martes, 22 de septiembre de 2020

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Donde yace el corazón


Traducción: Luis Corrección y edición: Juandavid (Primera corrección)
Carlos (Segunda corrección) Pretinaverse (Detallitos por aquí y por allá) ※ ※ ※ ※ ※


Habían pasado alrededor de diez minutos desde que Subaru dejó su vida en manos del destino.


Regulus: ¡Vamos! ¡Esfuérzate por algo al menos una vez, ¿qué tal si mueres obedientemente aquí?!

 

Subaru: ¡Uwaaah!

 

Regulus pateó la casa, cortándola por dentro con una increíble precisión. Sin su soporte, el edificio se desplomó irremediablemente.

La nube de escombros que acompañó el colapso cubrió los alrededores. Regulus, cuya visión había sido obstruida, chasqueó su lengua impacientemente——escuchando aquellos diminutos sonidos, Subaru regresó al campo de batalla cuyas trampas se habían agotado.

 

Regulus: Moviéndote sin cesar… ¿no tienes intención alguna de atacar directamente? Aunque no podría importarme menos tu relación con esa puta. Pero, si afirmas ser su caballero o lo que sea, ¡¿es ésta la manera de luchar?!

 

Subaru: Di lo que quieras, ¡habla hasta que estés satisfecho!

 

Regulus: ¡¡Ahí estás!!


Si Subaru hubiera intentado refutar los murmullos malvados de Regulus, habría recibido un puñado de arena que hubiese acabado con su vida.

En el instante en que Subaru escapó, los escombros tras los que se había escondido se disiparon.

Un roce provocaría una herida fatal, un solo golpe significaría la muerte instantánea.

Hasta ahora, todos los ataques de Regulus habían fallado milagrosamente. Ya que el contacto significaría el fin inmediato, agradecer a la fortuna por ello sería un poco inapropiado.

 

Subaru: ¡Concéntrate! ¡Concéntrate! ¡Concéntrate!

 

Recuperando el aliento y limpiándose el sudor, Subaru enfocó toda su atención en prepararse para esquivar los ataques.

Con el rostro manchado de polvo, Subaru escupió saliva con sabor a tierra.

 

Estaba poniendo en práctica su entrenamiento de parkour.

A diferencia de aquellos días en los que sus ejercicios no tenían ningún objetivo, la clara determinación que sentía en ese momento tuvo un enorme impacto en el estado mental de Subaru.

En el bosque cerca de la nueva mansión Roswaal, día tras día repitió todo hasta el punto de hartarse de ello. Ese tiempo no fue en vano.

 

Subaru: ¡Aun así, como mucho —hah— sólo puedo meterme —hah— con simples aficionados!

 

Sin embargo, era alguien que había detenido a un arzobispo del Culto de la Bruja.

Considerando la situación del campo de batalla y la habilidad de Subaru, decir que había logrado algo increíble no sería muy exagerado.

 

Si Priestella pudiera escapar con seguridad de las siniestras manos del Culto de la Bruja, él intentaría contribuir tanto como pudiera, costara lo que costara.

 

Subaru: ¡Por lo que—!

 

Regulus: ¿Vas a intentar seguir matando el tiempo con esto? ¿De verdad piensas que alguien como tú podría representar alguna amenaza para mí? Tan solo eres alguien que logró descifrar algo del secreto de Codicia. ¡No confundas eso con la habilidad de hacerme frente!

 

Sin siquiera darle una oportunidad de recuperar su aliento, el furioso Regulus incrementó el alcance de su destrucción. A Regulus ya no le importaba el daño colateral que provocaría con tal de asesinar a Subaru.

 

Priestella, que era famosa por su hermoso paisaje, estaba perdiendo gradualmente esa imagen por los crímenes del Culto de la Bruja.

Tanto el puente de piedra que cruzaba el canal de agua como la tienda decorada minuciosamente con cristal estaban destruidos. Encontrando una extraña sensación de belleza en el brillar del vidrio tembloroso, desacorde a la escena, Subaru confió en su pie derecho y tomó el impulso de la destrucción como una señal para escapar.

 

Irónicamente, una oleada de poder surgió de su pie derecho.

En este momento, ese pie derecho de tono negro e infectado con quién sabe qué, era el salvavidas de Subaru.

 

Atacando con su látigo, aferrándose de las canaletas de los edificios dispuestos horizontalmente. Creyendo en la tensión de su látigo, Subaru pisó firmemente el suelo, cruzando las calles como si estuviera corriendo a lo largo de la pared——y, pasando al lado de Regulus como si deliberadamente quisiera obligar al villano a mirarlo con sus ojos ensanchados, sacó la lengua para una provocación extra.

 

Regulus: ¡¡MALDITOOO, ¿QUIÉN TE CREES QUE ERES?!!

 

La piedra que lanzó con el brazo voló lejos, errando completamente su objetivo: Subaru, quien escapó usando el impulso de tirar de su látigo sin siquiera considerarlo como un ataque, utilizando sólo tácticas de escape.

 

En vez de pensar en atacar, únicamente intentaba escapar.

Aquellos que perecieron a manos de Codicia, lo hicieron debido a su excesivo coraje. Ciertamente, una persona débil, frágil e insistiendo en escapar cobardemente no podría perder.

 

De esta manera, aquella desgracia podría ser limpiada aquí.

Para lograrlo—

 

Subaru: ¿Todavía no, Emilia? ¡El corazón de este sujeto——!

