú, burro!!

Sin decir ni una palabra, la mujer miró a otro lado, e incluso Subaru estaba perplejo. Justo después de haber sido asaltado por una voz enojada y la dolorosa sensación de que tiraban de su oreja, dejó salir un ¡Auch, auch! y se giró para ver a Emilia cuyo rostro, usualmente gentil, ahora tenía el ceño completamente fruncido en señal de disgusto.

Emilia: ¡Eso es algo espantoso que decir a una chica! Frederica hizo tanto para poder cuidarte y tú…

Frederica: L-le pido que le perdone, señorita Emilia. No hay problema. Fui… fui yo quien se equivocó después de todo. Estaba tan feliz de haber regresado a la mansión, que me emocioné demasiado… y olvidé que mi apariencia es normalmente desagradable para muchas personas.

Tirando del dobladillo de la manga de Emilia, la mujer llamada Frederica sacudía la cabeza. Con su otra mano se cubría la boca.

Frederica: Me disculpo por haberle alarmado. Nuevamente, hice algo bastante inapropiado hace algunos momentos. No debería haber confundido a Natsuki Subaru-sama con un intruso.

Subaru: ¿Intruso? …Ah, espera un momento. Creo que ahora entiendo lo que pasó.

Liberado del castigo de Emilia por el momento, Subaru masajeaba su oreja al escuchar aquellas palabras. De hecho, logró comprender más o menos lo que había ocurrido.

Básicamente, la misteriosa figura con la que se encontró inmediatamente después de haber entrado a la mansión fue—

Subaru: Cuando entré a la mansión, Frederica pensó que era un intruso e intentó echarme. Pero entonces, Emilia-tan llegó y aclaró el malentendido, lo que nos lleva a este preciso instante… ¿verdad?

Frederica: Eso es exactamente lo que pasó. Ya veo que procesa las cosas con bastante rapidez, ¿verdad?

Subaru: Aunque hay cosas que no puedo saber sólo con haberlas mirado… No, antes que eso…

Las palabras de Frederica habían confirmado sus pensamientos. Subaru entonces miró a Emilia que ahora estaba de pie justo detrás de Frederica apuntando con su barbilla hacia ella. Sabía lo que Emilia estaba tratando de decirle, por lo que se puso de pie y, mirando a Frederica, dijo,

Subaru: Un gusto conocerte. Lamento mucho haber dicho algo tan irrespetuoso de buenas a primeras. Sé que podría excusarme diciendo que estaba medio dormido o que sólo bromeaba esperando que me perdones, sin embargo, lo que dije no estuvo bien, por lo que es tu decisión si quieres hervirme o freírme… aunque, si pudiera elegir, preferiría algo que no involucrara demasiado dolor.

Decir que había actuado como hombre era, quizás, demasiado. Más bien parecía que hubiese sumergido su cabeza en una disculpa demasiado pobre.

Definitivamente empezaron con el pie izquierdo, pero a diferencia de ella, que sólo atacó a un sospechoso intruso, las palabras de Subaru habían sido definitivamente groseras. Así que, tal y como dijo, con tal de disipar su grosería, estaba dispuesto a aceptar cualquier tipo de castigo.

Preferiblemente sin dolor físico, por lo que sus esperanzas iban dirigidas hacia un castigo puramente emocional.

Eso era todo el compromiso al que aquel hombre, Subaru, estaba dispuesto en su disculpa más bien afeminada.

Frederica: —Jaja, de verdad que eres gracioso.

Con aquellas palabras, y su sonrisa cubierta por su mano, Frederica dejó salir su risa.
Frente al signo de interrogación flotando sobre la cabeza de Subaru, Frederica inclinó la cabeza, junto con su translúcido cabello dorado fluyendo por su rostro.

Frederica: Debería ser yo quien se estuviera disculpando. Por lo que dijo la señorita Emilia, te estaba poniendo a prueba.

Subaru: ¿Poniendo a prueba?