 

    

 

Emilia: ¿Nadie tiene alguna pista?

 

Al escuchar lo que le dijeron las esposas que le prometieron su ayuda y estaban delante de ella, Emilia se quedó incrédula y se mordió el labio.

Las 53 esposas reunidas se miraron la una a la otra ante la pregunta de Emilia y, finalmente, sacudieron sus cabezas débilmente.

 

Sylphy: Mis más sinceras disculpas. Realmente queremos hacer a un lado el control de aquel hombre y querer ayudar. Es sólo que…

 

La representante de las esposas —una mujer rubia llamada Sylphy— inclinó su cabeza con remordimiento.

De entre todas las esposas de Regulus, ella era la más informada acerca de la situación actual; por lo que se había convertido en una especie de portavoz.

 

Sylphy: Apenas puedo creer que ese hombre pusiera algo tan importante con nosotras. Aunque ese hombre nos llame esposas, novias o lo que sea… ni una sola vez ha actuado como si fuéramos marido y mujer.

 

Emilia: Aunque he escuchado que Regulus es una persona muuuy problemática, podría no ser el caso. No cabe ninguna duda de que… el Corazón de León de Regulus tiene que estar puesto sobre ustedes.

 

Aunque Sylphy se empezó a sentir desmotivada debido a la falta de pistas, Emilia no se desanimaría tan fácilmente.

Sylphy y las demás esposas, bajo su propia voluntad, al fin habían tomado su decisión para escapar de las garras de Regulus. Éste sólo era el comienzo de su resolución. No podían permitirse desanimarse en el primer paso.

 

Y Emilia creía ciegamente en Subaru.

 

Subaru era sorprendente. No sólo estaba al tanto de muchas cosas que Emilia desconocía, y tampoco importó a qué situación se enfrentasen en el pasado; él pudo usar su conocimiento y actitud impetuosa para encontrar una solución.

Por eso, Emilia no albergaba ninguna duda acerca de la sospecha de Subaru: que la autoridad de Regulus era el Corazón de León.

 

Esto no quería decir que ella estuviera actuando sin pensar o esperase que Subaru lo hiciera todo.

«Todo irá como la seda gracias a Subaru», no era el caso. Incluso Subaru cometería errores y fallaría en ocasiones. Sin embargo, ese error sería corregido. O ella tomaría su mano y se convertiría en la fuerza que podría ayudarlo; ésta se había convertido en la fuente de la confianza que Emilia tenía sobre él.

 

Emilia: Subaru piensa que el Corazón de León fue confiado a sus esposas.

 

Con la mano en su barbilla y perdida en sus pensamientos, Emilia recordó el secreto del poder de Codicia que Subaru compartió con ella.

 

—Una autoridad que podía poner en estasis un objeto impidiendo que fuera alterado.

 

Aunque inicialmente ella pensó que un poder así era inconcebible, sintió que muchas cosas cobraban sentido con esa explicación.

 

¿Podría eso realmente existir? En lugar de ser una incógnita, sería mejor decir que—

 

Emilia: Eso es un poder muuuy misterioso en acción.

 

Aparentemente, esto era aún más irracional que una Protección Divina. Desafortunadamente, al no poseer una, Emilia no podía comprender el poder heredado por aquellos que fueron bendecidos con Protecciones Divinas.

Sin embargo, ella podía percibir algo similar en Regulus. Algo mucho más feroz y abominable que una Protección Divina: las Autoridades.

 

Emilia: Corazón, corazón…

 

Para Emilia, el peor escenario sería que una de las esposas verdaderamente fuera una espía, conectada al verdadero corazón de Regulus.

Esta esposa legítima estaría en el bando de Regulus, por lo que le estaría mintiendo a Emilia.

 

Emilia: …

 

Dejando de lado a la pensativa Emilia, las esposas se congregaron alrededor de Sylphy, haciendo un recuento de las conversaciones pasadas en busca de pistas.

Los ojos amatista de Emilia estudiaron cuidadosamente los ojos de las esposas mientras su conversación se tornaba más seria.

 

Al mismo tiempo, ella envió espíritus menores para vigilar cambios en sus cuerpos. Estos espíritus menores no eran muy sensibles a los cambios en las personas; por lo que mostraron incomodidad a la hora de pedirles ayuda para verificar la razón del comportamiento de ellas.

Sin embargo, hacía rato que el sentimiento de «no querer sospechar» había empezado a perder fuerza.

 

Espíritus: ~~~

 

Los espíritus menores dieron su respuesta.

Aunque no podía saberlo con certeza, las esposas no mostraron reacciones obvias. Claramente, ninguna de las esposas en el campo de visión de Emilia actuaba como espía de Regulus.

 

En este caso, la única posibilidad que se le ocurrió era—

 

Emilia: ¿Eh?

 

Inesperadamente, casi como si hubieran tirado de su cabello, Emilia levantó rápidamente su cabeza.

Delante de ella, había un espíritu menor azul bailando sobre su línea de visión. El espíritu menor, que debería estar vigilando a una de las esposas, se balanceaba como si quisiera decirle algo a Emilia.

 

Sus ojos siguieron el camino que trazó el espíritu hasta que se encontró mirando a Sylphy. Ella también estaba trabajando duro como la cantante principal del coro de las esposas en la rebelión contra Regulus.

El espíritu menor estaba flotando alrededor de su espalda, como si fuera de arriba abajo.

 

Emilia: Oye, ¿tienes un momento para hablar?