Al escuchar las palabras de Frederica, Subaru y Emilia ladearon sus cabezas. No tenían ni idea de qué estaba hablando.

Era esperable que Subaru estuviera confundido, pero si lo que dijo ella era verdad, entonces no tenía sentido que Emilia mostrara la misma expresión de confusión que él. Mirando sus respuestas sincronizadas, Frederica sonrió profundamente.

Frederica: Aunque estaba actuando de acuerdo a mi sentido del deber protegiendo la mansión, lo que hice a Subaru-sama no deja de ser grosero. Estaba preparada o, mejor dicho, no tenía más opción que ser relevada de mi posición luego de tal comportamiento.

Subaru: No… creo que te apresuraste demasiado en llegar a esa conclusión. Soy del tipo de persona que sabe entender las cosas cuando se conversan apropiadamente, ¿sabes?

Frederica: Eso, fue lo que la señorita Emilia intentó decirme tan firmemente. Se esforzó tanto en hacérmelo entender, que incluso mi rostro se enrojeció ante las floridas palabras que dijo sobre Subaru-sama.

Subaru: ¡¿Qué?!

Perplejo ante lo que acababa de escuchar, Subaru dejó salir un gritito ahogado mientras miraba a Emilia. Mientras tanto, Emilia intentaba con todas sus fuerzas ocultar su rostro de un profundo escarlata.

Emilia: ¡Fre-de-ri-ca!

Con sus manos en la cintura, Emilia gritó con una voz histérica, impropia de ella, observando severamente a la sirvienta. Ante todo eso, Frederica calmadamente respondió,

Frederica: Oh, cielos, qué miedo… Veo que la señorita Emilia no ha cambiado nada, todavía le falta lindura. Lo normal sería que, independientemente de si lo que digo sea verdad o no, con sólo ponerse roja y avergonzada hubiese sido una bonita respuesta.

Emilia: Eh, ¿en serio? ¡Espera, no me engañarás esta vez! ¡Incluso alguien como yo, si siempre me están engañando, aprenderé a darme cuenta! ¡Eso es, sé cuándo estás mintiendo porque te pones bizca!

Frederica: No sabía eso. Por cierto, señorita Emilia, ¿sabía que cada vez que miente, sus orejas se alargan un poquito?

Emilia: ¡¿En serio?!

La expresión de victoria de Emilia, con su brazo estirado y su dedo apuntando a Frederica, fue interrumpida regresando ambas manos para tomar sus orejas. Con aquella respuesta, la victoria de Frederica estaba completa.

Todavía avergonzada, Emilia no parecía haberse dado cuenta de que había perdido, pero Subaru, quien la había estado observando intensamente, dejó salir un suspiro y se encogió de hombros.

Subaru: Parece que he sido completamente derrotado… Mi nombre es Natsuki Subaru y… ¿acaso vale la pena presentarme?

Frederica: Sí, por supuesto. Me encantaría escucharlo. Empecemos de nuevo y presentémonos apropiadamente esta vez.

Con esas palabras, Frederica retiró la mano que cubría su boca, revelando una sonrisa llena de colmillos puntiagudos. Esta vez, viendo aquella arma de sonrisa, todo el aire abandonó los pulmones de Subaru.

    

Subaru: Ahora que lo pienso, creo que ya había oído hablar sobre ti… una sirvienta que renunció un tiempo antes de que yo llegara, ¿verdad? Llegué a la mansión hace como un mes… ¿por lo que ya deben de ser unos tres meses desde que te fuiste?

Frederica: Creo que más o menos así es. Renuncié a mi posición por razones personales y aún recuerdo lo dolorosamente sola que me sentí al irme de aquí. Pero por lo visto fui capaz de regresar mucho antes de lo que esperaba.