 

Ante las palabras de Emilia, Sylphy giró la cabeza con una expresión de sorpresa. Emilia caminó hacia Sylphy, echando un vistazo a los espíritus menores que indicaban algo presente cerca de su pecho.

 

Sylphy: ¿Qué ocurre?

 

Emilia: Discúlpame un momento.

 

Aparte de Emilia, ningún presente podía ver a los espíritus menores sin forma física. Por lo que no importaba lo fuerte que se comunicaran: ellos no podrían comunicarse con alguien que no fuese Emilia.

Así que, cuando Emilia inesperadamente acercó una mano al pecho de Sylphy, Sylphy miró a Emilia con sorpresa.

 

Sylphy: ¿Eh? ¿Eh eh eh?

 

Emilia: Espera un momento, por favor quédate quieta. Justo ahora estoy comprobando algo.

 

Sylphy: ¿Comprobar? ¿Qu-qué cosa?

 

Ruborizándose, Sylphy preguntó a Emilia sin poder ocultar su sorpresa.

Entonces, Emilia le respondió a Sylphy con una expresión seria.

 

Emilia: El latido de tu corazón.

 

Sylphy: ¡——!

 

Emilia: Se debe a que soy una espiritualista. Aunque actualmente mi compañero original no está, aún puedo comunicarme con espíritus menores. Les pedí a los espíritus que monitorearan sus cuerpos y me dijeron que tus latidos eran extraños.

 

Sylphy: ¿Mis… latidos?

 

Sylphy dejó de respirar por un momento.

Su expresión era una de completa sorpresa incrédula. Obviamente, su conmoción era lo menos importante. Después de todo, acababa de escuchar un resumen del Corazón de León antes de contarle el cambio en su pulso.

Y si las cosas habían llegado a este punto, sólo había una explicación.

 

Emilia: Qué cruel. ¡Regulus combina su corazón junto con el de alguien a quien ha reclamado como su esposa!

 

    

 

Regulus: No importa cómo lo mires, aunque estés usando una imagen virtuosa mientras recitas tu retórica respetable, no entiendo en absoluto de dónde obtuviste la idea de que realmente conseguirías algo ganando tiempo con esta batalla. Y aunque no sé cómo pudiste descifrar mi poder, ahora que lo has entendido claramente, ¿realmente quieres seguir luchando?

 

Mientras miraba al ensangrentado Subaru, Regulus parecía sonreír jactándose de su victoria.

Desplomado en el suelo junto a un edificio mientras respiraba con dolor, la mitad del rostro de Subaru estaba cubierto con sangre fresca.

 

Subaru: Ah… ugh.

 

Regulus: Aunque te he permitido correr de aquí para allá, realmente eres aburrido después de haber caído. Bueno, era de esperarse. No podría ser de otra manera. Estoy a un nivel tan por encima de ti, que no cabía esperar otro resultado. Finalmente, se acabaron las distracciones absurdas y ha llegado tu fin.

 

Acercándose al desplomado Subaru, los talones de Regulus destruían las rocas que ensuciaban su camino. Su autoridad aún estaba activa, como si él deseara que fuese vista.

 

Regulus: En resumen, ¿no sientes que todo esto es culpa de tu excesivamente impertinente ser? Hasta ahora, han aparecido muchos como tú, personas que quieren derrotarme o iniciar una batalla conmigo. Pero, de entre todos ellos ni uno solo pudo tocarme. Ese es el destino de aquellos que desean sobrepasar sus habilidades, una ley absoluta de la naturaleza. Lo entiendes, ¿verdad?

 

El Arzobispo del Pecado de la Codicia estaba dando un discurso sobre la falta de deseo, afirmando que detestaba a quienes habían sido inmolados por sus propios deseos.

El tener deseo crearía conflictos sin sentido. El tener deseo crearía hambruna sin fronteras. El tener deseo crearía crueldad sin límite.

 

Y precisamente por esta razón, el estar sin deseos era valioso.

Si eres pobre, lo mejor es rezar para tener tu propio talento.

 

Regulus: Estar satisfecho con lo presente es suficiente, anhelar lo que está más allá de tus habilidades te guiará a tu propia destrucción. Siempre todos y cada uno de ellos se niegan a aprender. Ustedes en verdad son criaturas sin remedio.

 

Con un suspiro, Regulus deslizó una mano a través de su cabello blanco. Sacudía su cabeza como si hubiera sido abrumado por una tragedia.

Sin embargo, el dolor en su voz no era fingido. Más o menos, desde el fondo de su corazón, Regulus estaba suspirando por la torpeza de Subaru y aquellos que no eran él mismo.

 

Esa era la pretenciosa e imperceptiblemente solitaria voz de alguien omnipotente.

 

Subaru: An—tes de morir, tu… poder de…

 

Regulus: ¿Qué? Ah, ¿«una última ofrenda», como dice el dicho? Confío en que conoces algo arcaico como eso. Me has superado en una reserva irrelevante de conocimiento, ¿es lo que intentas decir?

 

Regulus se rio mientras observaba a Subaru, cuya respiración parecía estar a punto de cortarse, deseando esa última respuesta. Sin ni una sola ruta de escape, lo único que le quedaba a su triste existencia era la muerte inminente.

 

Regulus: Bueno, ya has llegado muy lejos. Al final le daré a tu despreciable ser una recompensa por sus esfuerzos. Te lo diré, todo este tiempo, que has estado luchando lo mejor que puedes para ganar tiempo, ha sido completamente en vano.