Cubriéndose la boca con su manga, Frederica sonrió. Mientras se cubriera la boca, su hermoso cabello dorado y su fría y apenas elegante mirada, se combinaban en algo ligeramente cercano a la belleza femenina. Pero su personalidad traviesa y su boca llena de colmillos tendían a negar esa belleza sin importar cómo.


En la sala de estar de la Mansión Roswaal, Subaru y Frederica acababan de intercambiar algo de información básica sobre ellos mismos, más allá de sus nombres. Escuchando su presentación otra vez, Subaru recordó haber escuchado sobre ella antes.

Subaru: Tres meses atrás, eso significa que estás familiarizada con Emilia-tan, ¿verdad?

Emilia: ¡Recórcholis! Es correcto, sí.

Subaru: ¿Quién dice «recórcholis» hoy en día? En todo caso, quejarse de esa manera es algo lindo, sabes.

Ante la pregunta y mirada de Subaru, Emilia se sentó en el sofá apartando la mirada como si no quisiera unirse a la conversación, a pesar de que estaba claramente escuchando atentamente. Se había puesto así desde que se dio cuenta, demasiado tarde, de que Frederica la había engañado. Pero dejando eso de lado…

Subaru: Sólo han sido unos dos o tres días desde que regresaste, ¿verdad? Salimos de la aldea hace tres días… cuatro si cuentas el tiempo de viaje. Parece una gran coincidencia.

Frederica: Yo también estaba sorprendida cuando regresé a la mansión y la encontré vacía. Por suerte, había una carta en la oficina del Amo explicando las cosas, así que mi confusión no duró mucho.

Subaru: ¿Una carta?

Frederica: Sí, de Ram. Ella fue la que me pidió que volviera a la mansión, aunque no se le da bien explicar las cosas… Sé que es consentirla demasiado el dejarlo pasar como parte de su personalidad, pero así es como me siento.

A través de la sonrisa medio incómoda de Frederica, Subaru pudo notar el lazo forjado en el tiempo que debían compartir ella y Ram y todos los maravillosos días que debían haber pasado juntas. Al mismo tiempo, borrada de sus recuerdos, el tiempo que había pasado con Rem debía de ser igual de largo.

Subaru: ¿Puedes decirme por qué Ram te pidió que volvieras?

Frederica: No pude entender muy bien la razón. Pero la señorita Emilia estaba ahí, por lo que seguramente ella debe saber.

Al mismo tiempo, ambas miradas se posaron sobre Emilia en forma de pregunta. Pero incluso ahora, Emilia continuaba manteniendo su actitud de «Todavía estoy superenojada», mirando hacia otro lado. Pero, debido a que poco a poco fue volviéndose incapaz de soportar las miradas de atención sobre ella, intentó mirarlos sutilmente. Solo que, terminó siendo una mirada más que obvia.

Subaru: Emilia-tan, anímate… o, de hecho, esta vez no fui yo quien te enfadó. Frederica, discúlpate como corresponde, ¿vale?

Frederica: Le pido su perdón, señorita Emilia. Lo que hice hace unos momentos no fue agradable y me disculpo. Estaba tan feliz de volverla a ver después de tanto tiempo, que mi lado malo se dejó ver sin querer.

Emilia: …¿No volverás a tomarme el pelo de ese modo de nuevo?

Frederica: No, por supuesto que evitaré hacerlo de nuevo. Que el mundo sea testigo de que no volveré a tomar el pelo a la señorita Emilia de aquella forma de nuevo.

Subaru no pudo quitarse de encima la sensación de que las palabras de disculpa de Frederica tenían algunas lagunas de interpretación en ellas. Sin embargo, nuestra Diosa Emilia pareció creer en aquellas palabras sin pensarlo dos veces y, su hasta ahora expresión molesta, se relajó en una que parecía decir «Qué remedio».

Emilia: Entiendo. Ya no estoy molesta. ¿Te parece bien?

Frederica: Sí, siento mucho lo de antes señorita Emilia. —Demasiado fácil.

De alguna manera, sólo Subaru escuchó la última parte. Giró bruscamente la cabeza para mirar a Frederica, pero ella se hizo la tonta. Emilia, que no tenía idea de que la consideraban «demasiado fácil», puso un dedo en su mejilla y se dispuso a hablar.

Emilia: Veamos… La razón por la que Ram llamó a Frederica de vuelta a la mansión, ¿verdad?

Subaru: Sí, sí. Apurarse en llamar a alguien que acababa de renunciar hace poco, debe significar que había alguna clase de emergencia… aunque creo que tengo una idea sobre eso.

De hecho, es verdad que había habido una emergencia. Sólo hace algunos días la mansión y la aldea de Arlam habían sido el objetivo del Culto de la Bruja. Considerando la habilidad demostrada al dejar inconsciente a Subaru en un instante, Frederica debía ser otra sirvienta peligrosa de la Mansión Roswaal con unas locas habilidades de combate; lo que significa que Ram debe haberle pedido que volviera para aumentar las defensas de la mansión durante—

Emilia: Fue porque las habilidades de Ram para las tareas domésticas son catastróficas, y la mansión terminó en un inimaginable estado de desorden. Sólo fueron unos pocos días, pero se seguía haciendo cada vez más difícil vivir aquí.

Subaru: ¡Esa es una razón bastante fuerte! De hecho, es verdad que ella era pura palabrería y nada de… esperen, Ram sabía que era una inútil, ¡incluso ella misma lo dijo! ¡A pesar de que tenía toda la razón al decirlo, podría haber puesto algo de esfuerzo en mejorar!

El pecho de Subaru parecía que iba a explotar al darse cuenta de la potente razón que tenían, a diferencia de lo que él se había imaginado.

Emilia dejó salir una sonrisa juguetona mientras miraba a Subaru despotricar, y luego se quedó mirando la habitación —o más bien, la mansión entera, como si pudiera ver a través de las paredes.

Emilia: Pero, ahora que Frederica regresó, de verdad que la mansión se ha vuelto bastante ordenada. Creo que Ram tomó la decisión correcta al dejarlo en manos de alguien capaz, en vez de empeorarlo haciendo como si no pasara nada.

Subaru: Emilia-tan, no creo que lo hayas hecho a propósito, pero ese comentario ¡fue como una bofetada en el rostro! Y, bueno, no creo que esa haya sido una buena razón para darse por vencida tan pronto.

Frederica: Dejando a un lado la evaluación de Ram por ahora, había pasado tanto tiempo desde que tuve la oportunidad de realizar un trabajo que de verdad valiera la pena, que por suerte no había nadie alrededor, ya que pude pasar el tiempo limpiando a fondo la mansión.

Escuchando a Frederica hablar tan diligentemente sobre las tareas del hogar, Subaru contuvo el aliento, incapaz de ignorar el dolor en su corazón. Después de todo, ésta era la manera que tenía el mundo de compensar la erradicación de Rem por la Autoridad de Glotonería.

Subaru: Supongo que, como era imposible para Ram cuidar la mansión ella sola, la solución obvia era llamar a alguien más.

Entonces Ram contactó a Frederica, que había renunciado, pidiéndole que regresara a la mansión. Sin Rem, la propiedad de Roswaal no podía seguir funcionando como siempre, por lo que, el reemplazo de Rem, Frederica, había llegado.

Sin embargo, la única persona en el mundo que sabía sobre esta triste verdad, era Subaru. Ram sólo había hecho lo que la necesidad le demandaba, sin ponerse a pensar en por qué de pronto necesitaba la ayuda de Frederica o cómo se las había arreglado para manejar la mansión hasta ahora. Eso era todo.
Pero,

Subaru: Disculpa por ponerme tan serio de pronto, pero… ¿es un requisito para todas las sirvientas de la Mansión Roswaal ser tan raritas?

Frederica: ¿—? Considerando quién es nuestro Amo, ¿qué sentido tiene preguntar eso?