 

Subaru: Sin… sentido, ¿dices?

 

Regulus: Es muy simple. Mi corazón, el que tú y esa mujer buscan, definitivamente está en una de mis esposas. —Pero, con respecto a quién lo carga, ni ellas ni yo lo sabemos. Mismos derechos, amor dividido equitativamente, al igual que las mismas responsabilidades y obligaciones.

 

Ante el abrumado Subaru, Regulus se encogió de hombros con un «Bueno, ¿es algo así?».

 

Regulus: Para aquellos que han tomado múltiples esposas, el tratarlas a todas por igual es algo natural. Además de algunas justificaciones ingeniosas, sólo los que practican la equidad tienen permitido ejercer su autoridad. En otras palabras, estoy apostando mi vida. Constantemente manifiesto mi amor hacia ellas.

 

Subaru: ¿Y las esposas desconocen del corazón porque…?

 

Regulus: No es como si fuera una razón particularmente complicada. —Escuchar el latido de tu propio corazón a diario, nadie le pone demasiada atención, ¿o sí?

 

Mirando a Regulus, que se reía con su boca abierta, Subaru lo entendió. El método con el que Regulus escondía su corazón, ese método despiadado.

 

Simple, efectivo, y más defensivo que cualquier otro método.

 

Subaru: ¡A los corazones de tus esposas… con tu corazón has…!

 

Regulus: Administrar la propiedad del esposo ciertamente es una de las obligaciones de la esposa. Pero verás, soy un hombre sin deseo. En primer lugar, yo no tengo una cantidad de posesiones sin sentido como los tipos como tú. Y además, lo que le he confiado a mis esposas es mi existencia en sí misma… qué romántico, ¿no es ésta la esencia del amor conyugal?

 

—Asqueroso.

 

La autoridad conscientemente despiadada de Regulus. Sin malicia, sin remordimientos y creyendo que eso era lo más natural del mundo.

Antes de enviar a Emilia a la catedral, Subaru le había dicho algunas hipótesis de cómo escondía el Corazón de León. Pero, ciertamente, ninguna de ellas contemplaba este método.

 

Además, si nadie podía romperlo—

 

Subaru: Algo tan alejado de la razón… Emilia no podría hacer nada.

 

Si eso de lo que Regulus se había jactado justo ahora con una expresión llena de orgullo fuese todo lo que había que saber del Corazón de León, aún debería de haber una manera para superarlo. Si se lo pudiese comunicar a Emilia, ella podría resolverlo rápidamente con su poder.

Los pros y contras ahora no importaban; había que elegir vivir.

 

Regulus: ¿Qué—? Oye, tú…

 

Regulus mostró una mirada de desconcierto al ver a Subaru ponerse en pie con expresión de disgusto, para posteriormente devolverle la mirada a Regulus.

Subaru, que hasta ahora había parecido estar al borde de la muerte y atrapado entre los escombros de la ciudad, se limpió el polvo de sus rodillas y se paró manteniendo su mirada. Después de un momento, Subaru subió sus cejas con un «aah» al notar la mirada incrédula de Regulus.

 

Subaru: Estaba haciéndome el muerto… no, más bien, fingiendo estar al borde la muerte. Se me ocurrió hacerlo aprovechando que una piedra me hizo un corte en la frente, eso es todo.

 

Manchar su rostro de sangre y fingir estar en agonía había conducido a esto.

Con una gran sonrisa en su rostro, Subaru miró a Regulus, quien había estado bailando en la palma de su mano.

 

Subaru: Confié en ti. Definitivamente eres de los que, si encontrase a un enemigo moribundo, presumiría arrogantemente de su victoria sin parar de parlotear.

 

Regulus: ¡——gggh!

 

Subaru: ¡Whoa!

 

Elevándose de un salto, el cuerpo de Regulus avanzó en línea recta. Con una velocidad increíblemente vertiginosa y los movimientos de un aficionado, voló en línea recta. En este inusual momento, Regulus podía conseguir una aceleración que podría sorprender incluso a Reinhard… pero esa sorpresa se debía a que él no entendía cómo funcionaba su autoridad.

 

Subaru: ¡Fuuu!

 

Acelerando con su pie derecho, sin dudarlo su cuerpo voló hacia la izquierda. El objetivo de Regulus era estrellarse contra Subaru, pero estaba limitado a sólo volar en línea recta.

 

En resumen, la momentánea habilidad superhumana de Regulus fue el resultado de aplicar la estasis a su propio cuerpo. El tiempo de su cuerpo había sido separado del mundo, por lo que no sería afectado; éste era el poder de aquel hombre. Si él atacara de esta manera, ya sea la gravedad, la resistencia al aire o la inercia, ninguna le afectaría.

 

No siempre estaba bajo este efecto, lo que significaba que debía de haber restricciones—

 

Regulus: ¡—HK, MALDITOOOO!

 

Subaru: ¡El que debería estar gritando eso soy yo! Tengo que encontrar una manera de contactar con Emilia.

 

La ubicación del corazón de Regulus era algo que absolutamente necesitaba ser comunicado.

Notificarlo y tomar decisiones. Había un método para—

 

Necesitamos a Emilia para salvar la ciudad.

 

Subaru: Emili—

 

En contraste con Regulus, quien acumulaba impulso, Subaru miró hacia la catedral donde Emilia debería estar.

En medio de la calle devastada, una que no podía ser cruzada tras los estragos de Regulus, había una catedral medio destruida.