Subaru: ¡Qué poder de persuasión tan desagradable!

En este momento, todas las dudas de Subaru habían sido respondidas. Viendo la respuesta que dio, Frederica asintió felizmente y, volviendo a poner una postura perfecta, se quedó mirando fijamente a Subaru. Entonces, calmadamente, dijo en voz baja,

Frederica: Por cierto, el conductor del carruaje de dragón ya lleva casi una hora fuera de la mansión… ¿está eso bien?

Subaru: ¿Mmm? Oh, te refieres a Otto. Ya veo, ha pasado casi una hora… Bueno, no creo que sea un gran problema. Es verdad que me gustaría apurarme y dejar a Patrasche descansar en el establo, pero no necesitas prestarle mucha atención a ese tal Otto.

Otto: ¡Para hablar así de un compañero con el que compartiste una experiencia cercana a la muerte, eso es bastante cruel Natsuki-san! ¡Nunca pensé que valdría menos que un dragón de tierra!

Justo a tiempo, Otto abrió dramáticamente la puerta de la sala de estar. Sus hombros levantados del enojo, y sus ojos mirando a Subaru mientras respiraba con desapruebo por sus fosas nasales. Ante su entrada, Subaru se levantó calmadamente, sacudió la cabeza y suspiró.

Subaru: No, Otto, estás equivocado.

Otto: ¿En qué estoy equivocado? Es demasiado tarde para retirar lo que acabas de decir.

Subaru: No es que valgas menos que un dragón de tierra. Es que vales mucho, pero mucho menos que un dragón de tierra.

Otto: ¡Eso es dos veces menos! ¡Es mucho peor!

Feliz con la reacción de Otto mientras pateaba el suelo, Subaru miró por la ventana, hacia donde estaba aparcado el carruaje de Patrasche.

Otto observó su mirada, y pareció entender su significado. Todavía con un rostro amargo, dijo,

Otto: Ya dejé a Patrasche en los establos. Ella es orgullosa y un poco difícil de tratar, pero no quería causar ningún problema a Natsuki-san, por lo que fue bastante dócil.

Subaru: Escuchar eso de ti, me hace dudar sobre tu Protección Divina del Lenguaje del Alma[1]. Si fuera humana, Patrasche sería una completa kuudere[2], por mucho que sea amable en su interior. Así que, ¿cuándo fue que eso cambió?

Otto: ¿Cómo podría saber eso? Pero, más importante que eso…

Mientras Subaru se esforzaba en entender por qué Patrasche se había vuelto tan devota por él, Otto procedió a cambiar la conversación a otro tema referido al carruaje.

Otto: ¿Qué vamos a hacer con la joven dormida en el carruaje? Me da bastante pena dejarla ahí todo el rato. Si estás ocupado, puedo llevarla yo mismo a una habitación…

Subaru: —Ni se te ocurra tocar a Rem.

No había ni una pizca de malicia en la propuesta de Otto. Pero la voz de Subaru sonó fría como el hielo.

Al ver a Otto retroceder, el propio Subaru quedó sorprendido ante lo extremadamente amenazante que salió su voz. Era algo bueno que las chicas no le hubieran escuchado, pero, aun así, Subaru estaba genuinamente preocupado por la anormalidad del sonido que había escapado de su garganta.

Subaru: …Yo la traeré, así que no tienes que hacer nada. De todas formas, tu espalda estaría gritando si tuvieras que cargar con una chica.

Otto: Que sepas que los mercaderes solemos cargar objetos pesados cuando trabajamos. No somos tan débiles como crees, Natsuki-san.

Subaru intentó cubrir su última frase con un sarcasmo, y se sintió agradecido ante la respuesta conciliadora de Otto, la cual vino después de un momento de duda, por lo que dejó salir un suspiro.