 

—Y justo entonces, ese lugar fue envuelto por un brillo azul y blanco.

 

    

 

Los corazones de las esposas eran uno con el de Regulus.

 

Las conclusiones de Emilia habían causado temblores en todas las esposas que la escucharon.

La más afectada fue Sylphy, ya que ella era la que compartía el corazón de Regulus.

 

Sylphy: ¿Mi… corazón y…?

 

Cuando la mano de Emilia retrocedió, el rostro de Sylphy se paralizó mientras retrocedía paso a paso. La mujer que estaba detrás de ella colocó su mano en la espalda de Sylphy, preocupada.

 

Sylphy: ¡No me toquen!

 

Tras un momento, Sylphy habló reflexivamente mientras agitaba un brazo. Como si quisiera mantener a las demás esposas alejadas de ella, manteniendo esta postura miró a Emilia.

 

Sylphy: ¿Segura que no es un error?

 

Emilia: Los espíritus menores dicen que es anormal. Yo también puedo sentir una ligera sensación de superposición en el sonido del latido de tu corazón.

 

Sylphy: …

 

Sylphy se llevó una mano al pecho y cerró los ojos como si quisiera confirmar lo que Emilia acababa de decir. La velocidad, la fuerza y el intervalo de su latido resonaban en su garganta, suspiró profundamente.

 

Sylphy: Así que era eso. ¡¿Hasta qué punto ese hombre quiere pisotear las almas de los demás?!

 

Emilia: ¡Espera un momento, ¿qué haces?!

 

Con una sonrisa increíblemente forzada, Sylphy caminó hacia el fondo de la catedral medio destruida por el ataque de Reinhard. En una esquina había esparcidos trozos del tragaluz hecho de un cristal exquisitamente tallado.

Sylphy tomó un trozo de cristal y se giró para mirar a Emilia.

 

Sylphy: Lo entiendes ¿no? Los planes de ese hombre… Dando unilateralmente a otras personas su debilidad… y luego forzándoles también a tomar decisiones.

 

Emilia: ¿Decisiones? …No me digas que…

 

Sylphy: Detener mi corazón es la única manera de detener el corazón de ese hombre. Tal como él dice, «hasta que la muerte nos separe»; ¿no es éste el caso?

 

Mientras jugaba con el cristal, Sylphy habló con voz ligera. Emilia entendió a lo que se estaba refiriendo al mismo tiempo que captó el mensaje implícito. La decisión de Sylphy y la malicia de Regulus.

 

Emilia: ¡Espera, no lo hagas! Tiene que haber algo, alguna otra manera…

 

Sylphy: ¿De verdad crees que existe una manera conveniente? Con nuestros corazones unidos, detener el corazón de ese hombre sin detener el mío no puede ser posible, y—

 

Emilia: ¡No te rindas tan fácilmente! Si permitiera algo como esto, ¡¿de qué hubiera servido… para qué salí de ese bosque?!

 

Una vez más, estaba a punto de haber una víctima.

Una vez más, debido a su falta de poder y conocimiento, un sacrificio estaba a punto de ocurrir frente a ella. Justo como les pasó a todos en el bosque. Justo como a Fortuna y Geuse. Como si quisieran enterrar lo que las manos de Emilia no podían alcanzar, todos excepto Emilia, estaban inclinados a usar sus propias vidas.

 

Sylphy: Los días de ser tomada como la esposa de ese hombre fueron realmente agotadores.

 

Desesperadamente, Emilia buscaba cualquier otra opción.

Durante este tiempo, el corazón de Sylphy comenzó a calmarse gradualmente. Teniendo la claridad de que aquel final inevitable se acercaba, lentamente empezó a afirmar su decisión.

 

Sylphy: Con tal de evitar la furia incontestable de ese hombre, mantuve presente la idea de morir. Permitiendo todas las crueldades de ese hombre, recibiendo las nuevas esposas… Sin importar qué, quise proteger a aquellas que se encontraban en mi misma posición; tal y como me protegieron a mí; tal y como protegieron a quienes hubo antes de mí.

 

Actuando como la representante de las esposas. Presentándose ante todas las demás sin importar qué. Y ahora, su verdadero propósito era claro.

Antes de ella hubo otras que habían experimentado el mal humor de Regulus y que se habían situado al frente de todas las esposas raptadas. Y ahora Sylphy había tomado ese papel; ya que, incluso ahora, esas esposas permanecían inmóviles.

 

Sylphy: Aunque nuestros espíritus fueron contaminados por ese hombre, él nunca tocó nuestros cuerpos… ciertamente, si ambos hubiesen sido contaminados, hace mucho que no hubiésemos podido seguir soportándolo. Por lo que, hasta ahora, sin importar el lenguaje, la voz o el comportamiento de aquel hombre, hemos resistido y resistido y resistido y resistido… ¡Pero ahora—!

 

En ese momento, Sylphy, quien había estado mordiéndose el labio, alzó su mirada.

En sus ojos había enormes lágrimas y una furia abrasadora tan intensa que parecía capaz de evaporar aquellas lágrimas.

 

Sylphy: ¡—La mano de ese hombre incluso ha contaminado mi cuerpo! Pensé que al menos podría proteger algo como mi cuerpo. ¡Pero, ni siquiera algo que tanto quería proteger estuvo a salvo en primer lugar!

 

Las lágrimas fluyeron como un rugido desde su propia alma rasgada, y la mano de Sylphy lloró sangre. El cristal que había estado sujetando firmemente había cortado la palma de su mano. Y aunque fruncía el ceño ante el dolor, las comisuras de su boca se relajaron con autocompasión.

 

Sylphy: Debido a que él no concibe que una mujer esté herida, ese hombre nos mataría por tener aunque tan sólo fuera una rozadura. Esta herida… es mi libertad.

 

Emilia: …

 

Sylphy: No es culpa tuya. Estoy muy agradecida contigo. Hago esto porque, definitivamente, no hay una mejor opción en ningún lugar para vengarme de ese hombre por todo lo que ha hecho cada día hasta hoy.

 

Dedicándole una débil sonrisa a Emilia, Sylphy miró a las demás esposas —a aquellas que podrían ser llamadas sus compañeras.

Entonces, presionó el cristal contra su pecho, sujetando el cristal con ambas manos.

 

Sylphy: Si muero, este corazón será transferido a otra persona. Ese hombre no me usaría sólo a mí como un escudo para su corazón, estoy segura de eso. Simplemente, ninguna tiene una excusa para no conocer la terquedad de ese hombre.

 

Esposa: Seguramente así sea.

 

No se supo cuál de las esposas susurró suavemente aquellas palabras.

Como si aceptara lo que dijo Sylphy, la esposa que contestó emergió de la multitud. Una mujer de cabello largo y castaño también tomó un trozo de cristal a los pies de Sylphy.

 

Esposa: Yo también he considerado morir algunas veces. Aunque estoy viviendo de esta manera, no puedo decir que verdaderamente estoy viva. Preferiría reunirme con mi familia en el más allá.

 

Esposa: Mi razón para no hacerlo no era el no querer morir. Aunque me liberase de este dolor, no tendría ningún recuerdo feliz de esta vida.

 

Esposa: Pero, si morir… si esta vida pudiese traer venganza sobre ese hombre… si mi muerte sirviera de algo…

 

Una después de otra, las esposas tomaron trozos de cristal.

Las esposas miraban al filo de los trozos como si pudieran ver sus esperanzas reflejadas en ellos. Tomando las palabras de Emilia como una oportunidad, las esposas encontraron esperanza, encontraron algo en lo que podían dar su vida.

 

Sylphy: Gracias, estamos agradecidas contigo. —Además de nosotras, ese hombre verdaderamente no tiene otras esposas. Esto es algo que te puedo asegurar completamente. Por lo que… te lo ruego.

 

Emilia: …

 

Sylphy: Por favor, asegúrate de que nuestra furia alcance a ese hombre. —Sólo puedo pedírtelo a ti, que rechazaste exitosamente a ese hombre.

 

La petición de Sylphy fue dicha con una voz llena de calidez.

 

Todas las esposas se acercaron los tintados vidrios rotos de la catedral —el símbolo de una boda truncada— y, sosteniendo dichos trozos en sus manos, eligieron su final.

 

Las puntas afiladas apuntaron hacia sus pálidos cuellos. Con un respiro se suicidarían—

 

Emilia: Esperen.

 

La acción que causaría una muerte segura fue detenida por las palabras de Emilia.

Emilia había permanecido en silencio hasta ahora. En sus palabras había poder, física y metafóricamente.

 

Manos de hielo surgieron del suelo sellando los movimientos de las esposas. El movimiento de corte fue exitosamente obstaculizado, evitando sus suicidios.

Sylphy miró perpleja a los movimientos de Emilia y luego habló con una voz temblorosa.

 

Sylphy: ¡Te lo ruego, entiéndenos! Tus… tus sentimientos me hacen muy feliz. Pero cualquier otro método…

 

Nada excepto la muerte podía servir como devolución.

Nada excepto la muerte podía dar un golpe a ese hombre, a Regulus.

 

Esa fue la conclusión de Sylphy y de las demás esposas.

Emilia también entendió que detener sus propios corazones era una respuesta dolorosa. Por lo que, para descubrir una manera de evitarlo estuvo pensando. Todo este tiempo estuvo pensando en una manera.

Y así—

 

Emilia: Lo siento. Así no.

 

Sylphy: ¿Eh?

 

Emilia: Si Subaru estuviese aquí, él podría haber ideado alguna otra manera. Pero mi cabeza es un poco lenta; por lo que, aunque pensara muuuy intensamente, no tenía ninguna pista… Así que…

 

Alrededor de la susurrante Emilia, luces brillantes de azul y blanco comenzaron a bailar.

Acumulando maná, las luces que danzaban eran de espíritus menores que entraron en un estado visible. Como si quisieran iluminar en su totalidad al edificio destruido, una gran cantidad de espíritus menores comenzaron a aparecer——esa era, de cierta forma, una visión tan sublime como un sueño. Sylphy y las demás contuvieron el aliento.

 

Emilia: Detendré los latidos de todas ustedes. —Porque, si se apuñalan sus cuellos con un arma como esa, no tendrán una muerte sencilla.

 

Cuando Emilia levantó su mano, los espíritus menores parecieron seguir ese movimiento mientras brillaban. Y una nieve azulada comenzó a caer en la catedral. La nieve cayó finamente alrededor de las esposas y, donde rozaba su piel, se convertía en cristal blanco.

 

Ésta era la magia más piadosa y cruel que podía hacer Emilia.

 

Emilia: Lo lamento, sólo puedo usar este método.

 

Sylphy: Por favor no te disculpes.