Independientemente de todo lo demás, su reacción había sido demasiado extrema. Aunque no fuera intencional —o, mejor dicho, precisamente por no haber sido intencional— era preocupante. Sus nervios se habían mantenido al límite, por lo que, cualquiera que intentase interferir con Rem, independientemente de sus intenciones, eran vistos por él como enemigos.

Subaru: Éste no es un buen comportamiento. Maldición, me siento tan patético. ¿Por qué tengo que ser siempre tan…?

Se suponía que ya debería haber superado esto y, sin embargo, aquí estoy, tropezándome con la primera piedra en mi camino. ¿Por qué no puedo tener la suficiente fuerza para mantener la frente en alto?

Si Rem estuviera aquí… si Emilia hubiese estado mirando… Si las dos estuvieran aquí con él, probablemente tendría una fuerza inquebrantable.

Subaru: Me lo tengo merecido. Es mi culpa que Rem pagara ese precio.

Tendría que haber habido una mejor manera, una forma más perfecta.

Hasta ahora había creído que había hecho todo lo posible. Al final de la última repetición, estaba muy seguro de eso. Sin ninguna duda, debería haber habido una manera de lograr un resultado mucho mejor y perfecto. Pero Subaru perdió la oportunidad de encontrarlo, en su complacencia, en su cobardía, se comprometió en un futuro imperfecto. Y el sacrificio de Rem fue el precio.

Si hubiese sido más inteligente, se habría dado cuenta.
Antes de evacuar a Emilia y Ram de la mansión, la carta escrita a mano que le había dado al mensajero de Crusch se había quedado en blanco. Pensó que alguien del Culto de la Bruja acompañando al mensajero había cambiado la carta para causar confusión, pero eso era ridículo.

Era imposible que el Culto de la Bruja supiera de sus movimientos en esos momentos. Y aunque así fuera, ¿quién pensaría que el Culto de la Bruja se tomaría la molestia de utilizar un método tan rebuscado sólo para plantar semillas de desconfianza entre ambos bandos? Pero incluso si de verdad se tomaran la molestia de hacer algo así, ¿no hubiese sido más efectivo alterar el contenido de la carta?
¿Entonces por qué, por qué estaba la carta en blanco? Si no era obra del Culto de la Bruja, sólo había una respuesta posible.

Subaru: Rem escribió la carta. Fui yo quien pidió que fuera enviada. Y Crusch fue quien se la entregó al mensajero. Por lo que, la realidad de haberla entregado se mantenía, y únicamente el contenido fue borrado.

Esa era la Autoridad de Glotonería y el destino de aquellos cuyo nombre y recuerdos eran comidos. Una existencia borrada del mundo, dejando sólo una compleja telaraña de incongruencias detrás. Si no eres consciente de esto, nunca sentirás extrañeza, por lo que jamás te darías cuenta de lo que habías perdido.

Si ese fuera el caso, entonces para quién o para qué aquella existencia—.

Si hubiese prestado más atención al hecho de que la carta estaba en blanco, investigando apropiadamente, profundizando más en ello, ahondando en la verdad, quizás podría haberlo logrado.

Ahora que lo pensaba, en ese momento Emilia dijo que la carta había llegado la tarde anterior al último día. En ese momento, los contenidos de la carta ya se habían borrado, lo que quería decir que Rem había sido atacada antes de llegar la carta. Si eso era verdad, entonces había pasado muy poco tiempo desde que Subaru y Rem se habían separado. Las posibilidades de alcanzarla eran minúsculas, pero no por ello imposible.
Pero Subaru había dejado escapar esa posibilidad, y no entendía por qué.
Ahora se preguntaba si de verdad no se había dado cuenta de que algo estaba fuera de lugar.

A pesar del complejo de hermana de Ram y de que Emilia sabía que Rem se había quedado conmigo en la capital, ninguna de las dos había mencionado a Rem para nada; ¿por qué—?

Subaru: —Ah.