 

Al darse cuenta de las intenciones de Emilia, Sylphy suspiró en alivio. Los sentimientos de las esposas coincidían. Miraron a Emilia, la cual era incapaz de formar una sola palabra, y hablaron al unísono.

 

Esposas: Gracias.

 

Emilia: …

 

Después, un brillo azul y blanco envolvió la catedral.

 

    

 

Carámbanos comenzaron a formarse, como si un ataque del cielo formara un sello de hielo alrededor de la catedral.

Formando un sonido tan doloroso, como si le diera la vuelta al cielo, como si el cielo mismo se tornara blanco y muriese. ¿Cuánto dolor se había congregado dentro de la estructura de hielo recién formada?

 

Nadie salvo la que era responsable de esta escena podía comprenderlo.

 

Subaru: …Emilia.

 

El hielo creado por el increíblemente poderoso vórtice mágico era superior a cualquier otro; no pudo haber sido hecho por nadie excepto Emilia.

Definitivamente, Corazón de León había sido noqueado——junto con las vidas de las esposas, su latido se detuvo. Subaru ya había pensado en ese método. El único método posible.

 

Después, ese método había sido imposible de descartar.

Él incluso había ideado una preparación emocional para cuando Emilia fracasara en la catedral. Pero, al ver este espectáculo la respuesta fue clara.

 

—La respuesta, elegida por Emilia.

 

Regulus: Oye oye, ¿eso no es un poco…?

 

Mirando en la misma dirección, Regulus podía imaginarse el resultado de esa estructura de hielo. Sus mejillas comenzaron a sacudirse. Naturalmente Regulus entendió que el lugar en donde se formaron los carámbanos era donde sus esposas se encontraban. Al igual que entendió el significado del espectáculo.

Y así—

 

Regulus: ¡Ustedes dos! ¡¿Es esto lo que se propusieron realizar?! ¡¿Es esto algo que los humanos sean capaces de hacer?! ¡Tomar la amada de otro, arbitrariamente y sin autorización! ¡¿Qué… qué tan despiadado tienes que ser como para hacer algo tan cruel?!

 

Regulus pisoteó el suelo mientras le gritaba al ensangrentado Subaru. Sus suelas agrietaron la calle e incluso distorsionaron tanto la tierra, que pareció que la ciudad misma se agrietaba.

Sin pensarlo dos veces, se abalanzó hacia adelante, apuñalando a Subaru con sus dedos.

 

Regulus: ¿Satisfecho? ¡¿Estás satisfecho?! Para poder matarme sólo a mí, te atreviste a tomar la vida de todas mis esposas inocentes e incluso te sentiste feliz de haberlo hecho, vaya humanidad tienes.

 

Su boca escupía sucios insultos. El cuerpo de Regulus, quien hablaba de las penas de ser saqueado, fue repentinamente mandado a volar.

 

La razón de ello fue la lanza de hielo lanzada desde el lado opuesto de la calle por la chica que salió de la catedral a través de su puerta de entrada.

La lanza de hielo golpeó a Regulus con una inercia y rotación asombrosas. Su cuerpo fue lanzado como un muñeco, al tiempo que múltiples lanzas de hielo volaban hacia él, golpeando el cuerpo de Regulus sin parar.

El ataque terminó ahí. El cuerpo de Regulus fue estrellado contra el canal de agua. Con un fuerte estruendo la vía fluvial se congeló, convirtiéndose en una escultura de hielo de Regulus.

 

Emilia: —Esto de ahora, considéralo el divorcio de tus esposas.

 

Cruzando las calles congeladas, Emilia regresó al campo de batalla con un brillo plateado.

Parada en la calle destruida, miró a Subaru aproximándose. Aquella visión lamentable la hizo estrechar sus ojos amatista.

 

Emilia: Subaru, esas heridas…

 

Subaru: ¡Estoy bien! Es sólo un rasguño que sangró de más. Pero más importante que eso, la catedral… ¿dónde están las esposas?

 

Emilia: Todas deseaban derrotar a Regulus, así que…

 

Apartando la mirada, Emilia giró ligeramente la cabeza hacia la catedral. Esta reacción fue suficiente para comunicar que la decisión no había sido únicamente de Emilia. Subaru tampoco tendría que cargar con el peso de la decisión.

 

Subaru: Pero… pero debería haberse interrumpido el efecto de Corazón de León. El truco para su invencibilidad debería estar llegando a su fin.

 

Emilia: No. No parece que sea algo que se resuelva de manera tan sencilla.

 

Subaru: ¿Eh?

 

Los sacrificios hechos como resultados de nuestras acciones, debieron haber sido el precio por la respuesta.

 

Emilia sacudió un poco su cabeza hacia Subaru, quien tenía esos pensamientos.

 

Mientras él se encontraba sorprendido por la reacción de Emilia, el hielo que llenaba el canal de agua detrás de ellos comenzó a agrietarse.

La grieta comenzó a expandirse, llegando a afectar el flujo de las vías fluviales bloqueadas. El colapso se extendió hasta donde la vía fluvial se encontraba con el flujo de agua. Las suelas de Subaru ya estaban sumergidas por el agua desbordada.

 

Regulus: ¡Tanta insolencia que da risa, de verdad; tanta vulgaridad que no sé qué hacer; tanta incompetencia que me deja sin palabras; tanto descaro que crea incredulidad; tanta inferioridad que no tiene remedio!

 

El villano que estaba saliendo del canal de agua completamente seco a pesar de haber sido sumergido en agua se estaba acercando. Su esmoquin blanco no tenía ninguna mancha, su cabello estaba estático ante el viento, su rostro pálido estaba libre de heridas, sin siquiera una sola gota de sudor. Esta existencia prácticamente se sentía como soñar despierto——no, mejor dicho, como tener una pesadilla despierto.

 

Regulus: ¿Y ahora que harán? Ustedes dos, ¿cómo planean tomar responsabilidad? Aunque hablaron y hablaron como si hubiesen hecho algo grandioso, al final esto sólo ha sido una falla de cálculo. Al final sólo hubo sacrificios, ¡¿cómo planean corregir esta situación?!

 

El efecto del Corazón de León seguía funcionando igual en Regulus, quien estaba furioso.

Después de que Emilia hiciera ese ataque de gran nivel, no sólo no había heridas, ni siquiera podía notarse alguna señal de lo que acababa de recibir.

 

Subaru: ¡¿Cómo es posible?! ¡Si hablaste hasta por los codos sobre los efectos del Corazón de León! ¡No es posible que una persona como tú pueda tener la fortaleza mental para mentir en un momento como ese!

 

Regulus: ¿Me crees tan amable como para ignorar aquello que no puede ser ignorado? Primero diré esto, ¡¿acaso no herir los corazones de otras personas no es etiqueta básica?! Claramente nadie está menospreciando los derechos de otros, por lo que, ¿cómo es que ustedes dos siempre están haciendo algo tan psicológicamente deficiente? Dejando a un lado la conciencia, ¿acaso ni siquiera poseen inteligencia básica?

 

Ante las palabras inadvertidamente provocadoras de Subaru, Regulus bajó la mirada con una expresión aburrida mientras golpeaba su cabeza de cabello blanco.

 

Regulus: Parece que el conteo de esa prostituta desdeñosa está mal, ¿no? Olvidar el número de vidas, a pesar de que ella fue quien las robó, es la manera de pensar de un asesino. Ciertamente, hay algo malo con eso.

 

Subaru: ¿Desde cuándo tienes el derecho de decir esas palabras…?

 

Regulus: No intentes cambiar el tema disimuladamente. Todo lo que he hecho hasta ahora no ha tenido nada que ver con la ingratitud de esa mujer. No ignores los pecados que has cometido. No apartes la mirada. ¿No te avergüenzas de considerarte persona después de haber culpado a otros de tus problemas?

 

A donde sea que fuese, Regulus ardía de rabia, atacaba verbalmente a los demás sin una sola duda acerca de su estilo de vida; esa era la base de Regulus Corneas.

 

¿Cuántas contradicciones aparecerían en sus discursos antes de quedar satisfecho?

Discutir con Regulus en verdad era dañar la cordura. Enfrentarse a un arzobispo del Culto de la Bruja parecía crear la ilusión de que lo común era incorrecto.

 

Subaru: Pero… mierda, qué error de cálculo.

 

¿Ni siquiera destruir todos los sustitutos para su corazón removería la invencibilidad de Regulus?

 

No debería haber problema alguno con su teoría. Al hacer esa apuesta arriesgada con su propia vida, Regulus había demostrado que no era tan listo como para ser capaz de ser calculador con palabras hábiles de la misma manera que Subaru.

 

Regulus no poseía la habilidad para engañar o depender de su elocuencia para despistar. Era completamente incapaz de modificar su forma de pensar. En este mundo, no había nadie excepto él. El matrimonio fue sólo una imitación, los discursos eran puramente ideológicos, las batallas fueron libradas como un forastero. Su manera de ser era malicia pura——casi exactamente como un Pequeño Rey.

 

Emilia: Cincuenta y tres personas…

 

Al lado del tembloroso Subaru, Emilia susurró. Hasta ahora, ella no había mostrado reacción alguna ante las falacias, insultos o abominables quejas de Regulus. Lo único que dijo, fue esa frase.

 

Regulus: ¿Eh? ¿Qué? ¿Qué es lo que acabas de decir?

 

Emilia: Dije «cincuenta y tres personas». El número de mujeres que obligaste a estar a tu lado. ¿Podría ser que estoy equivocada? Eso es absolutamente imposible. Yo nunca podría equivocarme con el número de vidas.

 

Regulus: Mmm ¿Y? ¿Y qué? ¿Qué es lo que intentas decir?

 

Regulus descartó con desprecio la afirmación tranquila de Emilia y se rascó la oreja con un dedo; una actitud completamente ridícula.

Incluso el provocador supremo —Subaru— quería aplaudir en alabanza por su irritante gesto… pero, justo antes, Emilia miró fijamente hacia Subaru. Al ver que Subaru contenía su aliento, ella sacudió ligeramente la cabeza.

 

Emilia: Está bien Subaru, ahora lo entiendo todo.

 

Subaru: ¿Lo entiendes?

 

Emilia: Además, estoy muuuy enojada con él en este momento, así que… ya no lo perdonaré.

 

Sintiendo cómo el miedo presionaba su pecho, Subaru lo vio.

Esa cara amable de Emilia desapareció suavemente y habló con un tono más bajo de lo normal. Aunque pretendiera congelar sus sentimientos de esa manera, Emilia estaba más furiosa que nunca.


Con una llama gélida ardiendo en aquellos ojos congelados, Emilia se tocó el pecho.

Y entonces, procedió a hablar.

『 Emilia: El corazón de Regulus está justo aquí, latiendo en mi pecho en este momento. 』