Por fin se había dado cuenta.
En ese momento, Subaru dejó salir un estúpido llanto, llevando ambas manos sobre su frente. Moviéndose temblorosamente, se deslizó hasta la pared, golpeando su cabeza tan fuerte como pudo contra ella.
Conmoción y dolor. Pero una vez no era suficiente, así que lo repitió dos veces más.

Emilia: ¡¿Qu… Subaru?!

Ante tal inexplicable acto, los tres se habían quedado perplejos y sin habla. Pero Emilia fue la primera en recuperar sus sentidos y le gritó aturdida. Lo tomó de los hombros por detrás y lo giró.

Emilia: ¿Qué es lo que ocurre? No es la primera vez que haces algo extraño así de la nada, pero esto es… Oh— mira, ¡tu frente está toda roja!

Subaru: Me sorprende profundamente lo estúpido que soy, en serio.

Sintiendo los dedos helados de Emilia en su frente, Subaru sacudió la cabeza en un arrebato de autoaborrecimiento. Como había dicho antes, era incapaz de soportar ser consciente su propia idiotez.
Entonces, acercándose repentinamente a Emilia, Subaru se quedó mirándola a los ojos.

Subaru: Emilia-tan, tengo un favor que pedirte.

Emilia: ¿Qu, qué—? Espera un momento, Subaru, tu cara está muy cerca y tus ojos me están asustando.

Subaru: Mi estupidez sin arreglo… ¿podrías insultarme un poco?

Emilia: ¿Eh?

Sorprendida, Emilia abrió ampliamente los ojos. Viendo rechazo en su respuesta, Subaru colocó ambas manos sobre los hombros de Emilia, evitando así que saliera corriendo. Entonces, acercó su cara incluso más que antes.

Subaru: Por favor. No me perdones, sólo insúltame.

Emilia: N-no puedo hacer eso. No creo que hayas hecho nada malo o algo así…

Subaru: ¡SÓLO HAZLO!

Emilia: Aunque me lo pidas…

Subaru: ¡Por favor! ¡Si haces esto por mí, te daré incluso mi alma!

Emilia: ¡Diciendo algo tan grave como eso, lo único que logras es hacerme sentir más incómoda! Cielos; supongo que no tengo otra opción.

Emilia dudó agonizantemente frente a la desesperada y perversa petición de Subaru, pero finalmente asintió con resignación. Aclaró su garganta y miró a Subaru.

Emilia: ¡Subaru eres un estúpido!

Subaru: Ugh—

Emilia: ¡Tú, travieso, obstinado, egoísta, granuja, malhumorado y que te exaltas demasiado rápido!

Subaru: Ugh… ugh…

Emilia: ¡Nadie te lo pidió, pero aun así te preocupas demasiado por los demás sin siquiera conocer tus propios límites! ¡Eres un blandengue que apoya a una semielfa! ¡Cuando soy reprendida y me siento deprimida, te pones en mi lugar y te comportas precipitadamente! ¡Debido a eso, eres maltratado y haces cosas peligrosas!

Subaru: Ugh… ¿Eh?

Emilia: ¡Eres un miedoso que escucha pero no responde apropiadamente, diciendo cosas ambiguas y malinterpretables para huir! ¡Eres un idiota que corre a salvar a alguien con quien acaba de tener una discusión fuerte! ¡Eres un cobarde que dice lo que quiero oír cuando necesito solucionar algo pero no sé cómo hacerlo! ¡Eres un holgazán que duerme mientras los demás van por ahí resolviendo cabos sueltos! ¡Tú, zoquete!

Subaru: ¿Quién dice zoquete hoy en día? —Oye, Emilia-tan…

Él estaba esperando una reprimenda, pero los insultos que recibió fueron distintos a lo que esperaba. Las palabras no hirieron su corazón ni dejaron horribles cicatrices. En cambio, eran profundas y amables, dejando una marca en ambos corazones, tanto en el suyo como en el de Emilia.

Ante las palabras de Subaru, Emilia continuó mirándole mientras apretaba sus labios.

Emilia: ¿Qué?

Subaru: Cómo decirlo… ¿Eso piensas de mí?

Emilia: Lo sé, es como si mis sentimientos simplemente se hubieran desbordado. Entonces, simplemente me dejé llevar y, al final, no tenía ni idea de lo que estaba diciendo. Subaru, ¿crees que eso es lo que pienso de verdad?

Subaru: Quizás. Cuando uno se deja llevar, suele sacar a relucir sus verdaderos pensamientos… aunque no sabría decir si éste fue el caso.

Por lo menos, Subaru tenía experiencia en arrepentirse de cosas que había dicho por dejarse llevar por la agitación del momento.

¿Serían sentimientos reprimidos que finalmente escaparon de su corazón, o sólo una sarta de palabrerías sin sentido que soltó dejándose llevar por la emoción?
Pensó que nadie sabría la respuesta a esa pregunta.

Subaru: Gracias, Emilia-tan.

Emilia: Lo único que hice fue decir cosas malas sobre ti. Agradecerme por algo como eso… Subaru, eres anormal, ¿no?

Subaru: Anormal, pero sólo para Emilia-tan. Mientras me lo digas tú, aunque sea un insulto, una calumnia o una ley de seguridad vial, estimulará mi sentido del placer.

Emilia: Lo último que dijiste no lo entendí, pero parece muuuy innecesario saberlo, así que lo olvidaré. —Entonces, ¿estás mejor ahora?

Intentó responder reprimiendo una sonrisa, pero al final, sus ojos estaban teñidos de tristeza.
Era injusta la expresión pura que ella le mostraba de vez en cuando, razón por la cual, no podía dejarla sola.

En respuesta a su expresión, Subaru sonrió con una amplia sonrisa que mostraba sus dientes.

Subaru: Sí, ahora estoy mejor. Pensándolo mejor… todavía no estoy del todo bien. Pero si recibiera un beso de Emilia-tan para romper mi maldición, debería ser capaz de encontrar el coraje que necesito…

Emilia: Lamentablemente, la oficina de peticiones acaba de cerrar por hoy.

Subaru: ¡Goddamn! ¡Lo eché a perder! ¡Por qué es que siempre… llego demasiado tarde… ah!

Como si estuviera lleno de arrepentimientos, Subaru se derrumbó. Viendo esto, Emilia dejó salir una sonrisa traviesa.
Después de permanecer un rato luciendo miserable, Subaru finalmente se levantó y miró alrededor de la habitación.

Subaru: Dicho eso, me temo que tengo que ocuparme de algunas cosas. Me sabe mal alejarme de Emilia-tan y los demás, pero necesito un poco de tiempo. En todo caso, no creo que tome demasiado, pero… ¿Por qué pones esa cara, Otto?

Otto: Siento que debería cobrarte por las reparaciones después de ver una escena tan incómoda, pero dejaré las negociaciones para después. ¿Qué harás?

Otto, de quien se habían olvidado completamente, dejó salir su descontento, ante lo cual Subaru se cruzó de brazos y ladeó la cabeza en contemplación. Ahora que lo pensaba, Otto aún no sabía nada sobre la otra persona que había en esta mansión.
En ese caso, para decirle a Otto dónde iría a continuación, ¿qué palabras serían las más apropiadas?
Después de pensar seriamente sobre ese problema por un instante, Subaru descruzó los brazos y dijo,

Subaru: Pues, voy a encontrarme con una loli con tirabuzones y que está atrincherada en una habitación mohosa.

Y con esas palabras, abandonó completamente la responsabilidad de explicar la situación, dejando a Otto en un estado total de confusión.




[1] Otto tiene la protección divina de Kotodama (言霊) o «Lenguaje del Alma», lo que le permite hablar con todo tipo de seres y criaturas.
[2] Kuudere (クーデレ) es un término japonés referido a un estereotipo de personalidad que describe una actitud indiferente o fría por fuera, pero amable y llena de emociones por dentro.